Begona Pozo Sanchez Universidad de Valencia RECUPERANDO VOCES PARA LA POESIA ESPANOLA DEL SIGLO XX: LA ESCRITURA EN LOS MARGENES DE CESAR SIMON Palabras clave: Cesar Simon, Generacion del 50, poetica del paisaje, poetica de la con-ciencia, poesia en los margenes, canon y poesia espanola contemporanea En el caso de la escritura literaria de Cesar Simon (1932-1997) la mirada que con-templa y la conciencia vigilante son dos aspectos fundamentales sobre los que se asienta su poetica y que han contribuido a la formacion de una de las voces mas solidas y singula-res de la poesia espanola de la segunda mitad del siglo XX. La peculiaridad del sujeto liri-co y del universo creados a traves de los distintos poemarios esta ligada a una perspectiva filosofica que Simon siempre identifico como elemento original de su obra, considerando que lo distanciaba claramente de los demas poetas de su tiempo. En la originalidad, pro-fundidad y distanciamiento respecto a las tendencias poeticas del 50 y del 70, asi como en la publicacion tardia, pueden cifrarse algunos de los elementos que han convertido la poesia de Cesar Simon en marginal e inclasificable. En sentido lotmaniano la propuesta lirica de Simon se hallaria en la periferia del sistema. Nosotros no pretendemos devolver-la al centro donde, por otro lado, nunca estuvo; ahora bien, si que deseamos contribuir al enriquecimiento de las poeticas perifericas para que la sinergia literaria continue y, en la medida de lo posible, contribuya a la pluralizacion del panorama poetico espanol. A lo largo del tiempo hemos buceado en los textos simonianos mediante esa comu-nicacion indirecta que convierte la lectura en un «acto creador», segun palabras de Gil de Biedma quien, ademas, citando a Eliot apuntaba que «acaso la mision mas urgente de la critica literaria sea el rescate continuo, generacion tras generacion, de lo que por estar hecho ya amenaza perderse, o, por lo menos, despreciarse» (1980: 26). Aunque las palabras de Eliot en aquella ocasion se referian al estado de la critica inglesa, el alcance de su reflexion bien podria extenderse a la situacion de los estudios criticos sobre poesia con-temporanea espanola. Esta cuestion esta directamente relacionada con la configuracion del canon literario y concretamente, mas alla de toda la cuestion teorica en torno a este polemico concepto (Sulla, 1998), con el establecimiento del canon poetico. Como apunto Mainer es dificil sobrevivir «al margen de las nominas generacionales mas al uso» (1998: 283), pero si recordamos las palabras de Pozuelo Yvancos hemos de concluir que «todo canon se resuelve como estructura historica, lo que lo convierte en cambiante, movedizo y sujeto a los principios reguladores de la actividad cognoscitiva y del sujeto ideologico, individual o colectivo, que lo postula» (1998: 236). Efectivamente los diversos mecanismos canonicos han intentado ejercer su control sobre la literatura en general y la poesia en particular generando situaciones excluyentes donde el conflicto no esta en la amenaza de perderse, sino en la amenaza de no conocerse (Alicia Bajo Cero, 1997; Mendez, 1999 y 2004). Esta situacion es la que afecta a la poesia de Cesar Simon ya que, si bien es reconocida por distinguidos criticos y poetas como una de las obras mas personales y lucidas de la segunda mitad del siglo XX (Gallego, 2006b), su presencia en estudios literarios y criticos es todavia hoy practicamente inexistente. El silencio pertinaz que se cierne sobre la obra simoniana es consecuencia clara de su dificil adscripcion generacional y de la singularidad de su propuesta estetica dentro del marco de la poesia espanola del siglo pasado (Falco, 2006b). En este entorno desfavorable para la poetica simoniana se ha insertado nuestro acercamiento a su obra con la finalidad de contribuir a ampliar las miradas sobre esa poesia otra que es necesaria para entender las multiples redes del movimiento poetico que forman parte de un proceso cultural y social mas amplio, puesto que en la dialectica simultanea e interdependiente de la poesia no hay centro sin periferia (Lotman, 1970 y 1996). Como hemos indicado, la obra de Cesar Simon se caracterizo por el cultivo de una poetica propia que se mantuvo alejada de modas y de los consabidos circulos literarios mas o menos influyentes. Este alejamiento voluntario fue practicado sistematicamente de modo que uno de sus resultados mas inmediatos fue el desconocimiento de su obra fuera del ambito cultural valenciano. La admiracion que suscitaba la obra de Cesar Simon entre companeros, profesores, poetas o estudiantes en un circunscrito reducto geografico y literario contrastaba con la escasa resonancia de sus textos en el panorama mas amplio de la literatura espanola (Gallego, 2006b). En este sentido es obvio que su caso tampoco es extraordinario puesto que numerosos escritores de su epoca sufrieron la misma suerte y solo a partir de los anos ochenta fueron recuperados progresivamente por algunos estu-diosos, editores y criticos (Jimenez Arribas, 2006). Pero el silencio generalizado o, en el mejor de los casos, algun eco sobre su produccion nunca debilitaron la produccion simoniana, fueron en cambio un acicate para su escritura que se forjo a lo largo de toda una vida guiada por un elevado sentido critico. Salvando las diferencias vitales y literarias, llama particularmente la atencion la proximidad que presentan su situacion y su obra con las de Juan Gil-Albert, puesto que ambos se mantuvieron fieles a sus poeticas obviando las exigencias de los canones y de las generaciones, convirtiendose en figuras aisladas y, durante cierto tiempo, olvidadas. Sin embargo la calidad de sus obras -unidas al paso del tiempo- han supuesto inevitablemente la modificacion de esta situacion. En el caso de Gil-Albert su recuperacion comenzo a partir de los anos 70 (Simon, 1983a) mientras que en el de Cesar Simon los intentos mas numerosos se evidenciaron despues de su muerte (Falco, 2006b). En este cambio de tendencia sigue siendo evidente la dificultad que genera su inclusion o exclusion respecto a la nomina de poetas pertenecientes a la Generacion del 50. Sin embargo, dada la evolucion marginal de la obra simoniana, consideramos esta cuestion secundaria porque, como apunto Jaime Siles (2000), Cesar Simon es un poeta al cual le sobra su generacion. En todo caso consideramos mas fructifero apuntar las convergencias y divergencias articuladas desde su poesia dentro de un espacio complejo atravesado por distintas concepciones poeticas; puesto que el mismo era consciente de que su poesia no se ajustaba del todo a ninguna de las lineas seguidas por la generacion del 50 como, por etra parte, quedo de manifiesto en la entrevista de Quervo. Cuaderno de cultura donde ar-gumentaba que «la poesia es, antes que nada, un caracter» (1983: 7) y que esta «ha cons-tituido la praxis por la que yo he desnudado al mundo y me he quedado desnudo ante el» (1983: 8). Asi para Simon la poesia supone el camino hacia las palabras desde la verdad, es decir, desde la autenticidad y, por lo tanto, el objetivo es la palabra puesto que «nunca comprenderemos por que procedimientos el lenguaje verifica el milagro de instaurar un nuevo mundo mas significativo que el real» (1983: 8). Toda su obra ha estado orientada hacia la busqueda, hacia el misterio, hacia el santuario mas intimo y, en consecuencia, su poesia se ha convertido -mediante un proceso de despojo y desenmascaramiento- en el cuerpo, la casa, el refugio, el templo donde enraizarse en el mundo (Bachelard, 1957). Y en dichos espacios intersticiales ha tenido su vocacion de permanencia. En este sentido, recordando nuevamente las palabras de Gil de Biedma sobre los poemas de Baudelaire, podemos considerar que a la poesia de Cesar Simon «le sienta bien la monotonia», entendida -claro esta- en sentido etimologico. La construccion de un universo textual solido se aleja de la sistematicidad para reforzar la unicidad de su obra, contribuyendo a esta dinamica la estrategia de la retroalimentacion discursiva cuyo objetivo primordial es dar unidad y estabilidad al discurso poetico. El universo simonia-no gira en torno a dos ambitos fundamentales: en primer lugar, el paisaje, caracterizado por su interiorizacion y proyeccion constantes; en segundo lugar, la extraneza ante la realidad de la conciencia. Ambos aspectos son conformadores de la realidad individual y, al mismo tiempo, son reflejo de la vida en la que se inserta la experiencia vital del su-jeto poetico. De ahi tambien el recurso continuado a las estrategias de distanciamiento y desdoblamiento para crear un efecto de extranamiento en el lector, ahondando al mismo tiempo en la perspectiva ironica de la escritura, separando y fundiendo los espacios, las perspectivas exteriores e interiores. El tono que caracteriza toda su escritura es el del asombro, el del estupor ante la belleza inconmensurable e ininteligible que se transforma en admiracion constante. De ahi que la temporalidad simoniana no se vuelque en el pasado, sino que abunde siempre en la potencialidad del presente dentro de un tiempo mitico en el que el sujeto reitera sus acciones de observacion y goce de la existencia. Esta vision se percibe a traves del tono reflexivo y meditativo de sus poemas que, en ciertas ocasiones, presentan un halo pesimista pero que en realidad, es considerada tambien desde una perspectiva complementa-ria puesto que, como se lee en uno de sus versos, sus elegias siempre «fueron himnos». Su percepcion honda, alucinada y dichosa de la existencia acrecienta el tono celebrativo de una escritura que se sabe temporalidad, concrecion, cotidianidad y testimonio constante de una vida dedicada a la «constatacion extensa» y contenida de los instantes mas fugiti-vos, mas inaprensibles y bellos, mas crueles e irremediables. Asi pues, la representacion de la realidad desde dicha focalizacion marcara la trayectoria de una escritura atonita ante el espectaculo vital al que inevitablemente asiste. Su recorrido a lo largo de la poesia ha sido un incesante caminar profundamente marcado por la presencia de un individuo pegado a la tierra, de un hombre sumergido en el paisaje mas cercano decorado con luces, sombras, soles, mares, nubes, playas, canas, tapias, casas encaladas, habitaciones desiertas, jardines, muros, templos, cuerpos, estre-llas, grillos, trenes, estaciones, bultos, voces, musicas, silencios, pasos o vientos. Inmerso tambien en la profundidad silente de su came y cobijado por una conciencia monstruosa. Tal interiorizacion de las sensaciones esta hondamente vinculada a la posicion privi-legiada de la conciencia, puesto que ella es la que permite saber y, lo mas importante, saberse. La reflexividad aplicada tanto a ambitos sensibles como intelectuales sera otra de las constantes de la escritura simoniana porque la percepcion de las propias sensaciones es fuente continua e inagotable de vida, de conciencia, de misterio. De este modo, respirar, contemplarse, sentirse, verse, vivir, tocar, caminar, pasear, pararse pero, sobre todo, ser contribuyen a desarrollar el aspecto enigmatico y arcano de la existencia, otro de los elementos fundamentales de su escritura. En este sentido hemos de tener en cuenta que la presencia del misterio es un elemento que evoluciona con el paso de la escritura simoniana y lo que en un primer momento era constatacion de lo inexplicable e inefable, se convierte en los Ultimos poemarios en constatacion de lo sagrado. Ahora bien, esta tendencia a la sacralizacion de la ultima lirica simoniana hay que tener en cuenta que siempre ha estado presente en sus obras, aunque no fuese enunciado de esta manera, y que se plantea desde la perspectiva de «un mistico que no cree» -como el mismo se defi-nio. De ahi que sea mas interesante describir esta evolucion en terminos de hermetismo o «sensacion sagrada». La realidad sensitiva es pues la base de toda la escritura simoniana y, a partir de ella, se establece la formalizacion racional de las sensaciones. Esto significa que mas alla de todas las elucubraciones sobre la trascendencia, sobre el vacio o la nada impera la realidad mas acuciante: la muerte de la conciencia. Como Cesar Simon co-mentaba en sus diarios, esta es la verdadera muerte, la verdadera desaparicion de todo lo que ha significado la vida de un individuo porque la conciencia es el fundamento del ser. Pero antes, mucho antes, tambien ha tenido lugar esta destruccion de forma progresiva, inevitable y, quizas, desconocida puesto que el paso por la vida no es otra cosa que ir mu-riendo poco a poco, al mismo tiempo que se respira, casi de forma imperceptible. Ahora bien este aspecto tematico, como el paso del tiempo, tampoco es un elemento central de la poetica simoniana y no suele mostrarse desde una perspectiva agonica. La lucha del protagonista poematico se orienta hacia la busqueda del misterio de la vida, su unica tarea es la de saberse y, por lo tanto, su enfrentamiento se produce dentro de los muros de su propia conciencia. Otro de los puntos centrales de la escritura lirica simoniana es la profundidad con la que se aborda la presencia del paisaje, produciendose una continua fusion entre este y el sujeto, dando asi lugar a una vision totalizadora que fluye constantemente entre los dos ambitos y genera diversas perspectivas del medio. Esta «poetizacion del medio», como la ha definido J. Siles, nos presenta a un sujeto lirico con un profundo «sentido odologi-co» (Cilleruelo, 2002) que se adentra en todos los espacios -sean estos cuartos Ultimos o playas desiertas- percibiendo las esencias mas antiguas y arcanas. En los primeros poemarios aparece un fuerte telurismo de evocaciones sugerentes conectado intensamente a una naturaleza que, con el paso de las publicaciones, ira abriendose y contaminandose con la presencia de un espacio mas urbano. Esta transformacion del paisaje encuentra un espacio privilegiado en las casas vacias, en sus habitaciones Ultimas iluminadas por el sol del mediodia, amuebladas con mecedoras de un tiempo ya inexistente, repletas de risas, silencios, voces o respiraciones, golpeadas por un viento olvidado que cierra inesperadamente las puertas. Y tambien se refleja en la imagen de un cuerpo abierto a la meditacion y al misterio constantes, convertido en bulto o sombra que se intuye en la oscuridad cegadora de la tarde. Los multiples espacios en los que se instala el personaje de estos versos comparten un elemento clave de la poetica simoniana: el silencio. Silencio total que llega hasta cada uno de los rincones de todos los templos en los que se adentra el viajero. Silencio puro, verdad absoluta que, en muchas ocasiones, tiene el privilegio de compartir sus lugares mas preciados y ocultos con esa otra bella «semiverdad» que es la musica. Silencio im-pregnado del canto nocturno del grillo o del viejo silbido de los trenes, simbolos inevitables de una conciencia punzante que se sabe y que cada vez va mas hacia dentro. El proceso de interiorizacion es tambien caracteristico de la escritura simoniana y responde a la actitud primera de ensimismamiento que se detecta en sus poemarios iniciales. Esta tendencia se mantiene a lo largo de toda su obra y se hace progresivamente mas aguda, hecho que se relaciona directamente con la presencia de la reflexividad que indicabamos anteriormente. De la misma manera que el tono meditativo, reflexivo y analitico for-man parte de una escritura orientada a la celebracion continuada de la vida, tambien el erotismo recorre muchos de los poemas simonianos. En este caso, consideramos que en sus poemas mas emblematicos al respecto predomina su perspectiva «pandemica» de la pasion amorosa como rito y atraccion carnal (Cabanilles, 1997). Ahora bien, este punto de vista no impide la presencia de ese otro «amor celeste» donde unos ojos se convierten en horizonte de otros y donde unos labios ofrecen, desde la eternidad del tiempo detenido e irrecuperable de una fotografia, el deseo. La articulacion de este universo tematico se manifesto desde el primer momento como una estructura fuertemente compacta. Este hecho fundamental caracteriza de forma clara toda la escritura simoniana y a esta situacion contribuyo probablemen-te su publicacion tardia, ya que Cesar Simon rondaba los cuarenta anos cuando sus primeros libros vieron la luz. La presentacion inicial de su universo tematico como un conjunto que respondia a una totalidad bien enraizada y trabada se percibe inevi-tablemente con la aparicion de sus poemarios posteriores. La cosmovision simoniana se va ampliando pero, a su vez, va reforzando los elementos que ya habian aparecido. En este sentido podemos comparar su escritura con el movimiento en espiral caracte-ristico de los remolinos de viento o de agua: mientras el centro de la cosmovision se mantiene y engarza todas las publicaciones hay elementos que aumentan o disminuyen su presencia pero que, inevitablemente, terminan aproximandose a la potente inercia del nucleo. Asi pues, la evolucion de la lirica simoniana responde a un movimiento constante de ampliacion y de recuperacion que le confiere una fuerte estabilidad y una significativa unidad. Esta vision totalizadora planteada en el universo lirico responde a la percepcion unitaria de la propia existencia de modo que escritura y vida o, dicho de otra manera, eternidad y cotidianidad, aparecen nuevamente ligadas de forma intima e inseparable. La propension a una cosmovision lirica tan compacta ha contribuido a la aparicion reiterada de numerosos motivos que, con el paso de los poemarios, se han convertido en simbolos de creacion simonianos, puesto que identifican fielmente su universo y su escri-tura. Muchos de estos elementos pertenecen al acervo de la tradicion literaria pero dentro de los versos simonianos adquieren una dimension diferente y contribuyen a la caracte-rizacion singular de toda su obra. La presencia continuada de dichos motivos responde al uso reiterado de las isotopias semanticas como elemento estructurante y como signo de cohesion, reforzando de este modo la union entre poemas y poemarios mas alla de los espacios vacios producidos por los textos. Esta tendencia reiterativa de la tematica simo-niana puede tambien aplicarse al aspecto retorico, por lo que las isotopias de la expresion contribuyen a conformar desde el ambito estilistico la unidad de su obra, ahondando la compacidad de su lirica. De nuevo, pues, el eco de la monotonia baudeleriana. Si el discurso literario en general y el poetico en particular lo podemos considerar como un movimiento donde el punto de partida marca el inicio de un viaje de incierto final, habremos de admitir sus concomitancias con la existencia, puesto que la vida, como viaje, sabemos en que instante comienza pero no como ni cuando finaliza. Superado asi el topos clasico de la identificacion entre la vida y la escritura, queremos insistir en que esta incertidumbre de la literatura afecta por igual a la escritura y a la lectura, ya que am-bas son momentos esenciales que discurren dentro de los margenes fijados por el texto. Dejarse captar por los intersticios de los versos es dejarse arrastrar a la tela de arana de otro mundo que nos envuelve y que, a veces, nos devora. Pero mas alla de los mundos sugeridos esta el viaje en si mismo. Asi, cuando el goce es el movimiento en si mismo, entonces todo adquiere sentido, como aquel mecanismo ingenuo de un caballo de ma-dera, porque ya no importa el punto ni el momento de arribada. En este sentido la lirica de Simon presenta un movimiento que la singulariza de forma especial puesto que ir de un mundo a otro, de una realidad a otra ya no tiene importancia, sino que lo decisivo es vivir el viaje, darse a lo esencial, ahondar en el misterio de la vida -siempre observada desde la conciencia. Este arduo trabajo es el que liga constantemente su escritura a la penetracion de la cotidianidad, a la conciencia de lo efimero. Precisamente esta «poetica de lo cotidiano» es otro de los rasgos que contribuye en gran medida a la creacion de una cosmovision solida donde el protagonista poematico se presenta como un sujeto de raigambre contemplativa y reflexiva, ahondando en muchas ocasiones en los problemas ontologicos del ser. El discurrir del tiempo de la escritura implica tambien la modificacion de algunos rasgos del discurso, si bien no hemos de olvidar la unidad general de estilo. En este aspecto resulta inevitable remarcar el proceso de adelgazamiento y de esencializacion formal -ligada a la inefabilidad y al silencio desde una perspectiva tematica- que se percibe en los poemas de los ultimos libros y que alcanza su punto culminante en El jardin. Esta vuelta a la concentracion recuerda las propuestas esteticas de algunos de los autores mas admirados por Simon como Paul Celan o Giuseppe Ungaretti. La diccion sobria, ajustada y certera de estos se convierte en el paradigma de una unidad estilistica y se respira en toda la lirica simoniana, apuntando tambien a la asuncion de las tensiones, de los conflic-tos, de las paradojas que se han deslizado por sus poemas. Asi, en esa carrera de fondo y solitaria que es la poesia, segun Valente, el protagonista sujeto de esta obra recuerda la actitud y la figura de los sabios estoicos, quienes afrontaban el infinito rigor del universo con la serena aceptacion de su destino. Llegados a este punto cabe decir que la reflexion en torno a la singularidad de la escritura de Simon, asi como la valoracion de su originalidad y de su excepcionalidad dentro la lirica espanola de finales del siglo XX, han sido evidenciadas a partir del estudio pormenorizado de su produccion que hemos realizado en diversas aproximaciones a su obra (Pozo, 2001-2011) y donde hemos insistido en la necesidad de abordar de forma diferenciada distintos ambitos literarios -como, por ejemplo, «exteriores e interiores», correlato a su vez de otros como «paisaje y conciencia»- con el fin de generar una vision o interpretacion totalizadora que pusiese de manifiesto la unidad y complejidad del dis-curso poetico simoniano. Esta imbricacion es la que hemos manifestado en las primeras paginas del presente articulo. Sin embargo, pasando a la recepcion posterior de su obra podemos compartir la per-cepcion del mismo Simon, quien acerto a sugerir que el desconocimiento de su obra no se debe a que esta fuese «tan dificil ni tan marginal como para que no pueda ser entendida perfectamente» (Palacios, 1997: 9), es decir, no respondio -ni tampoco responde actual-mente- a razones propiamente literarias, sino a factores de sociologia literaria. Dentro de estos factores encontramos unos fundamentalmente intrinsecos -como la percepcion ilimitada del tiempo o la escasa capacidad de autopromocion llevada a cabo por el poeta- y otros extrinsecos -como la publicacion tardia y la pertenencia a un espacio social periferico-, si bien su simbiosis es profunda y de esta surge la situacion particular a la que se enfrento la obra de Simon desde sus comienzos: el desfase cronologico que provoco su alejamiento de las nominas generacionales. En este sentido Garcia Jambrina (1992) apun-ta que lo que debiera ser meramente un «marco o referencia contextual» acaba convirtien-dose en una «marca de fabrica o estilo». Esta perversion del sistema literario genera el empobrecimiento y la reduccion del sistema mismo puesto que el precio a pagar siempre es elevado, bien se trate de la homogeneizacion -en el mejor de los casos- o bien de la inexistencia -en el peor de ellos. Cesar Simon, consciente de su situacion, se deslizo a lo largo de toda su obra por los margenes, sorteando las tensiones generadas entre centro(s) y periferia(s) con el fin de mantener una libertad estetica cuya premisa era encontrar el camino desde la verdad hacia las palabras, desde la autenticidad al lenguaje, desde el mundo real al simbolico. El camino inverso es el que hemos realizado para poder determinar la singularidad de su escritura dentro de la pluralidad de voces que conforman el panorama poetico de fin de siglo. A este proceso de desvelamiento -como lo entendiera Petrarca en sus Epistolas seniles- del sujeto poetico mediante el discurso hemos asistido tambien nosotros, con-virtiendonos no ya en espectadores sino en actores-artifices de la busqueda de un espacio donde leernos, donde construirnos, donde sabernos. Toda esta labor de (re)conocimiento a partir del discurso literario esta ligada a la necesidad de encontrar un refugio donde «en-raizarse en el mundo» (Bachelard, 1957). Y Simon, como Gil-Albert, manifiesta en sus textos una orientacion ligada a la intensidad y a la densidad vital de modo que podemos aplicarle, de forma sistematica y sin miedo a equivocamos, los aspectos que el conside-raba determinantes de su personalidad y escritura: en primer lugar, ser un «sensitivo de la carne y de la mente, un intuitivo, pero no de los nervios, sino de los encantados. De los encantados, de los encandilados por la vida. Y un sensitivo encandilado es un ser de lenta y decantada condicion interior»; en segundo lugar, considerar primordial la «intui-cion silenciosa con que contemplaba» porque «de ahi nace toda su obra»; y por ultimo, establecer que «fue un poeta metafisico, un filosofo de la naturaleza en ese grado de abstraccion que no comete el error de despegarse de lo sensible para sumergirse en esa cosa que no significa nada: el ser en cuanto ser Las palabras de Simon justifican la referencia constante a la perspectiva filosofica de su escritura puesto que es el elemento en el que se focaliza de forma recurrente el alejamiento respecto a «su generacion». En este caso el entrecomillado es especialmente significativo puesto que retoma las palabras del poeta en una de sus ultimas entrevistas concedida a la revista universitaria Macondo donde argumentaba las razones de su aislamiento: «Y, claro, hasta cierto punto yo habia perdido el tren generacional. Los libros de los poetas de la generacion siguiente ya se ha-bian dado a conocer, mientras que algunos poetas de mi generacion ya habian dejado de escribir, como Jaime Gil de Biedma.» En este caso nos interesa destacar la referencia di-recta a «mi generacion» puesto que el termino lingüistico empleado evidencia claramente la generacion a la que se adscribia y el espacio donde colocaba su produccion poetica: Simon estaba convencido de pertenecer a la Generacion del 50. Con la misma claridad abordo en dos momentos diferentes los puntos de acerca-miento y de distanciamiento respecto a las dos generaciones entre las que se deslizaba. En 1983, para la revista Quervo, argumentaba que su concepcion del poema como «ex-periencia emocional, como experiencia interior de lo exterior a traves de un lenguaje transfigurado y simbolico, asi como un sentido nada coloquial ni realista del lenguaje», eran rasgos que lo acercaban a la Generacion del 50; mientras que se alejaba de esta de-bido a su «desinteres por la perspectiva etica». Asimismo cifraba su conexion respecto a la Generacion del 70 mediante el recurso a determinadas estrategias discursivas -ironia, distanciamiento e, incluso, la burla- y se distanciaba en funcion de un «concepto no compartido del lenguaje»: Simon subrayaba que el era consciente de la insuficiencia del mismo por lo que tampoco lo convertia en objeto de poetizacion; de la misma manera tampoco explotaba la vena culturalista, ni la marginacion, ni las oposiciones entre literatura y poder. Unos anos mas tarde, el poeta reflexiona de nuevo sobre su situacion dentro de los diferentes movimientos. Por otra parte, en el numero de El urogallo (1990) insistia en su pertenencia a la Generacion del 50 dado que habian compartido un periodo histori-co clave: «son los poetas ninos durante la guerra civil y bachilleres durante la postguerra -bachilleres del plan 38-, dos periodos que imprimieron caracter. Se les reconoce algu-nos rasgos literarios comunes, sin perjuicio de su individualidad y posterior y personal evolucion». Y terminaba manifestando que, a pesar del enriquecimiento e interes por los poetas de la generacion posterior -muchos de ellos companeros-, pertenecia al «grupo anterior». Otros datos que aportaba inmediatamente a continuacion eran su fecha de naci-miento -1932- y ser condiscipulo de Francisco Brines en la Universidad de Valencia. De las razones biografico-cronologicas pasaba a las propiamente literarias insistiendo en los puntos posibles de conexion con las poeticas del medio siglo: «Rasgos comunes con al-gunos del 50 -quizas-: experiencia emocional -aunque yo la prefiera total, es decir, emo-cional e intelectual-, lenguaje que se pretende simbolico y riguroso acento meditativo e interiorizado Como podemos observar, insiste exactamente en las mismas cuestio-nes explicitadas en 1983, asi que tambien lo hace en sus diferencias cuando considera que «alguien ha dicho que mi poesia se desinteresa de la historicidad -y, por consiguiente, de cierta proyeccion etica- para centrarse en su relacion directa con el ser, y en primer lugar con el propio bulto, en su extraneza e inexplicabilidad»; o que «algunas de las diferencias con los de mi edad -y con los posteriores- quizas procedan de mi formacion. Yo no curse licenciatura en leyes, ni en romanicas, sino en filosofia. Mis intereses y lecturas eran algo distintos a los habituales entre poetas». Como se deduce de lo expuesto, el analisis de su obra y de sus reflexiones nos ha conducido de nuevo al punto central que Simon identifico respecto a la obra de Gil-Albert y que, a su vez, es el centro desde el cual tambien se ha generado toda su escritura: la perspectiva de un «poeta metafisico», de un «filosofo de la naturaleza en ese grado de abstraccion que no comete el error de despegarse de lo sensible». Desde este (no) lugar se clarifica la diferencia y la originalidad de su escritura: una mirada de raiz filosofica pegada a lo sensible y a su misterio. De ahi el telurismo inicial nunca abandonado que, progresivamente, fue dando paso a una sacralizacion de los espacios que respondia, ne-cesariamente, a una vision holistica de lo exterior y lo interior, del paisaje y de la con-ciencia, donde la totalidad organizada no respondia a la simple suma de sus componentes. He aqui la dificultad a la hora de diferenciar los formantes que componen la compleja obra poetica de Simon y la sugerencia apuntada en nuestros estudios anteriores (especial-mente en Pozo, 2008): la imbricacion de todos los elementos analizados como horizonte permanente. Por ultimo recordar que Simon se sentia «relativamente marginado» -como afirmaba en la entrevista de 1990- y que no le importaba demasiado «ser adscrito o no a un grupo» porque lo que le interesaba era «ser leido». Del estoicismo de sus palabras podemos de-ducir que Simon acepto su destino de poeta en los margenes. Nosotros no. Por ello hemos dedicado tiempo y esfuerzo al estudio de una obra que consideramos singular, debido al caracter filosofico que impregna su vision del mundo, e imprescindible, a tenor de su in-fluencia en poetas mas jovenes. Este dialogo con las propuestas poeticas mas diversas del panorama literario actual esta dando lugar a la recuperacion y, sobre todo, a la proyeccion de su obra mas alla de los limites geograficos en los que, hasta ahora, se habia mantenido. Los esfuerzos por la difusion de su poesia en este momento son innegables y significati-vos (Gallego, 2006; Falco, 2007). Tanto por estos motivos, que confieren a su lirica una actualidad evidente, como por el analisis de su obra que hemos realizado (Pozo, 2011), consideramos que la obra poetica de Cesar Simon deberia ser incluida de pleno derecho dentro de los estudios sobre los «Poetas de los cincuenta» o la Segunda Generacion de Posguerra. Este hecho supone otorgar la consideracion de mera anecdota a su publica-cion tardia, puesto que ha sido un factor decisivo en su exclusion sistematica de estudios y antologias; para favorecer, en cambio, la importancia de las conexiones de su poetica con la obra de otros escritores de «su generacion» como Francisco Brines, Jose Ängel Valente, Jaime Gil de Biedma o Claudio Rodriguez. La recuperacion de la obra de Cesar Simon y su inclusion junto a la obra de estos poetas dara lugar al enriquecimiento de una generacion, ampliando las redes o rizomas de un universo lirico en continua expansion cuyo mapa todavia esta siendo completado gracias a la presencia de unas voces que en su dia fueron perifericas pero que ahora, tras los estudios que ponen de manifiesto la calidad de sus poeticas, resultan imprescindibles para entender la evolucion de la reciente poesia espanola. Olvidar estas voces irrepetibles y discordantes, entre las que se halla la de Cesar Simon, supone la reduccion peligrosa del amplio horizonte literario donde, a pesar del silencio, se sigue escuchando el eco de sus versos, la musica de su mundo, el silencio de su «sueno resonante de pasos». BIBLIOGRAFIA Alicia Bajo Cero (1997): Poesiay poder. Valencia: Ediciones Bajo Cero. Bachelard, G. (2000 [1957]): Lapoetica del espacio. Trad. Jorge Ferreiro. Madrid: Fondo de Cul-tura Economico. Cabanilles, A. (1997): «La poesia amorosa de Cesar Simon». En: Por aguas de la memoria ajena. Valencia: Episteme. Cilleruelo, J. A. (2002): «Mientras caminaba. El sentido odologico en la poesia de Cesar Simon». En: La siesta del lobo, 14, 56-58. Falco, J. L. (1983): «Tranquilamente hablando». Entrevista a Cesar Simon. En: Quervo. Cuader-nos de cultura, 4, 5-16. Falco, J. L. (2006a): «Juan Gil-Albert y Cesar Simon: perfiles de un dialogo concertado». En: Animal Sospechoso, 4, 71-77. Falco, J. L. 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Vztrajna tišina, ki lebdi nad Simonovim delom, je posledica njegove težke uvrstljivosti v katero koli generacijo in posebnosti njegovih estetskih načel v okviru španske poezije prejšnjega stoletja. Pričujoči članek poskuša v tem nenaklonjenem okolju za Simonovo poetiko približati njegovo delo in tako prispevati k širjenju pogledov na to drugačno poezijo. Ta je nujna za razumevanje mnogovrstnih mrež pesniškega gibanja, ki so del najširšega kulturnega in družbenega procesa, saj v simultani in neodvisni dialektiki poezije ni središča brez obrobja.