VERBA HISPANICA V Ljubljana, 1995 ISSN 0353-9660 VERBA HISPANICA V ANUARIO DEL APARTAMENTO DE LA LENGUA Y LITERATURA ESPAÑOLA DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS DE LA UNIVERSIDAD DE LJUBLJANA ESLOVENIA Director: Mitja Skubic Secretario: Matias Escalera Cordero Comité de redacción: Branka Kalenic Ramsak, Jasmina Markic, Juan Octavio Prenz, Nubia Zrimec, Maja Tumher, Demetrio Gallardo Redondo, Damjana Pintarle Diseño de la portada: Franco Juri Edición a cargo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Ljubljana, Eslovenia, con el patrocinio de la Embajada del Reino de España en Eslovenia Drago Jarn'Sar EL FRESCO DE CASTILLA Durante el peregrinaje de Ulrik a Compostela sucedió algo que la gente de la escolta no supo explicarse y que produjo temporalmente un cambio completo del joven conde. Ocurrió cerca de Valencia, tal vez cerca de un lugar llamado Segorbe, como algunos afirmaban luego; de cualquier forma ocurrió en medio de un día caluroso y en medio de la ondulante y ardo- rosa llanura española, cuando Ulrik de golpe lanzó su caballo hacia una ermita. Hacía unos momentos que habían parado en un bosquecillo sobre una pequeña elevación, desde donde se abría una vista que abarcaba grandes extensiones de tierra de color rojo oscuro tachona- da de piedras blancas y escasos arbustos. Entre los árboles de esa elevación, que daban una sombra escasa y débil, estaban cobrando aliento y apagando la sed, cansados, y sólo de vez en cuando se oía alguna palabra. Unos se tumbaron y otros se sentaron y, en el silencio que se hizo a continuación, se escuchaban únicamente los silbos de los insectos que se arracima- ban, venidos desde quién sabe donde, sobre los flancos y narices de los caballos. Un caba- llo meaba ruidosamente en el reblandecido suelo, en alguna parte sonó un golpe metálico de una afilada espada contra un escudo. Hasta donde alcanzaba la vista no había ningún pobla- do, desde el bosquecillo sobre la elevación se veía por doquier sólo el paisaje tórrido con el sol de modo que ante tal resplandor parpadeaban los cansados ojos. No lejos del lugar donde habían parado, en un paso ondulado del valle, también sobre una elevación, casi sobre una especie de espalda terrestre había una sola edificación Era una blanca ermita con una nave alargada y con un campanario algo más elevado, con una campana parecida a la cabeza de una acurrucada paloma blanca llegada volando de quién sabe dónde, que se habrá posado cansada sobre la espalda del tórrido paisaje. No estaba claro para qué servían el campanario y la campana en aquella ermita, para quién sonaba y a quién llamaba a orar, pues hasta donde abarcaba la vista no se veía rastro de vida humana. Los hombres de la escolta sabían que allí, si no otra persona, orarían ellos, porque su señor no dejaba de lado ningún santuario, y que descansaban aquí antes de empezar a orar sólo para que la gente y los caballos no reposasen, no tragasen la comida, no bebiesen, no ventoseasen y no measen alrededor del lugar sa- grado. Ulrik se detuvo un momento en la falda del bosque, en la linde del arbolado, entre la som- bra y la luz. Después, mandó traer de pronto su caballo, montó y partió cabalgando lenta- mente hacia el candente paisaje. Ocurrió en medio de la ondulante llanura española, en el reino de Castilla, tal vez cerca de Valencia, algunos afirmaban luego que no lejos del lugar llamado Segorbe. En 1430, el poderoso señor feudal Hermande Celje mandó a los lejanos mundos dos expe- diciones de peregrinos con una numerosa escolta militar de caballeros, escuderos y pajes. Una de ellas marchó en peregrinación a Roma, guiada por su hijo pecador Friderik, que acu- día allí con la conciencía cargada con el asesinato de su mujer, numerosos libertinajes y adul- terios, repulsivas bacanales y descaradas agresiones. Otra expedición fue guiada por Ulrik, hijo de Friderik y nieto de Herman, joven conde que tenía un carácter mucho más virtuoso que su padre y su abuelo, una determinación y una audacia soberanas, en las que el viejo 3 señor poma todas sus esperanzas. La peregrinación de Ulrik fue mucho más larga, a Santiago de Compostela, para purgar allí, para ser elegido portador de la promesa y de la bendición, para abrirse, con su voto, un firme futuro. Los cronistas cuentan que aquella repentina reli- giosidad del viejo Herman y sus descendientes atrajo bastante atención. Evidentemente había llegado el momento de darse cuenta de que para el futuro de su poderosa estirpe seria ventajoso ganarse, aparte de dinero y soldados, de astucia y crueldad, también algo de ayuda divina. Y anotaron también que durante aquellos últimos años solía levantarse por las noches y deambular con los ojos llenos de espanto y terror confusos. De todos los crímenes que había cometido, el más obsesionante era la muerte de la joven y tristemente bella Veronika, la desgraciada amante de su hijo, a la que no le había sido dado llegar a ser condesa de Celje, de la joven Veronika, a la que había mandado asesinar y apagar con su propia sangre las antorchas de los seductores ojos que con tanta seducción habían prendido a su hijo, como también fue escrito. Por eso muchos opinaban que la repentina religiosidad del viejo cruel, que, como ya no era capaz de salir a largas romerías, mandaba a su hijo y a su nieto, era con- secuencia del inesperado arrepentimiento que aparece indefectiblemente antes de la muerte. Del arrepentimiento de una noche de despiadado asesinato, del desgraciadamente bello ros- tro de Veronika que todas las noches resucitaba ante sus ojos. El viaje de Friderik, según informan los cronistas, transcurrió conforme a su tempestuosa naturaleza, entre incesantes embrollos por el camino, entre altercados con los nobles, bur- gueses y campesinos, entre bacanales y peleas con armas. Antes de llegar a su destino fue hecho prisionero por el conde fronterizo Ferrare, quedó en cautiverio junto con su disoluta escolta durante bastante tiempo, hasta que lo rescataron y lo devolvieron a su casa sin llegar al destino de su romería. De modo completamente distinto transcurrió el peregrinaje de Ulrik. Su expedición, que había emprendido el camino en medio del invierno, paraba no sólo en los castillos y en las ciudades, donde le ofrecían hospitalidad, sino también en los pueblos con iglesias, en las aldeas, en las solitarias ermitas entre las montañas. Hasta junto a los cruciftjos en las encru- cijadas de caminos, Ulrik a menudo no sólo se persignaba, sino que también saltaba de su caballo y se arrodillaba o, al menos, inclinaba la cabeza desde la silla de montar y rezaba con devoción durante un rato. El camino de penitencia les llevó a través de la zona de Gorizia, del norte de Italia y del sur de Francia hacia la lejana Compostela. La escolta admiraba al joven señor que en todo el camino no pecó ni de vida libertina, ni de comida y bebida exce- sivas, ni de conducta altanera o afanosas aceptaciones de regalos. Todo el tiempo el conde estaba alegre, les animaba cuando hacía viento y caía lluvia, en los caminos por los peli- grosos puertos de montaña no dejaba que lo llevasen sino que andaba con los pies ensan- grentados, como los demás, junto a los caballos con narices espumeantes. Así en el largo camino pasó el invierno, llegó la primavera, el verdor de los campos y prados de Italia y del sur de Francia, dejaron atrás caballos muertos y peregrinos enfermos, vieron el cielo azul en la cercaIÚa del Mediterráneo, viajaron atravesando las cálidas lluvias de los pasos pirenaicos y se encontraron al fin en la ardiente luz de los campos españoles, de las zonas pétreas, un día en un bosquecillo sobre una elevación, en un silencio de tenues, silbantes sonidos de insectos, murmullos de gorgojos, en frente de una ermita que de súbito cambió completa- mente a Ulrik. 4 Ulrik se detuvo un momento, silencioso, en la falda del bosque, en la linde del arbolado, entre la sombra y la luz. Después, mandó traer de pronto su caballo, montó y partió cabal- gando lentamente hacia el candente paisaje. Ocurrió en medio de la ondulante llanura espa- ñola, en el reino de Castilla, tal vez cerca de Valencia, algunos afirmaban luego que no lejos del lugar llamado Segorbe. Por un instante se les perdió en el horizonte, después su figura, fundida con el caballo, apareció en el valle, en medio de las oscilantes radiaciones solares. Y antes de que empezase a subir hacia la blanca ermita, lo siguieron a caballo algunos caballeros y pajes, mientras que otros permanecieron en el bosque. En la cima, Ulrik descabalgó y se puso a empujar, cada vez más impaciente, la puerta que no se podia abrir; miró alrededor en busca de ayuda, después golpeó con su hombro la madera, la puerta cedió y el oscuro interior quedó al des- cubierto. Se detuvo un instante, inclinó la cabeza, juntó las manos ante sí y entró. Sus ojos, lastimados por la luz, no veían nada al principio; se persignó y se acercó automáticamente al altar. El frescor estremeció su cuerpo, la mirada empezó a distinguir los contornos de las siluetas de madera y de los frescos de las paredes. Era una ermita modesta, las pinturas de las paredes eran borrosas, la pintura de las estatuas de madera se desprendía, la débil luz se vertía, en forma de una tenue cascada, desde las ventanas en lo alto, debajo del techo. Ulrik se arrodilló, bajó la mirada hacia una fria piedra y se puso a rezar. Al alzar de nuevo la mirada hacia el altar, oyó el relincho de los caballos fuera de la ermi- ta, un espeso murmullo de gorgojos irrumpió dentro desde algún lugar, desde algún lugar del mar extranjero de ondulada y ardorosa llanura que cercara la nave. Al ponerse de pie y diri- girse lentamente hacia la puerta, su mirada siguió un rayo de sol que caía oblicuo en el inte- rior y hacia la pared donde estaba la pila bautismal. Y allí, allí vio en ese mismo instante un fresco que difería por completo de los demás, estaba vivo, de colores vivos, no descolorido como los demás, era como si el pintor acabara de terminar en él su trabajo, era la cabeza de Juan Bautista, una cabeza muerta en una pintura viva, era una imagen que lo aferró al suelo de modo que durante unos instantes no fue capaz de moverse. La sangre se le heló y sus ojos comenzaron a poblarse de terror, la boca a abrirse en una exclamación, en un grito. Aquellos caballeros y pajes que habían seguido espontáneamente a su joven señor para protegerle, aunque en medio de esa desolación no le acechaba ningún peligro, y que ahora se encontraban, con las manos sujetando las riendas, delante de la iglesia, oyeron algo como una exclamación o un grito e intercambiaron las miradas. Intercambiaron las miradas y antes de llegar a lanzarse en el interior con sus espadas medio desenvainadas, vieron en la puerta de la ermita a Ulrik. Con el codo se apoyaba contra la jamba, su cara estaba blanca, sus ojos confusos a causa de un miedo desconocido, su mirada hueca a causa de un terror profundo. Agitó las manos y las detuvo luego con unas palabras incomprensibles. Quisieron entrar en el interior pero el conde, que ya había vuelto en sí, que había recobrado en su mirada y en su habla algo de serenidad, ordenó con toda firmeza que regresasen. Montaron de nuevo los caballos y regresaron a acelerado galope al bosquecito que estaba sobre la elevación en el otro costado del suave valle. Ulrik permaneció sólo delante de la ermita. Desde el otro lado del valle era posible observar su figura que iba y venía en medio del resplandor solar y que se sentaba encorvada ante la puerta de la ermita Rechazó también al paje que se había acer- 5 cado a llevarle el agua y la conúda. Pasó toda la noche en la iglesia y la escolta se pregun- taba si no estaría luchando, como Santiago, al que se había encanúnado, a Compostela, con un ángel que iba a herirlo en la pierna y que iba a ordenarle que retornase, herido pero purifi- cado, a su tierra paterna, herido y victorioso. Por la mañana volvió realmente con el cuerpo exhausto y no contó a nadie lo que había sucedido aquella noche en la solitaria ermita Con un rostro oscuro, del que había desaparecido el rastro de su alegría anterior, cabalga- ba alejado de su escolta sin hacer caso a los campesinos que les saludaban, ni tampoco al soleado paisaje a su alrededor. Callaba, por la noche rezaba. Pernoctaban al aire libre y los caballeros veían su sombra que se acercaba a las hogueras de guardia y se retiraba luego a la oscuridad. Y más tarde, muchos días más tarde, cuando en la distancia divisaron las cúpu- las de las iglesias y los tejados rojos de Amusca, tampoco se animó, como hizo la escolta exclamando y lanzando los caballos al galope. Llegaron a Amusca para las Pascuas, como informa la crónica de los reyes de Castilla en el capítulo trece: Llegó allí un gran señor, el nieto del rey Segismundo, el conde de Celje; escoltado por sesenta caballeros, nobles ricamente vestidos, había venido a este reino para ir a Santiago. El rey le rindió grandes honores, comió con él y le mandó caballos, mulas y vestidos de brocado, de lo que el conde no quiso aceptar nada, pues el día que había salido de su tierra, había prometido que de ningún príncipe del mundo aceptaría nada en absoluto. No aceptaba nada y de las grandes festividades que para él prepararon los reyes durante veinte días se retiraba entre los primeros. Sellado su rostro por un secreto inconcebible desde que había pasado un día y una noche en la ermita en medio de la llanura castellana, comple- tamente transformado. Así partió de allí para llevar a cabo el viaje a Santiago, concluye su informe el cronista de los reyes de Castilla. Sin embargo, el informe sobre la romería y sobre el extraño acontecimiento en el camino no termina aqui. Tampoco termina con el voto, las ofrendas y las largas oraciones, todo aquello que en Santiago de Compostela tuvo lugar, tam- poco con el largo viaje de vuelta. Y en el viaje de vuelta a la tierra verde o acaso ya nevada, de donde habían salido, hicieron un gran desvío para evitar la ermita, que se hallaba solitaria en frente del bosquecito sobre una elevación en medio de la ondulada llanura. Tras todo lo que habían vivido en la corte castellana y en Compostela, se habían olvidado de ella y tam- bién el rostro sombrío del conde Ulrik recobró algo de la alegría de antaño. Pero uno de los pajes de la escolta que se había demorado en Valencia para que herrasen allí unos caballos procuró alcanzar la expedición peregrina echando por un atajo y así, hacia el anochecer, se encontró muy cerca del lugar, muy cerca de la pequeña nave sobre la espal- da roja y blanca de los ondulantes llanos de Castilla. Aunque estaba cansado y aunque tenía prisa, no pudo resistir su curiosidad. A la fuerza abrió la puerta cerrada y se encontró, igual que una vez Ulrik, en un lugar umbrío, en el que de forma oblicua caían los ponientes rayos del rojo sol castellano. Miró las siluetas de los santos en el altar y las imágenes tenebrosas en las paredes. No había nada que le llamase la atención. Ya estaba a punto de irse cuando en la pared que estaba detrás de la pila bautismal divisó pintado un rostro de un hombre bar- budo que le resultó conocido. En aquel momento la roja luz solar iluminó la imagen entera y al solitario visitante se le paró el corazón: la cortada cabeza de Juan Bautista, la que Hero- des u otra persona sujetaba en sus manos,. tenía el rostro de su señor, de Ulrik de Celje, sus 6 cansados ojos claros se fijaban inmóviles en él y aún más allá, traspasándolo. Asimismo se encontraba allí la figura de una joven y por un momento le pareció reconocer su rostro tam- bién: aquel era el triste rostro de la desgraciadamente bella Veronika Desetniska. Pero no estaba seguro. Salomé se encontraba en el trasfondo del fresco, en sus labios reposaba una sonrisa extraña, su muerto rostro blanco con las mejillas rojas podría ser el de Veronika, parecía el suyo, pero el rostro era lejano y muerto y el paje pensó que su propia imaginación lo había añadido aquí, a este sombrío lugar, o tal vez lo hubiera hecho el caluroso y rojo sol castellano, bajo el que había estado cabalgando durante todo el día. Pero el rostro de Ulrik, ése había llamado su aterrada atención con todo su poder. El rostro de Ulrik estaba allí sin duda, hacía más de un mes que su señor se había detenido precisamente en este sitio y se había fijado con sorpresa al principio, luego con espanto creciente en esa extraña imagen que le esperaba aquí, casi al final de su largo viaje a una tierra desconocida. ¡Como se habrá ftj a- do en este espejo, en las facciones de su propio rostro, casi fresca la pintura de colores vivos! La armadura que quedaba en el torso decapitado era modesta, sayalesca, de ningún modo propia de los ricos, pero el rostro, la nariz, aún rojos los labios en la cortada cabeza, hasta el color del cabello y la barba rala, ¡todo estaba aquí, ante él, aquí, irrevocablemente! Y el paje ahora entendió aquel grito que habían oído, el grito, la exclamación de su amo de ojos peli- grosamente agudos, claros, algo cansados, las facciones de su amo vistas todos los días, la cabeza estimada y amada, la cabeza amada y temible estaba ahora aquí, separada del cuer- po, pintada en colores vivos, con la roja sangre que goteaba del cuello. Durante ese breve instante, que se había extendido en una larga inmovilidad, permane- ció con el corazón espantado, que ahora, ante esta inconcebible escena, empezaba a latir en- loquecido; después el paje salió corriendo por la puerta y miró la esfera ardientemente roja del poniente sol castellano, tendido sobre el ondulado paisaje, como si en ella esperase en- contrar la respuesta a la misteriosa y extraña escena que acababa de ver sin poder compren- derla. Unos meses más tarde -era un otoño oscuro, las ramas de los desnudos árboles se des- tacaban contra el cielo gris- los peregrinos españoles fueron recibidos con grandes honores y festividades. La peregrinación había llegado a su fin y la promesa estaba cumplida. El joven conde, que al poco obtuvo titulo de príncipe, empezó a ser conocido por su apodo "El Español" en recuerdo de su afortunado viaje a tierras lejanas. Los cronistas anotaron que durante los años siguientes era acompañado por una suerte maravillosa, extendió sus pro- piedades, disfrutó de la confianza de los soberanos europeos, su esposa le dio tres hijos que aseguraban un futuro brillante de los condes de Celje. Y cuando su maravillosa suerte llegó al máximo, de pronto llegó también la decaída más profunda y con ella la repentina ruina de la célebre familia. Los niños murieron uno trás otro. Veintiséis años después de la célebre peregrinación española, cuando Ulrik de Celje alcanzó el punto culminante de su poder, cuando comandaba un poderoso ejército, cuando ante él bajaban sus cabezas los soberanos húngaros, veintiséis años después, en la confluencia del Danubio y del Sava, Ulrik de Celje, último descendiente masculino de la célebre familia, fue atacado en medio de la noche por un grupo de conspiradores. Se defendió, luchó y, heridas sus piernas, como las de Santiago, al que había hecho el voto en Compostela, se cayó. Después lo mataron y lo decapitaron, quizás estando vivo aún. Nadie sabe si el religioso señor llegó a dirigir alguna breve oración 7 a su patrón compostelano, nadie sabe si recordó la imagen que había visto en un fresco de Castilla en medio del claro silencio de un día caluroso en una oscura y fresca ermita sobre la espalda terrestre de un paisaje extranjero. Aquel paje, que también se detuvo ante el extraño fresco en la ermita cerca de Valencia o tal vez de un lugar llamado Segorbe y que luego sospechó que la imagen de Ulrik hubiera sido plantada ante sus ojos por el rojo sol castellano, supo, sin embargo, que en el otro con- fin del mundo sólo concluía una historia que había comenzado mucho antes, en una oscura ermita en medio de la llanura española. En el fondo, había comenzado aún antes, aún antes de ser construida y pintada la ermita, había comenzado ya en un inconcebible antes, a cuyo fondo la pobre mente humana no es capaz de llegar en absoluto. Traducción Marjeta Drobnic Con muy sinceros agradecimientos a Francisco J. Uriz y, especialmente, a Marina Torres por la revisión que hizo con tanta paciencia y tanto interés Drago Jancar es uno de los principales narradores eslovenos contemporáneos y posible- mente el que haya logrado el mayor reconocimiento tanto dentro como fuera de su país natal. Su prosa, que abarca novelas, relatos cortos y obras teatrales, hace sentir cierto tipo de per- cepción del mundo, de nostalgia y de melancolía que hoy día suele atribuirse a los autores de los países centroeuropeos; en su obra, el escritor parte de la actualidad que aparece muy estrechamente ligada a la tradición y la historia europeas. El autor, residente en Ljubljana, nació en Maribor en 1948; escribe novelas, relatos breves, ensayos, obras teatrales, guiones y artículos. Recibió numerosos premios, sus obras fueron traducidas a varias lenguas y publicadas en varios países. Entre las más importantes figuran: La peregrinación del señor Houivicka (relatos, 1971), Treinta y cinco grados (nove- la, 1974), El galeote (novela, 1978), Del pálido malhechor (relatos, 1978), Los errantes (teatro, 1982), Aurora boreal (novela, 1984), El gran vals brillante (teatro, 1985), Muerte donde María de las nieves (relatos, 1985), Tríptico sobre Trubar (teatro, 1986), La caída de Klement (teatro, 1988), Dédalo (teatro, 1988), Persiguiendo a Godot (teatro, 1988), Terra incognita (ensayo, 1989), El cántaro roto (ensayo, 1992), La mirada del ángel (relatos, 1992), El deseo burlón (novela, 1993), Las ollas de carne egipcias (ensayo, 1995). (M.D.) 8 LITERATURA Stanislav Zimic University ofTexas, Estados Unidos DEL TÁLAMO AL TÚMULO: CLARA JERÓNIMA, VICENTE TORELLAS Y ROQUE GUINART (Don Quijote, 11ª Parte, Caps. 60, 61) Haciéndole ir a D. Quijote por tierras catalanas, Cervantes, ya por su característica pre- ocupación con la autenticidad histórica, debió de considerar oportuno ingeniar un encuentro entre aquél y el bandolero Roque Guinart, protector o amenaza -según el punto de vista- de la gente de esa región por aquella época.1 En efecto, en algunos estudios se destaca esta preocupación de Cervantes como justificativa del notorio episodio, aunque sustentada por un deseo simultáneo de contrastar al dinámico, activo, pragmático "caballero" Roque Guinart con D. Quijote, quimérico "caballero andante", anacrónico, inútil frente a los problemas que surgen durante su encuentro.2 Descartada como ridícula, absurda, la oferta de D. Quijote de socorrer a Claudia Jerónima, "doncella agraviada"3, la impotencia, es decir, la superflua existencia de aquél se haría por completo patente, anunciando así el inminente fin de sus empresas caballerescas.4 Esta sugerencia resulta plausible, pero no abarca la implicación más significativa de la "inutilidad" de D. Quijote en ésta y algunas otras situaciones seme- jantes. La introducción de Clara Jerónima se considera a veces superflua: "está de más" en la novela, 5 o, cuando más, como mero pretexto para relatarse otro cuento, el cual, además, es un desacierto: "A girl disguised as a young man in green arrives ata gallop with the usual stoty: Man promised to marry her, now he is about to marry another. She shoots him, but it transpires that the rumors were wrong and she falls fainting on his body as he breathes his last. Idiotic!"6 "Idiótica" concepción novelística, sin reconocible relevancia para la novela. En éste, como en todos los estudios que conocemos, queda desapercibida la importancia de l Ver las notas a los capítulos 60-61, !!ªParte del Quijote, ed. de M. de Riquer, Barcelona, Juventud, 1965. 2 S. Lorente-Murphy y R.M. Frank, "Roque Guinard y la justicia distributiva", <<Á. C.», 1982, p. 109; A. Weber, "Don Quixote with Roque Guinart: The Case for an Ironic Reading", Cervantes, 1986, p. 135; R. L. Hathaway, "Claudia Jerónima", «N.R.F.H.», 1988, p. 320; L. A. Murillo, A Critica[ Introduction to Don Quixote, New York, Lang, 1988, pp. 236-237. 3 En este episodio trágico Sancho proporciona un instante de alivio cómico, con un zeugma: "mi señor tiene muy buena mano para casamentero ... ; y si no fuera porque los encantadores lo persiguen ... esta fuera la hora en que ya la tal doncella no lo fuera" (1480), reminiscente del de Dorotea, con implicación muy seria: "al salir mi don- cella del cuarto, yo dejé de serlo" (1152). Para todas las citas de las obras cervantinas utilizamos la edición de la Obras completas de Cervantes, de A. Valbuena Prat, Madrid, Aguilar, 1965. 4 R. L. Hathaway, "Claudia Jerónima", p. 320 y sig.; L. A. Murillo, A Critica[ lntroduction to Don Quixote, 236-7. 5 Clemencín, citado por V. Gaos, en su edición de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, Madrid, Gredos, 1987, IIª Parte, p. 852. 6 V. Nahokov, Lectures on Don Quixote, London, 1983, p. 203; citado por Hathaway. 11 las tan incisivas referencias a la alianza política del padre de la joven con Roque Guinan en los sangrientos conflictos de los bandos catalanes. Esta trágica circunstancia política se con- templa como detalle histórico, ambiental, novelísticamente conveniente y bien utilizado, pero, al fin de cuentas, fácilmente sustituible por otro cualquiera que funcionase como obstá- culo formidable para la libre comunicación entre los dos enamo-rados. La perplejidad todavía patente de muchos lectores frente a este famoso episodio se debe, esencialmente, al hecho de que no se ha percibido la íntima relación poética, novelística, "histórica" entre la actuación de Don Quijote y las de Roque Guinart y Claudia Jerónima.7 Creemos que sólo comprendiendo bien esta relación es posible apreciar la gran sutileza de la concepción novelística, la transcendencia de la visión política, social y, sobre todo, moral de Cervantes en este episodio y, en definitiva, su relevancia en el Quijote. Cabe mostrar, pues, la función de cada elemento particular en el conjunto, en su mutua dependencia con los otros elementos con que, únicamente, todos cobran su pleno sentido. Dejando aparte a sus enemigos del bando de los Cadells, "los lladres que su perdición procuran" (1483), todos los que encuentran a Roque Guinart quedan "admirados" de su extraordinaria personalidad. "¡Oh gran Roque!", "¡Oh valeroso Roque!", "¡Alejandro Magno!", etc. (1479, 1480, 1483), lo aclaman con sincero fervor, al evocar su ya mitica fama de valentía, gallardía, nobleza de espíritu, magnanimidad, discreción, pericia y astucia mili- tar ... , y, al ver comprobadas todas estas virtudes legendarias en su conducta, en particular, en su "extraño proceder" (1483), que es su honrado, compasivo, humanitario trato con todos, sin excluir a los enemigos, 8 y especialmente con los desvalidos en cualquier adversidad: "Infinitas y bien dichas fueron las razones con que los capitanes agradecieron a Roque Guinart su cortesía y libertad ... ; la señora doña Guiomar de Quiñones se quiso arrojar del coche para besar los pies y las manos del gran Roque ... " (1483). Por su caballerosidad hacia las mujeres y por su consideración de la siempre precaria condición económica del soldado -y quizás también de la supuesta honradez de la profesión soldadesca-, Roque Guinart les ha quitado a estos viandantes sólo una partecilla del dinero que traían, lo mínimo "para con- tentar esta escuadra que me acompaña" (1483), sus revoltosos "escuderos". A los peregri- nos, por pobres -con lo que se nos sugiere que eran religiosos genuinos- hasta les da diez escudos del botín. Incluso "pide perdón del agravio que ... hacía, forzado de cumplir con las obligaciones precisas de su mal oficio" (1483). Significativamente, del botín que reparte entre sus "escuderos" Roque Guinart no guarda nada para sí y en una ocasión dice que no es 7 Esto se revela a menudo en la tendencia de tratar alguno de sus elementos separada o preferentemente, como si fuese más bien independiente de los otros, según lo sugieren ya los títulos de los estudios: Azorin: "El misterio de Claudia", Con permiso de los cervantistas, Madrid, 1948, pp. 115-116; Unamuno sólo habla de Roque Guinart y ni menciona a Claudia Jerónima (La vida de D. Quijote y Sancho, Obras completas, Madrid, A. Aguado, 1958, vol. IV, pp. 319-329); K. L. Selig, "Sorne Observations on Roque Guinart", en Medieval, Renaissance and Folklore Studies in Honor of J. Esten Keller, Newark. J. de la Cuesta, 1980, pp. 237-279; S. Lorente-Murphy y R. M. Frank. "Roque Guinart y la justicia distributiva en el Quijote", pp. 103-111; A. Weber, "D. Quixote with Roque Guinart"; R. L. Hathaway, "Claudia Jerónima", etc. 8 "Roque Guinart ordenó a los criados de don Vicente que llevasen su cuerpo al lugar de su padre, que estaba allí cerca para que le diesen sepultura" (1481). Tan galante actitud frente a los enemigos no era de ningún modo cor- riente entre los miembros de los bandos. La Galatea: "Ruego a los altos cielos ... que permitan que tu cuerpo carezca de sepultura ... " (615), aunque en este caso interviene una fuerte razón personal. 12 "buen contador" (1483), detalle revelador de su despreocupación por asuntos monetarios, gananciales. Los viandantes que caían en poder de bandoleros consideraban como hecho providencial si éstos eran capitaneados por Roque Guinart, según lo comprueba también el "encuentro" que refiere el estudiante pícaro de La cueva de Salamanca, aludiendo evidente- mente a una creencia popular divulgada por toda España: "robáronme los lacayos o com- pañeros de Roque Guinart en Cataluña, porque él estaba ausente; a estar allí, no consintiera que se me hiciera agravio, porque es muy cortés y comedido, y, además, limosnero" (588).9 En suma, Roque Guinart era la única esperanza en tal adversidad para muchos viandantes, en particular, para los pobres, las mujeres y los niños, de todos los cuales aquél solía com- padecerse: "no quiso que pasase adelante su tristeza" (1483), y de quienes fue, por ello, muy admirado. La opinión de que el autor ironiza "la cortesía y liberalidad" de Roque Guinart con la observación de "que por tal la tuvieron [los capitanes] en dejarles [aquél] su mismo dinero",10 se desentiende, entre otras cosas, de la calificación anterior, asimismo del autor, de que las "razones" de gratitud fueron "bien dichas" (1483). Se destaca la situación iróni- ca en que los capitanes se encuentran, y su plena conciencia de que sin la intervención de Roque Guinart se quedarían en cuero y, posiblemente, sin vida. En un mundo en que todas las autoridades, incluso las oficiales, regían a menudo con cínico, total descuido de la legal- idad y lajusticia,11 el bandolero Roque Guinart, paradójicamente, parecía una excepción a muchos, cuya admiración por él no se nos sugeriría así como "misplaced".12 El propósito del autor de destacar la "cortesía" y la "liberalidad" de Roque Guinart se evidencia ya por el hecho de que introduce sólo a viandantes con quienes el bandolero tiene ocasión de demostrarlas. Formidable amenaza para sus enemigos, Roque Guinart es, por otra parte, benévolo, generoso, providencial amparo para los desvalidos e inocentes. Sin embargo, respecto a la "cortesia y liberalidad" de Roque Guinart con los viandantes (a base de sus relativas posesiones) y a la repartición de lo robado "por toda su compañía, con tanta legalidad y prudencia, que no pasó un punto ni defraudó nada de la justicia distri- butiva" (1482), es preciso disentir de aquellos lectores que equiparan esto con cierta visión utópica respecto a la redistribución de la riqueza en la sociedad: "Roque está tratando de enmendar entuertos que realmente existen ... ; altera el significado práctico de justicia del entonces vigente proceso socioeconómico: recauda bienes de entre los que más tienen y los reparte entre los más necesitados";l3 proclamando a Roque Guinart como un "enlightened ruler of a mini-state".14 Al distribuir todo entre sus "escuderos", Roque Guinart explica a D. Quijote que "si no se guardase esta puntualidad con éstos, no se podría vivir con ellos" (1482). Practica esta "justicia distributiva", porque es el único modo de convivir con 9 Ver nuestro estudio sobre este entremés en El teatro de Cervantes, Madrid, Castalia, 1992. 10 A. Weber, "Don Quixote with Roque Guinart ... ", pp. 133-134. 11 H. Kamen: "In general ali banditry, both aristocratic and popular, was criminal; but it was a form of crime that rose out of political and social crisis and out of economic disorder. Banditry did not cause crisis; it was itselfthe result ofa crisis" (The !ron Century: Social Change in Europe, 1550-1660, London, 1971, p. 341). 12 A. Weber, "Don Quixote with Roque Guinart ... ", p. 134. 13 S. Lorente-Murphy, y R.M. Frank, "Roque Guinard y !ajusticia distributiva", p. 109-110. 14 K. L. Selig, "'The Ricote Episode in D. Quixote: Observations on Literary Refractions", < Azorín se je poskusal s svojim gledaliscem upreti premisam realizma, izgnati iz umet- nosti socialne elemente fu se povzpeti nad otipljivo vsakdanjost. Avtorica clanka meni, da predstavljajo jezikovna:~ dezintegracija, nelogicnosti in sistematicne dvoumnosti gibalo Azorínove eksistencialisticnedramaturgije. Vsa dramaticnost in napetost igre se porajata v junakovi·notranjosti, njegovi bolecini in tesnobi. Tako postanejo smrt, Zivljenjska skrivnost in tisto, kar je nevidno, kar je v clovekovi notranjosti, dejanski protagonisti, tisti junaki, okoli katerih se vitijo usode vseh ostalih in od katerih je odvisna cloveska prihodnost. 40 Pilar Úcar Ventura Universidad de San Luis, Madrid, España LA COMEDIA MORATINIANA EN EL ROMANTICISMO. PERSONAJES BRETONIANOS. La crítica especializada en el estudio del teatro español conviene en acordar la preca- riedad de la situación teatral en las primeras décadas del siglo XIX. En Madrid, sólo dos teatros -el del Príncipe y el de la Cruz-; no pasaban de ser pobres y mal organizados locales. Había que añadir, además, la mediocridad de los actores, la escacez de obras valio- sas y la baja calidad de refundiciones de textos antiguos, el caudal de traducciones de piezas extranjeras, por no detenerse en la falta de recursos económicos para llevar a cabo la pues- ta en escena. Circunstancias externas al ambiente teatral alimentaban todavía más, si cabe, éste deteriorado panorama: la censura y prohibición de títulos del repertorio clásico y de gran aceptación, como El sí de las niñas, por la reacción absolutista de 1823. Y por encima, la escasa asistencia de un público falto, por otra parte, de capacidad critica para enjuiciar adecuadamente las representaciones. En este largo rosario de "calamidades" no podía faltar el incesante y continuo cambio de programas.1 Entre las seguidores de Leandro Femández de Moratín que estrenaron comedias durante la década de 1820 hay que mencionar a Manuel Eduardo de Gorostiza, Francisco Martínez de la Rosa, Antonio Gil y Zárate o Manuel Bretón de los Herreros. Al comenzar los años treinta parecían apuntarse cambios en la administración de los teatros de Madrid que podían favorecer el deseado y merecido ·resurgimiento del· arte dra- mático. La obra de Gorostiza y Bretón cubre todo el ciclo romántico e ilustra de forma paten- te con su presencia el peligro que conlleva siempre la generalización sobre el teatro español de esta década y de la siguiente. Los dramas líricos románticos y las sátiras antirrománticas, las comedias moratinianas, las tragedias clásicas y los melodramas históricos se. entremez- claban en un cajón de sastre en los pocos teatros de Madrid mientras el público permanecía indiferente y ajeno al confuso panorama que se les ofrecía; tan sólo dos excepciones: Edipo de F. Martínez de la Rosa y El Trovador de A. García Gutiérrez. Manuel Bretón (Quel, 1796 - Madrid, 1873) representa el afianzamiento dela· escuela de Moratín, de quien es el mejor discípulo y el más fecundo y afortunado· imitador; resulta pal- pable la deuda y la adhesión bretoniana a las normas y esquemas neoclásicos~ En efecto, en no pocas ocasiones proclamó su admiración, casi de tintes obsesivos, hacia aquel autor. Su vocación dramática nació, precisamente, con la lectura, casual y provechosa, de los princi- pales títulos moratinianos, fuente de inspiración de su primer ensayo dramático A la vejez viruelas, que escrita en 1817, se representó por primera vez siete.años más tarde .. A ésta se- guiría una prolífica sucesión de títulos hasta sumar un total de· ciento s.etenta y cinco obras, 1 Cf. entre otros, J. L. Alborg, Historia de la literatura española, Madrid, Gredos, 1978, IV, p. 407. 41 de las que ciento tres son originales, sesenta y dos traducciones y diez refundiciones de dra- mas del Siglo de Oro,2 fecundidad rara vez alcanzada en el panorama coetáneo. Para él, la comedia regular era la de Racine o Moratín, clásicos que pervivirían sin duda más allá de cualquier moda más o menos duradera, independientes de avatares dramáticos de cualquier tipo. El magisterio moratiniano en Bretón se manifiesta en la plasmación de lo cotidiano, con evidente tendencia a la copia (copia de una realidad hecha a su medida, como luego se seña- lará) y a la finalidad moralizadora de la obra teatral. Había que realizar una comedia aleja- da de fantasías e idealismos, pisando las calles de la clase media, no sólo madrileña sino española en general, que iniciaba su prometedor ascenso, reflejándola en sus quehaceres dia- rios, para conseguir, con la maniobra satírica, ridiculizar y erradicar sus vicios y defectos; de esta manera el teatro cumpliría la función social que el neoclasicismo le había asignado como prioritaria. 3 Por el camino de la verosimilitud llega Bretón a la defensa de las tres unidades. Sin pro- clamarse un dedicado enemigo de la escenografía romántica, no dudó en atacar y contravenir denodadamente aquello que éste tenia de desaforado y patibulario. No obstante su concep- ción global del teatro y pese a su adscripción, reiteradamente señalada aquí, a los presu- puestos neoclásicos, apunta una tolerancia que no rehuye ciertos visos de libertad dramática imposibles en la centuria anterior. El elemento cómico adquiere para él una importancia in- soslayable, y para darle la oportuna cabida no duda en ensanchar lo necesario la rigidez de las reglas: lo que él nunca podrá aceptar ni sobrepasar, sin embargo, será el exceso y el liber- tinaje. De lo hasta aquí expuesto parece deducirse una censura casi absoluta de los modos, esti- los y temática que conforman habitualmente el teatro romántico, siendo por lo tanto su acti- tud hacia éste claramente negativa. Ahora bien, tan sólo se trata de una mera apariencia; no se presenta en él una actitud visceralmente contraria a la nueva literatura dramática. Se limi- ta a repudiar, unas veces con ironía, otras con dureza objetiva e imparcial, el cúmulo de tru- culencias románticas repletas de sangre, dolor y muerte. Un argumento que él mismo utilizó en una de sus obras, creada al compás del auge de los nuevos vientos románticos, Elena (1834), abundante en melodramatismo, inverosimilitud y ampulosidades, y no precisamente ejemplo de drama equilibrado y prudente. Con todo, fue un desliz romántico sin continuidad, al contrario que la inmensa mayoría de sus contem- poráneos. 4 Pronto volvió a su comedia característica con la que cosechó resonantes triunfos, como Muérete y verás (1837), a la que habrían de seguir entre otros títulos El pelo de la dehesa (1840) y La escuela del matrimonio (1852). 2 Á. Goenaga y J. P. Maguna, Teatro español del siglo XIX, Madrid, 1971, p. 258. 3 F. Ruiz Ramón, Historia del teatro español, Madrid, Aguilar, 1979, p. 340. 4 L. García Lorenzo, "Bretón y el treatro romántico", Berceo, 90, 1976, p. 72. 42 Así pues, lo más genuino del teatro de Bretón se desenvuelve, evidentemente, en la línea moratiniana; un teatro equilibrado, de sencilla acción, sin conflictos pasionales de gran altu- ra, de moral burguesa y, en consecuencia, práctica. Domina un tono marcadamente satírico que conduce a una finalidad didáctica y reformadora. La descripción de Bretón al movi- miento romántico viene en todo caso determinada por su pertenencia a la clase media, es decir, por su compenetración con ella: ni superior ni opuesto a su grupo social, pero siempre observada con proclividad irónica y satírica. La satíra de Bretón, al contrario de la de Ma- riano José de Larra, muy rara vez resulta mordaz y ofensiva; trata preferentemente flaque- zas y fatuidades de la pequeña burguesía, y no tanto de cuestiones de especial relevancia y trascendencia social. Precisamente, esta elusiva habilidad y esta suave ironia son las coor- denadas que vertebran las obras más características del Bretón más genuino. Opinión que corroboran las siguientes palabras de Juan Valera en tomo al teatro ínmediatamente anterior a las corrientes realistas desde las que él escribía: "Bretón es el más original, fecundo y castizo de nuestros poetas del siglo xrx, por su sano humorismo (conjunto jovial de agudezas y chistes satíricos, festi- vos y jocosos; Bretón pinta y corrige los vicios con risa más bondadosa que amarga); por su fecundidad y métrica; por su estilo fácil y espontáneo; por su verismo (cuanto dicen piensan y sienten es trasunto de la verdad; es lo vivido, bien observado y copiado con gracia)". 5 Bretón trae la calle al escenario para excitar el sentido pintoresco y el regocijo del públi- co. Pinta con simpatía los defectos de los profesionales que forman la clase media. El pris- ma del autor no concede a sus personajes destellos de brillantez, pero tampoco es inmiseri- corde con ellos; los caracteres son un reflejo de las circunstancias históricas y sociales y tan mediocres como ellas mismas; sus avatares, grises, su discurrir, vital, plano y anodino. Sustituye la rapidez de la acción por la rapidez de reacción de sus tipos; todo lo apro-ve- cha para suscitar la risa: los chistes, los juegos de palabras, equívocos, defectos fisicos, ma- nías y flaquezas humanas. Todo se reduce a pura broma y pasatiempo, a circunstancia y situación. Éste es un hecho que le aleja de la uniformidad moratiniana, en tanto que los per- sonajes de Moratín deben su existencia dramática a razones profundas, a una mayor concen- tración dramática, a diferencia de los bretonianos, que no resultan imprescindibles de una obra determinada, sino que pueden ser traídos y llevados de un lugar a otro, de una comedia a otra, sin perder por ello su vis cómica. Los dos tipos dramáticos preferidos son el hombre inconstante, volátil, lisonjero, en defi- nitiva, inconsistente, que corteja a dos o tres mujeres al mismo tiempo, no por instinto eróti- co, al modo del Tenorio donjuanesco, sino por el deseo de satisfacer la vanidad o la ambi- ción; y por otro lado, aparece una mujer flexible, en cierta medida inestable, heroína decidi- da -sombra borrosa de los modelos femeninos creados por Tirso de Molina en el Siglo de Oro-, entre apetitos diversos, de vivaz inteligencia, de gran cordura, algo coqueta ... , pero carente de fuerza y gravedad dramáticas. 5 J. Valera, Florilegio de poesías castellanas del siglo XIX, Madrid, 1904, vol. 5, p. 77 43 El teatro de Bretón conduce a un primer plano privilegiado, como nudo de la intriga y des- encadenante de la acción, el dominio de la mujer sobre los demás personajes, tanto princi- pales como secundarios. La trama amorosa que el autor plantea en sus comedias exige, a la postre, que sean la voluntad y la fuerza femeninas las que resuelvan el conflicto planteado en el escenario. Sin llegar a ser díscolas, se alejan de las directrices de sumisión tan habi- tuales en las antecesoras concebidas por el teatro moratiniano; en definitiva, y subrayando palabras de Luisa Iravedra: "El autor riojano llega a la vena íntima de sus personajes femeninos".6 Técnicamente, el teatro bretoniano viene marcado por la sencillez y escasa complicación de su argumento, porque toda la fuerza, dramática en unos casos y cómica en otros, surge en el perfil y desarrollo de los caracteres y en la atracción de sus diálogos, de todas y cada una de sus conversaciones.7 Su dramaturgia refleja a personas de mediana condición que se ex- presan en buen castellano. La riqueza y propiedad del léxico que el comediógrafo maneja le permiten estampar en los diálogos toda la variedad y matices del habla popular. Fiel a la len- gua coloquial, podría considerarse a Bretón como un antineologista moderado, que se opone a la introducción sistemática de nuevos términos, producida por las modas francesas impe- rantes, pero no los rechaza cuando se muestran verdaderamente necesarios. El galicismo rep- resenta en sus escritos uno de los principales objetivos de censura, hecho que responde a una preocupación filológica muy presente en los intelectuales del momento. Los personajes bre- tonianos quedan caracterizados y definidos por la utilización de un castellano castizo.8 Así pues, el diálogo, las bromas, los equivocos, las alusiones y las insinuaciones, que nacen de la conversación misma, conforman un todo natural, cuajado de modismos y sabor popular, hasta alcanzar, en algunos momentos, excesiva familiaridad, proxima incluso a la vulgaridad del diálogo. Con todo, en ningún momento adolece de riqueza lexicográfica y sin- táctica. La dramaturgia bretoniana muestra a un autor moralizante repartiendo premios y recon~ venciones, para terminar indefectiblemente en una moraleja de claros tintes humorísticos. Su fórmula teatral busca un reconocimiento de la realidad diaria por parte del público. Con este presupuesto toma el testigo del intento de reformar la escena española llevado a cabo por Moratín en la etapa neoclásica. Sin embargo, conforme pasaban los años, la critica periodística le hizo objeto de sis- temática hostilidad; se le acusaba de cultivar una forma dramática anticuada y le achacaba una excesiva y monótona repetición. El gusto del público se había vuelto en su contra. Pau- latinamente, los espectadores se interesaban por un teatro más melodramático y efectista. La posición de la critica actual es más bien reticente y de cierta frialdad ante un teatro que consideran de escasa resonancia por su carácter localista y de época, plagado de conven- 6 L. Iravedra, "Las figuras femeninas del teatro de Bretón", Berceo, 2, 1946, p. 17. 7 N. Alonso Cortés, ,;Marcela, o ¿cuál de los tres?", Articulos histórico-literarios, Valladolid, 1935, p. 54. 8 M. Á. Muro Munilla, Ideas lingüísticas sobre el extranjerismo en Bretón, Logroño, 1985, p. 63. 44 ciones de una sociedad empequeñecida y caricaturesca que le impiden adquirir mayor relieve. Resulta innegable, sin embargo, el papel singular que ocupa Bretón de los Herreros en la dramaturgia del siglo XIX, al constituirse en puente de enlace entre los logros de Femández de Moratín y el teatro realista de la segunda mitad de la centuria. Este autor tan prolífico aprovechó con acierto y evidente éxito, al menos durante cierto tiempo, el momento de más bajo nivel escénico en España para ofrecer, siguiendo las pautas moratinianas, un repertorio de enorme popularidad. De acuerdo con Hartzenbusch: "Desde la edad de oro de nuestra literatura dramática, desde esa brillante época de siglo y medio que :finalizó en Cañizares, principiando por Lope, ningún buen escritor escénico había hecho otro tanto, es decir, salvó con plena dignidad la existencia del género". 9 Bibliogra:fia ALBORG, J. L.: Historia de la literatura española, IV, Madrid, Gredos, 1978. ALONSO CORTÉS, N.: "Marcela, o ¿cuál de los tres?",Artículos histórico-literarios, Valladolid, 1935. ASENSIO, J. M.: "El teatro de don Manuel Bretón de los Herreros", La España Moderna, 1897, XCVII, pp. 79-100. BRETÓN DE LOS HERREROS: Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1949. "A la vejez viruelas", Comedias españolas del siglo XIX, Madrid, 1825. El pelo de la dehesa, madrid, Cátedra, 1988. CERVERA y JIMÉNEZ ALFARO, F.: "Bretón en el siglo xx", Berceo, 2, 1947, pp. 11-15. coNSIGLio, c.: "Algunas comedias de Bretón de los Herreros", Berceo, 2, 1947, pp.137-145. DÍAZ DE ESCOBAR, N. y LASSO DE LA VEGA, F. 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Vsi satiricni elementi Bretónovega gledalisea so bolj usmerjeni v gledalca, iz katerega ielijo izvabiti iskren smeh, in ne predstavljajo socialne kritike tistega easa. Priljubljena tipa junakOV, ki Se ponavljata V vecih delib, Sta burkez ali zenskar, ki dvori vec dekletom hkrati, ni pa podoben Don Juanu, in ienski lik, nekakSna senca modelov, ki jih je ustvaril Tirso de Molina v 17. stoletju. 46 Mirta Yáñez La Habana, Cuba ESTATUAS DE SAL: LAS CUENTISTAS CUBANAS DE HOY Nos enseñan las historias bíblicas, siempre con esa intención tan aleccionadora, que la pri- mera desobediencia de importancia fue compartida, y ambos, hombre y mujer, se vieron ex- pulsados del bienestar. El segundo castigo lo recibió sólo una mujer por el mero delito de la curiosidad. La Mujer de Lot (ni siquiera conocemos su nombre) se atrevió a mirar, y por ello fue convertida en estatua de sal. La primera cubana que se aventuró a mirar fue la Condesa de Merlín. María de la Merced Santa Cruz y Montalvo, conocida como la Condesa de Merlín, yace enterrada en Pere Lachaise y aunque sus huesos no descansan en su querida Habana, es la inauguradora de la prosa cubana escrita por mujer. Desde los lejanos tiempos en que la Condesa de Merlín escribía sus célebres crónicas de viaje, mucha agua ha caído, lluvia de fuego también, y no son pocas las estatuas de sal que han penado por infringir el ancestral decreto que prohibía mirar, y por ende contar. Mirar y contar, la sencilla fórmula de la narrativa ... ¿Será por aquella vieja sanción bíbli- ca que la narrativa ha sido poco frecuentada por las mujeres? Fuese por las razones que fuese, también en Cuba, al igual que en otras literaturas, las figuras de relevancia dentro de la narrativa han aparecido aisladas, más su presencia cubre un amplio registro de propuestas temáticas y estéticas. Desde Gertrudis Gómez de Avellaneda, nuestras antepasadas -mu- chas de ellas todavía en activo- han ido formando un corpus del discurso femenino den- tro del proceso literario cubano. Como tantas veces se ha dicho, el arte, la literatura, el lenguaje, no tienen sexo, pero la experiencia vital sí, y quien la trasmite también. La escritura de las Antepasadas -uso este término para insistir en la herencia, el patrimonio, la cuantía del legado- y buena parte de la narrativa más contemporánea, ha expuesto una perspectiva desde la mujer. Aun cuando en algunos casos reprodujeron los códigos del discurso hegemónico masculino, de alguna manera u otra se pueden rastrear indicios vulneradores, intencionales o no. Si bien en las pri- meras décadas de este siglo existieron algunos pocos textos de cierto enfoque "feminista", sus ineficacias formales y su leve trascendencia dentro del conjunto, hacen que apenas nos sirvan para armar esa "arquelogía" de que se habla, certificadora del quehacer continuado y de la representación femenina. Esas autoras que tomaron a la mujer como asunto, insistien- do sobre todo en sus reivindicaciones sociales, fueron las golondrinas que no podían hacer el verano. Mas la presencia femenina en nuestra narrativa es considerable, y su huella tran- sita por los momentos más significativos de la trayectoria literaria cubana, desde el criollis- mo de Dora Alonso al ámbito fantástico y filosófico de Dulce María Loynaz, pasando por la recreación de la tradición afrocubana de Lydia Cabrera. 47 Pero presencia femenina no es conciencia femenina. La conciencia del ser femenino que intenta apropiarse del mundo de manera propia, con conocimiento, sin cólera, ni sentimien- tos de inferioridad o de culpa, y contar la realidad o la fantasía sin cortapisas o linderos de "mundo exterior" y "mundo interior'', es una conquista reciente. Con los cambios socioestructurales que sucedieron en Cuba a partir de 1959, las genera- ciones que estaban ya maduras y con una obra asentada así como los escritores que empe- zaban con sus primeros borradores, se vieron ante el conflicto de congeniar las exigencias de un nuevo proyecto social y las necesidades propias del acto de creación Y aunque todo esto ha sido ya bastante dicho y contradicho, una recapitulación me obliga a repetir que des- de entonces, y de forma más o menos general, la narrativa cubana se escindió entre una ten- dencia experimentalista, subjetiva, hermética y entre otra reproductora de un realismo, con distintos grados de complejidad. Esta antítesis no era novedosa, de hecho se mantenía una trayectoria semejante a los años anteriores y parecido a lo que estaba sucediendo en el resto del continente. Lo distinto consistía en la complejidad de las nuevas proposiciones ideote- máticas de acuerdo con una reestructuración social que la mayor parte de los creadores esta- ban dispuestos a compartir. En la elección entre esos dos polos -que de una manera básica se pueden catalogar como "lo fantástico" y "lo real concreto"-, a veces los extremos de esas opciones se llevaron a realización de una manera primitiva o ingenua, incluso antinómica y exclusivista. Como se sabe, desde los años cincuenta se había iniciado la reacción contra la tendencia a la imitación simplista de la realidad. Autores como Alejo Carpentier, José Lezama Lima, Virgilio Piñera y Ezequiel Vieta, entre otros, marcaron las pautas para la instalación de otro imaginario. Por su parte, los nuevos "realistas", impulsados a veces por motivos extraliterarios (o paralitera- rios ), terminarían por quemar en una hoguera (simbólica) todo lo que se saliera de sus rígi- dos preceptos. La critica parece ya estar de acuerdo en que aquella "estética" de la década del cincuen- ta, con hallazgos notables, se prolongaría todavía unos años más, hasta un punto de giro que la mayoría de los estudiosos coincide en ubicar en 1966, con la aparición de algunos libros que imprimirían la tónica general de los tiempos que vendrían después, e incluso el nombre de toda una corriente dentro de la narrativa: los años duros. Entre las escritoras que habían publicado una obra sólida en la primera parte del siglo, unas continuarían escribiendo, otras se inclinarían por géneros como la literatura para ni- ños, otras optaron por el silencio. El cuento no había sido entre ellas un género muy concu- rrido como sí lo fuera la poesía o el ensayo. Pero con la irrupción de las primeras promo- ciones de escritoras, de inmediato las jóvenes quisieron mirar ... y contar. Mas, la abigarrada problemática social y estética trajo muchas consecuencias, entre ellas la casi total exclusión de la voz narrativa femenina. Las autoras femeninas aspiraron a poner su pica en el Flandes de la narrativa desde los mismos principios de los años sesenta, pero no sólo por razones de "invibilidad" sexista, ~ino por la propia inclinación salvaje de la 48 balanza temática hacia los temas de la "dureza'', las narradoras se convirtieron con rapidez en estatuas de sal. Dio comienzo así al desgarrador proceso de ruptura y continuidad, de asimilación y supe- ración, de acomodamientos y osadías, de endiosamientos pasajeros y "ninguneos" notables. El "realismo", a ultranza y ordenanza, fue la divisa de la constatación del "cambio", de ahí el énfasis sociologista de buena parte de los textos. Paradójicamente el mayor desconcierto empezarían por sufrirlo aquellos poñiados en una modelación estrechamente copista que ter- minaron por asfixiar sus intenciones literarias o de otro tipo. La búsqueda de una identidad, quizás el único rasgo unificador, señaló la continuidad con la narrativa anterior a 1959, e imprimió el carácter inmanente de la narrativa de las décadas siguientes, tanto de la escrita dentro de Cuba como la escrita en el exilio. Según la generalidad de los críticos, el cuento, el relato corto ha constituido el género más popular y representativo a lo largo de estas últimas casi cuatro décadas. Dentro de las espi- nosas coordenadas contextuales y el agudo debate social que se generó, fue en la narrativa -y en la cuentística sobre todo- donde primero y de forma más nítida se pusieron en carne viva las contradicciones de una nueva ideologia, sin que hubiesen desaparecido los prejui- cios y la moral de la anterior. Ello creó nuevos conflictos de oposición, muchos repercu- tieron sobre la obra literaria, aunque no en el sentido de crear textos imperecederos, sino en mutismos obligados y excomuniones editoriales, de los cuales, por supuesto, los grupos tra- dicionalmente marginados -como los gays o las mujeres- llevaron el fardo más pesado, por decirlo de una forma eufemistica. Perdón no quiere decir olvido. La actitud predominante en la cuentística -y también, claro, en otros géneros- consis- tió en reproducir mecánicamente sucesos de la historia o del acontecer diario que se identi- ficaba con la circunstancia heroica, en exacerbar los atributos épicos con una romantización idílica del mundo, y así se simplificó el lenguaje y se rehuyeron las complejidades tanto en el plano formal como en el de las ideas. Para las mujeres, sin mayores modelos, y enajenadas de la temática "dura", la circunstan- cia fue aún peor. De todas formas, al costado de esta tendencia predominante, empezó a mostrar sus armas la primera promoción que comienza a publicar después de 1959. Surgieron por breve tiem- po algunos escritores y escritoras jóvenes que, desde la esquina de lo experimental y fantás- tico, hicieron una obra que no fue aceptada por los cánones preponderantes. Algunos publi- caron sus libros en la polémica editorial "El puente" o en arguciosos proyectos que se esca- paban por la tangente como la colección "Dragón". El polo maldito del absurdo, del humor negro, la aceptación de las influencias borgianas y cortazianas de insertar lo irreal o la pesa- dilla en lo cotidiano, el existencialismo, tuvieron su voz (aunque no su voto) entre las narra- doras. Como es de suponer, algunos trataron de ir contra el esquematismo imperante, pero las tin- turas más o menos comunes de esta etapa -en que el "realismo" se balanceaba entre la 49 crónica de acción y la verificación crítica del pasado en "cambio"- fueron la insistencia en la simplificación del habla (al punto que a veces parecen cuentos mal traducidos) y de las estructuras narrativas; adopción del sincretismo de culturas como recurso identificativo (o sustitutivo) de la cubanidad; recuperación de la tradición oral y el tema rural; tendencia a no ir a las esencias, a la elusión de los conflictos y al encartonamiento de los personajes; roman- tición ingenua del mundo; influencias poco elaboradas de la narrativa ruso-soviética, de los narradores norteamericanos de posguerra, de los narradores latinoamericanos (el mexicano Juan Rulfo principalmente); lenguaje hipercoloquial; ensayo (y abuso) con la 2da persona; anécdotas muy visibles sin inquietudes filosóficas; percances estilísticos de los cuales, por supuesto, no se librarían las narradoras. Del discurso de la "dureza", y en general de buena parte de la problemática en debate, la narrativa de la mujer quedó excluída del otro lado dela frontera. Los asuntos preponderantes, basados, como se ha dicho, en la violencia, colocaron el discurso narrativo femenino en una situación preterida, no sólo de la experiencia y de la anécdota, sino del propio cuerpo narra- tivo hegemónico y prioritariamente publicado por el gusto oficial. Mas, contra ventoleras y marejadas, las cuentistas empezaron a hacer sentir su presencia con libros, premios y publi- caciones en las revistas. A principios de los años setenta, la oposición entre las tendencias se exasperaría hasta extremos tales que llegarían a desencadenar, como es de sobra sabido, crisis extraliterarias. Es el momento de mayor agudización de la lucha ideológica y la sumidad que provocaron las dos actitudes polares -aquella eminentemente reproductora de un realismo primario y la otra que reclamaba el tratamiento de zonas más complejas de la realidad-- se resolvió, como era de suponer, en favor de la primera. Desaparecieron las antologías de cuentos fan- tásticos, se borraron nombres de diccionarios y de cursos académicos, en los talleres litera- rios se inculcaba a los educandos la "mejor manera de escribir acerca de la realidad real". Muchos de los adalides de estas cacerías de brujas -¡y de brujos, por cierto!-, han des- aparecido de la vista. Lo asombroso es que la búsqueda de la literatura popular y "realista" creó la paradoja de un "realismo" inverosímil. De entrada eran dos experiencias válidas por sí mismas, mas llevadas a sus extremos se volvían carenciales, sobre todo desde un punto de vista estético. La gestión oficial amparó al primero de estos polos, lo cual inclinó la balan- za hacia la pobreza de la literatura publicada. En estos años setenta salió a la luz mucho libro mediocre, de caricaturesco maniqueísmo, enrolado en un "realismo socialista" tropical que no logró captar tantos adeptos como algu- nos hubiesen querido. Reiteración temática, exceso de "leyenda'', explicitez y salgarismo, diálogos estereotipados, insistencia en modelos "aceptados" por su eficacia o por su orto- doxia, fueron muchos de los maleficios colectivos de la narrativa -naturalmente con sus brillantes excepciones-. Algunos de sus teóricos y practicantes escudaban sus incapacida- des formales en el quehacer de una literatura por una supuesta mayoría o en un falso didac- tismo. Se aferraron a la retórica que demostraba tener éxito o fácil aceptación. El lector, que no se equivoca nunca, los ha olvidado. 50 A finales de los años setenta fue apareciendo ya una segunda promoción que continuarla con el énfasis en lo cotidiano y que iría transitando de manera gradual desde un modo dis- cursivo hacia una interpretación más reflexiva. No obstante, la confrontación latente entre los dos universos y la casi general inmadurez para asumir nuevos modelos literarios, man- tuvo todavía a la mayoría dentro de las sujeciones de un realismo rasante que algunos justi- ficaban por lo difícil que resultaba la aprehensión de una realidad tan convulsa. Alternando ya con otros asuntos y otras libertades estilísticas, siguieron apareciendo narraciones que acudían más a lo externo anecdótico que a la interiorización del mundo. Por otra parte, había desaparecido casi por completo el afán de experimentación formal que, aunque a veces no haya cuajado, al menos ventilaba la narrativa en la década de los sesenta. Por estos tiempos, ha empezado a darse a conocer la literatura cubana escrita ya en el exi- lio, con la otra cara de la moneda de la literatura del "cambio". Poco tiempo más tarde, la segunda -y ya también la tercera promoción de narradores, nacidos en la primera mitad de los años cincuenta-, iniciaron una apertura hacia temas dis- tintos, de los cuales algunos aparecían por primera vez en la narrativa cubana. Por ocuparse de la revelación de sucesos nuevos con una mirada subjetiva que se colocaba generalmente en un personaje niño o adolescente, y también por adjudicarse recursos del llamado "realis- mo mágico", los críticos llaman a este etapa "cuentística del deslumbramiento". Algunas narradoras publicaron en este momento sus primeros libros, en algunos casos abriendo el espacio del "asombro", si bien todavía sin una conciencia clara del punto de vista femenino, estas narradoras comenzaron a conjugar problemas colectivos con los particulares de su género femenino y -al igual que algunos de los mejores entre sus colegas masculi- nos- desmantelaron los extremos en conflicto, sin asustarse por el hábito tradicional que se movía en la vieja solicitud de heroismo y épica. La década de los ochenta fue otro momento llamativo de la narrativa cubana contempo- ránea. Los antiguos conflictos se habían ido disolviendo en la corrosión de los errores repeti- dos. Los nuevos narradores -y algunos que recuperan su sendero después de algunas vaci- laciones-, no tienen que buscar intencionalmente un lenguaje popular o probar a toda costa que son "cosmopolitas". La obligación primaria de propasar la frontera de la marginalidad y la urgencia de romper con esquemas ajenos a la literatura, llevó a que las narradoras fuesen de las primeras en rebasar la visión maniqueista y esforzarse en el empeño de una complejización de la repre- sentación imaginal. Entre las cuentistas, junto al "exteriorismo" propio de nuestra cuentísti- ca y los tópicos que se han reproducido con mayor o menor eficacia, se presenta un discur- so -a veces poético, a veces crudo- de recomposición de los valores y de las costumbres hasta ahora dadas como inmovibles, con develaciones del mundo interior desacralizador de la vida personal, sin que duelan prendas a la hora de hablar del cuerpo femenino (o mascu- lino) y de las relaciones sexuales. Las narradoras en sus cuentos -desafiando los jinetes del apocalipsis de la frontera entre los géneros y de entre ellos el peor, como ya se ha dicho, la autocensura- abordaron ya temas "conflictivos" como la marginalidad o los desajustes ge- 51 neracionales que rozan la crítica a la sociedad y a instituciones aceptadas o sagradas, entre ellas las del matrimonio. Con la irrupción de la parodia y la intertextualidad, el mayor interés en las relaciones hu- manas y la recuperación por el entorno urbano en rechazo al "tojosismo" imperante en las etapas anteriores, la cuentistica cubana en general -y en especial la escrita por mujeres- se fue alejando de la épica y de un realismo con demasiadas riberas. Al salir de la estética de "los años duros", de hecho se estaban echando abajo los muros de la frontera entre la fic- ción escrita por mujeres y "la otra". Lo cual no quiere decir, insisto, en que esta participación en la corriente estética de la época impida la representación literaria específica femenina y de la conciencia de su ser. Debo hacer alusión en este recuento a la beneficiosa influencia de la literatura latino- americana -de autores de ambos sexos-y, por otro lado, agradecer al dique de contención del "nuevo periodismo" norteamericano, que advirtió de los riesgos de la falsa mitificación y el abuso de "lo poético". Las mayores virtudes de esta última etapa que comenzó en los años ochenta y todavía continúa, pueden identificarse con una ampliación del rango de la realidad, la recuperación del sentido de eticidad, la personalización del conflicto y la inte- gración cotidiana a la fantasía y el humor. La cuentística cubana contemporánea -y el discurso narrativo femenino como integrante sustancial de ese corpus- se ha movido en un ir y venir entre la imagen y la historia, la uto- pía y el espacio concreto, lo mítico y el realismo directo, del universo cosmopolita a la aldea criollista, de Virgilio a Onelio, de Dora Alonso a Dulce María Loynaz. Las herencias acep- tadas de los juegos intelectuales de Lezama, la densidad temática de Alejo, la estilización del lenguaje popular de Onelio, el desenfado en la anécdota de Vrrgilio, y otros autores, sirven de pauta magistral para la producción cuentistica de estos tiempos finiseculares. Y aunque la prosa de Dulce María Loynaz o la de Lydia Cabrera no han sido todavía suficientemente publicadas o divulgadas, su lectura de trasmano dan prueba de que la reflexión filosófica, el dominio del mundo objetivo, la recreación de los mitos o la fantasía no son "sólo para hom- bres", como antaño lo fuera el Teatro Alhambra. La búsqueda de la identidad ha sido una inquietud y un desafío para todos, y dentro de esos desvelos, las narradoras cubanas como la bíblica Mujer de Lot, aun corriendo el riesgo de convertirse en estatuas de sal, han abierto los ojos y miran ... y cuentan. 52 Povzetek SOLNI KIPI: SODOBNE KUBANSKE PISAIBLilCE Glede na vse stevilnejse raziskave O :lenskem literarnem diskwzu, kije V kubanski kulturi skoraj povsem neraziskan, je namen tega prispevka ugotoviti, kakSno je danes stanje med sodobnimi kubanskimi pisateljicami. Seveda se clanek ozira tudi v preteklost, v zgodovin- ski razvoj kubanskega pripovednistva, ki so ga soustvarjale :lenske, in v ajihov prispevek k razvoju knjizevnosti nasploh. Zato avtorica omeaja tako pisateljice, ki so zacele objavljati po letu 1959, kot tudi najmlajse, ne glede na to, ali Zivijo v tujini ali na Kubi. To besedilo predstavlja samo odlomek uvoda k obsirnejsemu pregledu, ki naj bi: 1. prikazal posebnosti V kubanskem zenskem literarnem diskwzu; 2. kriticno podal zgodovino kubanskega pripovednistva, ki so ga ustvarjale :lenske; 3. javnosti predstavil sodobne kubanske pisateljice, ki so povecini neznane; 4. vzpostavil v pripovednistvu pisateljic skupni imenovalec kubanske identitete. 53 LINGÜÍSTICA Dieter Messner Salzburgo, Austria O PRIMEIRO DICIONÁRIO BILINGUE PORTUGUES QUE UTILIZA UMA LÍNGUA ESTRANGEIRA MODERNA (Sobre dicionários portugueses antigos: urna inventariat;ao 11) No quadro das investigac;:oes que estou a realizar sobre a história da lexicografia por- tuguesa, publiquei já alguns volumes coro o título "Dicionário dos dicionários portugueses". No primeiro volume de 1994, foram reunidas todas as entradas (lexemas) coro as iniciais ABA-ABC, contidas em mais de 60 dicionários e outras obras de carácter lexicográfico, pup- licados ao longo de 3 séculos (1554-1858). Deve ser actualmente a lista mais completa deste tipo. As entradas vao acompanhadas do texto completo coro o qual os nossos autores de entao explicaram ou ilustraram as respectivas entradas. Este primeiro volume permite com- parar os diferentes dicionários e analisar como os mais recentes retomaram o que está escrito nos mais antigos, ou como -em casos mais raros- nao imitaram senao criaram de novo as suas entradas. De acordo. coro os resultados da análise pormenorizada destes factos, publicados em parte na RLiR 58/1994 e em parte no prefácio do segundo volume (Iniciais ABD-ABU), reduzimos o conteúdo do segundo volume: contém só 36 dicionários porque muitos dos dicionários re- gistados no primeiro volume nao mudaram o texto do seu modelo anterior. Nao valia a pena repetir várias vezes a mesma microestructura. Um projecto de investigac;:ao de tal envergadura nao pode fazer-se sem a ajuda de meios electrónicos, e a nossa ideia de tornar o material accessível em forma electrónica continua, se bem que a aceitac;:ao ainda nao seja muito grande. Em contraposic;:ao a forma tradicional de publicar livros impressos, este processo permitiria ao utente, por exemplo, fazer pesqui- sas coro este corpus, ou fazer imprimir determinado dicionário antigo, que, hoje, nem mes- mo nos alfarrabistas se encontra. No final do ano 1995 apareceu o quinto volume (iniciais AGA-AJU). Para 1996 estao previstos dois volumes coro AL, e, para poder avaliar se os lexi- cógrafos de entao mudaram a sua técnica entre o principio e o fim da obra, prepara-se o vol- ume coro a inicial u. Na fase preparatória deste projecto, decidí incluir só tres tipos de dicionários: lº mono- lingues, 2° bi- ou trilingues como portugues como primeira língua, e 3° dicionários poli- glotas antigos. Os dicionários que nao estao ordenados segundo o lexema portugues foram excluídos. Quando tentei reunir as informac;:oes bibliográficas constatei que muitas das indi- cac;:oes eram demasiado breves para se poder conhecer realmente os dicionários. Por isso quis eu mesmo ver estas obras. Como resultado procedimiento analógico: caracterización mediante el morfema -a para 'profesión de la mujer': la médica, la jueza <2> procedimiento gramatical: caracterización mediante el artículo femenino para 'profesión de la mujer': la médico, la juez <3> tratamiento tradicional: morfema -a para 'mujer de ... ': la médica, la jueza <4> tratamiento analítico para 'mujer de ... ': mujer del médico, deljuez12 El recuento de los datos nos ha permitido obtener una muestra de 850 ocurrencias. El cuadro siguiente ofrece, resumidos, los valores de la frecuencia absoluta (N°), frecuencia re- lativa(%) e índice de probabilidad (P)B de las interrelaciones que se producen entre los fac- tores sociales y las variables lingüísticas: La médica La médico La médica La mujer del m oo•oooooooooorooOOoooOo .. 000000000••00 HoooOooooooo~ooo••••oooooooooooooooo OOOOoOOoooooorooooooo0 ... 0000000000000 HOo•oooooooo .... oooOOOoooo'Y'ºººº""º""ººº•OO . . . . . . . . Nºl%lP Nºl%lP Nºl%lP Nºl%l P H 157 i 73 l 59 i 27 ¡ 88 ! 43 ! 117 57 M 143 \ 69 l 65 l 31 l 79 l 36 l 142 . 64 . 15-24 ····54····r5º···· ·:2~···· ····55······ ·5º···· ··.·;54··· ····2~··-·-· ·2;·r:;·25··· ·····;;····r;;··r··_-6;;···- 25-39 68 i 65 .386 36 35 .614 36 36 \ .449 64 ¡ 64 ¡ .551 40-59 83 ¡ 75 .506 27 25 .494 46 42 j .559 63 j 58 j .441 60- 95 i 94 .840 6 6 .160 57 50 ¡ .649 57 ¡ 50 ¡ .351 11------1~-------·····+········ .............. ·············.·········.············· ...................... .,. .......................... .,. ........... , ............... . B 123 l 61 l 78 J 39 l 75 l 42 l .432 103 l 58 J .568 A 177 J 79 J 46 J 21 J 92 J 37 J .594 156 J 63 ¡ .416 Cuadro v: Probabilidades e índices de las variantes de género para marcar la profesión Primer análisis: frente a En el primero de los análisis hemos contrapuesto las variantes analógica y gramati- cal <2>, lo que nos permitirá ver si la elección del morfema-a o la caracterización mediante 11 Desde el punto de vista sociolingüístico, una variante o clase es un conjunto de unidades agrupadas por lo gene- ral en función de su semejanza. Puede resultar aclarador un ejemplo de fonética: las realizaciones del fonema Is/. Las realizaciones de este fonema en español van desde las distintas articulaciones sibilantes (coronal, pre- dorsal, apical, etc.) a la aspiración sorda o sonora, pasando por diversos grados de asimilación a la consonante siguiente y llegando incluso hasta la pérdida del sonido. Tal multiplicidad de realizaciones sólo es susceptible de un análisis cuantitativo tras un proceso previo de agrupamiento. Para ello normalmente se recurre a unir aque- llos sonidos que posean rasgos semejantes. En el caso que nos ocupa, una división aceptable podría ser la que agrupase las pronunciaciones del fonema en cuatro variantes o clases: , , y . 12 En esta variante se agrupan también expresiones como la señora del médico, la esposa del médico (o del juez). 13 El índice de probabilidad se presenta en forma de un valor numérico comprendido entre O y 1, donde O repre- senta la probabilidad mínima de que ocurra la variante analizada y 1 la máxima; los valores superiores al . 5 indi- can que la variante resulta favorecida por el factor y los inferiores al .5 indican la tendencia desfavorecedora. 83 el artículo para significar la profesión de una mujer depende de algún factor social. Los datos son los siguientes: H M 15-24 25-39 40-59 60- B A La médica . La médico ................... , ................................................................................. . . . . . : : : : Nº ¡o/o¡ P Nº ¡%¡ P 157 73 59 : 27 : 143 69 65 \ 31 \ :rr:~1~: Irt~:rf~ : : : : 95 j 94 ¡ .840 6 j 6 j .160 ······-~;;····T····-~-~---··r············· ·······;~·-·····r~;·T················ 177 ¡ 79 ¡ 46 ¡ 21 ¡ Cuadro vr: Frecuencias y probabilidades de las variantes que designan la profesión. Como se observa en los valores de las frecuencias, la variante más empleada para el femenino es la que contiene el morfema -a (71 % para la médica, 29 % para la médico), es decir, en analogía con otros adjetivos y sustantivos, se prefiere marcar la diferen- cia de sexo mediante la opo-sición -o/-a. Descarta- da la incidencia del sexo y el nivel cultural, el análisis nos indica que en la Jara el único factor que predeter- mina el uso de una u otra variante es la edad. Como refleja la Ilustración 1, se La médica/ la médico 0.8 0.6 0.4 0.2 15·25 60· Ilustración 1 Probabilidad de la variable , la médica, frente a la <2>, la médico, según los factores que han resultado significativos produce una relación directa entre el uso de los grupos generacionales, de forma que a menor edad se favorece menos la forma la médica. El morfema -a para marcar la profesión es preferido por los hablantes de mayor edad, sobre todo por los más viejos, mientras que entre los jóvenes se prefiere caracterizar la profesión por medio del artículo u otros procedi- mientos gramaticales. 84 Segundo análisis: frente a En el segundo análisis hemos contrastado las variantes <3> y <4>, las que recogen las for- mas para denominar a la mujer del médico o del juez. Pretendemos ahora determinar si algún factor social favorece o repele la denominación tradicional de médica como referente de la esposa del médico. Los valores son los siguientes: La médica La mujer del médico ···········-··-.r···············.r············· ··············••t••••···········r······················ . . . . . . . . Nº1%1P N°i%i P H 88 ¡ 43 ¡ ll 7 l 57 l M 79 ¡ 36 ¡ l 42 i 64 i :~ ~rrr~r rrr ~r 1---B-...... ·····75···r···42·····r:4;;·· ---··¡-~3·····¡··-··5·8·---- --------_-56~------- A 92 ¡ 37 ¡ .594 156 i 63 .416 Cuadro VII: Frecuencias y probabilidades de las variantes que indican modos de designar a la esposa La médica I la mujer del médico Edad Nivel de instrucción 0.8 0.8 0.6 0.6 OA 0.4 02 02 Ilustración 2 Probabilidad de aparición de las variantes <3>, la médica frente a <4> la mujer del médico, según los factores significativos. Nuestros hablantes emplean mayoritariamente el procedimiento analítico: la mujer de ... (3 9 % para la médica y 61 % para la mujer del médico). En esta ocasión los factores signifi- cativos han sido la edad y el nivel de instrucción (Ilustración 2). Por generaciones, volve- mos a encontrar una correlación rectilínea directa que muestra cómo a medida que es mayor 85 la edad del hablante es más probable que aparezca la variante <3>, la médica, la que hemos llamado tradicional. En la gráfica del nivel de instrucción nos encontramos con que los hab- lantes menos instruidos son los que adoptan en mayor medida la solución médica para 'mujer del médico' mientras los más cultos se inclinan por el uso de la mujer de ... Tercer análisis: Valores del término mémca En el tercero de los análisis pretendemos encontrar las correlaciones en el empleo de médica para 'profesión' y 'mujer del médico'. Los datos son los que siguen: 'Profesión' 'Mujer de' 11 157 : 73 : 88 : 43 M 143 j 69 j 79 j 36 . 1-------+••00•000HO•OOO:•OOOOOOOOOOOOO:OOOOOOOOoooOOO OOOOOOOOOOOOO:OOOOOOOOOOOOOoo:OOOOOoOOoOoOoooooo 15-24 54 : 50 : 28 : 27 ¡ 25-39 68 . 65 . 36 . 36 . 40-59 83 . 75 : 46 1 42 1 60- 95 i 94 i 57 i 50 ¡ 1------+·····----------!---------------=--------------- ............. : ............... .:.. ................. . B 123 ¡ 61 ¡ 75 ¡ 42 ¡ A 177 j 79 j 92 j 37 j Cuadro VIII: Frecuencias de las variantes que recogen los valores semánticos de médica La comparación entre las frecuencias de una y otra variante nos señala el predominio de médica para designar la profesión que la relación matrimonial. El análisis probabilístico para determinar si alguno de los factores analizados establece correlaciones con una u otra va- riante ha resultado infructuoso, es decir, la elección de una u otra variante no está determi- nada por ninguno de los factores previstos. Conclusiones Los análisis que hemos llevado a cabo han permitido mostrar que la elección del moife- ma de género de las palabras que designan la profesión de la mujer está determinada en cier- ta medida por algunos factores sociales. Nuestros hablantes prefieren mayoritariamente el procedimiento sintético (marcar con el moifema-a) para nombrar a la profesional y emplear las formas analíticas del tipo mujer de... para referirse a la esposa. La incidencia de los factores sociales es distinta según las variantes analizadas. Hemos podido comprobar que el sexo del hablante no predetermina ninguna de las variantes, frente a lo que cabría esperar. El hecho de que el hablante sea hombre o mujer no favorece una u otra formas. El nivel de instrucción de los informantes no influye en la alternancia entre la médica y la médico para la profesión pero sí en la elección de la designación de la esposa. Como hemos señalado, el nivel de instrucción más elevado rechaza el empleo de la médica 86 para 'mujer del médico'. Esto confirma que hay una cierta estigmatización de este término, que no es percibida como extrema, a juzgar por la cercanía de los índices de probabilidad de los dos grupos. El factor más decisivo a la hora de elegir una variante ha sido la edad. Hemos podido observar cómo se establecen correlaciones directas entre la edad y las diferentes va- riantes: entre los jóvenes se prefiere emplear la médico y la mujer del médico mientras que entre los mayores, sobre todo los menos cultos, optan por la forma médica tanto para la pro- fesión como para la esposa. Povzetek ¿LA l\.1ÉDICA O LA MÉDICO? SOCIOLINGVISTICNI PRISTOP K IZBIRI IZRAZA ZA SPOL V pretresje vzeto eno od zanimivih sociolingvisticnih vprasanj: poimenovanje poklica, ce ga opravlja fenska. Vpra8anje poimenovanja v zenskem spoluje v vecji ali manjsi meri pri- sotno v vseh jezikih, in sicer za tiste poklice, ki so postali zenskam dostopni sele v nasem stoletju. Avtor je vzel za predmet svojega razmisljanja par zdravnik / zdravnica; v sloven8ci- ni ta par ne predstavlja nobenih te:lav, ce Ze, je hilo v preteklosti, in jih je se sedaj, nekaj zapletov z gospa doktor. Spanska la médica/ la médico pa se zmeraj pozna oklevanje v rabi. Avtor je opravil dokaj natancno analizo rabe v okraju La Jara v osredaji zahodni Spa- niji, na meji med Kastiljo in Extremaduro; pri anketiranju je uposteval razliko v spolu (moski/:lenske), starosti (4 skupine: 15-24, 25-39, 40-60, nad 60 let), izobrazbi (tisti s kon- cano osnovno solo /tisti brez osnovnosolske izobrazbe ). Rezultati ankete ka:lejo, da V tem delu spanskega podefelja raba izraza médica V pomenu 'zdravnikova fena' nara8ea s starostjo anketirancev in pada s stopnjo njihove izobrazbe. Mladi, in za te je gotovo, da so dosegli visjo stopnjo izobrazbe, poznajo in priznavajo samo opozicijo la médica : la mujer del médico, zatekajo se torej k opisnemu izrazu, starejsa in zlasti stara generacija pa rabi izraz médica tako za zensko, ki zdravniski poklic opravlja, kot za tisto, ki je z zdravnikom porocena. 87 Mitja Skubic Universidad de Ljubljana, Eslovenia METÁFORA SINESTÉSICA EN EL QUIJOTE l. En la metáfora sinestésica, 1 la metáfora viene considerada como el translado de una esfe- ra sensorial a otra. Si cada metáfora es una transposición de sentido de un término a un otro, basada en una comparación no expresada, la llamada sinestésica incluye dos esferas senso- riales distintas (voz cálida, lágrimas amargas). Es aceptado por todos los semantistas que una de las condiciones de la eficacia de la metáfora sinestésica, para algunos la más impor- tante, es la distancia semántica entre los dos conceptos; al estar los dos conceptos demasia- do cercanos o pertenecer a semejante campo nocional, la metáfora pierde vigor. Comparar dos seres o cosas (casi) idénticas, es posible; es, de alguna manera, una comparación pálida, inexpresiva. La metáfora sinestésica es eficaz, porque llega inesperadamente, sorprende, como postulaba el surrealismo francés (A Breton). Si hoy día muchas metáforas sinestési- cas no provocan ningun asombro, es debido a la suerte que toda metáfora sufre cuando llega a ser patrimonio lexical de una lengua. El motivo de estas líneas es examinar si en Cervantes, más exactamente en El Quijote, hay un empleo abundante de este procedimiento semántico, ya que sabemos que durante el ba- rroco, la generación poco posterior a la época cervantina hacía furores de todo lo que había podido ser el factor de sorpresa. Pero, sabemos también que el modelo del lenguaje cervan- tino es la discreción y las palabras "claras, llanas y significantes", como dijo el licenciado, camino de las bodas de Camacho. Cervantes observa, de manera realística, los aconteci- mientos y los narra con sencillez y genuinidad. En El Quijote2 se conoce poco el empleo del sintagma voz cálida, voz caliente; se conoce, claro, el adjetivo caliente, ya sea en el sentido primario, real, como en gustar algo caliente (1, 26), o en el sentido :figurado a sangre caliente (11, 71). En las siguientes lineas, el análi- sis de algunos campos nocionales debería mostrar si el autor se sirve del procedimiento de transferir palabras de una esfera sensorial a otra. 2. El campo nocional de los colores es relativamente pobre. Aparecen verde, azul, amari- llo, rubio, pardo, rucio, rojo, moreno y con esto el abanico de los colores del espectro solar está casi agotado. Encontramos, por supuesto, también blanco y negro. En general, los nom- bres de los colores o sirven para expresar el color real, como por ejemplo en 11, 44 donde a don Quijote se le soltaron dos docenas de puntos de una media y por eso diera él por tener allí un adarme de seda verde una onza de plata; digo seda verde porque las medias eran verdes; o se trata del sentido :figurado, ya consagrado del uso común. Para el adjetivo blan- 1 Stephen Ullmann, Semántica. Introducción a la ciencia del significado, Madrid, Aguilar, 1965. - Ullmann se sirve del término "sinestético". Aquí preferimos "sinestésico" para conservar conexión con "sinestesia". 2 Las citas son tomadas de Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quifote de la Mancha, 33.ª ed., Madrid, Espasa-Calpe, 1985. 89 co podemos citar armas blancas, escudo blanco: había de llevar armas blancas, como novel caballero (1, 2). Además, hay casos donde el adjetivo toma el valor de sustantivo, con el sig- nificado de centro: dio siempre muy lejos del blanco de la verdad (1, 33); tú eres [ ... ] el blanco de sus deseos (1, 33); o de plata: respondió/e don Quijote que no tenía blanca (1, 3); por negros que sean los he de volver blancos, o amarillos ('vender los esclavos negros a trueque de plata o de oro', 1, 29). El elativo blanquísimo está siempre en el sentido original, material: Una piel blanquísima (1, 33); rimeros de pan blanquísimo (11, 20). Si encontramos negro en si al cabo de tanto tiempo volviera sin blanca y sin jumento a mi casa, negra ven- tura me esperaba (11, 4), no se trata de sinestesia: no están enjuego las dos esferas sensoria- les y no hay transposición de una esfera sensorial a otra; el término del color asume un sen- tido figurado, de lo concreto se pasa a una abstracción. A menudo estamos en presencia de lugares comunes, conocidos, empleados en la poesía: los manchegos, ricos y coronados de rubias espigas (1, 18); cabellos rubios como hebras de oro (11, 10). Igualmente, la metáfora el rubicondo Apolo, 'el Sol' el cual había tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos (1, 2), hace parte del inventario poético de la época. Podemos añadir que los adjetivos de los colores son utilizados debidamente en sentido real: al siempre vencedor y jamás vencido Timonel de Carcajona, príncipe de la Nueva Viz- caya, que viene armado con las armas partidas a cuarteles, azules, verdes, blancas y amari- llas (1, 18). Aparte del campo nocional del color hay adjetivos como amargo, agudo/aculo, blando, desesperado que efectivamente podrian formar parte del procedimiento sinestésico; de todos modos, el empleo en Cervantes no tiene nada de individual, se trata de lugares comunes: amarga adelfa (1, 13); de mi amargo pecho; Oh, amarga conversión (1, 14); en esta amarga soledad en que· me dejas (11, 10); lo que me falta por contar lo amargo desta, hasta aquí dulce, historia (11, 39); con aquello tres angulas acutos (11, 38); lo tuvo por discreto y agudo (11, 18); con los ignorantes que presumen de agudos (11, 4); para conmigo no hay palabras blandas (1, 8); allá se inventó para los blandos cortesanos (1, 13). 3. Entre los sustantivos en un cierto sentido los predestinados a entrar en la esfera de la si- nestesia hay que mencionar algunos, como fuego, llama. El primero se encuentra, sí, en su significado original: basta recordar la escena de la quema de los libros en la casa de don Quijote. En general, los dos sustantivos estan empleados en su significado de transposición: solo el faego se acrecentó de manera que [yo] ardía de rabia, y de celos (1, 27); lanzando vivos los ojos [de cólera] (1, 46); Y fue esta negación añadir llama a llama, y deseo a deseo (1, 24); Del gran Quijote fue llama [Dulcinea] (1, 52). Para gusto, vocablo nacido en este sentido figurado en la corte española, no sorprende que Cervantes lo use siempre en el senti- do translativo; aparece al principio de la novela: Puesto nombre, y tan a su gusto a su cabal- lo (1, 1), y, además, en siempre nos da gusto el oir (1, 28); entre las damas había dos de gusto pícaro, y burlonas (11, 62). Al contrario, el verbo gustar conserva su valor real, original. El mundo de las flores no aparece con mucha frecuencia; encontramos mencionadas la margarita, la rosa, el jazmín y pocas otras. Faltan la amapola, el clavel, la azucena, aunque en épocas posteriores a Cervantes se emplearon abundantemente los nombres de las flores como metáforas. 90 4. Hay además algunos verbos que llaman nuestra atención, como oir, ver, sentir, oler, pesar. Todos aparecen también en el sentido original: y apenas las [voces] hubo oído (I, 4); siempre, Sancho, he oído decir (I, 23). Se considera también como un empleo en su sentido primario el verbo en II, 18: Paréceme que vuesa merced ha cursado las escuelas: ¿qué cien- cias ha oído? Igualmente el verbo sentir: le preguntó que quién era y qué mal sentía (I, 5); Pero apenas llegó a la puerta, cuando don Quijote la sintió (I, 16); todos huelen a piedra azufre y a otros malos olores [ ... ] si huelen, no pueden oler cosas buenas, sino malas y hi- diondas (I, 47). Pero, es muy frecuente el uso en sentido translativo, lo que -otra vez- no puede ser algo específico de la lengua cervantina, ni tampoco del español: a nuestro ver (II, 42);pero que tienen que ver los Panzas con los Quijotes (II, 60);por ser tan muchacha, no se sentía habil para poder llevar la carga del matrimonio (I, 12); no debe vuesa merced sentirse. -Si puedo sentirme o no, respondió don Quijote, yo me lo sé (II, 1 ); Mucho me pesa, Sancho (II, 2); cosa que me parece que huele algo a gentildad3 (I, 13); Vive Dios si os huele, que os mando mala ventura (II, 10 - soliloquio de Sancho). 5. Por todo lo visto anteriormente, deducimos que para Cervantes la función del narrador es la de escribir acontecimientos y no la de hacer descripciones. Sí, hay descripciones en su obra y en tal caso aparecen en número mayor los adjetivos. Un ejemplo célebre es la descrip- ción de la beatitud de los siglos pasados donde en la dichosa edad y siglos dichosos apare- cen las claras fuentes y corrientes ríos. En otro capítulo, (I, 23), aparece aurora pero el punto importante fue el hecho de que Sancho "halló menos su rucio". El Quijote es un texto épico; se presentan acciones y no situaciones. Podemos concluir con que Cervantes no se sirve de la sinestesia sino muy parcamente, y aun muchas veces con sintagmas que fueron desde mu- cho tiempo el material casi obligatorio de todo su quehacer poético. Si el resultado de este pequeño examen es negativo, y lo es ya a la lectura superficial de la novela, hay un motivo para plantearse la pregunta sobre el empleo de la metáfora sines- tésica en Cervantes y es que Shakespeare, su coetáneo, se burla de una manera cruel de tal procedimiento semántico, evidentemente muy en moda en la literatura inglesa de aquel período. Anota Ullmann el célebre paso 1 see a voice [ ... ] hear my Thisby '.s fa ce de A Midsummer Night'.s Dream.4 Como Cervantes se burla de modo sangriento de la moda, traída de Italia, sobre el empleo abundante del elativo en -ísimo, y la escena de la dolorosí- sima dueñísima nos ofrece una prueba evidente, se hubiera burlado igualmente del abuso de la metáfora sinestésica en el caso de haber esta formado parte de la moda literaria de la época. 3 Herejía, porque, según Vivaldo (I, 13), los caballeros andantes antes de una aventura se encomiendan a sus damas y no a Dios. 4 Ullmann, cit, pág. 245. 91 Povzetek SINESTEZICNA METAFORA V DON KJHOTU Metafora je raba neke besede namesto kake druge zaradi kake skupne crte. Pri sineste- .'zicni metafori sta udelezeni dve cutni sferi; iz estetikefrancoskega surrealizmaje znano, da jemetafora (v globini vendarle 'primera') toliko bolj mocna, kolikor sta si ti dve cutni sferi oddaljeni. Cervantesov jezik ima v Don Kihotu sinestezicnih metafor malo, najbr:Z tudi zato, ker je opisov razmeroma malo. Bohotna doba sinestezicne metafore je imela nastopiti sele v poznem 8panskem baroku. 92 VARIA Pablo Fajdiga Ljubljana, Eslovenia LITTERAE SLOVENICAE EN MADRID La promoción de la literatura eslovena en el mundo es una labor que exige mucho esfuer- zo y dedicación, con el agravante de que sus resultados -positivos o negativos- no son palpables de manera inmediata. Por un lado está la dificultad de que el número de extran- jeros que conocen el idioma esloveno es sumamente reducido y la traducción a las distintas lenguas debe ser realizada generalmente por traductores eslovenos. Por otro lado el merca- do mundial está saturado por la producción literaria que se genera en países de mayor rele- vancia a nivel internacional que Eslovenia o en idiomas con mayor número de hablantes. Una de las instituciones que con más alúnco se ha dedicado al imprescindible diálogo con distintas tradiciones culturales es sin duda la Asociación de escritors eslovenos que desde el año 1962 publica su revista literaria Litterae slovenicae que en sus comienzos apareció bajo el nombre de Le livre slovene. En sus páginas podemos encontrar -principalmente en inglés, francés y alemán- lo mejor de las letras eslovenas contemporáneas. En el año 1993 la prestigiosa institución enriqueció la lista de sus títulos con un cuadernillo de Cuentos eslovenos contemporáneos en español. Entre los autores de esta breve, pero representativa antología de prosa eslovena contemporánea se encontraban los cuentos de Drago Jancar, Lev Detela, Bostjan SeliSkar, Andrej Blatnik, Lela B. Njatin, Igor Bratoz, Milan Klec, Jani Virk y Mart Lenardic. El prólogo fue redactado por el crítico y ensayista Tomo Virk, y la traduc- ción estuvo a cargo de Lucka Poznic, Pavlinka Korosec Kocmur, Marjeta Drobnic y Pablo Fajdiga Apenas dos años más tarde, en el año 1995, la Asociación de escritores eslovenos sorprendió al público lector hispanoparlante con un nuevo volumen, esta vez dedicado a la Poesía eslovena contemporánea - una sobria antología de la creación lírica de doce poetas, distintos entre sí tanto por las generaciones a las que pertenecen, cuanto por los estilos que cultivan y los temas que los ocupan. Los autores seleccionados fueron Dane Zajc, Kajetan Kovic, Svetlana Makarovic, ToffiaZ Salamun, Milan Dekleva, Milan Jesih, Boris A. Novak, Jure Potokar, Brane Mozetic, Alojz Iban, Ales Debeljak y Uros Zupan. El cuadernillo con- tiene también un ensayo introductorio, en el cual la crítica literaria Tea Stoka presenta un panorama global de la poesía eslovena contemporánea. La traducción estuvo a cargo de Jasmina Markic, Nina Kovic, Francisco Javier Uriz, Damjana Pintaric, Antonio Preciado, Barbara Pregelj, Marjeta Drobnic y Pablo Fajdiga. En el momento de su publicación la Asociación eslovena de escritores creyó oportuno preparar en la capital española una velada literaria para presentar el nuevo volumen de Litterae slovenicae en español, en la que participaran algunos de lo más renombrados escritores y poetas de nuestro medio. La velada se llevó a cabo el 26 de octubre del año pasado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde en ese momento se estaba realizan- do la exposición plástica Ocho artistas eslovenos. (En la muestra presentaban sus obras Emerik Bernard, Mirko BratuSa, Sandi Cervek, Gustav Gnamus, Bojan Gorenec, MatjaZ 95 Pocivavsek, NataSa Prosenc y Zdenka Zido.) La coordinación de la velada estuvo a cargo del escritor español Matías Escalera Cordero. En la oportunidad leyeron sus obras los poetas Toma.Z Salamun y Brane Mozetic y los escritores Drago Jancar y Andrej Blatnik. Conviene destacar de manera especial que la primera parte de la velada literaria contó con la participación de un grupo de estudiantes del Departamento de Lenguas Romances de la Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad de Ljubljana que bajo la dirección de la prof. Maja Turnher presentaron una selección de la poesía eslovena contemporánea titulada Las cinco estaciones del año. Polona Cuk, Veronika Mahnic, Tina Malic, Mojca Mavec, Nina Petric, Mateja Rozman y Brigita Sklepic recitaron, fieles a una coreografia ingeniosa, moderna y sin fracturas, más de veinte textos poéticos, agrupados en cinco ciclos: prima- vera, verano, otoño, invierno, primavera. El espectáculo ideado por la prof. Maja Turnher dió lugar a un despliegue variado de motivos, temas, estilos y ritmos entre los que se debate la poesía eslovena contemporánea, logrando a la vez una coajugación armónica de las dife- rencias. El acompañamiento musical fue ideado y ejecutado por el músico esloveno Lado JakSa, que supo generar con sus instrumentos un espacio musical que se adecuaba plena- mente a la palabra y al movimiento del espectáculo presentado. La velada literaria preparada por la Asociación de escritores eslovenos junto con la parti- cipación del grupo de estudiantes del Departamento de Lenguas Romances de la Facultad de Filosofia de la Universidad de Ljubljana confirmó que la colaboración entre la Universidad y las distintas organizaciones e instituciones culturales no es meramente posible, sino que en ciertas áreas de intereses comunes puede llegar a dar excelentes resultados. Con este tipo de actividades extracurriculares los estudiantes universitarios pueden cumplir un papel de rele- vancia en los trabajos que se están llevando a cabo para dar a conocer al menos parte de aquel acervo cultural que hace a la identidad eslovena. Povzetek LITTERAE SLOVENICAE V MADRIDU Promocija slovenske knjiievnosti v svetu je tezavna naloga. Dru8tvo slovenskih pisa- teljev se temu posveea Ze od leta 1962 z izdajaajem zbirke Litterae slovenicae. Leta 1995 je v Madridu predstavilo krajso antologijo slovenske sodobne poezije v 8pan8cini. Na predsta- vitvi je sodelovala skupina studentov z Oddelka za romanske jezike in knjiZevnosti Filo- zofske fakultete Univerze v Ljubljani pod vodstvom prof. Maje Turnher. Uspeh tega literar- nega vecera dokazuje, da utegne biti sodelovanje med Univerzo in razlicnimi kultumimi ustanovami posebej plodovito in ucinkovito. 96 Irene Mislej Ljubljana, Eslovenia ANTOLOGÍA DE LA POESÍA ESLOVENA Traducción y notas de María Francisca. de Castro Gil, Introducción de France Koren, Madrid, 1954 Por intermedio de un distinguido científico esloveno que reside en Canadá, el dr. Srecko Pregelj, ha llegado a mis manos un manuscrito sumamente interesante. Se trata de una Anto- logía de la Poesía eslovena, la cual evidentemente había sido preparada para su impresión en 1954, en Madrid. El hecho de que contemos con tan pocas traducciones de obras litera- rias eslovenas al castellano hace de este descubrimiento algo realmente curioso e importante. La obra es fruto de la colaboración estrecha de un emigrante esloveno, France Koren y de una escritora y poetisa española, Maria Francisca de Castro Gil. El nacimiento de una obra tan singular merece algunas palabras de explicación. La corriente de la emigración eslovena de postguerra, compuesta en su mayoría de refugiados políticos anticomunistas, se dirigió mayormente hacia diversos países americanos, sobre todo a la Argentina, a los Estados Uni- dos y al Canadá. Sin embargo, un pequeño número de jóvenes de ambos sexos, estudiantes y miembros de la organización católica internacional Pax Romana, recibieron la oportunidad de cursar sus estudios universitarios en España. Koren, y también Pregelj, se contaban entre ellos. De la colaboración entre Koren y la poetisa española nacieron dos importantes proyec- tos, la antología que aquí presentamos y una de prosa, de la cual tenemos tan sólo informa- ciones indirectas. La introducción traza un somero cuadro de la historia literaria eslovena, pero antes de ello, el autor se siente obligado a aclarar ciertos conceptos básicos en cuanto a la nación eslove- na en sí misma: "Para muchos españoles la palabra esloveno es algo completamente desco- nocido. Después de todo es un término poco natural entre la enorme cantidad de naciones y pueblos que, en su continuo acontecer, la historia ha trazado en el mapa europeo: la nación eslovena es una de las más pequeñas, no cuenta ni siquiera dos millones de habitantes. Las provincias históricas de la antigua monarquía austriaca, la Carintia, Estiria, Carniola y el Litoral Adriático (que forma parte de la región llamada por los italianos Venecia Julia) for- man la pequeña Eslovenia. Los eslovenos, aunque en su continua lucha por crear su propio estado no han tenido éxito y se encuentran hoy todavía divididos entre cuatro estados veci- nos, Yugoslavía, Territorio Libre de Trieste, Italia y Austria, han podido sin embargo crear su propia cultura nacional, la cual es querida y admirada tanto más cuanto mayores fueron el esfuerzo y el sacrificio para crearla." La antología está compuesta cronológicamente, comenzando con Preseren, e incluyendo al final también a algunos jóvenes poetas emigrados, compañeros de destino del compilador Koren. En total incluye a 54 autores, los que representan a todas las generaciones literarias eslovenas. Entre ellos no figuran solamente aquellos que, a juicio de la critica, alcanzan la máxima cumbre poética, sino también algunos modestos versificadores. Interesante resulta constatar que Koren debía tener conocimiento de las corrientes poéticas de postguerra, ya 97 que incluye, por ejemplo, obras de Zlobec, Menart, Pavcek y Gantar, los famosos cuatro, a corto tiempo de la aparición del libro Pesmi stirih, que marcara un cambio trascendental en la poesía eslovena. Dentro de la emigración a la cual pertenecía, Koren incluye asimismo poemas de jóvenes tales como Branko Rozman o Rafko Vodeb, a la vez que toma en cuen- ta a algunas personalidades de gran prestigio literario como Tine Debeljak o Vinko Belicic. Resulta sumamente curioso que, lejos de toda interpretación ideológica, incluya tanto a France BalantiC como a Karel Destovnik- Kajuh, los dos símbolos de la poesía eslovena nacida en los crueles momentos de la contienda. Los autores incluídos en la antología son los siguientes: F. Preseren, F. Levstik, S. Jenko, J. Stritar, S. Gregorcic, J. Pagliaruzzi Krilan, A. A.Skerc, I. Cankar, D. Kette, J. Murn, O. Zupaneic, S. Sardenko, A. Gradnik, C. Golar, V. Mole, P. Golia, I. Gruden, F. Albrecht, J. Lovreneic, M. Jarc, Anton y France Vodnik, J. PogaCnik, Vida Taufer, S. Kosovel, E. Kocbek, T. Seliskar, M. Klopeic, Vital y Bow Vodusek, B. Fatur, S. Sali, T. Debeljak, J. Udovic, V. Belicic, F. Balantic, C. Vipotnik, L. Piscanec, M. Bor, K. Destovnik-Kajuh, I. Minatti, Vladimir Kos, J. Smit, S. JaneZic, D. Jeruc, R Vodeb, Mila Kacic, Ada Skerl, K. Kovic, C. Zlobec, J. Menart, T. Pavcek, P. Levec, B. Rozman. La versión dactilografiada tiene 349 páginas. Las poesías están introducidas por una presentación de cada uno de los autores. El número de poesías por autor es desigual, algunos están representados por 10 ó más obras, mientras que otros tiene tan sólo una o dos. La antología se cierra con una bibliografía El estudio introductorio de Koren está basada en la conferencia por él pronunciada en el Círculo Cultural Medina, el 21 de junio de 1950. A la misma siguió la lectura de poesías es- lovenas, traducidas y leídas por Mª Francisca de Castro Gil, más conocida en el mundo lite- rario como Marisol de Castro. La traducción literal del esloveno era de Koren, mientras que su compañera daba a la obra su definitivo caracter poético. La antología está dedicada a la memoria de Koren. La poetisa española agregó - a todas luces luego del fallecimiento de Koren, unos versos de Ivan Cankar: Te fuiste - y Dios contigo - pero quedó la luz. El santo anhelo que me diste arde en mí siempre, noche y día, arde en medio de toda mi tristeza ... Povzetek AN10LOGIJA SLOVENSKE POEZIJE Tipkopis Antologije slovenske poezije, ki sta jo v Madridu pripravila slovenski emigrant France Koren in pomembna spanska pesnica in pisateljica María Francisca de Castro Gil (v literarnih krogih bolj znana kot Marisol de Castro), predstavlja pomembno odkritje. Delo obsega 354 strani in vkljucuje pesmi 54 slovenskih avtorjev od Preserna do Korenovega soemigranta Branka Rozmana. Uvod, ki gaje napisal Koren, podaja sinteticen pregled slo- venske poezije, poudarjajoc njene evropskosti in visoke kvalitete, hkrati pa ugotavlja se 98 danes veljavno dejstvo o nez.adostnem poznavanju slovenske kulture s strani spanskega ob- cinstva Med avtorji je urednik izbral tako najvecja kot tudi imena takrat manj znanih mladih in obetajocih pesnikov. Vkljucuje tudi, brez vsakrSnih ideoloskih razlikovanj, dela Balantifa in Destovnika ali Bora. Ob tem pa uposteva najpomembnejse ustvarjalce med pripadniki po- vojne politicne emigracije. Prevodi so sad skupnega dela obeh urednikov: Marisol de Castro je pesniSko dokoncno oblikovala pesmi, medtem ko je Koren napisal uvodno studijo in pred- stavitve posameznih avtorjev. Tipkopis je ohranil Korenov prijatelj, slovenski psiholog dr. Srecko Pregelj iz Kanade, ki upa, da bo momo predstaviti antologijo spanskemu obcinstvu, kar je bil tudi namen obeh urednikov in prevajalcev. 99 Luisa Futoransky París, Francia LA MELANCOLÍA DE LAS PANTERAS NEGRAS Imaginemos una piedra de deshielo. Se desliza por la fuerza de gravedad -de la que los seres animados e inanimados somos tributarios hasta hoy-, los vientos y los accidentes del terreno; con su corazón, su centro cordial duro de antiguos minerales y una periferia que crece con hierbas, obstáculos, pequeños objetos que se lían como ayuda memoria u anécdo- tas del terreno, hasta que confluye en un río violento, que como todos los ríos van hacia el mar, pero como pregona la Biblia, el mar no se henche. Tal presiento, recojo y observo la voz de las minorías diaspóricas en el canal grande de la literatura hispanoamericana. Dentro de ese conglomerado palpitante y singular que son las palabras escritas de decir, contar y soñar en este siglo de nuestra vasta cartogra:fia literaria, me detengo, intrigada, con grandísimo respeto en un período particular -el de entre dos guerras-, y un sector preciso de personas que di en llamar "las mudas". Quisiera referirme a nuestras abuelas y bisabue- las. Las que fueron empujadas de sus pueblitos incendiados a la "goldene medine", inocente traducción de Eldorado al idish. No quiero señalar una imposibilidad real de la palabra, por- que a veces gritaban como fieras, sino porque el testimonio escrito, sobre todo producido por ellas mismas es casi nulo. De esas mujeres quedan escasas --cuando no traficadas- par- tidas de nacimiento e intactas las de defunción, que obviamente ellas no escribieron. Sus nombres y apellidos, castellanizados por los hijos o los nietos aparecen, en impías luchas por repartijas de herencias en el registro de propiedad inmobiliaria Quiero hablar de ellas porque el gran delito de nuestra época, porque no está codificado, por las leyes teológicas o seculares es la omisión. Mentir es pecado, a veces delito, pero omi- tir, callar, dejar de lado, culpablemente, no. Pertenezco a la generación de los hijos de judíos que vinieron a la Argentina porque entre guerra y guerra y pogrom y pogrom se caían del mapa en barcos, como de alguna manera lo hacen ahora los albaneses, malayos, cubanos o haitianos y antes lo hicieron los vietnamitas; en suma, los náufragos de siempre. Los de una mano atrás y otra adelante, y gracias que hay manos. Para quienes estén familiarizados con la pintura del Viejo Mundo que contó los desgarro- nes con que el Nuevo construyó su modernidad para devolvérselos al Viejo en elipsis y espi- rales de esfuerzo y sangre, les recuerdo la obra pictórica de Lazar Segall, centroeuropeo de Brasil, cuyos escenarios transcurren mayormente en sentinas abarrotadas de gente casi tan amarronada como las aguas de los deltas y el maderamen hinchado de esos barcos. El clima que se respira en sus telas es la fragilidad y lo precario. Con todo ello la picaresca de la nos- talgia fue erigiendo hogueras, haciendo señales de humo para entenderse o simplemente calentarse un poco las articulaciones del alma. 101 Avidos, los emigrantes querían apropiarse del país y rápido; ese país del que todo lo igno- raban y al que tanto le exigían, al que los había conducido la furia combativa de húsares aje- nos y hambruna bien propia. Es fácil comprenderlos, porque cuán humano es el deseo de en- tenderse al vuelo o caminar una calle de la que se conocen todas las trampas y repliegues. Se necesita un país para leer detrás de los muros, para conocer las gradaciones de los celos, las arrugas del bien y del mal en los rostros de los otros, quiero decir, los nuestros. Los mios, no fueronjudíos capitalinos, wbanos, porque tampoco lo habían sido en los lu- gares donde nacieron ni tampoco lo habían sido los padres de sus padres en los sitios de pe- nuria de donde ellos a su vez también habían escapado. Luego de arduos, periódícos inte- rrogatorios y rastreos casi siempre negativos a mis parientes, encontré un vago punto en el mapa que antes como ahora, cambia de nombre y de bandera con cierta frecuencia, pero que siempre queda cerca de un río, tal vez lo único domesticado y leal del paisaje geográfico. De las orillas del Dniester, parece que algunos de nosotros llegamos al idioma castellano como mis primos dicen que llegaron al portugués de Brasil o al inglés de Brooklyn Lo de ver el mar, para ninguna de esta gente -mi gente-, estaba previsto, como lo de perderse para siempre, tampoco. A la Argentina, por entonces llamada "la Reina del Plata" vinieron a lo mismo, a la peri- feria, -¿los de la periferia, no son acaso los únicos que evidencian el centro?- y buscan- do vaya saber qué secreto sueño de redención y tierra prometida, se me metieron en un lugar llamado Santos Lugares y acabaron vendiendo en la feria del pueblo cordones de zapatos, ristras de ajo y de cebolla, a coser entretelas de corbatas y vivos de pijamas. A reproducir en suma, el shtetl, centro del imaginario, la calle principal de ricos y de pobres, de leídos y ton- tos, de locos y de santos. De los sueños de Eldorado fueron sensiblemente bajando a los de la plata, el cobre y los minerales de menor nobleza y aleación. Terminando por reducirlos a dos: la casita propia de "material" y el hijo "doctor". Y fueron abandonando palabras de una lengua agonizante, el idish, en las costas ávidas del Atlántico para consolidar su paso, a veces pagando en carne viva, de la utopía a la cultura. Como la generación que vino con Moisés a la tierra prometida y sin embargo para penetrar en ella hubo de vagar cuarenta años en el desierto. Es por ello que recién la segunda generación de inmigrantes, es decir la de nuestros padres y la nuestra, empiezan a producir la saga de su devenir después que los suyos hubieron atravesado sin voz y sin resuello décadas de penurias y pruebas a las que sobre- vivieron por mero empecinamiento. Quizá también porque la Europa que habían abandona- do era una hoguera donde prosperaban sólo el hambre y todas las pestes conocidas más otras nuevas de crueldad aún ignorada. Entre tantas cosas que aún no escribí, pero qusiera tanto, está, dar al menos una pálida vis- lumbre de la vida de esas jóvenes que venían de aldeas rudas en costumbres patriarcales, cosificadas en lenguas dialectales, a la pampa, las distancias inauditas, la locura. Transfor- maron, evolucionando sus shtetles como pudieron, a riesgo de poblar los asilos de melan- colía o de violencia y los cementerios de suicidas; esos, los anatematizados que miran desde el costado, con sus lápidas al bies, las muertes "naturales" de los otros. 102 Cuando digo melancolía pienso en esos duelos exagerados y obligatorios de mi infancia, donde durante años las mujeres de mi familia y las vecinas, teñían en grandes tinas de zinc con anilina negra la ropa de temporada, para respetar sus lutos rigurosos. Crónicas de ba- rriadas enteras, inscritas en la memoria de la gente, por el respeto o violaciones de los due- los. Tres largos años de compostura monocroma para pasar luego a los gamas grises del me- dio luto. A veces la deficiente calidad de la operación recordaba por lamparones el antiguo estampado, que reaparecía tenaz en extraños diseños sobreimpresos haciendo comparecer, la memoria de antiguas excitaciones que afloraban a contrapelo de las circunstancias. Sensa- ción análoga a la que alguna vez me sorprendí observando en el zoo el lomo de las panteras oscuras. De cerca traslucían sus manchas de leopardos, la memoria familiar de su pertenecer. De allí este titulo, porque tal vez mis mujeres, en su fuerza aparente destilaban una densa, nostalgiosa Me/.ancoüa de panteras negras. Incapaces de aceptar las pérdidas. Demasiadas, tal vez, para una sola vida. Hoy día los hachazos y puñaladas traperas que deparan en algún momento los fragmentos y esquirlas de nuestras propias existencias me hacen ampliar, tender hacia ellas la óptica de mi com-patire por atravesar como mis viejas madre, tías, abuelas y vecinas similares estancias del catálogo de la pasión: ostracismo y exilio. Las mujeres de quienes hablo no correspondían -pero debieron ajustarse como mejor supieron o supusieron que lo hacían- a los presupuestos de un imaginario wbano. Como sobrevivientes que eran debieron agudizar su ingenio en la percepción de lo inmediato. Sin llaves para traducir el nuevo mundo, debieron forzarlo con ganzúas. Repoblar la vida de nuevos gestos y palabras. Pero qué palabras. Cómo defender el cuerpo y las tradiciones orales que traían puestas, aferrándolas desde el medioevo en el Nuevo Mundo, cómo y cuán- do transar con las nuevas realidades que imponían inéditas relaciones entre el hombre y el trabajo. Las fisuras comenzaron a hacerse ostensibles cuando todos los miedos de adentro y los de afuera no pudieron pasar por las mismas coordenadas de pensamiento y de palabra. Estas escisiones suelen ser fecundas para abrir caudales preciosos en el ámbito de lo fantástico en la literatura y el arte en general, pero no en la lucha por la vida. Las ensoñaciones de los hombres, pueden dar origen a un infierno con parrillas o a los sublimes atbotantes de Notre Dame. Helás!, Notre Dame hay una sola, pero infiernos públicos y privados tantísimos. Así, los armarios empezaron a poblarse de muertos y muertas en vida que no podían con la nueva realidad. La mayor parte eran melancólicos profundos, aunque algunos violentos también los hubo, los que terminaba en los loqueros con la más terrible de las condenas: el chaleco de fuerza; el que una vez calzado, no admitía retorno alguno. Menos dramática, más graciosa y modestamente, la mayor parte de nuestras damas soñaba con el golem, un doméstico zombi que las aliviara de las agobiantes tareas en el hogar y la defendiera con eficacia en el mundo azaroso de las transacciones con los goim. Para calmar a los niños de twbulenta escolaridad, inventaron de sus propias tripas el miedo a lo oscuro, a lo innombrable mediante el hombre de la bolsa; completado a veces con el paso oportuno de los gitanos pronunciados con tz, los abstractos tziganer que nos robarían, condenándonos a deambular con ellos. Como lo de vivir en absoluta libertad no ejercía pavor suficiente sobre los díscolos, se agregaba el que 103 nos venderían para ser ... la palabra esclavos no se pronunciaba. Lo de la trata de blancas, junto con una panoplia de terrores y tabúes sexuales, nos lo inculcaron a las niñas, mucho más tarde. Cada familia conocía, en lo privado, nuevas alianzas y sordas guerras por el mercado, siempre escaso de maridos y de novios. Combate desigual ante la fascinación ejercida por el goi, el gentil, el otro. Esas guerras sutiles o feroces transcurrían en el idioma íntimo, secre- to, el idish. Bashevas Singer nos recuerda que esta lengua, es la única en el mundo que nunca fue hablada por el poder. Rudo destino de este idioma que llegó por oleadas de desesperanm y de furor a las costas del Atlántico, se metamorfoseó como mejor pudo y supo desde Nueva York pasando por Río hasta Buenos Aires, para expirar, casi de manera irremediable, a la intemperie de sus playas. Si observamos de cerca el bagaje de esta gente vemos que en el principio trajeron el ren- cor, la enajenación por la expulsión a la que habían sido sometidos. Bajo tales condiciones veían a los otros que a su vez los veían como hostiles. Hostiles por sus respectivas aparien- cias, por no tener costumbre de vivir juntos, por las diferentes devociones y sacrificios a la divinidad: el exilio, a partir de Babel -para no salir de la referencia primera en el Génesis- qué duda cabe, ha sido y es un castigo, como la traducción. Porque qué es traducir y exiliarse sino tomar un bloque arbitrario de palabras, un sistema planetario de ideas, fonemas y fantasías otras y trasladarlo a otro sistema planetario desco- nocido. Con frecuencia las órbitas de desajustan y muchas palabras y leyes, generalmente las mayores, las más profundas y secretas quedan saltando como resortes inertes, fuera de sus órbitas; por eso, traducción y exilio siempre son sinónimos de pérdida. Llegar de una lengua, vivir en otra y escribir en una tercera, es la experiencia literaria de la novela contemporánea: el mismo Singer, Kundera, Conrad, Nabokov, Becket, Kosinski, Gombrovickz o Kafka lo corroboran. Su lenguaje escrito no es el que hablan los otros. Para el gran traslado de la comunicación realizan pactos límite con la lengua, casi imposibles de traducir, porque la única arma inalienable en manos del exilio es el sarcasmo. La ironía es capaz de absorber odio y piedad, sin envenenarnos demasiado. De producirse tal despose- sión el mundo seria sólo un caos habitado por todos los bárbaros. Una imagen persiste en mi escenario a medida que discurro estas páginas: se trata de un cuadro de Bacon. De un círculo caótico de verdes, surge un árbol macizo, inerme, arran- cando del cuajo. Sin anestesia. Como una muela del juicio. Las raíces al aire. Presiento que de ellas fructificarán algunos injertos, otros brotes parecerán sin remedio. Sobre esa linea fulgura, a modo de camino un punto amarillo, evidente. Se diría la cabeza de un hombre. Un caballete acaso. El titulo de la obra de Bacon es contundente: Retrato de Van Gogh. Nadie mejor que uno y otro para colocarnos frente al espejo de las ciudades sin esperan- za, la jungla de todos los exilios. Hay que observar siempre, para no presumir de nada, ese sendero del cual provenimos; basta mirar aunque sólo sea superficialmente el trato que las 104 metrópolis brindan a cada nueva ola de inmigrantes: en un momento u otro de sus vidas, ade- más de todas las vejaciones, todos pasan por eso, servir las mesas y limpiar las veredas de los otros para muy luego vaciarles sus tachos de basura, sus desechos. Corresponde al recién llegado mantener adecentado en suma, el inconciente de la ciudad. On est toujours le juif de quelqu' un. Si bien estoy de acuerdo que para un escritor "patria" es donde uno escribe, no sobre qué o quién se escribe es imprescindible hurgar en el exilio de los nuestros para entender tam- bién nuestras propias expatriaciones. Los temores y temblores de aquellas panteras de nues- tra sangre, sus susurros y lamentos por donde cuelan sus glorias y pesares infiltran el imag- inario del canal grande de ésta, nuestra escritura hispanoamericana a la que también en su honor pertenecemos. Povzetek OTOZNOST CRNIH PANTERIC Ceprav se avtorica strinja z mislijo, daje pisateljeva domovina tista, v kateri pise, in tista, o kateri pise, se mora vsakdo, ki ustvarja izven svoje domovine, najprej poglobiti v razloge, ki so njegove prednike prisilili v izseljenistvo. Sele potem bo lahko razumel svoje lastne dvome, strahove in :le skoraj zabrisane sledi, ki mujihje globoko v notranjost vtisnila kul- tura njegovega rodu. 105 RESEÑAS Alida Ares Ares Universita di Trieste, Italia APROXIMACIÓN A LA IMAGEN PETRARQUISTA EN LA LIRICA ESPAÑOLA María Pilar Manero Sorolla, Imágenes petrarquistas en la lírica española del Renacimiento. Repertorio, Barcelona, PPU (Estudios de Literatura Española y Comparada, 7), 1990, pp. 717, Pts. 9.200. El volumen de P. Manero constituye un vasto repertorio de imágenes y metáforas de la poesía de influencia petrarquista, italiana y española durante los siglos XVI y XVII. Como es sabido, a partir de 1526, fecha del encuentro de Boscán con Navagero, la in- fluencia italiana cambió radicalmente la lírica española del siglo XVI. Boscán y Garcilaso aclimataron los nuevos metros; los tercetos, heptasílabos y endecasílabos, y los sonetos, octavas y liras pervivirán hasta hoy en nuestra poesía. Junto a las novedades métricas pene- tran también los temas, las metáforas y las imágenes de los maestros italianos y en particu- lar de Petrarca. Los estudios de la imaginería petrarquesca que se han realizado hasta ahora son parciales, se refieren a un solo autor o a una sola imagen a través de la obra de varios autores, si excep- tuamos algunos estudios de comparatistas franceses e ingleses, entre ellos, Doranne Fenoal- tea, «Tree animal images in the Délie: New perspetives on Sceve's use of Petrarch's Rime», Bibliotheque d'Humanisme et Renaissance, 34 (1972), pp. 413-26, y Ernest H. Wilkins, "Descriptions of pagan divinities from Petrarch to Chaucern, Speculum, 34 (1957), pp. 511-22). En el ámbito del petrarquismo español escasean asimismo los estudios sobre las imágenes petrarquistas y son casi inexistentes las investigaciones dedicadas a la imagen poé- tica en general durante el mismo periodo. Manero, especializada en el estudio de la literatu- ra petrarquista (vid. su Introducción al estudio del petrarquismo en España, Barcelona, 1987), clasifica y ordena las imágenes poéticas en seis apartados generales, subdivididos a su vez, según las referencias a la realidad que designan. Parte de las imágenes que se encuen- tran en la obra poética de Petrarca (generalmente en el Canzoniere) y, valiéndose de nume- rosas referencias, establece las concordancias con el resto de la obra; indicando cuando es oportuno, los orígenes en la poesía clásica latina o griega, y en la lírica trovadoresca o stil- novística, y señalando paralelos con la literatura castellana del siglo XV y con la obra de Ausias March. A continuación cita numerosos textos de autores petrarquistas italianos y españoles del Renacimiento y del Barroco en los que perviven dichas imágenes. La obra desborda así ampliamente el propósito que se desprende del titulo; no se limita a ser un repertorio de "imágenes petrarquistas en la lírica española del Renacimiento" sino que incluye también textos de autores italianos, y de españoles anteriores y posteriores al Renaci- miento, y ofrece, sucintamente, un análisis general de las mismas, señalando los orígenes y las transformaciones que han sufrido en diversas épocas y ambientes literarios. 109 El método pone de relieve sobre todo la fortuna de las imágenes a partir de Petrarca, hayan sido o no creadas por el poeta aretino, considerando de una parte que Petrarca posee un repertorio de imágenes propio, y de otra que reelabora en modo original, adaptándolas a su poética, las que le llegan a través de la tradición. Entre las primeras destacan la imagen- símbolo del lauro, con sus correlatos fónicos aura-aura-aurora, que aluden a Laura a través de un juego paranomástico, y que cuenta con una amplia bibliografía (vid. p. 358). Entre las segundas se encuentran las imágenes del mundo mineral, las petrose, más o menos vincu- ladas a la poesía dantesca y en relación también con los poetas stilnovistas, con abundantes ejemplos en la poesía latina, en especial en las Metamorfosis de Ovidio, y que hallamos clasificadas en los lapidarios medievales. El estudio de la tradición de una imagen anterior a la obra de Petrarca, y de su fortuna en épocas posteriores, nos permitiría establecer más cabalmente cuál ha sido la fuente directa de un determinado texto. Es muy arriesgado afirmar que el modelo ha sido Petrarca, cuando ha habido otros autores, tales como Homero y Virgilio, que han usado también la misma ima- gen. Si tomamos, por ejemplo, las imágenes del viaje por mar, "metáforas náuticas" como las llama Ernst Robert Curtius (vid. Europtiische Literatur und Lateinisches Mittelalter, Berna, 1948), observamos que ya en la Odisea homérica y en la Eneida (E) encontramos el significado alegórico del viaje y del naufragio. El episodio E 1.102-173 sirve junto con el de S. Pablo, Hech. 27-28, como modelo de imitación durante toda la Edad Media hasta el Rena- cimiento (cf. Juan de Padilla, Los doce Triunfos de los doce Apóstoles 4.3.6-17, que funde ambos episodios). Algunos textos que cita Manero en este apartado concuerdan con pasajes de E; así Canzoniere 50.43-45 "E i naviganti in qualche chiusa valle/ gettan le membra, poi che'l sol s'asconde /sul duro legno, et sotto a l'aspre gonne.", que recuerda E 5.835-7 "Iamque fere mediam caeli Nox umida metam / contigerat, placida laxabant membra quiete I sub remis fusi perdura sedilia nautae". El stanco nocchier de las composiciones 73 .4 7, 151.2 y 272.12-3, tiene también un precedente en Palinuro, el fiel piloto de la flota troyana que vencido por el sueño cae al mar (E 5.840-859). El texto que se cita de Figueroa del soneto 26.1-10, y el de Herrera de I, Algunas obras, 160.1-14, en pp. 222 y 223, podrían estar inspirados directamente en el episodio del naufragio de E 1.102-173. Por otra parte, los ver- sos del Poema 11 de Francisco de Aldana, p. 224, se inspiran en el naufragio de la nave de S.Pedro, Hech. 27-28, como admite la propia autora. Todo ello revela la gran dificultad de llevar a cabo un repertorio de imágenes específicamente "petrarquistas", ya que la difusión del humanismo y el gusto por la obra de los clásicos griegos y latinos, permitía a los poetas del Renacimiento conocer directamente muchas de las obras que habían inspirado al mae- stro italiano. Manero advierte oportunamente al lector de los antecedentes de cada imagen, indicando asimismo la bibliografía existente sobre el tema, y destacando la importancia de la obra de Petrarca como divulgadora de dichas imágenes. El libro constituye una valiosa contribución para el estudio de la lírica española de los Siglos de Oro ya que aborda el tema de un modo global y ofrece un corpus de imágenes que lo convierte en una obra fundamental para ilustrar futuros análisis sobre la poesía de este periodo, además proporciona al lector una amplísima bibliografía que le permitirá profun- dizar y adentrarse en aspectos particulares del tema. llO Jasmina Markic Universidad de Ljubljana, Eslovenia NUEVO DICCIONARIO DE AMERICANISMOS Dirigido por Günter Haensch y Reinhold Werner Tomo 1 - Nuevo diccionario de colombianismos Tomo 11 - Nuevo diccionario de argentinismos Tomo 111 - Nuevo diccionario de uruguayismos (Publicado por el Instituto Caro y Cuervo, Santafé de Bogotá, Colombia, 1993) En 1993 vio la luz una idea concebida ya a los finales de los años setenta!: el Nuevo dic- cionario de americanismos, un proyecto realizado por la Cátedra de Lingüística Aplicada (Lenguas Románicas) de la Universidad de Augsburgo, Alemania, bajo la dirección de los profesores Günter Haensch y Reinhold Werner y en colaboración estrecha con los más emi- nentes lexicógrafos y expertos de América Latina.2 La obra es el .resultado de la colabo- ración de muchos individuos e instituciones. Hasta el momento se han publicado los tres primeros tomos de una serie de diccionarios que se están elaborando en el marco de este proyecto y se dedican al español de los diferentes países hispanoamericanos. La obra está siendo publicada por la Imprenta Patriótica del Instituto Caro y Cuervo de Bogotá. El Nuevo diccionario de americanismos es caracterizado por sus propios autores como diccionario sincrónico, descriptivo y diferencial. Es un diccionario sincrónico porque regis- tra los elementos léxicos del español usados en Colombia, Argentina y Uruguay (que corres- ponden respectivamente a los tres tomos ya publicados) en la segunda mitad del siglo XX. Se caracteriza como descriptivo porque su objetivo es informar sobre el inventario léxico y el uso de sus elementos sin establecer criterios normativos. Como diccionario diferencial registra los elementos léxicos usuales en Colombia, Argentina y Uruguay que presentan una diferencia de uso frente a la variante de referencia, el español de España. El diccionario parte del concepto de americanismo, y en el caso concreto de los tres tomos publicados, del con- cepto de colombianismo, argentinismo y uruguayismo, no basado en criterios genésicos o enciclopédicos sino definidos por la finalidad de la obra: la descripción del inventario léxi- co americano dentro de los límites geográficos y políticos de Hispanoamérica. 1 En 1976 se firmó un convenio entre el Instituto Caro y Cuervo de Bogotá y la Universidad de Augsburgo con el fin de realizar la idea surgida durante un seminario sobre lexicografia presentado por el dr. Günter Haensch: la elaboración de un nuevo diccionario de americanismos. 2 El Nuevo diccionario de colombiansimos se realizó con la colaboración del Instituto Caro y Cuervo, sobre todo de su Departamento de Dialectología dirigído por José Joaquín Montes Giraldo. El Nuevo diccionario de argen- tinismos cuenta con la colaboración científica y coordinación de Claudio Chuchuy y Laura Hlavacka de Bouzo. El Nuevo diccionario de uruguayismos se elaboró con la colaboración del Departamento de Lingüística de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y de la Asociación Uruguaya de Lingüística Aplicada. 111 Cada uno de los tres tomos consta de tres partes. En la primera parte figuran la pre- sentación, el prólogo, la introducción con las aclaraciones preliminares y las instrucciones de uso, un mapa del país en cuestión (salvo en el Nuevo diccionario de uruguayismos) y la bibliografía. La segunda parte es la parte más importante y se compone de los artículos lexi- cográficos (8.000 en el Nuevo diccionario de colombianismos, 9.000 en el Nuevo dicciona- rio de argentinismos y 6.000 en el Nuevo diccionario de uruguayismos). La tercera parte se compone de tres índices: el índice español peninsular- español colombiano (argentino, uru- guayo, según el caso) que tiene como punto de partida la unidad léxica del español peninsu- lar, y dos índices de nomenclatura botánica y zoológica con los términos de la nomenclatu- ra científica como puntos de partída. Termina el libro con un índice general. El Nuevo diccionario de americanismos es sin duda un interesante aporte a la lexico- grafía del español de América. Es interesante su criterio principal de selección de entradas, es decir, la diferencia de uso entre el español colombiano, argentino, uruguayo por una parte y el español de España por otra parte que no se basa en criterios etimológicos, enciclopédi- cos ni normativos. A diferencia de los diccionarios de americanismos existentes en los que muchas veces predomina el léxico relacionado al folclor nacional, a las características re- gionales o etimológicas, el Nuevo diccionario de americanismos presta atención especial al léxico correspondiente a las cosas y acciones de la vida diaria del hombre moderno que en muchos casos difiere del léxico del español de España o tiene otra acepción. Una de las prin- cipales novedades que serán sin duda de gran utilidad para el usuario del diccionario son las informaciones que se dan en cada unidad léxica de la diferencia de uso entre el español peninsular y el español de Colombia, Argentina, Uruguay: significado exacto, registro esti- lístico, datos gramaticales y de pronunciación, abundancia de sinónimos, etc. Cuando se concluya este vasto proyecto la lexicografía del español americano se verá enriquecida de una obra preciosa y de gran utilidad tanto para los estudiosos de la lengua, los filólogos y lingüistas expertos en el español de América como también para traductores no sólo de obras literarias hispanoamericanas contemporáneas, sino también de textos téc- nicos, jurídicos, turísticos, periodísticos, de películas, programas de radío y televisión. 112 Pavao Tekavcié Zagreb, Croacia LOS IDIOMAS IBERORROMANCES EN UNA PUBLICACIÓN ITALIANA RECIENTE La f orma'done dell'Europa linguistica. Le lingue dell'Europa tra /afine del I e del II millennio (Coll. Lingue d'Europa, a cura di E. Banfi, Firenze, La Nuova Italia, 1993) l. Hace dos años apareció en Florencia, en la editorial La Nuova Italia y bajo la direc- ción del grecista y balcanólogo Emanuele Banfi, el volumen La formazione del/ 'Europa linguistica. Le lingue del/ 'Europa tra la fine del 1 e del JI millennio que forma parte de la colección Lingue d 'Europa, dirigida por el mismo autor. El libro describe la formación de los idiomas escritos en nuestro continente, dentro del segundo milenio, pero con miradas retrospectivas (hasta la antigüedad). La materia es vista desde un punto de vista sociolingüís- tico-variacionístico-estandardológico pero no exclusivamente, ya que incluye también a los dialectos así como la historia interna y externa, los factores socioculturales, los geolingüís- ticos y otros. El volumen se divide en dos partes principales: la primera trata de las lenguas indoeuropeas y la segunda de las no indoeuropeas (lenguas ugrof'micas y samoiedas, vasco, turco, calmuco, maltés). La estructura de la exposición es bidimensional: se pueden leer los capítulos con todas las informaciones sobre dichas lenguas o bien, se pueden consultar pági- nas sobre un tema determinado en todos los capítulos, gracias a los índices (que son por lo demás cinco: mapas, lenguas, temas, problemas lingüísticos, nombres). Hay que decir, que entre los mismos capítulos hay diferencias notables, por lo cual no siempre son simétricos ni conmensurables. Si analizamos el libro desde la vastidad de su argumento, lo encontramos conciso y lleno de información. A las lenguas romances les viene reservado un espacio rela- tivamente modesto (pág. 41-90; a continuación sin p(p)), menor que a algunos otros gru- pos de lenguas; en compensación ocupan el primer lugar, inmediatamente después de la Premessa (1-5) y el capítulo de introducción La trama storica dell'Europa linguistica: dalla fine del 1 al/a fine del JI millennio (7-35), ambos firmados por E. Banfi. En las páginas siguientes y tras mencionar la parte de las lenguas romances en general, nos ocuparemos de las lenguas iberorromances. 2. El capítulo titulado Le lingue romanze es el primero de la sección 1 grandi gruppi linguistici que trata también de las lenguas germánicas y eslavas. El autor de las páginas sobre lenguas neolatinas es el estudioso alemán Michael Metzeltin (el cual, por lo anuncia- do en el libro, está preparando para la misma serie, un volumen también sobre el portugués). La presentación de los idiomas romances se hace en cinco subcapítulos: l. La romanizzazione (41-43); 2. Da/ latino al/e lingue romanze (43-47); 3. Breve storia del/e singo/e lingue romanze (48-76); 4. Caratteristiche comuni del/e lingue romanze (76-88); 5. Possibilita future (88-90). 113 El primer subcapítulo pasa en reseña brevemente (en verdad, demasiado breve) los factores de la romanización; el segundo se detiene sobre la época de la transición, "la gran ruptura", según algunos, las innovaciones lingüísticas, los primeros documentos y la reforma carolin- gia con la ruptura de la intercomprensibilidad entre la variedad guía [el latin] y las varieda- des coloquiales ( 45) y el concilio de Tours (viene a la memoria la clásica oposición entre "bilingüismo inconsciente" y "bilingüismo consciente" de G. Devoto 1966, p. 19 sig. y p. 37 sig.); el tercer subcapítulo distingue dos grupos de lenguas romances según sean estatutarias (rumano, ladino dolomítico, romanche, italiano, francés, catalán, español, portugués) y no estatutarias (friulano, sardo, corso, occitánico y guascón, aragonés, asturiano), dando infor- maciones esenciales sobre la génesis, la historia y el estado actual de los idiomas; el cuarto subcapítulo examina las divergencias y las convergencias entre las lenguas romances (en una selección reducida y un poco arbitraria); por último, el quinto subcapítulo, muy breve, con- templa las prospectivas para los próximos decenios: las variedades y los modelos elásticos opuestos a los «purismos totalitarios» (89), un núcleo lexical europeo y una gramática «panromance transnacional» (90) basada en ciertas reglas de conversión inter-romances. En distintas citas (43,45) el autor hipotiza (con mucha razón) la existencia de variedades "pidginizzate" (o "pidginizzanti") del latín las cuales, a pesar de no estar documentadas directamente, son extremadamente pro-bables, es más, normales en cualquier contacto lingüístico [cfr. a propósito Hall 1974, 74-76]. 3. Las lenguas iberorromances tratadas son el catalán (64-65), el español (65-67), el gallego (67-68), el portugués (68-70), el aragonés (74-75) y el asturiano (75-76). El c a t a 1 á n que se formó en los Pirineos hasta el Doscientos relacionado con el dominio occitánico y francés (de aquí los paralelos lexicales), se orienta posteriormente hacia Casti- lla. Se estudia los primeros documentos, la obra de R. Llull, laRenaixen9a en el Ochocientos y el estatuto del catalán del 1932 al 1939 y del 1979 en adelante. La cuna del e s p a ñ o 1 se encuentra también en las montañas (cántabras); en un principio era variedad del asturia- no, después el español se desarrolla en Castilla, región fronteriza expuesta a continuas lu- chas. Tras la unión de Castilla y León, la reconquista difunde el idioma hacia el sur. Los primeros textos son relativamente tardíos (siglo XIII y los fueros siglo XII), con Alfonso X el Sabio el idioma da un salto cualitativo. El español, idioma que ilustra la importancia de la lengua en la formación de un estado fuerte, es el idioma romance más difundido en el mundo (cerca de 340 millones de hablantes), introducido como está en casi toda América Latina (donde todavía el proceso de hispanización no está completo). El g a 1 1 e g o se habla en el territorio de los antiguos "Gallaeci"; idioma koiné (un poco artificial) de la lírica, viene sustituido hacia finales del medioevo por el castellano (el último acto oficial en gallego es del 1532). Aquí también adviene un renacimiento en el Ochocientos, en nuestro siglo se crean entes de tutelas y desde el año 1981 el gallego es cooficial en Galicia. Muy cercano al gallego y sin embargo distinto y autónomo es el p o r t u g u é s. Se desconoce si este idioma ha nacido del latín in situ o de la fusión del gallego durante el proceso de la recon- quista (68) (en nuestra opinión las dos componentes no se excluyen sino se complementan). El portugués ha estado durante mucho tiempo bajo la supremacía del español que por poco ha llegado a ser "lengua techo" (ib.) también en Portugal. El número de hablantes asciende a cerca de 190 millones. Uno de los temas actuales de la filología portuguesa son las difer- encias existentes entre el portugués de Portugal y el de Brasil y los tentativos de una unifi- 114 cación ortográfica [véase a propósito Winkelmann 1993]. El a r a g o n é s se pone al lado del catalán y castellano en cuanto a que se ha formado en el valle de los Pirineos. Navarra se transforma en reino en el siglo IX, Aragón en el XI; en esta época es costante la supremacía del catalán y del español. Posteriormente el aragonés viene absorbido por el castellano (existen hoy día cerca de 12 mil hablantes autóctonos). Desde 1982 éste tiene un estatuto de autonomía y se hacen tentativos de establecer una norma por parte del Consello d'a Fabla (75), pero viene combatido por los tradicionalistas que ven en el aragonés sola- mente un dialecto español (ib.). El a s t u r i a no proviene del latín de Asturias, es el idioma del primer grupo de resistencia contra los árabes que se desarrolló después en el reino Asturo-Leonés. Durante el periodo de la reconquista la ciudad de León, capital en el siglo X, viene repoblada por los mozárabes (75). [Siendo los mozárabes por definición habitantes romances bajo la dominación árabe, la repoblación de León parece implicar una despoblación previa de la ciudad.] El asturiano usado un tiempo en las actas notariales o en los estatutos urbanos