Zorko Simčič1 El hombre a ambos lados de la pared (fragmenta) Es domingo y comienza una nueva vida. Hasta ahora no he parado de preguntarme donde y cuando ir mas adelante. De Austria a Italia, luego a Trieste, y a Roma, y a Argentina... Ahora ya no voy mas a ninguna parte. Ahora me voy a un lugar deter-minado...Manana comienza, hoy comienza para muchos un dia nuevo, desconocido... Da un paso y se para en medio de la acera, se da la vuelta, regresa y se inclina de nuevo por encima de la baranda. Se queda contemplando el camino serpen-teante que va desapareciendo en direccion a la via, despues cierra los ojos y escucha el movimiento de los vagones de carga en un impreciso lugar de abajo, detras de los arboles. Es verdad que alli, en Misiones, crecen los tungy hay frutos venenosos en lugar de jugo-sas manzanas. Es verdad que no hay cesped sobre el que tenderse y hay bichos peligrosos entre las hierbas en lugar degrillos... Hay rios intransitables con cataratas gigantescas en lugar de arroyos susurrantes... y, sin embargo. ^No es nuestro destino encontrar veneno en lugar de frutos seductores, el peligro en lugar de la certidumbre, la fuerza bruta en lugar de las bellezas apacibles - pero no es este precisamente el maravilloso re-galo que el destino concede solo a los refugiados? Respirar las fragancias embriagadoras de las selvas virgenes en lugar del olor a descomposicion, tensar otra vez los müsculos ya muertos, luchar por la vida cotidiana en caminos arriesgados... «Estare solo de verdad», piensa despues en voz alta, «pero por lo menos estare solo. A mi mujer no le molestara, ella me necesita tal como soy. Pues me necesita....» No se ha dado cuenta de que un coche oscuro lleva siguiendole a lo largo de varias cuadras de casas bajas y que hay una mujer joven al volante. Solo oye que esta acercandose y, aunque esta sorprendido de que el ruido del motor vaya menguando en esta zona de la ciudad y a esta hora, no tiene ni ganas ni tiempo para darse la vuelta y ver la mano enguantada agarrando un revolver. 1 Simčič, Zorko (2013): El hombre a ambos lados de la pared. Ljubljana: Društvo slovenskih pisateljev / Asociacion de Escritores Eslovenos, coleccion Litterae Slovenicae, 168-170. Esta a punto de pensar en la via de tren que esa misma manana se lo llevara para siempre de esta ciudad monstruosa hacia una nueva vida, pero el vehi'culo negro que le sigue se para. No sabe quien esta alli, no sabe que le pasa, solo sabe, con mas claridad que si lo mirara de frente, que, en cualquier momento, terminara todo. Las ventanillas estan bajadas, pero a el le parece que oye como bajan, como un fri'o tubo de acero se apoya con una obediencia leal y con un roce silencioso y firme en el borde del cristal. Siente un dolor en la mandi'bula y los hombros se le caen por su propia cuenta. Solo cierra los ojos y espera a ver cuando oira el primer disparo y, despues, apenas un eco lejano del segundo, dos disparos iguales con los que ha sonado tantas noches. Su alrededor y sus adentros rebosan silencio y oye un zumbido en sus oi'dos. Alguien le ha tapado todo el cuerpo con un caparazon gigantesco. Desde de-tras de una casa larga y baja se oyen, atravesando el zumbido, los choques cada vez mas debiles entre pares de vagones. Pronto, todo sera aun mas bonito de lo que es... ^Volvera algun di'a lo bonito? ^Quien, quien... quien se lo preguntaba hace poco? Sera mejor. No sabe ya que esta pasando, solo oye como alguien detras de el gime como si gimiese un nino y como un pesado objeto metalico cae con un golpe sordo a una alfombrilla de goma. No tiene fuerzas para darse la vuelta; le da terror pensar que tuviera que darse la vuelta, como si supiera que veri'a de frente su propio palido rostro. El vehi'culo se lanza hacia lo alto del paso a nivel como un caballo alocado y de repente hay tanto silencio a su alrededor que se pregunta por un momento si no habra sonado solamente con todo esto y piensa que acaba de despertarse. Katja... No sabia que hacer. Por primera vez en su vida no sabia que hacer... Se endereza, sigue mirando ausente, pero se llena de ternura. jPobrecita! Le gustari'a haberse echado a correr detras de ella... ...aquella cosa terrible a la que siempre mas miedo ha tenido se acerca a rastras, cada vez mas, y cada vez mas rapido. Empieza a entrelazarse, formando una mezcla repugnante, con el recuerdo de la tarde de sol palido en el puerto al otro lado del mar... Empieza a balbucear y espera sin exito a que las lagrimas acudan a sus mejillas. «No, no... No es que ella no supiera que hacer, no es eso... Me quiere demasia-do, por eso no ha disparado. No podi'a... ^Pero como podri'a haberlo hecho...?» Llora con lagrimas secas para sus adentros y se tapa con fuerza la cara con las manos, le gustari'a borrar de alli' todos los surcos de dolor. Pero despues le-vanta la cabeza como si pensara lanzarla hacia el cielo: «jNo!... No, no. jNo es verdad! Me conoce demasiado y sabi'a que con un tiro me salvari'a y no queri'a hacerlo. No es que no pudiese hacerlo. jNo queri'a hacerlo! No queri'a... No queri'a matarme por el odio que me tiene...» Las lagrimas no aparecen. No hace mas que gemir como un nino, negando con la cabeza. Oye su propia voz y se tranquiliza. «Este camino termina solo en un momento, esto terminara en el momento en que este yo solo frente a aquella ultima alta pared y no haya nadie a mi lado, tampoco los que me dieron a luz, que me dieron todo, que quisieron revelarme todo...» Sus fuerzas flaquean. Cree mirar hacia el cielo en una li'nea vertical, pero en realidad apenas ha estirado un poco el cuello. «Pero ^que hemos hecho para merecernos esto?» No deberia haber dicho: que hemos hecho para merecernos... Deberia haber dicho: Que he hecho para merecerme... Vuelve a filtrarse en el un pensamiento repulsivo y, en este momento, las lagrimas ruedan por sus mejillas. «Alli, junto al ri'o hay flores, hay muchas flores», empieza a decirse. «Por la noche se abren como si la tierra abriese un millar de ojos. Las mirare de muy cerca, me tendere en el suelo entre ellas y hundire mis brazos hasta los codos en la tierra roja y pensare, pensare... Debo llegar hasta el final...» Siente todavi'a un calambre en la espalda y, despues, sus rodillas ceden. Se quiebra y queda tendido en la baranda. Como si quisiera alejarse de esta calle negra y humeda, por la que se ha marchado ella, y como si quisiera bajar hasta los rai'les de plata que esta misma manana lo sentiran encima mientras haga todo ese largo viaje al norte. Como si necesitara con urgencia decirle algo a alguien que esta subiendo despacio por el camino desde la via del tren, decirle algo en una lengua desconocida. Traducido por Marjeta Drobnič Revisado por Mati'as Escalera Cordero Zorko Simčič Človek na obeh straneh stene1 (odlomek) Nedelja je in pričenja se novo življenje. Doslej sem se vedno spraševal, kdaj grem naprej. Iz Avstrije naprej v Italijo, naprej v Trst, naprej v Rim, naprej v Ameriko ^ Zdaj ne grem nikamor več naprej. Zdaj grem nekam ^ Jutri se prične, danes se prične za marsikoga nov, neznan dan ^ Stopi do sredine pločnika, pa se obrne in se spet vrne ter se nagne prek ograje. Nekaj časa zre na vijugasto stezo, izginjajočo proti progi, potem pa zapre oči in posluša, kako nekje spodaj za drevesi premikajo vagone. Saj so namesto jablan tam gori res tungova drevesa in namesto sočnih jabolk strupeni sadeži. Res ni trave, da bi mogel leči vanjo in namesto čričkov je v njej golazen ^ Namesto žuborečih potokov so neprestopne reke z orjaškimi slapovi ^ in vendar. Kaj ni naša usoda najti strup namesto vabljivega sadeža, nevarnost namesto gotovosti, surovo silo namesto mirnih lepot - toda ali ni prav v tem čudovit dar usode, ki je dan samo beguncem? Namesto duha trohnobe vdihovati mameče dišave deviških gozdov, znova napeti že mrtve mišice, boriti se za vsakdanje življenje na drznih poteh ^ »Res bom sam,« premišlja nato naglas, »toda bom vsaj sam. Saj žene ne bo motilo, ona me potrebuje, kakršen že sem. Gotovo me potrebuje Ni videl, kako že nekaj blokov nizkih hiš vozi za njim temen avtomobil in da za krmilom sedi mlada ženska. Sliši le, kako se mu bliža in čeprav se začudi, da v tem koncu mesta ob tej uri pojenjava glas motorja, nima ne volje ne časa, da bi se obrnil in videl orokavičeno roko z revolverjem. Hoče pomisliti na železno cesto, ki ga bo še isto jutro za vedno odpeljala iz tega pošastnega mesta v novo življenje, toda tedaj se črno vozilo za njim ustavi. Ne ve, kdo je tam, ne ve, kaj je z njim, ve samo, vse jasneje, kakor če bi bil obrnjen, da bo zdaj zdaj vsega konec. Okenske šipe so spuščene, toda njemu se zdi, da sliši, kako jih nekdo niža, kako se mrzla jeklena cev zvesto in s tihim, polnim udarcem nasloni na rob stekla. V čeljustih ga zaboli in ramena se mu 1 Simčič, Zorko (2013): Človek na obeh straneh stene. Celje: Mohorjeva založba, 174-177. sama od sebe pobesijo. Le oči stisne in čaka, kdaj bo zaslišal dva strela, komaj še tretjega oddaljeni šum, kakor jih je sanjal toliko noči. Okoli njega in v njem se razbohoti tišina in v ušesih mu prične šumeti. Nekdo mu je poveznil orjaško školjko preko vsega telesa. Izza dolge, nizke hiše spet udarjata skozi šum tiše in tiše po dva in dva vagona. Kmalu bo vse še lepše, kakor je _ Ali bo še kdaj lepo? Kdo, kdo _ kdo ga je pred kratkim tako spraševal Lepše bo. Ne ve več, kaj se godi, zasliši samo, kako nekdo za njim skoraj po otroško zaječi in kako kovinast, težak predmet gluho pade na gumijasto preprogo. Nima moči, da bi se obrnil; groza ga spreleti ob misli, da bi se moral obrniti, kakor da bi vedel, da bo pred seboj zagledal svoj lastni, bledi obraz. Vozilo za njim kakor blazen konj švigne proti vrhu nadvoza in potem je nenadoma okrog njega tako tiho, da za hip pomisli, ali se mu vse skupaj ni samo sanjalo in da se je prebudil. Katja ^ Ni vedela, kaj storiti. Prvič v življenju ni vedela kaj storiti ^ Zravna se, še vedno gleda predse v prazno in občutek nežnosti ga napolni. Revica! Hotel bi steči za njo - - vedno bliže in hitreje se plazi tisto grozno, česar se je vedno najbolj bal. Ostudno se začne mešati s spominom na medli sončni popoldan v pristanišču onkraj morja _ Začne blebetati in zaman čaka, da bi mu solze privrele po licu. »Ne, ne _ Ne, da ni vedela, kaj storiti, ne _ Preveč me ima rada, zato ni sprožila. Ni mogla _ Pa kako bi mogla Suho se joče vase in krčevito pritiska dlani na obraz, hotel bi z njega zbrisati boleče zareze. Potem pa dvigne glavo, kot bi jo mislil suniti v nebo: »Ne!... Ne, ne. Ni res! Preveč dobro me pozna in je vedela, da bi me z enim strelom mogla rešiti in ni hotela. Ne, da ni mogla. Ni hotela! Ni hotela _ Iz sovraštva me ni hotela ubiti Solz ni. Samo ječati je začel kakor otrok in zmajevati z glavo. Zasliši lastni glas in se pomiri: »Ta pot se konča samo v enem trenutku, tega vsega bo konec v tistem trenutku, ko bom čisto sam tam pred tisto zadnjo veliko steno in ne bo nikogar ob strani, tudi tistih ne, ki so me rodili, ki so mi vse dali, vse hoteli povedati Moči mu popuščajo. Misli, da zre navpično v nebo, v resnici pa je komaj za spoznanje stegnil vrat predse. »Toda, kaj sva storila, da sva to zaslužila?« Ne bi smel dejati, kaj sva storila, da sva zaslužila ^ Dejati bi moral: kaj sem storil, da sem zaslužil ^ Spet se začenja vleči gnusna misel vanj in tedaj mu solze udro preko lic. »Tam gori ob reki so rože, je dosti rož,« prične govoriti sam sebi. »Ponoči se odpro, kakor bi zemlja odprla tisoč oči. Gledal jih bom prav od blizu, legal bom mednje in roke bom do komolcev zagrebel v rdečo prst in mislil, mislil _ Moram priti do konca Še čuti, kako ga drži krč v hrbet, potem pa mu izčrpana kolena klecnejo. Prelomi se na pregraji in obvisi na njej. Kakor da bi hotel proč od te črne, vlažne ceste, po kateri je odšla ona, in kakor da bi hotel tja do srebrnih tračnic, ki ga bodo še to jutro čutile nad seboj vso dolgo pot na sever. Kakor da bi nujno moral nekomu, ki se po stezi počasi dviga do železniške proge, nekaj reči v neznanem jeziku.