MONTOBBIO, Santiago (2005). El anarquista de las bengalas. Barcelona: Biblioteca íntima (March Editor); 163 pp. Así como Jorge Luis Borges creó su personalísima biblioteca en la que decidió conseguir reunir dos aspectos tan aparentemente contradictorios como son lo íntimo y lo universal a partir de una serie de libros heterogéneos, de un modo más o menos parecido apareció la Biblioteca íntima, colección a la que pertenece el libro que nos ocupa, y desde donde se apela al lector como buscador de lo poético, hecho que en nada resulta difícil al empezar a recorrer las galerías y palacios de la memoria que irán apareciendo a lo largo de los poemas que conforman los hondos y hermosos poemas de El anarquista de las bengalas. El autor del libro, Santiago Montobio, de Barcelona y licenciado en derecho y Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona, trabaja como profesor de Teoría de la Literatura en la Universidad Nacional a Distancia. Pero su dilatada carrera poética nos remonta hasta 1988, año de su primera publicación poética en la Revista de Occidente. Desde entonces, su obra poética alberga títulos como el Hospital de Inocentes (1989), Ética confirmada (1990), Tierras (1996) y Los versos del fantasma (2003). En el año 2006 Santiago Montobio consiguió quedar como finalista del premio Quijote de la Asociación Colegial de Escritores de España la obra que analizaremos a continuación. En el El anarquista de las bengalas, el conjunto de poemas se articula a través de cinco capítulos cuyos títulos ya nos están hablando de un recorrido por los temas esenciales del hombre (amor, existencia, vida, muerte, Dios...): I. Desde mi ventana oscura, II. El teólogo disidente, III. El limbo, IV. El anarquista de las bengalas, y IV. Con bastante octubre. El autor nos propone con un hermoso guiño poético desde uno de sus poemas (A quien leyere) cómo se han ido hilando cada uno de los poemas, producto de la «arrobadora capacidad para la duda» de nuestro poeta (p. 151). Y esta capacidad de dudar, de quedarse perplejo ante una realidad desafiante es lo que el poeta convierte en poesía, una poesía que salva y responde a dicho desafío, tan natural como es el vivir. Pero no estamos ante una poesía erudita ni metaliteraria: su poesía está escrita desde la vida misma, desde lo más hondo y esencial de uno mismo, ya que como ya dijo él mismo «Es sólo la vida quien nos trae las palabras, sólo ella también quien nos la quita», ya que «detrás de las palabras hay una música extraña» (p. 87) que el poeta tratará de descodificar a lo largo de sus poemas. Pero existe también en el poeta una abnegada tendencia hacia la salvación, a través de una belleza que media entre nosotros y la salvación. La variedad temática que nos ofrece Montobbio a lo largo de sus páginas van desde el amor en sus variadas formas hasta el problema existencial del tiempo, el hombre y Dios. El libro se abre con el poema «Desde mi ventana oscura» que nos deja inmerso en el clásico mito de Sísifo y cuya amargura se colará hasta el final del libro. Desde muchos de sus versos se nos propone aceptar desde el principio lo inefable, y es ésta la constante paradoja del poeta. En su discurso desnudo, el poeta cabalga hacia esa búsqueda de solución del problema existencial que quedará vertida en palabras (pp.14-15). Y todo su mundo poético surgirá de una necesidad íntima y profunda experiencia que tiene como solución final la soledad. Hay una persecución estúpida y sinsentido que el poeta no puede dejar de cantar y a la que todos los poetas/el poeta se han visto abocados a realizar. Al poeta la vida lo deshereda y al final y herido sólo le queda cantar su herencia muerta (p. 17). En