Carlos Fernando Hudson Universidad Nacional de Mar del Plata LECTURAS DE UN DESENCUENTRO: LAS FORMAS DE LA VIDA SOCIAL EN RADIOGRAFIA DE LA PAMPA DE EZEQUIEL MARTINEZ ESTRADA1 lYno ocurrira otro tanto con la democracia? iNo sera, pues, el deseo insaciable de su propio bien lo que ocasiona su perdicion? Platon, La Republica, Libro VIII Palabras clave: ensayo de interpretacion nacional, Mart^nez Estrada, historia, pol^tica 1. Introduccion Cuando nos acercamos a Radiografia de la Pampa el genero no nos parece traer di-ficultades, es un ensayo y esto nos parece natural porque esta escrito por un ensayista; si leemos cualquier entrada sobre su autor en los diccionarios biograficos, enciclopedicos o filosoficos encontramos contundentes definiciones: «escritor y ensayista Pero Mart^-nez Estrada no es solo un ensayista, su obra trascendio ampliamente el genero. Los pormenores del acceso a los c^rculos culturales portenos para el autodidacta hijo de un almacenero de provincia no nos importan aqu^, mas bien cabe recordar que su entrada en el mundo de las letras argentinas fue por la puerta grande de la poes^a y no por su ensay^stica. Bajo los auspicios de Leopoldo Lugones, la irrupcion de Mart^nez Estrada en el centro de la escena cultural del momento lo ubicaba como el sucesor natural del entonces maximo poeta nacional. Sin embargo, el mismo se fue deslizando hacia los margenes, para lo que la eleccion del genero de produccion se convertir^a en una herra-mienta determinante. El primer corte abrupto es con la publicacion, en 1932, de Radiografia de la Pampa, cuando pasa de la poes^a al ensayo; a partir de all^ transito por las letras utilizando el genero como un arma semantica mas: quiso decir ciertas cosas cuando se expreso en verso, otras cuando uso el ensayo y otras muy distintas cuando manejo el cuento, la caricatura o hasta la novela. Punto de inflexion de obra y vida, es utilizada por su autor para plantear una suerte de filosofia de la sociedad argentina, para lo que se vale de una particular lectura de la historia. Radiografia de la Pampa tiene el ritmo de un relato m^tico que tiene el objetivo de desmitificar. Historia social donde la narrativa epica de la conquista es subvertida, donde las instituciones son solo miradas de soslayo, donde los heroes no tallan sino que las Este articulo es una reformulacion del trabajo presentado para el seminario de posgrado sobre Historiografia, dic-tado por el Dr. Fernando Devoto en el marco del Doctorado en Historia (Universidad Nacional del Centro, Tandil). Agradezco su generosa y penetrante lectura, asi como tambien la calida experiencia compartida con los colegas participantes del curso durante las jornadas de lectura y debate. pasiones mas bajas de hombres comunes los llenan de frustraciones y derrotas. Aqui nos encontramos, en un largo registro descriptivo, con conquistadores conquistados, aventu-reros desenganados, pioneros detenidos; y sobre todo, con la soledad. 2. Ecos de la tierra Trapalanda, la tierra del oro, el paraiso en la tierra; America: una trampa. La de-cepcion llega a desesperar al espanol que, reo o ambicioso, habia cruzado el mar para conquistar, saquear y dominar, sufre el desengano. La quimera de la riqueza rapida se deshace, y para aquel hombre para el que robar era mas honorable que trabajar la tierra no tiene un valor propio sino como herramienta de la politica y la pertenencia. Importado de la peninsula el concepto de ciudadania ateniense, se da ciudadania al propietario sobre el que trabaja. Solamente asi, como bien inerte, la tierra yerma pasara a tener un valor: alli el propietario fantaseara proyectando construcciones futuras, ella servira como garantia hipotecaria, sera el trofeo, el botin del saqueo al indio. Cuando asuma que el baldio no es poder ni riqueza por si sola, vera que ya no tiene mas que poblar, y alli es cuando la propiedad, que ya le habia dado ciudadania, le certificara capacidad de mando. El que queda varado en America solo tiene dos opciones, considerarse elegido por Dios para algun fin excelso en la religion o la administracion» o bien trabajar para modificar ese mundo nuevo e inculto. Al tomar esa segunda opcion es cuando el europeo comienza a retroceder, a caminar para atras, a transitar el camino que lo convierte en instrumento del desierto. Sin verlo, sin planearlo, el conquistador estaba quedando atrapado por la fuerza mas lenta pero infinitamente mas grande de la naturaleza».2 Esta es la logica principal del libro: la avasallante soberbia de la voluntad del hombre que hace pie, usa, domina y transforma hasta reconocerse en su derrota, perpleja buscando cuando comenzo a estar dominada por poderes antiguos e inmoviles, estupefacta viendo que todo habia comen-zado a su propia llegada. A partir de ese concepto la logica argumentativa se repite mientras los participantes se suceden. Cuando la naturaleza ensena al europeo a labrar otra riqueza, al conquistador lo sigue el colono, con las mismas premisas, aunque mas sordido, esperando me-nos», y con el mismo destino. Busca dinero, busca poseer; mira su relacion con el medio igual que el conquistador: busca el botin. Igual que su predecesor, evito fijarse a un sitio, siguiendo al ganado cimarron, fuente de su riqueza. Esa misma riqueza envilece al colo-no, lo barbariza. En lugar de ostentar sus hectareas y su hacienda, las esconde, avaro y poniendo cara de distraido. Martinez Estrada describe una metamorfosis del colono hacia el pioneer norteamericano que describe Turner, incluso utilizando sin traducir el termino, pero en un sentido inverso: enriquecido por la buena cosecha y embrutecido por la intem-perie, se abre camino por la ciudad como avanzada de la barbarie, va introduciendo los valores del tosco en la civilizacion. Los mas no hacian fortuna. El mito roto de la riqueza facil los habia descorazonado. Repetirian la condicion del conquistador pobre «^ en su Todas las referencias del articulo pertenecen al texto analizado, Radiografia de la Pampa de Ezequiel Martinez Estrada, por la edicion de Losada, Buenos Aires, 1991. haren de indias inmundas». Pasarian a ser Instrumentes del desierto. Un rancho con algu-nas cabezas en una tierra arrendada serian su deseo dorado. Porque la tierra tenia el tesoro escondido de la tierra baldia: la fecundidad. La primera, la mas evidente, la tenia el salvaje. Arrebatarle el ganado al indio era mas facil que criarlo. El consorcio con el indio se sellaria desde el arribo mismo del espanol, cuando ambos se promiscuaran en su mutua soledad. A traves de esa dialectica, el blanco deven-dria en ganadero. Este camino es el que describe el autor como la victoria de la tierra vencida. El medio fisico habia impuesto sus condiciones al conquistador. El hijo de la Europa del siglo XVI se habia obligado a someterse a la industria del primitivo y habia pasado a proveer al suelo europeo del que se habia alejado. Los que mas rapido se habian sometido eran los que tenian razon; y, si la labranza habia repugnado al espanol por idiosincrasia desde la peninsula, sobre el caballo sentiria la libertad y daria fisonomia a la Argentina pecuaria. El descendiente de ese hombre vencido seria la denuncia de su derrota. El mestizo, mas indio que espanol, permaneceria mas cerca de la naturaleza que de la civilizacion. Producto de una humillacion original, era el hijo bastardo de los senores con las indias. La situacion de la mujer es otro tema recurrente en nuestra obra: un botin mas de ese afan de conquista, la mujer salvaje seria tratada como una posesion mas dentro de la cosmo-vision del blanco. Silenciosa en su rol de hembra cuando juguete nocturno del blanco, de dia quedaba relegada a los trabajos pesados y la cria. La mancebia y la prostitucion no son tratados por Martinez Estrada solo como un problema social, son, ante todo, una aberracion cultural. Degradadas, con menos de humanas que de bestias, sus destinos con el europeo eran secuencias de violentos raptos, cautiverios en todo iguales a la esclavitud hasta que el hartazgo del blanco terminaba en repudio. Abandonadas con sus proles, la vuelta a las tolderias les reservaba el escarnio y la muerte. Pero, repitiendo la misma logica, la mujer tambien humillaria al varon. Siguiendo a los ejercitos, fue tropa, lo curo y asistio; condiciono la libertad del soldado, lo obligo a postergar, por el calor de lo urgente, las ansias de conquista desmesurada; lo incito a conformarse con mezquindades, desvio la angurria hacia las visceras y lo convirtio en un ave de rapina. Se convirtio en una pesada mochila para cargar. No podia ser sino bastarda esta union, ya que nada podia establecerse entre el blanco y el indio. «Entre el poderoso y el oprimido no hay pactos duraderos; una parte puede cumplir o relevarse del compromiso; la otra, esta sometida por su propia inferioridad.» Solo el recelo seria, con el tiempo la herramienta que protegeria al indio; la suspicacia seria la reaccion natural de la victima del engano; el rencor vivido, la del debil herido a traicion. Animalizado desde su sangre, el mestizo preservaria las cicatrices de los golpes de sus abuelos, de la humillacion de su madre. Se repetiria hacia los hijos bastardos del blanco el desprecio que se habia instalado por los indios: se los consideraria espanoles, pero se los excluiria de las prebendas y los puestos, solo podrian caminar erguidos cuando fueran la carne de los ejercitos conquistadores, cuando la desheredad fuera definitiva y se vieran como salvajes asolando, en nombre del opresor a sus iguales. Es este el sustrato que hace que nuestro autor vea como la independencia, tesis de doctores de la capital, desatar^a las ataduras de la bravura, como toda esa furia contenida conducir^a al salvajismo y la anarqu^a. Lo que hab^a empezado como un debate por la renta del puerto y por la administracion despierta en el mestizaje la conciencia de esa in-ferioridad a que estaba sometido; tan sometido estaba que no es la independencia un tema que interese en el campo, sino que all^ se desborda la puerta que abrieran desde la ciudad. La tesis triunfar^a sobre la realidad recien en 1853. Y la realidad ofrec^a otro panorama, muy diverso. Las pampas no eran desiertos, pero tampoco eran estados; all^ no hay gobiernos, lo mas parecido es la autoridad, que se cuenta segun el grueso de los ejercitos, y es mudable. El caudillo, mas parecido al bandido que al senor feudal, es la carnadura de esa realidad mientras que, a la vez, es otro derrotado por el medio: en lugar de generales que impongan su ley entre la turba, la autoridad la ejercen caudillos que asumen la ley de la turba. Y la ley se impone a punta de cuchillo. La herramienta de faena ganadera se convierte en el instrumento de la pol^tica. Cita Mart^nez Estrada a Mansilla: «Los unitarios mandaban castrar, los federales degollaban.» En todo caso otra vez el medio se impone cuando la practica del trabajo diario se convierte en la de la guerra: «De la nueva esclavitud podr^a erigirse como s^mbolo, la espada con que gano su pan y la herramienta con que salvo su vida.» 3. Pioneros de la tierra Es constante en adelante la repeticion del mecanismo que hasta aqu^ venimos rela-tando. Radiografia de lapampa retoma la descripcion de los medios f^sicos y su inciden-cia en los habitantes, aunque, a medida que avanza en el tiempo, la apelacion a la herencia es una de las claves argumentales principales. Por eso es que cuando cambia la escala, la estructura es la misma. Todos los relatos provienen de aquella humillacion original de la mujer aborigen raptada, esclavizada y repudiada que, victoriosa al fin por su fertilidad como la de las pampas, posterga su venganza hacia la posteridad. El poblador de las pampas har^a brotar la barbarie desde su sangre hacia la sociedad toda; su rasgo ps^quico, como el de la sociedad que configurar^a ser^a la soledad. Porque la soledad es el rasgo fisico de la pampa. La nada solo se corta por algun ombu, solitario y que solo da sombra. Desde la verde l^nea del horizonte, diminuto en perspectiva, surge un pueblo entre la soledad que solo sirve para avituallar a los campe-sinos. Es, seguramente, igual al pueblo anterior y al proximo que el caminante encuentre. La rutina hace que parezca una tumba para los vivos, muy parecida a la tumba de los muertos. F^sicamente todas las ciudades se parecen a Buenos Aires, pero mas chico y mas viejo, aun si cincuenta anos es demasiada edad para muchas de ellas. Cada una tiene su sociedad: aristocratas de abolengo, que tienen fincas, participan de la pol^tica, las calles y los edificios llevan sus nombres y miran con respeto a la plebe que no los respeta ni los envidia. En esos lugares la inteligencia solo puede ser un estorbo, el unico camino que le queda es el de la migracion hacia la metropoli. En estos pueblos, donde los pionners por eleccion o por renuncia decidieron hacer alto, la sociabilidad se juega en un movimiento pendular que va desde la proteccion de la propia privacidad hacia la invasion de la ajena. Inquiere con amortiguada curiosidad pero elude la pregunta. El guapo es el personaje caracter^stico de estos lugares, la sole-dad vuelve a ser el patron. Unigenito del gaucho malo, una logica masculina gobierna su persona. Fuera de la corriente, el sentido gregario de la vida es algo desconocido para el, es una fuerza del campo que circula por los pueblos chicos. Solitario, sus ha-zanas no son premeditadas ni pretenden dejar huella: toda su masculinidad desborda de su cuerpo y alivia sus impulsos por medio del arrebato, a la saciedad tampoco la conoce, como no conoce a la necesidad. As^, pobre como es, dispone de credito del que no abusa y, eventualmente, regentea una mujer a la que no cobra en especie, solo cubre los vicios. Su maldad es estado de naturaleza y su valor entrana una condicion de virilidad. Para Mart^nez Estrada estos personajes son exponentes del tipo de sociedad del que surgen. El guapo es el elemento antisocial en una sociedad mal constituida o constituida con descontento. Representa los sentimientos reprimidos de esa sociedad, y eso es lo que hace que se llegue a tolerar con cierta simpat^a a estos profugos que no son perseguidos. No alardea de sus muertos ni llega a burocratizar el temor que genera como s^ llegan a hacerlo en las ciudades los compadres; sin embargo, los poderes locales no lo persiguen, no dejan de ser funcionales y eventualmente utiles. El ganado ha sido tambien el hacedor de fortunas. Pero nada de lo que logra el habi-tante de la pampa lo satisface. A medida que acumula dinero, honores, reconocimiento ^ sigue una parte de su deseo inmersa en el vac^o; solo la acumulacion, la multiplicacion de lo que s^ esta a su alcance podra atemperar ese vac^o, nunca llenarlo porque el migrante llega sin pasado, pero tambien sin destino, y el destino no se llena con dinero. A la so-ledad de estas inhospitas regiones, solo se llega de la nada, y lo que se logra se vuelve un cepo que fija al hombre a la pampa. Solo la pol^tica tiene aqu^ su sentido total y vital, inflama los animos y libera la bestia embozada. La violencia es algo cotidiano solo de esta manera se la puede encauzar y darle un sentido: las rivalidades pueden ser asperas, pero por rivalidad se obtienen logros que la solidaridad nunca alcanzar^a. A medida que nos alejamos del centro, estos mundos cobran mas autonom^a, y tam-bien la soledad. En la Patagonia, zona inhospita, el hombre, de asentamiento mas recien-te, desata con mayor furia su barbarie y se apega mas fervientemente a los vicios. La pobreza aislada es doble pobreza. La tierra y su fertilidad fue tambien el centro de la historia de las pampas para nues-tro autor. El ganado fue el tendon de las guerras civiles, el esqueleto de la nacion y la pie-dra de escandalo de las gestiones. La lectura del manejo de los gobiernos como el manejo de estancias no es novedosa, pero hacer de la historia argentina una historia de las vacas resulta un hilarante ejemplo para pensar esa lectura: los tratados se han pagado con vacas, por vacas se combatio al indio y por las vacas se corrio la frontera. Una sociedad en torno a esos animales reproduc^a la practica del rebano. El caudillo se convert^a en una suerte de l^der m^stico, y su capacidad para conducir a los ejercitos de pastores hacia el mana del ganado pasaba a ser una de sus mejores virtudes. Las herramientas para estos fines eran el baquiano y el rastreador; con mas de rabdomante el primero y mas de detective el segundo, fueron los canales de las victorias de los ejercitos y en sus manos se deposito la fortuna de mas de un general. Solo mediante el derramamiento de sangre y el saqueo se alcanzaria la conciencia nacional. Las levas de gauchos en chiripa fueron hechas a punta de bayoneta. A veces con un simple distintivo, a falta de uniforme, se iban identificando como miembros de un mismo grupo. Como el verdadero combate es en los campos, al hombre de iniciativa solo le quedaba el camino de las armas, por ello es que las milicias se nutrieron de los hombres mejor preparados. «Los ejercitos suramericanos se formaron antes que el pueblo suramericano [^]» Para Martinez Estrada, la intromision de los ejercitos en el gobierno no es tanto un acto de fuerza del ejercito sino de debilidad de los gobiernos: «[^] solo hay que levantar la pelicula civica para que aflore el armazon metalico de la estructura militar.» Es esta debilidad cronica de la civilidad el pecado original de las revoluciones latinoamericanas. 4. Arte, fiesta, poli'tica En esta hipotesis nos encontramos con uno de los meollos de Radiografia de la Pampa. Martinez Estrada se oponia con conviccion al golpe de estado de 1930, y el libro surge de las cavilaciones que este proceso produjo en su autor. Vemos entonces como el profundo analisis de un espacio, de una cultura, de una sociedad, se vuelca tambien hacia la politica. Damos sentido ahora a esta vocacion por clasificar y caracterizar a los personajes de las pampas, de los pueblos, de las ciudades. «Desde donde concluye el guapo hasta donde comienza el guarango, hay la octava del compadre.» Saltan a la vista las raices que nuestro autor halla en este personaje: ya lo ha leido en Hudson, hecho un mozuelo que baja al rio a desafiar a las lavanderas. Es pobre, pero por linaje debe mantenerse asi para mantener su razon de ser; no es antisocial, tal vez solo haya falta de coordinacion entre los tiempos de este individuo y los de la sociedad. Sin una lectura pormenorizada, capta el destiempo en que se mueve, y busca aparejarse con la vanguardia de la sociedad mientras atrae a si, con cierta pose indolente, lo que necesita del mundo exterior. Otro elemento inmovil en esta caracterizacion de la sociedad, es aquello que nuestro autor denomina fuerzas psiquicas: amor, fe, idioma. Aqui tambien aparece clara la tan mentada filosofia de la historia argentina que se atribuye a Radiografia de la Pampa. No existe aqui solucion de continuidad entre 1830 y 1930: la unidad de estilo de un pueblo, el hueso, la unidad del relato superficial de los episodios esta dada por la inmanencia de estas cuestiones abstractas. Y la inmanencia esta dada por la perdida, en Trapalanda, del significado original de las cosas. El progreso aqui no existe, mas alla del telegrafo o el ferrocarril, no son los nuevos tiempos una etapa superior a los anteriores. «La grandeza o decadencia de un pueblo cuentan por otros datos que por la expansion mecanica de la riqueza.» El crecimiento desproporcionado de Buenos Aires en detrimento del resto del pais no significa solo un problema de planificacion urbana, es un problema moral porque hace dependiente, pobre y lejano el resto del pais. Civilizacion no es la acumulacion material sino la utilizacion de los bienes, y la civilizacion no alcanza las afueras de la capital porque es una condicion necesaria para su preponderancia. Las formas politicas de la rivalidad y la asonada han sido las herramientas de esa preponderancia, la herramienta de sometimiento ha sido el ejercito; es logico entonces que esas formas politicas se ex-tiendan, una vez mas desde la barbarie, hasta el gobierno nacional. Si en todo el pais la unica autoridad y expresion de orden son los generales por que escaparia la capital a tales logicas. Nada se consolida en America como se supone que era un principio, no el amor, no la fe; en fin, el idioma tampoco. El sentimiento del romance, la virtud de folletin nunca exis-tio aqui; en lugar de ello, la sumision de la mujer maltratada, vejada, juguete nocturno del conquistador en la humillacion originaria, es una solapada forma de venganza. El dogma de la unica, catolica y apostolica Iglesia romana tambien llego con orgullo para impo-nerse, pero en lugar de ello solo se encontro con su descomposicion, su deformacion, su adaptacion a un idioma barbaro de seres semidesnudos de alma dudosa; solo podria, asi, repetirse hasta el paroxismo la imponencia de las formas externas del rito y las manifes-taciones fisicas del culto; templos magnificos atesorarian riquezas exorbitantes que solo servirian para atraer saqueadores, ningun responso podria hallar alli el alma triste. Sor-prende el caso del lenguaje: si cada region de Europa genero su lengua acorde a su paisaje y sus costumbres, si el conquistador trajo sustantivos que requirieron analogias muchas veces forzadas para adaptarse a lo que encontro, resulta curiosa la relativa integridad que llego a conservar el idioma en regiones tan apartadas y diversas; sin embargo multitud de giros han muerto bajo el peso del desuso. Por lo demas, para Martinez Estrada, el lenguaje no es un instrumento de la razon sino un organo del sentimiento: no se habla segun se piensa sino segun se siente, y los estilo si que se adaptan al medio; en esta linea, el hablar tosco y rudo es una consecuencia de la tosquedad y rudeza de la vida. Es, ademas, una expresion del resentimiento, una forma de resistencia, otro arma parricida. Cuando la independencia, dejo de existir la dualidad entre Espana y las colonias y fue reemplazada por otra: Buenos Aires y el interior. Argiropolis se debatiria en adelante entre quedar fuera de todos los pactos o incluir dentro de si al resto del territorio. A partir de la resolucion de esta disyuntiva la politica nacional seria tratada como si fuera politica municipal, y como si se tratara de un caserio rodeado de algunos terrenos baldios que tratados en conjunto se llamarian interior, y uno por uno seria tratados como provincias. Por su parte, las provincias han tratado a la capital como una metropoli, con objetivos nacionales distintos y hasta opuestos. Terminadas las guerras de emancipacion, en Buenos Aires se refugiaron los residuos de la reaccion, y establecieron con las provincias una distancia que no se mide en millas pero que resulta mas contundente, mas absoluta: la que separa al centro de la periferia. A partir de alli, Europa paso a estar mas cerca de Argiropolis que cualquier pueblo del interior, y la ciudad se parecio cada vez mas a cualquier gran capital: rica, cosmopolita y con un destino promisorio, como Paris o New York. Sin embargo, en el llano de sus calles, en su sangre y su estilo, se parece mas a cualquier pueblo olvidado de San Luis, Jujuy o Catamarca; «es la capital federal de la Republica Argentina». La poblacion se amontona en aquel paisaje monotono, aquella pampa edificada don-de el techo es igual al piso, aquella ciudad que, como cualquier curso de agua, transita desde el corazon de la planicie hacia el Atlantico. Entrar en una casa, atravesar una puer-ta, es trasladase de un mundo a otro, donde lo diverso cobra vida. Porque el propietario de un casa pasa a ser un ente juridico que alquila o desaloja segun le viene en conveniencia. El impetu rentistico hace que el que alquila habitaciones tenga trabajando para si a tantas familias como inquilinos, a los que desprecia por igual, individualmente. Porque alli no hay comunidad sino suma de individuos, celosos de su privacidad todos, invasores de la ajena cada uno. Asi es la relacion entre las construcciones: no hay orden, no hay logica ni gusto general. Cada casa, sola; cada edificio se ha construido como si fuera el unico; en lo unico que concuerdan es en que todas las construcciones ahorran luz y aire, maximizan el espacio, siguen intentando vencer a la naturaleza; cada peso trabajado se convierte en un ladrillo para levantar un piso mas sobre el techo, hasta los adornos parecen un desafio; cada casa se parece mas a su propietario que al resto de la ciudad. Los suburbios no aparecen como idea romantica o vestigios de un pasado mejor. El concepto de «ciudad indiana» sorprende por lo grafico. Es la ciudad irregular y levantisca que aparece flotante por los bordes. Las casas pobres, se disponen como lugares de paso; no se adornan, porque puede ser repentina la decision de abandonarla, la estrechez no permite pensar en nada superfluo ya vida relajada no se percibe por el exterior de una casa: todo es producto del esfuerzo. Sin embargo, la conducta sigue siendo la de una aldea, una gran aldea. Aun con pobladores de a millones, volvemos a encontrar las pampas entre los adoquines. El ofici-nista se ve impugnado por su condicion, y no existe limite entre lo civilizado y lo barbaro. El guarango es un exponente de los arrabales, pero transita por las calles del centro de la ciudad; inimputable, representa su farsa agresiva sin poner el propio cuerpo como ga-rantia; solo la tolerancia de los que han aprendido a no tomarlo en serio le permite seguir transitando por las sacrosantas cuadras de la calle Florida. Y he aqui la excepcion. La calle Florida es para Martinez Estrada el lugar de la sinte-sis. En rigor de verdad no es una calle, es un estado de animo. Es el microcosmos donde se mezclan el rico y el pobre, donde siempre es domingo y donde el hombre se olvida de su condicion para extrapolarse mas alla. Alli se aborrece la palabra sincera, solo vale es-pecular; y se genera el clima para trascender en la creatividad y el pensamiento, donde se forman las utopias de las que algo al fin quedara. Solo salir de Florida hara al pobre con-ciente de que su color era producto del maquillaje; solo se recordara de como era cuando vuelva a la pobreza de su pieza y vuelva a encontrarse frente a frente con su propia vida. Ni siquiera la noche ofrece en Buenos Aires esas posibilidades. Mientras los cuerpos cansados se restauran en el sueno, de las sombras emergen las almas pecadoras que con gesto adusto van a amontonarse en los cafes o los cabarets. Alli se baila y se bebe sin diversion, como se podria estar haciendo otras cosas. Las mujeres hacen de cortesanas sin gusto, y no lo ocultan; al bailar se muestran distantes, como pensando en un tiempo preterito y mas feliz, como los personajes de las letras de algun tango. Los jovenes no parecen divertirse, se mueven como si vertieran un dejo de desprecio moral por esos lu- gares, de los que no se reconocen como participes. El que se embriaga se vuelve tacitumo o hasta agresivo y hasta el que esta alegre tiene una «alegria de cabaret», una alegria triste. El lugar donde el porteno va a divertirse no lo divierte. Como el tango el cabaret es triste. Como el tango en letra, musica y baile. La danza raya en su opuesto cuando se trata del tango. Movimiento solo de la cadera hacia abajo, la rigidez del torso es la expresion de lo rutinario. Nacida como una musica suburbana, lasciva y clandestina, al imponerse perdio su expresion. Si tiene un efecto narcotico, de ensonacion, que subyace al movimiento copulativo mecanico y lejano en que se va perdiendo el cuerpo. Cuando la musica termina, solo queda en la mujer el vaho del pecado, el nebuloso resabio de los movimientos que vuelve, viscoso, a hacerse eco de la momentanea entrega que la acaba de humillar. Invierte Martinez Estrada cuando piensa la fiesta de lo invertido: «El carnaval es la fiesta de nuestra tristeza.» Como un tratamiento psicoanalitico, cualquier pretexto sirve para que se desaten las pasiones del bajo pueblo en las calles y se desaten la guarangada y los vitores, pero sin verdadera alegria. El gozo no se quiere mostrar desnudo, y hasta se aleja de cualquier conexion con los placeres sexuales. La alegria que estalla es cruel, desesperada, hostil, sombria. Es una represalia a la seriedad de los asuntos cotidianos, al tono gris de los graves problemas corrientes, es por eso que se expresa como una ven-ganza, a modo de estallido. Entonces los colores del disfraz se mezclan con los humores del alcohol para paliar intrinsecas necesidades de lujuria y alegria. Junto con el teatro, el carnaval hace triunfar las fuerzas sometidas de la ociedad: ocio, locura, regocijo, disparate, sensualidad; ponen sobre las tablas o las calles aquello que pudo ser y no fue. El pueblo busca invertir, aunque sea por un momento, aunque sea en la ficcion del teatro o del desfile el destino esquivo que le toco en suerte; la serpentina se tira con la punteria de la pedrada. Como forma mas cotidiana de escapar de los pesares de la vida cotidiana, nuestro autor menciona mas que a la alegria, a la ensonacion. Son los momentos en que las gentes despegan de su humanidad y pasan a una irrealidad patente. El espacio de la diversion no divierte, distrae, y transporta a los individuos a otras dimensiones. Como los cabarets o el tango, lleva a lugares de ensueno el hipodromo. Alli se condena el hombre que no puede sofocar sus fuerzas interiores por otros caminos mas meritorios; se transporta a la posibi-lidad, cabeza a cabeza, de deshacerse de sus penas en una fantasia de libertad y romantica alcurnia. Solo cuando terminan las carreras volvera a su mundo, pero no sin el eco de la llanura golpeando su espiritu en el sonido del galope de un caballo. Para el hijo del inmigrante la llanura no significa lo mismo, y el hombre de a pie prefiere el otro circo moderno: la cancha de futbol. El honor tribal y de barrio se pone en juego al tomar partido por uno u otro equipo. La faceta estetica del hombre que ordena su vida segun la jornada laboral se canaliza por el juego del balon; no se practica como ejercicio sino como juego. La capacidad de pensar y hacer a la vez revela en los estadios la indole y la tecnica de las grandes masas. «El deporte ha tomado en cada pais la pecu-liaridad del alma colectiva. Entre nosotros el futbol es el sur contra el norte.» Si podemos describir las formas de la ciudad y las altemativas del comportamiento social de sus pobladores, llegaremos a lo que Martinez Estrada define como sus dioses. «Toda manifestacion colectiva de potencia es de cariz politico.» Repleta como esta la politica de ideas sin madurar, por anhelos ilegitimos; aunque tambien por una in-consciente sed de justicia y de fe [^]» acumula energias que se perderian en el vacio o en la accion destructora. Como no existe un marco social claramente estructurado donde volcar el sentido de su accion, se reviste a esa dinamica del instinto colectivo de un aura magica donde se superponen las potencias misteriosas y arbitrarias de la voluntad. El que puede descifrar las dosis de conciencia civica en estado embrionario y puede violentar el orden de las cosas disimulando tal violencia tiene las dotes del curandero y se yergue en conductor. Ningun beneficiado (por un empleo o una concesion) podria reconocer del todo el favor, porque mas lejos de lo que puede ver se encuentra el padre desconocido del logro, el politico hace de comadrona, en una actividad subrepticia y profesional. El punto de partida es el comite, que tomara sus adeptos del club, la asociacion, el cenaculo o de cualquier otra comunidad corporativa. Les proveera de una fuerza magica que los orientara y que no habian podido adquirir en el arte, la religion, la profesion o las aulas. La nueva forma les brindara tambien un nombre y un lider, y un otro. El politico hara los pases de magia en forma de promesas ambiguas, sacara provecho de lo que ig-nora y abusara de lo que sabe. Tendra olvidos deliberados, pero podra ostentar cifras y nombres cuando lo requiera. Su apariencia de truhan puede llevar a alguno a pensar que puede ser presa facil, pero ahi, en esa imagen debil esta su fortaleza. Concretamente, nuestro autor define: «Nadie ha encarnado mejor que Yrigoyen la voluntad de la masa anonima.» Solo podia caer el yirigoyenismo a manos de sus segui-dores, solo de su propio vientre podia surgir el parricida porque se fue abriendo como los brazos de un delta entre los que gobernaban para las mayorias y los que lo hacian para las minorias. Acabada expresion de la conciencia y voluntad de su pueblo, solo podia caer Yrigoyen como el hijo sacrificado en la cruz: negado tres veces. Si los dioses de la ciudad estan en la politica, el alma esta en el arte. La inteligencia de las llanuras tiene como destino la persecucion y el hostigamiento, su unica salida es la ciudad. Alli las divinidades de la politica domesticaran al espiritu libre ofreciendole la subsistencia por solo dos postores: el periodismo o la administracion publica. Dia-rios, universidades y salones se encadenan en un circulo de reciprocos intereses que impediran que el artista pueda disfrutar de su obra. Solo puede ser peor no tener que comer. La madeja de los miedos se enreda, involuntaria, como una fuerza vital y social. Todo lo que se mueve sobre la tierra inerme de las pampas es inseguro, y minimizar riesgos es la ocupacion principal del habitante de estas tierras. De ahi las ciudades, de ahi las opciones, de ahi los negocios; inclusive los precios de la propiedad van fluctuando de acuerdo a un estado de animo colectivo. Existe una supervaloracion de lo propio conse-guido con riesgo, de lo conseguido por la tangente de los miedos, tiene el plusvalor de la suerte; no se ha conseguido con trabajo y talento, se ha conseguido con habilidad y algo mas: la semilla de la cultura rentistica y especulativa. 5. Coda final En la transfiguracion de las cosas que presenta Radiografia de la Pampa, deciamos, nada es lo que dice ser, o no solo. Las formas de la vida social se deforman, pero no como si fuese su destino deformarse, sino como si nunca hubieran sido para ser lo que eran. No talla aqui ninguna fuerza mistica: tan solo el dolo que prima sobre el derecho y la razon. Es el mismo dolo para las pequenas miserias como para los grandes proyectos que se multiplican en pequenos proyectos, pequenamente dolosos. Son los lugares comunes de las ideas diafanas los que proveeran alguna suerte de base solida desde donde comenzar. Mientras que la dramatica busqueda de estabilidad e identidad se generaliza, infructuosa, a todos los aspectos de la vida. Llevar al plano de la conciencia la dualidad originaria de los argentinos es el desafio que proponia Martinez Estrada en 1932. Asumir que civiliza-cion y barbarie son lo mismo podia ser un punto de partida entonces; hoy no es siquiera un punto de llegada. BIBLIOGRAFIA Altamirano, C., Sarlo, B. (1983): «Martinez Estrada: de la critica a 'Martin Fierro' al ensayo sobre el ser nacional». En: Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia. Buenos Aires: Cedal, 117-125. 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En: Cuadernos Americanos, 6, 154-172. DVOJNO BRANJE NEKEGA NESOGLASJA: OBLIKE DRUŽBENEGA ŽIVLJENJA V RENTGENU PAMPE EZEQUIELA MARTINEZA ESTRADE Ključne besede: esej o nacionalni interpretaciji, Martinez Estrada, zgodovina, politika Avtor v članku razčlenjuje konceptualna jedra eseja Radiografia de laPampa [Rentgen Pampe] Ezequiela Martineza Estrade, prvič objavljenega leta 1933. Besedilo je sestavni del skupine esejev, ki interpretirajo nacionalne teme in temeljijo na delu Facundo o civilizacion y barbarie en las pampas argentinas [Facundo ali civilizacija in barbarstvo v argentinskih pampah] Dominga Faustina Sarmienta. Martinez Estrada ponovno prehodi zgodovino domovine od začetkov do sodobnosti in ob tem presoja epistemološke kategorije, na katerih se je gradila ta zgodovina. Še posebej se posveti znameniti Sarmientovi formuli civilizacija/barbarstvo in predlaga svoj, morda obroben pogled na odnose med zemljo, socialnimi tipi, ki jih ta ustvari, družbo in teritorijem. Tako se v Rentgenu Pampe soočimo z dvojnim branjem - branjem zgodovine in branjem pojmovanja in interpretiranja te zgodovine.