279 Diógenes Fajardo Valenzuela DOI: 10.4312/linguistica.62.1-2.279-296 Universidad Nacional de Colombia dfajardov@unal.edu.co LA NOVELIZACIÓN DE LA HISTORIA COLOMBIANA HECHA POR GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ No es casualidad que el libro de Antonio Caballero, Historia de Colombia y sus oligar- quías, traiga un epígrafe tomado de La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada (1972) de García Márquez que «pinta bien lo que han sido las relaciones de este país con sus clases dominantes en estos largos cinco siglos. Como dice la abuela: toda la vida» (Caballero 2018: 11). Como buen caricaturista, Caballero encuentra en estos dos personajes la mejor representación de la historia de Colombia. La abuela es la encarnación de las oligarquías que han gobernado el país durante toda su vida y la cándida Eréndira es la imagen perfecta de los incautos que, a pesar de las injusticias, no tienen el valor suficiente para rebelarse y quitar de sus cuerpos el yugo al cual han estado sujetos durante toda la historia 1 . Aquí, me interesa resaltar, por una parte, cómo el texto de Caballero que se autocalifica como perteneciente a «los libros serios de historia» acude al discurso ficcional para sintetizar lo histórico y cómo el crea- dor de ficciones artísticas se vale de la historia para la creación de mundos posibles los cuales, por definición, son productos de la imaginación que no se pueden entender sin una relación concreta con la realidad histórica. Es claro que «el pacto entre el autor y el lector de ficción descansa en la doble convención de suspender la espera de cualquier descripción de una realidad extralingüística y, en contrapunto, mantener el interés del lector» (Ricœur 2004: 361). No obstante, al mismo tiempo, es preciso afirmar que la vinculación indirecta del discurso ficticio con la realidad es innegable y hace parte de ese mismo pacto de lectura. En palabras de García Márquez, «la imaginación es una facultad especial que tienen los artistas para crear una realidad nueva a partir de la realidad en que viven. Que por lo demás es la única creación artística que me parece válida» (GGM 1984: 174). 1 Como un número casi infinito de creación de sentidos a partir de la lectura de una obra literaria, las figuras de Eréndira y la abuela han tenido muchísimas interpretaciones. Para Benítez Rojo, Eréndira puede leerse «como una alegoría de la literatura caribeña o latinoamericana, puesto que expresa simbólicamente su paradoja y su especificidad. La liberación del control represivo de la fálica Abuela Europa, remite a dos órdenes referenciales: uno constituido por el despertar del ego y de la conciencia individual, lo cual hablaría de la madurez de nuestra literatura y de la conciencia de sí misma que ha tomado en años recientes; otro constituido por la resistencia al dominio del logocen - trismo y falocentrismo europeos» (Benítez 1995: 126). Todas estas construcciones interpretativas de los lectores fueron consideradas por el autor Gabriel García Márquez como perlas de los malos maestros con las cuales pervierten a los niños. Él recogía como mala lectura la que ve en «la abuela desalmada gorda y voraz un símbolo del capitalismo» (García Márquez 1981: 1). Linguistica_2022_2_FINAL.indd 279 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 279 5. 01. 2023 07:29:29 5. 01. 2023 07:29:29 280 Los trabajos críticos en torno a la obra de García Márquez han comprobado rei- teradamente dos aspectos que valen la pena destacar. Uno de ellos corresponde al papel de la realidad histórica y social como referente de los mundos ficticios creados por el autor. El otro alude a la intención explícita del escritor por propiciar una se - gunda oportunidad para intentar construir un proyecto de nación más incluyente, en el que el otro no esté fatalmente condenado a la destrucción violenta 2 . Este último aspecto se destaca, en la medida en que, en la historia de la construcción de nuestro país, uno de los pilares fundacionales ha sido la exclusión cultural y la constante re - sistencia a aceptar al otro. Esto se puede evidenciar desde el primer encuentro de los conquistadores españoles recién llegados con los nativos ancestrales de estas tierras colombianas hasta la confrontación entre quienes se autodenominan «gente de bien» y todos los demás que –por definición– son «los malos» 3 . Lo curioso es que a una gran mayoría de colombianos les parece acertada e, incluso, útil esta dicotomía. Lejos de construir una noción del «otro», aligeran la tarea de la manera más fácil: lo anulan, lo prejuzgan y lo encasillan tildándolo de infiel, hechicero, diabólico, comunista, etc. Ahora bien, el objetivo de este ensayo es establecer la relación entre dos textos recientes que sintetizan la historia de Colombia (Historia de Colombia y sus oli- garquías [2018] de Antonio Caballero e Historia mínima de Colombia [2017] de Jorge Orlando Melo) y la creación literaria del autor cataquero, para así destacar la aguda visión que el escritor tenía de la realidad social y política colombiana del siglo xx , la cual se ve reflejada en toda su obra. He tomado estas obras históricas porque representan dos formas completamente diferentes de acercarse a la historia nacional, la una mediante el humor cáustico del periodista informado, la visión del caricaturista, la opinión del librepensador; la otra por ser la síntesis del trabajo historiográfico, sensu strictu, de la «nueva historia» que pretende dar a conocer los procesos históricos al gran público para que no se limite a quienes se dedican académicamente a su estudio. En común tienen el anhelo de contribuir a allanar el camino a la paz en los años en que se desarrollaban los diálogos con los grupos gue - rrilleros. Estos dos textos históricos, sin duda alguna, permitirán comprobar que, como paciente alfarero de la palabra, el creador del universo macondiano parte de 2 A modo de ilustración, señalaría entre los clásicos el estudio de Ángel Rama, Edificación de un arte nacional y popular (1991), y el estudio de Elizabeth Montes sobre «La subversión del proyecto de nación en Cien años de soledad» entre los más recientes. En este último se insiste en que «solamente cuando se acepte al Otro lograremos construir una nación pluricultural que respete las diferencias. Solo entonces tendremos ‘una segunda oportunidad sobre la tierra’, será posible la paz y la concordia, y se asegurará el futuro para las generaciones venideras» (Montes 2020: 149). 3 En una nota periodística de El Heraldo, Marcela García Caballero (2018) sintetiza en pocas palabras lo que se quiere decir cuando se emplea ‘gente bien’ o ‘gente de bien’: «Por lo general, cuando alguien separa a los ‘bien’ de los no ‘tan bien’, significa que aquellas personas tienen un ‘buen’ apellido, vienen de un ‘buen’ colegio (casi siempre bilingüe, privado y caro), están ‘bien’ vestidas, hacen parte del ‘buen’ club, dicen lo que suena ‘bien’ y se rodean con otra gente igual o más ‘bien’ que ellas. Básicamente, la gente de ‘bien’ es de ‘bien’ porque por alguna razón cósmica nacieron en cuna de oro, cuna de privilegios y de estratos altos». Linguistica_2022_2_FINAL.indd 280 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 280 5. 01. 2023 07:29:29 5. 01. 2023 07:29:29 281 la más cruda realidad histórica del pueblo colombiano para la creación artística de todo su universo narrativo. La gran mayoría de lectores fuera de Colombia, en primera instancia, se aproxi - man a las obras de creación del Nobel de literatura (1982) y, posteriormente, a me - dida que profundizan en sus escritos, van estableciendo los puentes necesarios para unir el espacio de lo literario con el de lo histórico. En ese sentido, hace un tiempo constaté, con cierto asombro, que una obra que, para el lector colombiano, estaba asociada más a una crónica periodística, para el lector foráneo era considerada como un discurso novelístico. Por supuesto, me refiero a Noticia de un secuestro (1996), la excelente crónica periodística de García Márquez sobre el «secuestro colectivo de diez personas muy bien escogidas, y ejecutado por una misma empresa con una misma y única finalidad» (GGM 1996: 7). Se ha dicho que novela es todo texto que explícitamente señale que se trata de este género. En la edición príncipe de Noticia de un secuestro, esa palabra tipológica no aparece por ninguna parte. El investigador Jesús Miguel Delgado del Águila parte de la premisa de que se trata de una variante del género novelístico ceñida a una línea monotemática que prueba la ausencia de un estado-nación 4 . En el fondo, todos los lectores que la percibieron como novela tenían razón, pues la noticia era comunicada con recursos literarios que el escritor de Aracataca había comenzado a afinar desde el ya lejano día en que escribió el Relato de un náufrago (1955) y que culminó con Noticia de un secuestro. Según sus propias palabras, la crónica, es la novela de la realidad. Es un relato en el que hay que respectar estricta- mente la realidad… Es para mí el género, la rama del periodismo que más se acerca a la literatura en cuanto a la forma de recolección de información, de la organización y del ojo que analiza (Bello 1991). En otra ocasión, el autor de Aracataca decía en tono más familiar: «La fuente de la novela es la vida, esa vaina que está sucediendo todos los días […] Es la expe - riencia que se está viviendo» (Cobo Borda 1995: 135). Así, con el transcurrir del tiempo, lo que fue noticia pasó a ser historia y a ser contextualizado tanto desde el punto de vista periodístico como del literario. En la textualidad de Noticias de un secuestro se comprueba fácilmente que Colombia, como país, a pesar de que los 4 Este crítico comienza por considerarla como variante de la novela para posteriomente catalogarla como novela periodística, histórica o documental. Llega a la conclusión de que «en la búsqueda del género literario se designaron propuestas como crónica, novela, reportaje, testimonio, entre otras derivaciones que expresaban la vinculación de la literatura con el periodismo; en ese sentido, asumimos que se trata de una novela periodística pues adopta conocimientos de la documentación, la historia, el testimonio, la política y la cultura y se internaliza en saberes propios de la cultura» (Delgado 2018: 39). Linguistica_2022_2_FINAL.indd 281 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 281 5. 01. 2023 07:29:29 5. 01. 2023 07:29:29 282 hechos parecieran decir lo contrario, ejemplifica una búsqueda incesante de la Paz Nacional 5 . 1 EL ETERNO ENFRENTAMIENTO ENTRE LIBERALES Y CONSERV ADORES Desde los orígenes de la nación en el siglo xix , en la historia de Colombia, la lucha fratricida ha sido uno de sus pilares fundacionales. Primero entre venezolanos, colom- bianos y ecuatorianos en tiempos de la Gran Colombia y, luego, entre liberales y con- servadores. De hecho, la figura de Simón Bolívar ha sido presentada como la metáfora apta «para expresar la larga noche de ceniza, escombros y soledad de Colombia y Sud- américa» (Limia Fernández 2016: 215). Después de la lograda la independencia, «el ruido de las guerras era casi lo único que se oía por igual en todo el país. Y los rezos de los curas» (Caballero 2018: 224). Con mucho humor, Caballero resume así la historia de Colombia en el siglo xix: muchas guerras feroces y mucha politiquería partidista. Pero uno de los guerreros feroces de ese siglo, que participó activamente en varias de ellas … Jorge Isaacs, escribió una no- velita romántica de amor sentimental que tituló María, y la publicó en el año de 1867. Y todos los colombianos, liberales y conservadores al unísono, interrumpieron sus disputas para llorar un rato. (Caballero 2018: 237) En el siglo xx continuaron los enfrentamientos entre liberales y conservadores has- ta mediados de siglo, intensificados por la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, político líder del pueblo liberal. En plena campaña electoral, el gran agitador de masas fue asesinado en Bogotá el 9 de abril de 1948 6 . Su muerte causó una gran conmoción social y una revuelta popular que se denominó «el bogotazo». A partir de los años 60, las guerrillas liberales mudaron a guerrillas comunistas y se generó un nuevo ciclo de violencia, con nuevos actores como «los grupos paramilitares, creados desde 1978 por organiza- ciones de la guerra, propietarios rurales y miembros de la fuerza pública para comba- tir la guerrilla» (Melo 2017: 324). Ejército y paramilitares minaron la legitimidad de las fuerzas opuestas a los grupos guerrilleros. El resultado, según la Comisión para el 5 Creo conveniente anotar aquí que esa búsqueda de la paz ha llevado recientemente a la firma de un Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarios de Colombia (FARC). Como parte de estas negociaciones, se creó una Comisión de la Verdad que acaba de presentar su informe (28 de junio de 2022). En el capítulo «Violencia y política» de este informe se enumeran tres momentos que históricamente han representado los hitos en esa incesante búsqueda de la paz en Colombia en la segunda mitad del siglo xx: el pacto entre liberales y conservadores, denomina - do Frente Nacional de 1957, para acabar con la violencia bipartidista; la expedición de una nueva constitución en el año 1991; y el acuerdo de paz con las extintas FARC (2016). 6 Esta situación llevó a «una guerra civil no declarada absolutamente espontánea, arbitraria, sin con - ducción clara, derivada fundamenalmente en la lucha en los pueblos entre conservadores y libera - les» (Rama 1991: 80). Linguistica_2022_2_FINAL.indd 282 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 282 5. 01. 2023 07:29:29 5. 01. 2023 07:29:29 283 esclarecimiento de la verdad, la convivencia y la no repetición 7 , fue una gran guerra en donde todos los grupos participantes violaron los derechos humanos y generaron el mayor número de víctimas en toda la historia del país. Esta ha sido –a grandes rasgos– la síntesis del incesante estado de guerra que ha vivido Colombia a través de sus dos primeros siglos de vida como República. Para Caballero, la guerra se ha dado, en verdad, porque hay un grupo que siempre ha tenido el poder, el gobierno (las oligarquías del título de su libro), y un grupo que siempre ha vivido subyugado, sometido y condenado. Esta ha sido la realidad vivida por García Márquez y sus contemporáneos y por todos los colombianos que no han podido per- manecer ajenos a este constante estado de guerra, de sitio, de masacres y de venganzas. Por ello, no se entiende que en la crítica a su obra se le haya presentado como ejemplo de una «narración pura», con un objetivo único, el contar el cuento, dejando todo lo de- más en manos del lector (Gullón 1970: 12). García Márquez puede ser acusado de otros pecados, menos del de haber dejado de lado la realidad de guerra y violencia vivida en Macondo, en la Costa Caribe, en todo el territorio nacional e, incluso, en América Latina. Su narrativa, sus testimonios, sus memorias lo atestiguan fehacientemente. Por esto, en la gran síntesis histórica realizada por Melo en su Historia mínima de Colom- bia, García Márquez es presentado como el epígono de una literatura sobre la violencia cuya representación crítica de la realidad nacional alcanza «niveles universales» (Melo 2017: 314). 2 «MÁS FÁCIL EMPEZAR UNA GUERRA QUE TERMINARLA» (GGM 2007: 199) Al celebrar el 55° aniversario de la publicación de la obra maestra de García Márquez, me propongo hacer, a continuación, una relectura que destaque la relación de Cien años de soledad (1967) con el contexto histórico, brevemente presentado en los apartados anteriores. Con sus relatos y sus crónicas periodísticas, el autor cataquero ha hecho una contrición inmensa para que Colombia pueda salir de la oscura caverna de la guerra. Así lo reconocieron los dos principales firmantes del Acuerdo de Paz de 2016, el pre- sidente de la República, Juan Manuel Santos, y Rodrigo Londoño, alias Timochenko, como máximo jefe del grupo revolucionario FARC. Este último terminó su discurso con la imagen garciamarquiana de amor y libertad y entendió que el Acuerdo de Paz ofrecía una nueva oportunidad de vida para los alzados en armas: «El amor de Mauricio Babilonia por la Meme, podrá ser ahora eterno y las mariposas que volaban libres tras él, simbolizando su infinito amor, podrán ahora multiplicarse por los siglos cubriendo la patria de esperanza. ¡Bienvenida esta segunda oportunidad sobre la Tierra!» («Dis- curso de ‘Timochenko’ en la firma del Acuerdo Final de Paz», 2016). En su discurso, el presidente Santos destacó su aporte a la construcción de la paz y la - mentó su ausencia, pues el escritor no pudo ver este resultado por el que tanto había hecho: 7 Esta Comisión fue creada como parte de los acuerdos firmados entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en La Habana en el año 2016. Hace parte del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición. Presentó su informe el pasado 28 de junio de 2022. Linguistica_2022_2_FINAL.indd 283 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 283 5. 01. 2023 07:29:29 5. 01. 2023 07:29:29 284 Gabo –el gran ausente en este día–, que fue artífice en la sombra de muchos intentos y procesos de paz, no alcanzó a estar aquí para vivir este momento, en su Cartagena queri- da, donde reposan sus cenizas. Pero debe estar feliz viendo volar sus mariposas amarillas en la Colombia que él soñó, nuestra Colombia que alcanza –por fin–, como él dijo, «una segunda oportunidad sobre la tierra» (Santos 2016). Ahora bien, el novelista tiene una ventaja respecto al historiador: mayor libertad para acercarse al pasado con ayuda de la imaginación. Su tarea no es muy disímil, pues novelistas e historiadores emplean un lenguaje tropológico, como lo ha compro- bado Hayden White 8 . Además, ambos pretenden (re)visitar el pasado para dotarlo de nuevos sentidos. Y, aunque parezca paradójico, también los historiadores emplean la imaginación en su trabajo 9 . Sin embargo, como es de suponer, el novelista tiene mayor libertad para manejar las fuentes, interpretarlas e, incluso, para distorsionarlas. Quizás el ejemplo más ilustrativo del trabajo del novelista en su relación con la historia sea el famoso episodio de la matanza ocurrida en las zonas bananeras en 1928. Melo, en su Historia mínima de Colombia, se limita a mencionar las huelgas contra la United Fruit Company en el contexto de las luchas obreras de los años 20 y esboza una explicación: «se apoyaron en el creciente nacionalismo contra las empresas ‘yanquis’». (Melo 2017: 187). Por su parte, Caballero resalta el contexto en el cual se dio la huelga de las bana- neras que ponía en evidencia el surgimiento de una nueva clase proletaria: Estallaban grandes huelgas, siempre declaradas ilegales y reprimidas como problemas de orden público. Aparecieron el Partido Comunista y el Partido Socialista Revolucionario y un efímero Partido Agrario Nacional, al tiempo que un ala izquierda del Partido Libe- ral se desgajó brevemente para fundar la Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria (Unir) bajo el liderazgo de Jorge Eliécer Gaitán. (Caballero 2018: 297). En la huelga en contra de las condiciones laborales impuestas por la United Fruit Company, para los historiadores ha sido muy importante precisar el número de muer- tos. Como es de suponerse, la cifra depende de quién la calcula: para el general Cortés Vargas el número total de muertos fue de 47; según el embajador de Francia, 100; el embajador de los Estados Unidos admitió que la cuenta total podría llegar hasta 1.000; el líder sindical Alberto Castrillón calculó que serían 5.000 aproximadamente; en su libro Historia de una ignominia (1978), Judith White hace el recuento de los sucesos y recoge la creencia del pueblo sobre los muertos y su destino: «…la masa de cadáveres fue cargada al tren que estaba en la estación de Ciénaga y se llevó a un barco que arrojó 8 «And troping is the soul of discourse, therefore, the mechanism without which discourse can not do its work or achieve its end» (White 1978: 2). 9 «A veces se dice que la finalidad del historiador es explicar el pasado ‘hallando’, ‘identificando’ o ‘re - velando’ los ‘relatos’ que yacen ocultos en las crónicas y que la diferencia entre ‘historia’ y ‘ficción’, reside en el hecho de que el historiador ‘halla’ sus relatos, mientras que el escritor de ficción ‘inventa’ los suyos. Esta concepción de la tarea del historiador, sin embargo, oculta la medida en que la ‘inven - ción’ también desempeña un papel en las operaciones del historiador» (White 1992: 17). Linguistica_2022_2_FINAL.indd 284 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 284 5. 01. 2023 07:29:29 5. 01. 2023 07:29:29 285 su sangriento cargamento mar adentro. Los sobrevivientes estimaron que alrededor de 2000 personas habían sido muertas» (en Marín 1991: 507) 10 . Para el novelista, también el número es importante, pero no para discutir su validez histórica, sino como recurso para intensificar la barbarie. El personaje-testigo primero calcula el número de muertos, pero termina sosteniendo rotundamente: —Eran más de tres mil— fue todo cuanto dijo José Arcadio Segundo—. Ahora estoy seguro que eran todos los que estaban en la estación (GGM 2007: 356). Por supuesto que el novelista no pretende comunicar una «verdad histórica», pues es consciente de que los documentos también se inventan y de que, frente a la versión oficial, es necesario emplear el recurso rabelesiano del uso retórico de lo hiperbólico y el método de creación de un universo onírico: La versión oficial, mil veces repetida y machacada en todo el país por cuanto medio de divulgación encontró el gobierno a su alcance, terminó por imponerse: no hubo muer- tos, los trabajadores satisfechos habían vuelto con sus familias y la compañía bananera suspendía actividades mientras pasaba la lluvia… Seguro que fue un sueño, insistían los oficiales. «En Macondo no ha pasado nada, ni está pasando ni pasará nunca. Este es un pueblo feliz». Así consumaron el exterminio de los jefes sindicales. (GGM 2007: 352) Según la versión oficial, no ha habido matanza alguna sino solo imaginación oníri- ca. Según el relato novelístico, José Arcadio Segundo, después de las ráfagas de me- tralla disparadas por los soldados, despierta «en un tren interminable y silencioso […] [donde se] veía los muertos hombres, los muertos mujeres, los muertos niños, que iban a ser arrojados al mar como el banano de rechazo […]. [Un tren] con casi doscientos vagones de carga» (GGM 2007: 348-349). Acusar a García Márquez de imprecisión en cuanto a la matanza de las bananeras es acusarlo de haber aprendido bien la lección de Rabelais, de no haber desdeñado lo verdaderamente importante desde el discurso novelesco y de no haber servido de soporte para el pensamiento predominante sino, por el contrario, de desestabilizarlo al negarle los marcos de referencia que lo validen. Para el lector de la versión garciamarquiana sobre la matanza de las bananeras en 1928, es evidente que, si por un lado hay exageración, por el otro hay una descarada nega- ción de lo sucedido. Lo lamentable es que los recursos del discurso oficial no se hayan limitado a episodios del pasado, como este de la represión violenta y sanguinaria de los huelguistas bananeros, sino que además siguen alimentando explicaciones sobre 10 «Después que pasó el tiempo concedido, el general Cortés Vargas ordenó a su gente disparar, y según su propia versión, 13 personas murieron y 19 quedaron heridas… Obviamente no existe ningún acuerdo sobre el número total de víctimas, pero un cálculo hecho por un corresponsal de El Espectador, dio 100 muerto y 238 heridos hasta el trece de diciembre. Cortés Vargas da el número de 40 muertos y 100 heridos, mientras que el comunista Alberto Castrillón calculó los muertos en 1500» (Urrutia 1984: 232). Linguistica_2022_2_FINAL.indd 285 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 285 5. 01. 2023 07:29:29 5. 01. 2023 07:29:29 286 los enfrentamientos contemporáneos 11 . En nuestros días, también aparecen voces para proclamar que aquí no ha pasado nada, que no hemos tenido una guerra a muerte con personajes completamente deshumanizados, que el enemigo ha sido el único respon- sable, que la verdad depende del manejo que se le dé a las narrativas y que se puede negar toda responsabilidad histórica simplemente acudiendo a la invisibilización de los protagonistas de la barbarie. Muy certeramente Caballero termina su libro preguntando retóricamente de quién ha sido la culpa de que el país haya terminado buscando su propia destrucción. Responde que, de los gobernantes, es decir, de «las oligarquías». Y remata con la perífrasis del epígrafe citado en el capítulo XIII de su libro tomado de uno de los más connotados estadistas del siglo XX, Alfonso López Michelsen, quien al ser preguntado sobre «si se consideraba en algo responsable de la situación del país a finales del siglo XX», respondió con cínica sencillez: «Si soy responsable no me doy cuenta». (Caballero 2018: 423). No se le puede exigir al novelista que haga una «representacia historiadora» [sic], entendida como condensación de «todas las expectativas, todas las exigencias y todas las aporías vinculadas a lo que se llama, por otra parte, la intención o la intencionali- dad histórica». (Riœur 2004: 361). Sin embargo, sí debemos ser conscientes de que su discurso novelesco se construye con múltiples discursividades como la histórica, la política, la poética, la ensayística. En cierto sentido, volvemos a los planteamientos aristotélicos: el novelista no nos dice lo que pasó, sino lo que pudo haber pasado. Su objetivo no es la verdad, sino la verosimilitud de lo narrado. Ello no implica que se renuncie a la autenticidad. Al contrario, para García Márquez, la auténtica historia de América Latina se halla en las obras de ficción. Ahora bien, no todas las novelas lo logran plenamente. El mismo García Márquez, al hacer un repaso de sus obras de fic- ción, confiesa, por ejemplo, que con La mala hora (1962) pretende «hacer una novela de la violencia», pero que no lo logra plenamente. En cambio, en Cien años de soledad consigue «da[r] una visión de mi experiencia, de todo lo que ha sido este país y un poco 11 Posada Carbó es el abanderado de otra acusación contra García Márquez: sus ataques a una «inexis - tente historia oficial» (1995: 83). En su defensa, debemos anotar que el autor de Cien años de soledad no era un historiador, ni tenía por qué estar al tanto de los últimos desarrollos académicos de esta disciplina. Negar la existencia de lo que conocemos como «historia oficial» es negar la existencia del Poder que es el que quiere escribir la historia y enseñárnosla. Una cosa es la historia para los académicos y otra muy diferente la que se brinda al pueblo raso como versión única para los hechos históricos y que, generalmente, se construye bajo las órdenes de los poderosos. Para ilustrar este punto desde la historia contemporánea, bastaría con recordar los intentos negacionista del conflicto armado o la lucha por imponer una «versión oficial» desde el mismo Centro Nacional de Memoria Histórica, siguiendo un plan previamente elaborado para ocultar total o parcialmente la verdad. Frente a ello, pedir resultados historiográficos «libres de prejuicios ideológicos» no pasa de ser una aspiración sin fundamentación sólida. Una de las primeras cosas que aprende el historiador es que nunca podrá desprenderse de un punto de vista ideológico que poco a poco va construyendo con base en sus lecturas y análisis, sin importar la perspectiva política en la cual se pueda encasillar. Congruentemente, García Márquez considera que la formación ideológica es fundamental para el escritor, porque «con la ideología uno sabe de qué lado está». Pero, por supuesto, no debe dejarse «dominar por la ideología» cuando escribe. Si esto sucede, «lo mejor es que no escriba nada» (Cobo Borda 1995: 135). Linguistica_2022_2_FINAL.indd 286 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 286 5. 01. 2023 07:29:29 5. 01. 2023 07:29:29 287 la América Latina en lo que va corrido del siglo» (Cobo Borda 1995: 134). Efectiva- mente, los trabajos críticos sobre la novelística del autor de La Cándida Eréndira y su abuela desalmada han demostrado que su obra consigue estructurar un marco de re- ferencia compuesto de círculos concéntricos que van ensanchándose en la experiencia de cada lector y que lo llevan de la historia familiar a la región Caribe, a Colombia, a América Latina, al universo entero. La experiencia de Colombia a principios del siglo xx es la continuación de las innumerables guerras sostenidas en el siglo xix . De hecho, pareciera que fueran sim- plemente la continuación de la última, la denominada «guerra de los mil días» (octu- bre 1899 a febrero 1902), pues los actores y las razones de su enfrentamiento seguían siendo casi idénticos. Pero sus efectos fueron catastróficos, entre ellos la separación del departamento de Panamá con el apoyo del presidente estadounidense Theodore Roosevelt en 1903. En Cien años de soledad aparecen estas guerras entre liberales y conservadores, pues no es posible pensar en la convivencia de las dos visiones, reconociendo y respetando los derechos del «otro». No hacerlo conduce fatalmente a considerar que, por ejemplo, para los conservadores, el enemigo es todo aquel que pertenezca al partido liberal y que el pueblo de Dios (entiéndase los del partido con - servador) tiene el mandato divino de acabar con esos enemigos; y, para los liberales, los conservadores y la Iglesia son los enemigos que deben ser exterminados como «un deber patriótico» (GGM 2007: 120) si se quiere lograr el progreso con base en una educación laica. En reiteradas ocasiones, en Cien años de soledad se va a ilustrar este enfrentamiento entre liberales y conservadores, el cual corresponde a la experiencia de la violencia en la vida del autor. La referencia histórica no alcanza sino a este primer momento, herencia del siglo xix 12 . Anecdóticamente, se presenta a Aureliano como personaje indeciso, en un primer momento, entre ser conservador o ser liberal. Apolinar Moscote, el suegro, se encarga de darle instrucción política y de enseñarle, en consecuencia, la diferencia que hay entre ser liberal y ser conservador: Como Aureliano tenía en esa época nociones muy confusas sobre las diferencias entre conservadores y liberales, su suegro le daba lecciones esquemáticas. Los liberales, le decía, eran masones; gente de mala índole, partidaria de ahorcar a los curas, de implantar el matrimonio civil y el divorcio, de reconocer iguales derechos a los hijos naturales que a los legítimos, y de despedazar al país en un sistema federal que despojara de poderes a la autoridad suprema. Los conservadores, en cambio, que habían recibido el poder direc- tamente de Dios, propugnaban por la estabilidad del orden público y la moral familiar; eran los defensores de la fe de Cristo, del principio de autoridad, y no estaban dispuestos a permitir que el país fuera descuartizado en entidades autónomas. (GGM 2007: 116) 12 El segundo momento corresponde a la guerra propuesta por los grupos guerrilleros y el tercero a la violencia asociada al negocio ilícito del narcotráfico. El problema se agrava aún más cuando se mezclan estos ingredientes, de suerte que tengamos una guerrilla financiada por el narcotráfico, unos narcotraficantes financiando grupos paramilitares y una fuerza militar del estado desligitimán - dose con las alianzas non sanctas, o con el empleo de tácticas de barbarie para mostrar resultados. Linguistica_2022_2_FINAL.indd 287 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 287 5. 01. 2023 07:29:29 5. 01. 2023 07:29:29 288 Sin duda alguna, el corregidor de Macondo tenía clara la enseñanza de los ideólogos del siglo xix como Mariano Ospina Rodríguez y Miguel Antonio Caro, quienes habían establecido los principios por los cuales se regiría el partido conservador: «El conser- vador condena todo acto contra el orden constitucional, contra la legalidad, contra la moral, contra la libertad, contra la igualdad, contra la seguridad y contra la civiliza- ción» (Vargas Martínez 1991: 377). Según esta ideología, el poder venía directamente de Dios, no obstante, es válido obtener el poder a través de otros medios, como, por ejemplo, el fraude electoral, si es necesario. Aureliano, al ser testigo del cambio de las papeletas, comentó: «Si yo fuera liberal iría a la guerra por esto de las papeletas». Ante esto, cínicamente le responde el suegro: «si tú fueras liberal, aunque fueras mi yerno, no hubieras visto el cambio de las papeletas». Frente a este descaro, Aureliano Buen- día decide, finalmente, ser liberal porque «los conservadores son unos tramposos» y promueve «treinta y dos levantamientos armados» contra el poder conservador (GGM 2007: 118). Es evidente que las guerras fratricidas en Colombia han tenido una vinculación muy grande con el sistema electoral, los fraudes en las urnas y la exclusión para llegar al poder. Este es el ingrediente político de la violencia en Colombia que muy bien descri- be García Márquez en su cuento «Muerte constante más allá del amor» (GGM 1972: 57-69) al presentar al senador Onésimo Sánchez en campaña electoral en los pueblos sumidos en la pobreza y el abandono por culpa de quienes cada cuatro años se decla- raban sus salvadores. Cincuenta y cinco años después de la aparición de Cien años de soledad, su re- lectura serviría muy bien para comprender las dificultades que hay para implemen- tar la paz en Colombia. Evidentemente, la firma de un acuerdo entre las partes en contienda no constituye el paso final, sino, quizás, uno de los primeros en el camino correcto, sabiendo que, si se decide «acabar con esta guerra de mierda», hay que tener muy presente que es «más fácil empezar una guerra que terminarla» (GGM 2007: 199). En la novela tenemos también un «acuerdo de paz», motivado, entre otras causas, por la inhumanidad de los mismos rebeldes y por la pérdida de sentido en la guerra. «Muchos no sabían ni siquiera por qué peleaban» (GGM 2007: 194). El ideario, los principios o el sueño utópico están completamente olvidados. Es muy revelador de esta situación el diálogo entre Aureliano y su compañero de armas: —Dime una cosa, compadre: ¿por qué estás peleando? —Por qué ha de ser, compadre – contestó el coronel Gerineldo Márquez–: por el gran partido liberal. —Dichoso tú que lo sabes –contestó él–. Yo, por mi parte, apenas ahora me doy cuenta que estoy peleando por orgullo. —Eso es malo– dijo el coronel Gerineldo Márquez. Al coronel Aureliano Buendía le divirtió su alarma. Naturalmente, dijo. Pero en todo caso, es mejor eso que no saber por qué se pelea. Lo miró a los ojos, y agregó sonriendo: —O que pelear como tú por algo que no significa nada para nadie. (GGM 2007: 161) Linguistica_2022_2_FINAL.indd 288 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 288 5. 01. 2023 07:29:29 5. 01. 2023 07:29:29 289 Ciertamente, la lucha por los ideales políticos fue desapareciendo como motivación, puesto que ambos partidos terminaron buscando simplemente el poder y las concomi- tantes cuotas burocráticas. García Márquez recoge, entonces, el chiste popular sobre la diferencia entre los liberales y los conservadores: «Fue por esa época que se lo oyó decir: La única diferencia actual entre liberales y conservadores es que los liberales van a misa de cinco y los conservadores van a misa de ocho». (GGM 2007: 278). Para bus- car el armisticio, Aureliano Buendía recibe la delegación de «seis abogados de levita y chistera» que vienen a proponer los puntos básicos para llegar a un acuerdo después de haber escuchado en silencio las propuestas de los emisarios: Pedían, en primer término, renunciar a la revisión de títulos de propiedad de la tierra para recuperar el apoyo de los terratenientes liberales. Pedían, en segundo término, renunciar a la lucha contra la influencia clerical para obtener el respaldo del pueblo católico. Pe- dían, por último, renunciar a las aspiraciones de igualdad de derechos entre los hijos naturales y los legítimos para preservar la integridad de los hogares. (GGM 2007: 196) Para nadie es un secreto hoy en día la relación entre la guerra permanente que se ha experimentado en la vida de la república y las estructuras de tenencia de la tierra, pues «durante la segunda mitad del siglo xix , y gracias al poder de coerción y definición de los derechos de propiedad que tenían los partidos políticos, estos se convirtieron en la clave para conseguir y mantener el estatus de terrateniente» (Comisión Nacional de la Ver- dad, Hallazgos y recomendaciones 2022: 604). No es problema de un grupo político o de una ideología sino un problema social y político que no ha tenido una solución ni justa ni definitiva. Certeramente, el narrador en Cien años de soledad anota que «los terratenientes liberales, que al principio apoyaban la revolución, habían suscrito alianzas secretas con los terratenientes conservadores para impedir la revisión de los títulos de propiedad» (GGM 2007: 192). Al contrario, ellos están interesados en seguir con el desalojo de los pequeños propietarios de tierra, la usurpación de baldíos, el des- plazamiento para adueñarse de tierras y expandir el dominio sobre ellas. En efecto, en Acuerdo Final de Paz se señaló que el Gobierno Nacional y las FARC-EP comparten el propósito de que se reviertan los efectos del conflicto, que se restituyan a las víctimas del despojo y del desplazamiento forzado y a las comunidades sus derechos sobre la tierra, y que se produzca el retorno voluntario de mujeres y hombres en situación de desplazamiento. (2016, Acuerdo Final: 17) Sin embargo, la triste realidad es que muchos de los líderes campesinos que han regresado a sus hogares de origen y han buscado la restitución de sus tierras han caído bajo las balas de los asesinos de poderosos señores terratenientes. El segundo punto del armisticio –en la novela de García Márquez– tiene que ver con las creencias y el intento de imponer una forma de vida, una moral cristiana, sin importar si son compartidas y aceptadas por el «otro». La lucha entre liberales y conservadores Linguistica_2022_2_FINAL.indd 289 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 289 5. 01. 2023 07:29:29 5. 01. 2023 07:29:29 290 implicaba una lejanía o cercanía con respecto a las creencias cristianas. Pero para nadie es un secreto que la Iglesia, como institución, puede participar muy activa y provecho- samente en la defensa de los pobres y en la denuncia de las injusticias o del abandono del Estado. Esto es lo que vienen haciendo los obispos del área del Pacífico colombiano que, incluso, han denunciado la miseria y el abandono estatal al mismo Papa Francisco en Roma. Finalmente, la última petición de los enviados del gobierno central tiene que ver con la familia y los derechos que genera. Hasta el mismo corregidor Moscote estaba de acuerdo en que los hijos no sufrieran la discriminación y la pérdida de sus derechos por el simple hecho de no ser fruto de uniones no sacralizadas y reconocidas por la Iglesia. Debemos recordar que en esa época (años 40 y 50 del siglo pasado), en Colom- bia, no existía sino un solo matrimonio reconocido legal y socialmente: el matrimonio católico. Por lo tanto, la discriminación en contra de los llamados «hijos naturales o ilegítimos» se defendía como una manera de proteger la familia. En la gran mayoría de casos, esos hijos espurios eran el producto de la conducta irresponsable de muchos «respetables» hombres casados 13 . Casi como con desidia, y sin pestañear cuando su compadre Gerineldo le previno sobre el acto de traición que estaba presto a realizar, Aureliano firma los papeles del armisticio y los devuelve a los «abogados de levita y chistera» diciéndoles: «Señores ahí tienen sus papeles. Que les aprovechen« (GGM 2007: 197). En la novela, apenas si se insinúa lo que viene luego de la firma del armisticio. Pocos días después de firmado, se presentó el primer incumplimiento gubernamental, «el presidente de la república se negó a asignar las pensiones de guerra a los antiguos combatientes, liberales o conservadores» (GGM 2007: 209). En vano, Aureliano envió un telegrama al presidente denunciando la primera violación del tratado de Neerlandia. La única respuesta que obtuvo fue el refuer - zo de la guardia militar en su casa para tenerlo más asegurado, no más seguro. Tan solo se precisaron dos meses para que la operación de limpieza «oportuna, drástica, eficaz», hubiera acabado con los «instigadores más decididos bien matándolos, expatriándolos, o bien captándolos para siempre por la administración pública» (GGM 2007: 209). 3 LA TRAICIÓN A LO PACTADO En la historia de Colombia encontramos reiterados ejemplos del incumplimiento de lo pactado en armisticios una vez firmados y depuestas las armas. Desde el primer armisti- cio firmado por las autoridades coloniales con los líderes de la revuelta comunera y una vez «evaporado su ejército, los cabecillas de la revuelta fueron apresados: Pisco, Plata, Berbeo». El capitán Comunero, José Antonio Galán «fue condenado a muerte con tres de sus compañeros y lo descuartizaron» (Caballero 2018: 137-38). El historiador Pérez Silva concluye sin ambages: 13 Por supuesto que, ante esta doble moral, en la actualidad se cambiaron las disposiciones legales: «... ya no puede hablarse en Colombia de hijos ‘legítimos’ o ‘ilegítimos’, ni catalogar en forma alguna a las personas por su origen familiar; ni cabe relacionar derecho alguno de un individuo con el hecho -antes relevante en la sociedad colombiana y hoy carente de todo significado jurídico- consistente en haber sido concebido o nacido dentro del matrimonio, o -por el contrario- fuera de él» (Corte Constitucional, 2004, Sentencia C-310/04). Linguistica_2022_2_FINAL.indd 290 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 290 5. 01. 2023 07:29:29 5. 01. 2023 07:29:29 291 De esta manera, no obstante haberlas proclamado y jurado solemnemente, las Capitu- laciones de marras habían sido burladas con el mayor descaro y las fuerzas del común, en número considerable, a un paso de la capital, habían sido objeto de la más inaudita e imperdonable traición (Pérez Silva 2009: 24). La historia colombiana registra muchos ejemplos del incumplimiento de los com- promisarios en procesos de paz. En verdad, no todos los corazones están dispuestos a perdonar. La obra de teatro más representada en Colombia en el siglo xx , Guadalupe años sin cuenta 14 , se desarrolla alrededor de uno de los jefes de las guerrillas liberales de los Llanos, organizadas como respuesta al magnicidio del líder popular Jorge Elié- cer Gaitán en 1948. Guadalupe Salcedo firmó el armisticio con el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla y entregó sus armas en 1954. Pero la primera vez que viajó a la capital como amnistiado y, por supuesto, sin la protección de sus fuerzas guerrilleras, fue dado de baja por el SIC (Servicio de Inteligencia Colombiano). La misma suerte corrieron los grupos que se desmovilizaron en los años noventa luego de firmar un armisticio con el gobierno. En 1994, el grupo disidente Corriente de Renovación Socialista firmó un acuerdo de paz con el gobierno de César Gaviria, pero sus líderes fueron asesinados por el Ejército o tuvieron que salir del país para proteger sus vidas. De igual forma, entre 1984 y 1997, la Unión Patriótica fue sometida a un genocidio político 15 . En la ficción garciamarquiana encontramos una confirmación o una premonición de patrones reiterados respecto a antiguos combatientes luego de la firma de acuerdos de paz y de la entrega de las armas. A la fecha, más de trescientos excombatientes de las farc han sido asesinados en el Valle del Cauca, Cauca y Nariño después de haber entregado las armas 16 . Una paradoja incomprensible: lograron evadir la muerte en las montañas en combates directos, pero no después de haberse acogido al Acuerdo de Paz. Por otra parte, los líderes sociales de estas regiones han corrido la misma suerte y han experimentado el mismo desamparo del gobierno, el cual se supone tiene la obligación constitucional de proteger sus vidas. García Márquez había profetizado este destino final: asesinados, expatriados o asimilados por la burocracia. Queda siempre una pre- gunta irresoluta: ¿de quién es la mano invisible que traza el fatal destino para estos guerrilleros del común o para estos heroicos líderes sociales? Caballero no duda en 14 En una reseña (2021) realizada a la obra, llevada a escena por el grupo de teatro La Candelaria, se explica que es una obra colectiva de dicha compañía que fue creada en 1975 y cuyo objetivo está centrado tanto las guerrilllas liberales de los llanos colombianos. En esta obra de teatro, según la reseña, se plantea «las pugnas partidistas de mitad de siglo, los combatientes colombianos en la Guerra de Corea, la manipulación de la prensa, las intrigas de personajes en las bambalinas del poder, los crímenes de guerra, las presiones extranjeras y la complicidad de la iglesia». 15 Para entender un poco más cómo se ejecutó este sistemático plan de exterminio de quienes habían dejado las armas y buscaban integrarse de nuevo a la sociedad civil sería de gran utilidad la lectura de un artículo como el de Iván Cepeda (2006: 101-112). 16 Giovanni Álvarez Santoyo, «Diagnóstico de los casos de violencia letal que afectan a los excom - batientes de las RARC-EP en el Valle del Cauca, Cauca y Nariño». https://www.jep.gov.co/JEP/ documents1/Situación%20de%20violencia%20letal%20contra%20excombatientes%20de%20 las%20FARC-EP%20en%20Valle%20del%20Cauca,%20Cauca%20y%20Nariño.pdf. Linguistica_2022_2_FINAL.indd 291 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 291 5. 01. 2023 07:29:29 5. 01. 2023 07:29:29 292 responder su pregunta retórica: «¿Y alguien tiene la culpa?» con la lapidaria sentencia: «las oligarquías a las que se refiere el título de este libro» (Caballero 2018: 422). Lo que hemos de admirar en la novelística de García Márquez es su gran capacidad para captar esa realidad colombiana que hace que lo que escribió ayer sea una radio- grafía vigente de los sucesos de hoy y, quizás, una voz profética para lo que vendrá mañana. Era como si Dios hubiese resuelto poner a prueba toda su capacidad de asombro, y man- tuviera a los habitantes de Macondo en un permanente vaivén entre el alborozo y el desencanto, la duda y la revelación, hasta el extremo que ya nadie podía saber a ciencia cierta donde estaban los límites de la realidad (GGM 2007: 258). En gran medida, el goce estético que produce la lectura de cualquier texto de Gar- cía Márquez está ligado a esa sensación de que, por más realismo mágico, por más imaginación que se exhiba, siempre entrevemos que, al despertar, la violencia todavía está allí 17 . Esta violencia omnipresente «es la gran tragedia de la sociedad colombiana del último siglo y constituye su mayor fracaso histórico» (Melo 2016: 324). García Márquez no descubre nada que no haya sido ya señalado por los historiadores o que pertenezca ya al conocimiento popular, pero su literatura permite tener una mirada más humana y unas imágenes que funcionan como antídoto contra el olvido. Referencias bibliográficas Fuentes Primarias CABALLERO, Antonio (2018) Historia de Colombia y sus oligarquías. Bogotá: Edi- torial Planeta. GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel (1981) «La poesía al alcance de los niños». El País, 27/1. http://elpais.com/diario/1981/01/27/opinion/349398006_850215.html. 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En el capítulo, «No es un mal menor», se revela que entre 1985 y 2018, 64.084 niñas, niños y adolescentes perdieron la vida por el conflicto y, al menos, 28.192 fueron desaparecidos de manera forzada. Linguistica_2022_2_FINAL.indd 292 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 292 5. 01. 2023 07:29:29 5. 01. 2023 07:29:29 293 Fuentes secundarias Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz esta- ble y verdadera (2016). https://www.cancilleria.gov.co/sites/default/files/Fo- tos2016/12.11_1.2016nuevoacuerdofinal.pdf. BELLO, Gilberto (1991) «El periodista hoy es un corresponsal de guerra». El Espec- tador, 14/1. BENÍTEZ ROJO, Antonio (1995) «Eréndira o la bella durmiente de García Márquez». En: J. Gustavo Cobo Borda (ed), Repertorio crítico sobre Gabriel García Márquez. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 103-136. BHABA, Homi K. ( 2 2002 [1997]) El lugar de la cultura. Trad. César Aira. Buenos Aires: Manantial. COBO BORDA, J. 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Según el testimonio de muchos de sus lectores, particularmente de aquéllos que no tienen un vínculo cercano con el país natal del gran fabulador, en un primer acerca - miento a su obra predomina el asombro ante su escritura—llena de imaginación y de exageración rabelesiana—, lo que dificulta establecer una conexión clara y explícita con la realidad colombiana. Pero, como reiteradamente han comprobado los trabajos críticos, el papel de la realidad histórica y social es un referente fundamental de los mundos ficticios de García Márquez, como lo es la intención de propiciar una segun- da oportunidad para la idea de construir un proyecto de nación más incluyente, en el que «el otro» no esté fatalmente condenado a la destrucción violenta. El objetivo de este trabajo es establecer la relación de dos textos recientes que sintetizan la historia de Colombia (Historia de Colombia y sus oligarquías de Antonio Caballero e Histo- ria mínima de Colombia de Jorge Orlando Melo) con la creación literaria del autor de Macondo, para destacar la aguda visión que el escritor tenía de la realidad social y política colombiana. De esta manera, se busca ilustrar cómo en su escritura ficcional se conjugan artísticamente la más cruda realidad de su pueblo y la portentosa crea- ción de su imaginación. Palabras clave: García Márquez, historia de Colombia, nación, paz, otredad, violencia colombiana Linguistica_2022_2_FINAL.indd 294 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 294 5. 01. 2023 07:29:30 5. 01. 2023 07:29:30 295 Abstract THE NOVELIZATION OF COLOMBIAN HISTORY MADE BY GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ With the passing of García Márquez and the revelation of his most guarded secret, the existence of a daughter born out of wedlock, we can begin to make a more dispassionate reading of his legacy as the greatest Colombian writer. According to the testimony of many of his readers, particularly those who do not have a close connection to the great storyteller’s native country, one’s first reaction to his work is often simply an astonish- ment at his writing—full of imagination and Rabelaisian exaggeration—, which makes it difficult to establish a clear and explicit connection with Colombian reality. However, as has been repeatedly demonstrated by critical works, historical and social reality are fundamental reference points in García Márquez’s fictional worlds, as is the intention to give a second chance to the idea of building a more inclusive national project, one in which “the other” is not fatally doomed to violent destruction. The aim of this essay is to connect two recent texts that synthesize the history of Colombia (Historia de Co- lombia y sus oligarquías, by Antonio Caballero, and Historia mínima de Colombia, by Jorge Orlando Melo) to the literary creation of the author of Macondo and to highlight the writer’s acute vision of the social and political reality of Colombia. Thus, the ob- jective is to illustrate how García Marquez’s fictional writing artistically combines the crudest reality of his people with the prodigious creation of his imagination. Keywords: García Márquez, history of Colombia, nation, peace, otherness, Colombian violence Povzetek NOVELIZACIJA KOLUMBIJSKE ZGODOVINE S STRANI GABRIELA GARCÍE MÁRQUEZA Po fizičnem izginotju Garcíe Márqueza in razkritju njegove najbolj varovane skriv- nosti, tj. da je imel zunajzakonsko hčer, lahko začnemo z manj strastnim branjem nje- gove zapuščine kot največjega kolumbijskega pisatelja. Na podlagi pričevanj mnogih njegovih bralcev, še posebej tistih, ki nimajo tesnih vezi z rojstno deželo vélikega pripovedovalca zgodb, ob prvem stiku z njegovimi deli prevlada osuplost nad njego- vim pisanjem, ki je polno domišljije in rabelaisevskega pretiravanja, zaradi česar je teže vzpostaviti jasno in eksplicitno vez s kolumbijsko resničnostjo. Vendar je, kot so vedno znova dokazovala kritiška dela, vloga zgodovinske in družbene realnosti te- meljna prvina izmišljenih svetov Garcíe Márqueza, enako velja tudi za namero, da bi zamisli o gradnji bolj vključujočega naroda, v katerem »drugi« ne bo usodno obsojen na nasilno uničenje, dali novo priložnost. Namen prispevka je povezati dve nedavno objavljeni besedili, ki združujeta zgodovino Kolumbije (Historia de Colombia y sus oligarquías Antonia Caballera in Historia mínima de Colombia Jorgeja Orlanda Mela) Linguistica_2022_2_FINAL.indd 295 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 295 5. 01. 2023 07:29:30 5. 01. 2023 07:29:30 296 s književnim ustvarjanjem avtorja Maconda, da bi osvetlili, kako prodoren je bil pisa- teljev pogled na kolumbijsko družbeno in politično resničnost. Tako želimo pokazati, kako se v njegovem leposlovnem pisanju umetniško prepletata najkrutejša resničnost njegovega ljudstva in čudovita stvaritev njegove domišljije. Ključne besede: García Márquez, zgodovina Kolumbije, narod, mir, drugost, kolum- bijsko nasilje Linguistica_2022_2_FINAL.indd 296 Linguistica_2022_2_FINAL.indd 296 5. 01. 2023 07:29:30 5. 01. 2023 07:29:30