Lorenzo Martín Martín Salamanca, España UNAMUNO, "ABISMO DE TRAGEDIA RELIGIOSA" La obra de Unamuno refleja la tremenda lucha de un alma singular atormentada por los problemas esenciales del ser humano, sobre todo el de la muerte y la resurrección, vividos de un modo angustioso, pero profundamente religioso. Pues religioso y mucho era el Rector de la Universidad Salmantina, aunque hay críticos que señalan que perdió la fe "por pretender racionalizarla, por intentar probarla; y al querer reducirla a la evidencia de la ciencia natural, se sintió vencido." 1 Juicio riguroso y simplificador hecho desde la estricta ortodoxia católica, que se refuta con las propias palabras de Unamuno: "tengo, sí, con el afecto, con el corazón, con el sentimiento, una fuerte tendencia al cristianismo, sin atenerme a dogmas de esta o aquella confesión cristiana ... me repugnan los ortodoxos, sean católicos o protestantes - éstos suelen ser tan intransigentes como aquellos -, que niegan cristianismo a quienes no interpretan los Evangelios como ellos. "2 En su tiempo, como aún ahora, fue y es frecuente la acusación de impiedad y ateismo. Y es que resulta más fácil ver sólo las exteriorizaciones, los gritos arrebatados de duda o de nagación de dogmas o del propio Dios, tal como entienden estos conceptos los "espíritus perezosos (que) propenden al dogmatismo, sépanlo o no lo sepan, quiéranlo o no lo quieran, proponiéndose o sin proponérselo. La pereza individual huye de la posición crítica o escéptica. "3 Pero, ¿qué importa la disputa si Unamuno era o no ortodoxo; si católico o protestante; si filósofo o místico? Él mismo abominaba del encasillamiento y la etiqueta: 11 ••• Y yo no quiero dejarme encasillar; porque yo, Miguel de Unamuno, como cualquier otro hombre que aspire a conciencia plena, soy una especie única. 114 Fue, sobre todo, un hombre en duda y en lucha. Una lucha múltiple y titánica en todos los ámbitos y con todos los medios: la pluma, la tertulia, la tribuna del orador (recordemos su intervención .en la vida pública y política de la España de su época) poniendo en todo ello su apasionado carácter. Pero quizás su preocupación más característicamente suya fue el problema religioso, que supone una constante en toda su obra. 2 3 4 S. l. Ramón Ceña!, "En el centenario del nacimiento de Miguel de Unamuno. Figura del pensamiento contemporáneo" en: Ya, Madrid 23-II-1964. Miguel de Unamuno, Mi Religión. Obras selectas de Miguel de Unamuno. Círculo de Lectores, Barcelona 1970, Vol. 1, p. 132. !bid., p. 130. !bid., p. 132. 71 En su primera juventud, estudiante en Madrid, se inició en él la crisis religiosa que anegó su alma en duda y angustia que le acompañarían toda su vida. Hay un punto de inflexión, el año 1896, cuando nace su hijo Raimundo-Jenaro enfermo, hidrocefálico, muerto prematuramente, en que estas inquietudes se ahondan aún más hasta conducirle a la crisis definitiva cuando advierte claramente que para él es imposible creer, tener un asidero, un soporte para su espíritu. Necesita creer en la existencia de Dios para poder creer en la suya propia. Esta dicotomía, esc1s10n o cisma íntimo le lleva a una búsqueda constante y una permanente decepción que proyecta - quizás intentando resolver -, sobre todo su obra literaria. Esta lucha singular buscando "su" Dios, refleja una dimensión religiosa comparable sólo con la de los grandes místicos del Siglo de Oro: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. ¿Creía realmente? ¿Era fe o necesidad lo que movía a Unamuno? Las respuestas son inmediatas y abundantes: "Y si creo en Dios, o por lo menos creo creer en Él, es, ante todo porque quiero que Dios exista; y después, porque se me revela, por vía cordial, en el Evangelio, y a través de Cristo y de la historia. Es cosa de corazón."5 Y es que para Unamuno "no basta con pensar, es necesario sentir nuestro destino."6 ("Piensa el sentimiento, / siente el pensamiento ... 'º comienza su Credo poético con sus habituales oposiciones de ideas.) Pero aclaremos que para Unamuno agonía significa lucha, según la etimología griega aycou. Don Miguel, que fue Rector del viejo Alma Mater Salmanticense, fue también profesor de griego preocupado por la etimología y la exactitud del lenguaje. Y en él, las palabras no son sólo vehículo de expresión, sino una exigencia de claridad y concisión. "Denso, denso" titulará un poema donde nos conmina: " ... Dios en pocas palabras, y sin dejar el sendero, lo más que decir se pueda, denso, denso. 11 8 Esta etimología nos la explicará él mismo: "Agonía quiere decir lucha. Agoniza él que vive luchando, luchando contra la vida. Y contra la muerte. Es la jaculatoria de Santa Teresa de Jesús: Muero, porque no muero. Lo que voy a exponer aquí, es mi agonía, mi lucha por el cristianismo, la agonía del cristiansimo en mí, su muerte y su resurrección en cada momento de mi vida íntima. 11 9 Y cuando tiene que responder cuál es la religión dirá: "Mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aún a sabiendas que no he 5 6 7 8 9 !bid., p. 132. !bid. !bid., p. 437. !bid., p. 438. Miguel de Unamuno, La Agonía del cristianismo. Obras completas. 72 de encontarla mientras viva; mí religión es luchar incesante e incansablemente con el misterio; mi religión es luchar con Dios desde el romper del alba hasta el caer de la noche, como dicen que con El luchó Jacob." 1 O Y sigue, ahondando en su duda e inseguridad: "Confieso sinceramente que las supuestas pruebas racionales - la ontológica, la cosmológica, la ética, etc., etc., - de la existencia de Dios no me demuestran nada; que cuantas razones se quieren dar de que existe un Dios me parecen basadas en paralogismos y peticiones de principios. En esto estoy con Kant. [ ... ] Nadie ha logrado convencerme racionalmente de la existencia de Dios, pero tampoco de su no existencia." 11 Dios es para Unamuno una duda constante; pero también es la causa y razón necesaria que explique y garantice su propia existencia y, sobre todo, su trascendencia personal: "Sí, si existiera el Dios garantizador de nuestra inmortalidad personal, entonces existiríamos nosotros de veras. ¡Y si no, no!. .. No es pués, necesidad racional, sino angustia vital, lo que nos lleva a creer en Dios ... [ ... ] Creer en Dios es anhelar que lo haya, y es además conducirse como si le hubiera; es vivir de ese anhelo y hacer de él nuestro íntimo resorte de acción." 12 Porque para Unamuno la vida, el fin inevitable y cierto al que está abocado todo ser viviente, se le presentaba como "una emoción viva que le hacía temblar a la idea del momento en que le cogiera el sueño, aplanado ante el pensamiento de que un día había de dormirse para no despertar. Era un terror a la nada, a hallarse solo en el tiempo vacío, terror loco que, falto de aire, ahogado, caía continuamente y sin descanso en el vacío eterno con terrible caída. 11 13 Pero gritará revelándose ante el destino: "En una palabra: que con razón, sin razón o contra ella, no me da la gana de morirme. 11 14 La idea de la muerte le acompañará desde la temprana adolescencia: "Hay un momento en la vida en que se entra en la pubertad espiritual - y este momento puede ser antes o después de haber entrado en la pubertad corporal o fisiológica -, y ese momento es cuando se descubre de veras que uno se muere." 15 Reiteradamente hablará del hombre como "suicida nato que se pasa la vida defendiéndose de la idea de matarse, ( ... ) y cuando se mata, se suicida, es por miedo de morirse." 16 10 Mi Religión. Op. cit., p. 131. 11 Ibid., p. 132. 12 Miguel de Unamuno, Del Sentimiento Trágico de la Vida. Planeta - De Agostini, Barcelona 1993, Cap. VIII final, pp. 178-179 y 121. 13 Paz en la Guerra. 14 En el fondo del abismo, Del Sentimiento Trágico de la Vida. Op. cit., Cap. VI, p. 129. 15 En mi viejo cuarto. Bilbao, sept. 1909. Obras completas, Afrodisio Aguado, Madrid, Vergara Barcelona 1959-64, Vol. X, p. 189-190. 16 Juvenalia "Studio" 1926. Obras completas, Vol. XI, p. 473. 73 En la "Autocrítica a Machado" cuando éste comentando de la vida eterna dice "si lo creyese, no vacilaría en ir a buscarla por medio de la muerte", Unamuno añade: "Pero esto, ¿quién lo ha escrito, Machado o yo? Hablo en serio; ¿no vale la pena lanzarse en busca de todo eso? Y ahora, amigo Machado, aquí para entre los dos, y al oido, que no lo oigan otros: Mire, a mí se me ha ocurrido cien veces lo mismo; pero si no me he pegado un tiro es porque tengo mujer y ocho hijos que mantener; porque no me va tan mal en la vida, gracias a un pesimismo que me ahorra desengaños y sobre todo porque abrigo muchas dudas de que la muerte, y más si es voluntaria, sea medio de salir de la lucha, de la única que vale." 17 . Su obsesión por Dios le llevó a sentirse tan unido a Él, tan próximo a Él, que se confundió con Dios mismo. Pero no al modo del anonadamiento del místico que siente su persona abandona a la divinidad. En cierto modo actuó como un dios, . apropiándose sus cualidades para creerse, sentirse él mismo ser eterno, ya pasado el trance terrible de la muerte fisica, y desvelado ¡al fin! el dudoso secreto de la "resurrección de la carne." Así le vemos dialogando con Augusto Pérez, protagonista de su "nivola", Niebla, al que hace rogarle a él, a Unamuno, su creador, que le permita seguir viviendo y reprochándole el fin que le destiná: "No quiere usted dejarme ser yo, salir de la niebla, vivir, vivir, vivir, oírme, tocarme, sentirme, dolerme, serme, ¿conque no quiere? ¿Conque he de morir ente de ficción? ¡Pues bien, mi señor creador Don Miguel de Unamuno: también usted se morirá; también usted, y se volverá a la nada de que salió!. .. ¡Dios dejará de soñarle! ¡Se morirá usted, sí, se morirá, aunque no lo quiera se morirá usted, todos, sin quedar uno! ¡Entes de ficción como yo, lo mismo que yo! ¡Se morirán todos, todos, todos!" 18 Y no es sólo el diálogo con su criatura, como el hombre con Dios cuando reza; también el poder disponer de su vida como Dios dispone de la vida del hombre, de su vida misma, de la vida de Unamuno: " ... y como ya me tienes harto y además no sé ya qué voy a hacer de tí, decido ahora mismo no ya que te suicides, sino matarte yo. ¡Vas a morir, pues, pero pronto! ¡Muy pronto!"19 le había dicho a su criatura cuando éste, en tempestad del alma - o crisis existencial -, decidido a poner fin a su vida, acude a consultarlo con su creador, "como el náufrago que se agarra a una débil tabla. 1120 En una genial pirueta, Unamuno el escritor, se transforma en divinidad ante el personaje de su novela y le hace expresar sus propias dudas y angustias: "ente de ficción" que no existe más que en el sueño de su creador; ser novelesco, - o nivolesco -, que si piensa, dudará de su propia existencia; que, además, no es dueño de su vida ni de su destino; y que, a pesar de toda su fatua pretensión de ser presente, de ser racional, ha de volver a la nada de la que salió ... Porque la vida es un simple diluirse, anodino, en la 17 Manuel Machado y yo. Arabesco tópico paradójico. Los lunes del Imparcial. 5-1-1914, Op. cit., Vol. X, p. 252-253. l8 "Niebla". Círculo de Lectores, Op. cit., Vol. I, p. 311. l9 Ibid., p. 309. 20 Ibid., p. 304. 74 niebla ... "¡Morir. .. , dormir ... , dormir ... , soñar acaso ... !" le hace decir a Augusto Pérez parafraseando a Hamlet.21 Resurrección de la carne: he aquí otro concepto torturante para Unamuno, ¿será posible la existencia de una realidad, - la realidad del ser Unamuno -, más allá de los límites naturales, físicos, del existir? En San Manuel Bueno, mártir presenta a su protagonista - trasunto espiritual del propio Unamuno -, rezando el Credo conjuntamente con el pueblo del que era cura," ... al llegar a lo de creo en la resurrección de la carne y la vida perdurable, la voz de Don Manuel se zabullía, como en un lago, en la del pueblo todo, y era que él se callaba. 1122 Y más adelante hará decir a Don Manuel: "No hay más vida eterna que ésta ... , que la sueñen eterna ... , eterna de unos pocos años ... 1123 Pero no nos engañemos, Unamuno no quería sólo su propia inmortalidad: "¡Pobres mentecatos los que suponen que vivo torturado por. mi propia inmortalidad individual! ¡Pobre gente! No, sino por la de todos los que he soñado y sueño, por la de todos que me sueñan y sueño. Que la inmortalidad, como el sueño, o es comunal o no es. No logro recordar a ninguno a quien haya conocido de veras - conocer de veras a alguien es quererle, y aunque se crea odiarle-, y que se me haya ido sin que a solas me le diga: ¿Qué eres ahora tú? ¿Qué es ahora de tu conciencia? ¿Qué soy yo en ella ahora? ¿Qué es de lo que ha sido? Esta es la niebla, ésta la nivola, ésta la leyenda, ésta la vida eterna ... Y esto es el verbo creador, soñador. 1124 "Que crean lo que yo no he podido .creer" hará decir a su San Manuel25 haciéndole portavoz de su decepción, convencido ya de la inutilidad de sus esfuerzos: "¿Por qué quiero saber de donde vengo y adónde voy, de dónde viene y adónde va todo lo que me rodea, qué significa todo esto? Porque no quiero morirme del todo, y quiero saber si he de morirme o no definitivamente. Y si no muero, ¿qué será de mí,? y si muero, ya nada tiene sentido. n26 Su lucha entre razón y fe, le condujo a la duda y al escepticismo, sumiendo su espíritu en una agitación torturante marcada por la búsqueda permamente de un credo imposible de conciliar con su logos racional, lo que marcó su personalidad y su psiquismo con claros síntomas neuróticos. En múltiples ocasiones se plantea sus dudas sobre su propia personalidad: "¿Estaré loco? ¿Seré como me creo o como se me cree? ¿No será acaso que 21 lbid., p. 318. 22 "San Manuel Bueno, mártir". Círculo de Lectores, Op. cit., p. 332. 23 !bid., p. 351. 24 !bid., p. 155. 25 !bid., p. 353. 26 Para un mejor conocimiento de la personalidad de Unamuno, véanse: Luis Sánchez Granjel, Retrato de Unamuno. Guadarrama, Madrid 1957; José Luis Abellán, Miguel de Unamuno a la luz de la psicología. Tecnos, Madrid 1964. 75 pronuncio otras palabras que las que me oigo pronunciar, o que se me oye pronunciar otras que las que pronuncio?1127 Se quejará de insomnio, de estado hipertensivo, de que "mi corazón, el de carne, envejece de prisa"28 creyéndose enfermo. Y cuando nos habla de " ... terror a la nada, a hallarse solo en el tiempo vacío, terror loco que sacudiéndole .el corazón en palpitaciones, le hacía soñar que, falto de aire, ahogado, caía continuamente y sin descanso en el vacío eterno, con terrible caída ... 1129, nos da clave para pensar en neurosis obsesiva que sublimó, o disimuló, transfiriendo y proyectando sus complejos y angustias a los personajes de su fecunda creación literaria. Su endiosamiento no es sino un modo de encubrir sus complejos; el conocimiento de su pequeñez y debilidad ante la idea imponente de Dios; su incapacidad para resolver su íntimo problema del destino personal. Pero su obra demuestra abundantemente que "Unamuno vive de hecho en el ámbito espiritual del catolicismo."30 Y ello a pesar de lo que el mismo Don Miguel llamó su abismo de tragedia religiosa.31 Su tragedia fue el desgarramiento de un hombre profundamente religioso que necesita cordialmente creer, pero racionalmente no puede aceptar esa fe. Pero vemos claro que más que racionalizar la fe, como generalmente se acepta, lo que hizo fue cordializarla. 32 Povzetek UNAMUNO, "PREPAD VERSKE TRAGEDIJE" Celotni ustvarjalni opus Miguela de Unamuna sloni na njegovem notranjem verskem dvomu, na verskem boju, ki gaje silil k razmisljanju o nekaterih bistvenih vprafanjih clovekove eksistence. Ali je bil Unamuno globoko veren clovek ali ne? Ali je hila njegova vera nuja okolja, v katerem je zivel, ali pa resnicna notranja potreba, tista gonilna sila, ki je razvijala njegovo filozofsko misel? Pricujoci Clanek skusa odgovoriti na nekaj bistvenih vprafanj v zvezi z Unamunovo vero, med drugim tudi s stevilnimi citati iz njegovih razprav, esejev in drugih del. 27 Vid. nota 26. 28 Carta a Manuel Laranjeira, 13-III-1911 / Portugalia Editora Lisboa, 1943, p. 181. 29 Paz en la Guerra. 30 Julián Marías, Lo que ha quedado de Miguel de Unamuno. Al margen de estos clásicos. Afrodisio Aguado, Madrid 1966, pp. 39 y 55-56. 31 Carta inédita a Lorenzo Giusso, Milán. Fechada en Salamanca a 21 de noviembre de 1936 (apenas a un mes de su muerte), publicada por Epoca, diciembre de 1986, p. 72-73. 32 Vid. nota 5. 76