DICCIONARIO DE CONSTRUCCIÓN Y RÉGIMEN DE LA LENGUA CASTELLANA por Rufino José Cuervo, continuado y editado por el Instituto Caro y Cuervo, Santafé de Bogotá, ICC, 1994 Monumento a la palabra, máxima obra gramatical y sintáctica de la lengua castellana, una ca- tedral, un palacio enorme, monumento lexicográfico de la historia cultural de la lengua española, y, según Gabriel García Márquez, una novela de la palabra, son sólo algunas palabras usadas últi- mamente para definir el singular Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana, o, más brevemente, el Diccionario Cuervo. El Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana ( 1500 ejemplares en su primera edición) consta de ocho elegantes e impresionantes volúmenes, un excelente trabajo de la Impren- ta Patriótica del Instituto Caro y Cuervo de Yerbabuena. Tiene un poco más de ocho mil páginas, nueve mil quinientas voces con más de 600.000 ejemplos de dos mil escritores conocidos de la lengua española. El inicio de este diccionario se remonta al siglo XIX, a 1872, cuando Rufino José Cuervo (Bogotá 1844 - París 1911), discípulo de Andrés Bello y uno de los fundadores de la filología española, decidió crear un diccionario sintáctico. El objetivo de Cuervo fue caracterizar la gramá- tica de cada palabra presentada, es decir, escoger un número de palabras ejemplares y mostrar todos sus empleos con ayuda de citas de autores renombrados y, de esta manera, crear un libro que recoja la estructura de la lengua castellana. En 1886, después de catorce años de un arduo y disci- plinado trabajo logra publicar el tomo primero (A-B) in en 1893 el tomo segundo (C-D), los dos publicados en París por Roger y F. Chernoviz, Libreros Editores. Cuervo interrumpe su trabajo al morir su hermano y en 1911, cuando el lingüista muere en París, deja una herencia de 40.000 papeletas y 40.000 citas clásicas con sus respectivas anotaciones bibliográficas. La idea de continuar la obra apareció en la VI Conferencia Internacional Americana celebra- da en La Habana en 1928, pero no se realizó en esa época. El Instituto Caro y Cuervo, fundado por el gobierno colombiano en 1942, y su Departamento de Lexicografía, creado siete años más tarde, se comprometieron a continuar y concluir el Diccionario de Cuervo. Conocidos lingüistas como Félix Restrepo, Pedro Urbano González de la Calle, José Manuel Rivas Sacconi, Fernando Antonio Martínez, Joan Corominas, José Álvaro Porto Dapena trabajaron en el diccionario, revisando el material dejado por Cuervo, recogiendo material nuevo, preparando los tomos siguien- tes. En esa época se publicaron los fascículos correspondientes al tomo III y se reeditaron los dos primeros tomos de Cuervo (Friburgo de Brisgovia, Herder y Co., 1953 y 1954). La continuación del diccionario recibió nuevo ímpetu en 1986 al ser nombrado Ignacio Chaves como director del Instituto Caro y Cuervo. Se crea entonces un nuevo y moderno equipo de investigadores jóvenes. El tomo III (E) se publica en 1987; en 1992 el tomo IV (F-G); en 1993 los tomos V (H-J) y VI (L- N); en 1994 se publican los dos últimos tomos VII (0-Q) y VIII (R-Z). Ese mismo año se reimpri- men los dos primeros tomos y se hace entrega de la obra entera al presidente de Colombia, se pre- senta el Diccionario en París y, en julio 1995, en Madrid. El Diccionario Cuervo es primordialmente un diccionario sintáctico que explica el régimen y la construcción de las palabras (el régimen preposicional, cómo se construyen los verbos, los sus- tantivos, los adjetivos, etc.). Pero es también un diccionario semasiológico y etimológico. El tomo 1, reimprimido junto con el tomo 11 de Cuervo, va precedido de unas palabras introduc- torias de los actuales editores del diccionario en el que destacan la necesidad de reimprimir los dos tomos de Cuervo por estar agotados desde hace mucho tiempo y, por lo tanto muy buscados por nume- rosos estudiosos y aficionados. Aunque incompleto el Diccionario suscitó en su época gran interés 167 y merecida admiración por parte de muchos lingüistas conocidos del siglo XIX (Schuchardt, Grober, etc.). Las palabras introductorias explican también que en la elaboración de los tomos siguientes los autores respetaron rigurosamente el plan y el método con que concibió el Diccionario su autor. Sigue la Introducción de Cuervo en la que el autor presenta su concepto. Se trata de un ver- dadero tratado lingüístico sobre la lengua, la etimología, la semasiología, la importancia de las metáforas. En el Diccionario figuran, según palabras del propio autor, los sustantivos y los adje- tivos »que no teniendo una significación absoluta, requieren para llenar el concepto un comple- mento especial, o que, teniendo un sentido general, admiten que se particularice con determi- nación a cierto objeto« (Tomo I, pág. IV), los verbos con su respectivo régimen y cambios en cuan- to a la transitividad, todas las preposiciones y algunas interjecciones, adverbios y conjunciones. Para encontrar el significado de las palabras el autor se remonta a los orígenes de cada una y pre- senta todos los valores con minuciosas citas de autores de habla castellana de todas las épocas. Teniendo en cuenta que el castellano se difundió como lengua oficial en la época de los Reyes Católicos, el autor señala el uso antiguo y el clásico de los vocablos. Hace referencia al diccionario de la Real Academia, presenta diferentes acepciones de la palabra y, al final, expone su etimología. Cuervo se preocupa también por el aspecto normativo de la lengua, el uso correcto de la lengua, pero subrayando que la lengua cambia y que muchos usos considerados como barbarismos o inco- rrectos en el pasado son actualmente usos correctos. En su exposición introductoria se lamenta de las dificultades que tiene con los textos necesarios para corroborar el significado de las palabras. Se trata de una obra titánica, demasiado amplia para una sola persona. El espíritu del Cuervo lo ilustran las palabras del mismo autor: » ... Ha sido nuestro designio formar una monografía (...) de la palabra que encabeza cada artículo. En todos se ha tratado de rastrear la historia de nuestra lengua, ya siguiendo las transformaciones ideológicas, que desde el sentido originario se continúan, a veces en hilos sutilísimos, hasta las acepciones que más se desvían de él, ya presentando los documentos que atestiguan la duración de cada vocablo desde su origen o introduc- ción hasta su olvido y desaparecimiento en cierta época, o su persistencia hasta nuestros días.11 (T. 1, p. LIV) Fernando Antonio Martínez y Joan Corominas, que en 1950 acometieron la tarea de continuar el Diccionario, abandonaron su empresa dejando una herencia de 20.000 citas. En 1973 el Instituto contrató al lingüista español José Álvaro Porto Dapena que es quien en realidad concluye el tomo 111. Su mejor alumno colombiano Edilberto Cruz Espejo organiza un nuevo grupo de jóvenes lin- güistas colombianos que revisan las notas de Cuervo y Martínez para los tomos siguientes y extien- den la lista de autores clásicos citados a los autores americanos modernos. Los tres primeros tomos se publican tal como lo concibieron Cuervo, Martínez, Corominas y Porto Dapena. Los tomos si- guientes continúan el plan y el concepto de Cuervo pero añaden citas de autores modernos y ya no se centran en el aspecto normativo sino en el descriptivo del uso real de la lengua. El Cuervo es sin duda un diccionario muy especial, distinto de los diccionarios existentes, por su objetivo multifacético y por el carácter monográfico que se le presta a cada palabra: una verda- dera novela de cada vocablo como bien lo define García Márquez (la preposición a por ejemplo, con la que se incia el tomo I de Cuervo, abarca 29 páginas de texto en dos columnas). Por su minu- ciosa descripción morfosintáctica, semántica y etimológica de cada entrada y por las vastas citas que la acompañan es una valiosa ayuda para todos los investigadores de la lengua española, los estudiantes, los docentes y los traductores de la lengua de Cervantes y un valioso aporte al conocimiento de una de las lenguas más difundidas en el mundo. Jasmina Markic, Universidad de Ljubljana 168