MORADAS DE BRANISLAVA SUSNIK: documentos, textos, imágenes, testimonios Coordinación y edición a cargo de Francisco Tomsich y Barbara Pregelj La antropóloga, arqueóloga y lingüista Branislava Susnik nació el 28 de marzo de 1920 en Medvode, Eslovenia. Su familia se mudó posteriormente a Devica Marija en Polje, y más tarde a Liubliana, donde Branislava Jožefina habrá de estudiar historia, arqueología, historia del arte y literatura comparada. Continuó sus estudios en Roma y Viena, y en 1947 viajó a Buenos Aires, pasando luego a Asunción del Paraguay, donde en 1951 asumió la dirección del Museo Etnográfico Andrés Barbero. Investigó la etnología local, dirigió y realizó 17 expediciones científicas y escribió, mayormente en español, ca. 77 títulos dedicados a la investigación etnohistórica, la lingüística y la historia social y cultural de los pueblos indígenas del Paraguay y las regiones colindantes del sureste de América Latina. Por más de veinte años encabezó la cátedra de Etnología y Arqueología Americanas en el plan de estudios de historia de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción, fue miembro de importantes asociaciones internacionales de antropología y fue galardonada por su obra científica con el máximo reconocimiento estatal del Paraguay. Branislava Susnik murió el 28 de abril de 1996 en Asunción. INDICE INTRODUCCIÓN DOCUMENTOS Partida de nacimiento y bautismo de Branislava Susnik Calificación escolar de Branislava Susnik Javier Viveros: Branislava Susnik descubridora de los pueblos indígenas Los testimonios y datos sobre los estudios de lenguas.. Urša Geršak: Bosquejo de unos pensamientos Diploma de licenciatura de Branislava Susnik, Liubliana, 1942 Francisco Tomsich: La biografía escindida y la biografía dialéctica. Las paradojas de Branislava Susnik TEXTOS Lista no exhaustiva de obras de Branislava Susnik Barbara Pregelj: Leyendo a Branislava Susnik Barbara Pregelj: Sobre los textos de Branislava Susnik en esloveno Branislava Susnik: Entre los indígenas Lengua María Esther Zaracho Robertti: La insurrección de los confinados: un texto conmemorativo en torno al centenario de Branislava Susnik Gloria Scappini: Susnik o la innovación en la perspectiva histórica paraguaya Fragmento de Branislava Susnik: El rol de los indígenas en la formación y en la vivencia del Paraguay IMÁGENES La encuesta Barbara Pregelj: El árbol de Branislava Susnik Francisco Tomsich: Iconología portátil de Branislava Susnik La mirada de los niños Branislava Susnik en las artes visuales Materiales para un retrato Un mural en Asunción TESTIMONIOS Cristino Bogado: Mi único encuentro con Susnik Romina Aquino González: Diario de una aficionada. Martes, 24 de marzo Irene Mislej: Año 1992 s. Urša Šebat: Branislava Susnik y la comunidad religiosa de las Hermanas Educacionistas Franciscanas de Cristo Rey Julio Eduardo Peña Gill : Entrevista a Branislava Susnik Francisco Tomsich: Una entrevista sobre Branislava Susnik con Ticio Escobar Al legar a la tumba de Branislava.. Y Henrike von Dewitz: Casa entre aguas Henrike von Dewitz: Una película documental: Hiša med vodami | Casa entre aguas Subtítulos de la versión de setiembre de 2020 de la película documental Casa entre aguas, de Henrike von Dewitz SOBRE LOS AUTORES INTRODUCCIÓN Moradas de Branislava Susnik es un libro monográfico bilingüe que se ocupa de la doble identidad, la doble pertenencia y la doble importancia de la obra de la antropóloga, lingüista y arqueóloga Branislava Susnik (Medvode, Eslovenia, 1920 – Asunción del Paraguay, 1996) en los ámbitos culturales de Eslovenia y Paraguay. Todos los textos e imágenes que lo integran fueron escritos (en unos pocos casos, compilados) y traducidos por primera vez del esloveno al castellano, y viceversa, en 2019 y 2020, en el marco de una investigación desarrollada en ambos países. La primera fase de nuestras pesquisas se desarrolló en 2019 en Medvode (Eslovenia), lugar de nacimiento de Susnik, y tomó la forma de un proyecto trans-disciplinario titulado Monumento imaginario a Branislava Susnik. Nuestro punto de partida entonces fue la producción y análisis de una encuesta dirigida a evaluar el grado de conocimiento sobre Susnik del que hacía gala la comunidad de Medvode, y cómo los encuestados se imaginaban un monumento a su memoria. Los resultados primarios de esta investigación fueron presentados al público local mediante diversas actividades (muestras, talleres, publicaciones, presentaciones) de las cuales se da cuenta en este volumen. La amplia difusión de estos trabajos a través de diversos medios contribuyó, por supuesto, a transformar las condiciones estudiadas. En 2020, la investigación se expandió en diversas direcciones, sumando investigadores, artistas y autores de Eslovenia y Paraguay cuyos aportes fueron reunidos en una página web bilingüe titulada Bivališča Branislave Sušnik | Moradas de Branislava Sušnik (https://branislavasusnik.wordpress.com/). Entre el 28 de marzo (fecha de nacimiento de Susnik, cuyo centenario se conmemora este año) y el 28 de abril publicamos allí 31 historias originales e inéditas sobre ella, 31 miradas (textos, imágenes, documentos, material audiovisual) desde las cuales artistas, escritores e investigadores de Eslovenia y Paraguay nos ofrecieron un caleidoscopio de acercamientos al trabajo, la figura y el legado de la científica eslovena y paraguaya. Algunas de ellas fueron producidas en respuesta a una convocatoria publicada a través de varios canales en febrero de 2020, en la que solicitábamos a investigadores, artistas y escritores de Paraguay y Eslovenia que nos enviaran trabajos relacionados con nuestro objeto de investigación. Los textos e imágenes publicados en el mentado portal se convirtieron en el material de base de una muestra artístico-pedagógica homónima inaugurada en julio de 2020 en Medvode, en la Galería bajo el pajar, situada al aire libre, junto al magnánimo río Sora. Esta muestra circulará en Medvode y sus alrededores (Zbilje, Žlebe) durante dos años. Para su compilación en esta monografía, los materiales reunidos en la página web (y algunos más) y producidos durante los dos años de investigación han sido ordenados de acuerdo a sus contenidos y énfasis, y ordenados en cuatro capítulos, a saber: Documentos, Textos, Imágenes y Testimonios. Nuestro viaje por la vida y la obra de Branislava Susnik comenzó en Medvode, su lugar de nacimiento, en 1920. En esa fecha se expidió el documento (a resguardo en la Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana) que abre la sección Documentos de esta publicación: su partida de nacimiento y bautismo. El siguiente documento que se presenta al lector es la libreta de calificaciones escolares de Susnik, expedida en Liubliana, la capital de Eslovenia, el 14 de mayo de 1938. En un breve texto escrito por Barbara Pregelj al respecto, se presenta ya uno de los aspectos más observados y estudiados por varios de los autores representados en este volumen: las paradojas y contradicciones que existen entre los documentos que poseemos y diversos relatos biográficos. El talento de Branislava Susnik para aprender lenguas extranjeras es el eje de una serie de reflexiones cuyo punto de partida es un fragmento del guión de un cómic dedicado a su vida, escrito por el escritor paraguayo Javier Viveros. Se hace alusión allí a un acontecimiento de la vida de Susnik en el que su don de lenguas le salvó probablemente la vida. Una breve aproximación a los idiomas que Branislava Susnik conocía y hablaba nos introduce en una serie de publicaciones centradas en la(s) biografía(s) de Branislava y el análisis de los documentos y textos que se ocupan de ella. Así, Urša Geršak lee las cartas de Branislava a su familia y se hace preguntas sobre las condiciones en las que llevó a cabo su obra: «A pesar de que las cartas establecen una relación íntima con el lector (¿está justificado leer cartas cuyos destinatarios no hemos sido nosotros?), hablan del sufrimiento y de rasgos personales de Branislava Susnik (y asimismo de su hermana, por ejemplo), tengo la sensación de que leyéndolas se erigen delante de mis ojos barreras detrás de las cuales, puedo presentirlo, hay algo más.» Algunas de estas preguntas, y otras, están relacionadas con las contradicciones que surgen cuando se cotejan ciertos relatos sobre la vida de Susnik con los documentos que poseemos. Es por eso que ahora publicamos, traducido y anotado, el título de licenciatura expedido a Susnik por la Universidad de Liubliana en 1942. De esas mismas contradicciones y paradojas se ocupa, por su parte, Francisco Tomsich en su ensayo La biografía escindida y la biografía dialéctica. Las paradojas de Branislava Susnik. El autor intenta allí poner en diálogo las historias divergentes de Paraguay y Eslovenia, contextualizando los acontecimientos de la vida de Susnik y deteniéndose en esos lugares y tiempos en los que los documentos ofrecen datos que no han sido lo suficientemente estudiados o niegan afirmaciones erróneas que han circulado en diversos textos. Tomsich enfatiza, hacia el final de su artículo, la llamativa «ausencia textual» de Susnik, que señala hacia «el peligro de la corrección diplomática, de la manipulación y simplificación de sus posiciones políticas, del silenciamiento de parte de su historia. Y eso, por encima de todo, es lo que debemos evitar en Eslovenia, donde nunca, a pesar de los buenos vientos, va a ocupar el lugar indispensable, activo, transformador si cabe, que le relectura y asimilación de su pensamiento ocupa y ocupará en Paraguay.» Las publicaciones directamente relacionadas con la obra (los textos) de Branislava Susnik, a los cuales se dedica el segundo capítulo de este libro, Textos, son introducidas por una bibliografía bilingüe (necesariamente aún incompleta) de sus publicaciones en libro (el lector puede acceder a una bibliografía sobre su obra a través de nuestro portal). Nuestra siguiente estación es un texto de Barbara Pregelj que presenta las premisas teóricas de nuestro enfoque a la hora de preparar la página web, premisas que, en gran medida (e independientemente del medio) también se aplican a la presente monografía: «Las historias sobre Branislava Susnik que vamos publicando en este portal son solo una de las posibles narraciones sobre ella, esta vez transmitidas en forma de un hipertexto, que Marko Juvan señala como una de las formas más adecuadas de contar la historia, ya que crea un entorno de organización de un discurso polifacético.» Utilizando herramientas de la Crítica textual, la propia Barbara Pregelj nos introduce a continuación en los raros textos de Susnik disponibles en esloveno, a lo que se sigue con uno de ellos, publicado aquí por primera vez en libro en una versión bilingüe esloveno-español. Se trata de Entre los indígenas Lengua, una crónica vivaz, llena de humor e ironía, escrita por Branislava Susnik sobre su experiencia de expedicionaria en el Chaco paraguayo. El texto original fue publicado en Buenos Aires en 1953; la traducción al español es de Irene Mislej. La antropóloga, escritora y gestora cultural paraguaya María Esther Zaracho Robertti ofrece a continuación, en su ensayo La rebelión de los confinados: un texto conmemorativo en torno al centenario de Branislava Susnik, algunas herramientas para reactivar la obra de Susnik en Paraguay y entender su lugar central y subversivo: «La insurrección de los confinados se refiere, en un paralelismo con la rebelión indígena visibilizada por Susnik en torno al mestizaje, al necesario levantamiento de tópicos y de actores que no han sido suficientemente posicionados en un lugar central del pensamiento paraguayo…» La antropóloga Gloria Scappini, por su parte, se detiene en un fragmento del tomo I del libro de Susnik El Rol de los Indígenas en la Formación y Vivencia del Paraguay (traducido por Barbara Pregelj y que sigue al texto de Scappini, con notas explicativas), y destaca en su ensayo el modo en que, a diversos niveles, la obra científica de Branislava Susnik no representa «propiamente una tendencia políticamente correcta en una nación cuyo mito de construcción nacional viene fortaleciendo desde los umbrales de la independencia la idea de supremacía de un mestizaje hispano-guaraní y de una sociedad excéntrica basada en una amalgama de culturas, negando en su narrativa todo conflicto histórico de fuerzas, y, aún peor, la lógica dominadora colonial sobre los vencidos.» Scappini se detiene especialmente en el análisis de la institución de las “rancheadas” y el lugar de la mujer en los procesos históricos analizados por Susnik y ella misma. El capítulo titulado Imágenes presenta al lector algunos documentos provenientes de la investigación realizada en 2019 en Medvode por el equipo de Moradas de Branislava Susnik, bajo el título Monumento Imaginario a Branislava Susnik. El punto de partida de la misma fue una encuesta representativa con preguntas tendientes a evaluar el grado de conocimiento sobre Branislava Susnik que poseen los habitantes de Medvode y a recabar información sobre cómo se imaginan estos un posible monumento. Debe tenerse en cuenta aquí que las celebraciones oficiales del centenario de Susnik en Medvode aún no habían sido llevadas a cabo en el momento en que fue lanzada la encuesta. Analizamos aquí, haciendo uso de gráficos y textos, los resultados, y reproducimos el diseño o propuesta de monumento a Branislava Susnik que surgió de los mismos. El informe de actividades del proyecto de investigación en 2019 finaliza con la publicación de algunos documentos visuales y textuales de la muestra Branislava Susnik entre aguas, inaugurada en la Biblioteca de Medvode en octubre de 2019, y que estuvo acompañada por una pequeña publicación. El análisis de la encuesta fue escrito por Francisco Tomsich y Barbara Pregelj, y establece un interesante diálogo con una entrada del blog de Barbara Pregelj publicada en 2019 reproducida a continuación. En este texto, la autora eslovena escribe sobre Susnik desde la perspectiva de una investigadora y traductora del y al español que es al mismo tiempo una habitante de Medvode, y observaciones como la que se cita a continuación son fundamentales para entender el carácter acuático, la simbología líquida y la materia fluyente de nuestra investigación: «Para ella, el agua fue fundamental. Cruzó el charco y su nombre es ante todo para mí un sinónimo de la confluencia, de ese confluir de los ríos que se da lugar en Medvode. No obstante, en español esta palabra designa también la coexistencia y esto es justo lo que en su trabajo de antropóloga hacía, veía y escuchaba de los demás, sobre todo entre los pueblos indígenas de Latinoamérica.» Es en este contexto de acción y pensamiento que Francisco Tomsich comienza a reunir los “materiales para una pequeña iconografía portátil de Branislava Susnik”, que comienza con el análisis de la experiencia de un taller de dibujo de retratos de Branislava realizado en la escuela primaria de Medvode en 2019. A ello sigue una compilación de textos dedicados a la presencia de Susnik en las artes visuales, que culmina con un breve estudio de una pintura mural producida recientemente en Asunción del Paraguay, en el que su rostro atraviesa, quizás a contrapelo e inintencionadamente, un proceso de mestizaje. Tomsich analiza también fotografías de Branislava Susnik y escribe sobre una obra del artista esloveno Tadej Pogačar, en la que Susnik aparece junto a otras mujeres eslovenas cuya importancia para la historia y la cultura nacional no se refleja en la frecuencia con que los nombres de calles y plazas las recuerdan (a diferencia de Asunción, no existe en Liubliana ni una callejuela a nombre de Branislava Susnik). El último capítulo, Testimonios, se inaugura con los aportes de los escritores paraguayos Cristino Bogado y Romina Aquino, quienes escribieron textos híbridos, a medio camino entre el testimonio, el ensayo literario y la poesía. Desde distintas perspectivas (sería interesante compararlas desde el punto de vista de los estudios de género), nos ofrecen una visión de la presencia activa de Branislava, no solo como personalidad científica, sino también como escritora, intelectual y como modelo de actuación. Este caleidoscopio se complementa con dos textos altamente testimoniales, de carácter casi íntimo: la investigadora eslovena Irene Mislej recuerda su encuentro con Branislava en Asunción, en 1992, y sor Urša Šebat, desde Austria y por intermedio de la escritora eslovena Jerneja Jezernik, nos retrotrae a tiempos aún más lejanos, a memorias como de ensoñación. Complementa estos testimonios una entrevista a Branislava Susnik realizada por Julio Eduardo Peña Gill y publicada en el diario Noticias de Asunción en mayo de 1990. El último testimonio proveniente de Paraguay intenta echar aún más luz sobre la vida y la obra de Susnik: Ticio Escobar, discípulo suyo y uno de los intelectuales imprescindibles del país sudamericano, responde a un cuestionario y nos ofrece algunos recuerdos y un breve y personal acercamiento a su legado desde su propia experiencia como investigador, escritor e historiador del arte. A continuación y a modo de anticlímax, explicamos el significado del logotipo de Moradas de Branislava Susnik y el uso que hacemos en él del dibujo de la Y, que no es una letra del alfabeto esloveno y es una palabra que significa “agua” en guaraní. Así, regresamos a nuestros humildes orígenes: Medvode, la confluencia de los ríos Sora y Sava, y la casa natal de Susnik, objeto de estudio de la antropóloga Henrike von Dewitz, que desarrolla una investigación sobre los habitantes de esa casa en la actualidad que también entreteje fragmentos de la historia de la localidad y de la región bajo la égida de Branislava Susnik. Este trabajo, integrado en este volumen como una serie de imágenes y textos (incluyendo los subtítulos de la última versión de la película Casa entre aguas de von Dewitz), nos representa, porque en él el pasado activa el presente, las historias no cesan, y Branislava Susnik regresa a su casa natal como razón de ser de una investigación antropológica cuyas consecuencias y resultados hablan de nosotros, ahora. De ese modo, cumplimos nuestro cometido inicial de invertir el camino seguido por Susnik en sus moradas, y regresar con ella a Eslovenia no como figura de conmemoración, sino como modelo de actuación, mirada crítica y corpus a releer, analizar, entender y activar, para ayudarnos a entender mejor el pasado y el presente y no cometer los mismos errores. Barbara Pregelj, Francisco Tomsich DOCUMENTOS Partida de nacimiento y bautismo de Branislava Susnik, 1935. Fuente: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. PARTIDA DE NACIMIENTO Y BAUTISMO DE BRANISLAVA SUSNIK Expedido el 20 de octubre de 1935 por la parroquia de Preska, Medvode, Eslovenia, este documento bilingüe esloveno-latín acredita que Branislava Jožefina Sušnik nació el 28 de marzo de 1920 en la calle Medvode 9. Medvode es una pequeña ciudad situada en las inmediaciones de Liubliana, sobre la confluencia de los ríos Sava y Sora. En 1935, la región en la que nació Branislava Susnik era parte del territorio de Eslovenia, que integraba a su vez el Reino de Yugoslavia, antes llamado (1918-1929) Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos. El Reino de Yugoslavia existió hasta 1945. Cuando en 1941 fue invadido por las fuerzas del Eje, la región en la que nació Branislava Susnik fue anexionada por Italia. La familia de Branislava Susnik no permaneció mucho tiempo en Medvode después del nacimiento de esta. Se mudó a Devica Marija v Polju y posteriormente a Liubliana, donde Susnik cursó todos sus estudios (escuela primaria, secundaria y licenciatura universitaria). Medvode tenía en ese entonces solo una calle, como muchos pueblos y aldeas de Eslovenia aún hoy, pero eso no significa que uno no pueda extraviarse en ella. La casa donde nació Branislava Susnik, y las historias (reales o inventadas) que circulan a su alrededor es uno de los ejes visuales y conceptuales de este proyecto y de este libro de investigación que atraviesa disciplinas, lenguas, países y épocas que fueron moradas de la científica eslovena. Volveremos a ella. (F. T.) Calificación escolar en esloveno y serbio (cirílico), expedido el 14 de mayo de 1938 en Liubliana por el Segundo Colegio Estatal de Ciencias que acredita que Branislava Sušnik terminó ese mismo año el instituto de enseñanza media. Fuente: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. LAS CALIFICACIONES ESCOLARES DE BRANISLAVA SUŠNIK A Branislava Susnik no le gustaba hablar de sí misma. A Tine Debeljak, que fue el primero que en 1958 escribió sobre ella y siguió haciéndolo en varias ocasiones, le «respondió enviándole solo su bibliografía, tal como la lleva la administración del museo». Pero no le facilitó sus datos biográficos. De modo que, escribe Debeljak, «en su biografía no puedo referirme a ellos, por lo cual estoy obligado a lo que recuerdo de ella de nuestros encuentros en Roma.» ( Svobodna Slovenija = Eslovenia libre, 1975: 299). La cosa no ha cambiado mucho en la actualidad en lo que respecta a sus datos personales. La científica que ponía tanto cuidado en procesar y analizar datos sobre los demás, no empleaba el mismo criterio para con los suyos propios. Cuando, por ejemplo, tratamos de determinar el tiempo que su familia pasó en Medvode, nos dimos cuenta de que los datos sobre la escuela elemental [osnovna šola] a la que asistía son difícilmente comprobables, aunque algo de esa incoherencia seguramente se deba también a las traducciones y a las diferencias entre los sistemas educativos de los países europeos en los que estudió y el Paraguay, donde se instaló en 1951 y del cual nunca volvió a exiliarse. En sus biografías, ella misma afirma haber asistido al «Colegio Nacional Triglav1» (Terčelj, Peris). Pero por entonces la ya existente Escuela elemental de Preska, a la que iban los niños de Medvode, no se llamaba Triglav, y Susnik tampoco figura entre los alumnos. Tampoco se encuentra entre los discípulos de la actual Escuela elemental de Polje (su familia viviría posteriormente en la localidad de Devica Marija, en Polje), y en 1929 el nombre de dicha institución pasó a ser Escuela Nacional Príncipe Heredero Petar. Para poder inscribirse en la Escuela secundaria [gimnazija] Poljane, entonces llamada Segundo Colegio Estatal de Ciencias, en 1938, según los datos del Informe, era obligatorio presentar un justificante de haber cursado los cuatro años de la escuela popular. Entonces, ¿a qué escuela primaria nacional o popular asistió Branislava Susnik? (B. P.) Medvode, 1920. Fuente: Biblioteca de Medvode. Convocatoria distribuida en febrero de 2020 a través de redes sociales y correos electrónicos personales, sin ninguna conexión con ninguna institución de Eslovenia o Paraguay. Un número considerable de los autores paraguayos representados en este volumen respondieron a ella. BRANISLAVA SUSNIK DESCUBRIDORA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS GUION DE HISTORIETA: JAVIER VIVEROS (fragmento) CUADRO 45 [CARTELA] CUANDO EN 1963 VISITÓ A LOS AYOWEOS-MOROS QUE VIVÍAN DENTRO DE LA MISIÓN SALESIANA DEL FORTÍN BATISTA, EN EL CHACO, SU VIDA SE VIO AMENAZADA. —¿QUÉ SON ESOS GRITOS, PA’I? PROVIENEN DE TODOS LOS PUNTOS CARDINALES —pregunta Branislava. —PROBLEMAS ENTRE CLANES TOTÉMICOS Y EL ODIO HACIA MI PERSONA COMO FACTOR COMÚN, HICIERON QUE SE REBELARAN TRES GRUPOS INDÍGENAS —dice el padre misionero, sudando y con cara de preocupación. CUADRO 46 —¿HAN VUELTO AL MONTE? —pregunta Branislava. —SÍ. SON COMO 200 INDÍGENAS Y TIENEN RODEADA LA MISIÓN. TEMO QUE ESTO SE CONVIERTA EN UNA CARNICERÍA —dice temeroso el padre misionero, haciendo la señal de la cruz. CUADRO 47 Llega junto a los dos el cacique Erói con unos 50 indígenas y hacen un círculo en torno a ella y al padre misionero. —¿HAY POSIBILIDAD DE QUE TODO VUELVA A LA NORMALIDAD, CACIQUE EROI? —pregunta Branislava. —A USTED NOSOTROS LA VAMOS A PROTEGER —dice el cacique Eroi y los indios levantan sus armas. CUADRO 48 —PERO, ¿POR QUÉ A MÍ ESPECIALMENTE? —pregunta Branislava. —PORQUE ES UNO DE NOSOTROS. USTED HABLA NUESTRA LENGUA —responde el cacique Eroi. Javier Viveros dirigió la colección Literatura paraguaya en historietas para la editorial Servilibro, y en este marco escribió los guiones de 5 relatos de Augusto Roa Bastos (1917-2005), el escritor paraguayo más conocido en el mundo (por ahora). Ha escrito numerosos guiones de cómics, algunos disponibles en línea (https://comicparaguay.com). Su guión de historietas basado en la vida de Branislava Susnik fue también escrito para la editorial Servilibro, y aquí publicamos un fragmento, ambientado en una anécdota de la vida de Branislava, bastante conocido y citado por diversos autores, en el cual su don de lenguas fue especialmente útil para ella misma. LOS TESTIMONIOS Y DATOS SOBRE LOS ESTUDIOS DE LENGUAS... Los testimonios y datos sobre los estudios de lenguas y la competencia que Susnik pudo tener en cada una de ellas son a veces contradictorios o poco realistas, pero es seguro, de acuerdo a todos los testimonios de quienes la conocieron en vida, que su conocimiento, capacidad y velocidad en el aprendizaje y su oído para los idiomas extranjeros eran extraordinarios. Los latinoamericanos estamos acostumbrados a la hegemonía de una lengua franca inmensa, el castellano: antes de asombrarse demasiado de Branislava Susnik, es importante recordar que el esloveno es una lengua no fácil de aprender, hablada por dos millones de personas, en un continente históricamente caracterizado por cortas distancias entre naciones y alta movilidad, por no hablar, para el caso de la generación de Branislava, de la importancia de la guerra y las invasiones para la adquisición de otras lenguas. Además del esloveno, Branislava estaba sin duda mas o menos obligada desde su niñez a aprender el serbocroata, o al menos estaba bajo su esfera de influencia. Lo mismo vale para el alemán, que es probable que haya aprendido ya en la escuela primaria y que luego fue fundamental. Para alguien con su facilidad, otras lenguas eslavas como el ruso o el búlgaro e incluso el polaco no deberían ofrecer demasiadas dificultades, al menos para leer en ellas. El francés es otro de los idiomas que debe haber aprendido muy pronto, tal y como lo demuestra la calificación escolar. Igual que el italiano. En cuanto a las lenguas muertas, es probable que haya tenido más que superficial contacto con el hebreo bíblico, y seguramente entendía el latín, y algunos dicen que el griego: es muy probable, sea cual sea el grado de conocimiento que podía tener de estos idiomas bíblicos. Sus estudios de arqueología y su interés en las culturas mesopotámicas justifican que se hable de su conocimiento de “lenguas altaicas”, aunque es improbable que esto exceda más que algún contacto. Lo mismo cabe decir de lenguas “bálticas”. Sí es probable que se haya interesado en el sumerio (que suele considerarse una lengua aislada y que fue quizá la primer lengua escrita), dado la tendencia de sus intereses, y otras lenguas semíticas. Pero esto es especulación. El mito, seguramente no demasiado lejano de la realidad, dice que Susnik aprendió español en el barco que la llevó a América (o sea, en cosa de tres semanas). Ese mito también dice que el castellano era la única lengua europea que no sabía, lo cual es absurdo, sea cual sea el criterio que se utilice para contar los idiomas de Europa. En todo caso, en algún momento aprendió inglés, y mas tarde portugués y guaraní, indispensables ambos en Paraguay. Incluso antes de internarse en este último idioma comenzó a estudiar y a escribir tratados sobre lenguas indígenas. En 1954 publica su primer libro sobre la lengua Chulupi (Chulupi. Esbozo gramatical analítico, Estudios Pampeanos I. Asunción) y un año después un tratado titulado Principios morfológicos de la lengua Mak’a (Estudios Pampeanos I, Asunción. 1955). En una entrevista reproducida en el documental de Matjaž Žbontar Šamanka Branka (Branka la chamana, Fatamorgana/RTV Slovenija, 2010), Branislava Susnik asegura hablar ocho lenguas indígenas. Oírla hablar, especialmente para un hablante nativo de español, es extremadamente divertido, y su acento es muy particular, con rasgos de italiano y alemán en la sonorización, pero no del modo típico. (F. T.) Branislava Susnik, Paisaje del Chaco. Fuente: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. Medvode, 1952. Fuente: Biblioteca de Medvode. Carta privada de Branislava Susnik a su familia, enviada el 10 de marzo de 1975. Fuente: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. BOSQUEJO DE UNOS PENSAMIENTOS2 Urša Geršak Branislava Sušnik (1920-1996), antropóloga, etnóloga, lingüista, historiadora, etnohistoriadora, sociohistoriadora, políglota…, me está persiguiendo ya unas décadas. Como a su tiempo Alma M. Karlin (1889-1950), otra mujer interesante y por mucho tiempo silenciada por nuestra cultura, trotamundos (inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial viajó ocho años por todo el mundo y visitó lugares muy aislados y culturas desconocidas), teósofa, exploradora y escritora y políglota3. Como también Juan Benigar, al fin y al cabo: un lingüista, etnólogo y antropólogo que ya al principio del siglo XX vivía y dedicaba su vida a los mapuches. Personas que te persiguen, que son muy poco conocidas en mi país y aún menos lo son sus obras. Los inimitables, que deseo captar, entender su espíritu inquieto, pero siempre se me escurren de las manos y vuelven a comparecer en todo su "atractivo" en un otro tiempo y en una otra morada. Branislava Susnik me visitaba en oleadas. De vez en cuando leí sobre ella algún artículo o alguna entrevista; sin embargo, siempre provocó en mí un interés y un deseo de descubrir algo más. Eso puede deberse también, en parte, a que yo sea hispanista y me interesen mundos a los que ella dedicaba su tiempo, esfuerzo y pasión. Pero nunca había tiempo para lanzarme a buscar informaciones, para investigar más profundamente y leer sus obras; y todo esto a pesar de que Branislava Susnik está para mí llena de zonas en blanco que quiero colorear. Por eso, este bosquejo de unos pensamientos es muy personal. Y es parcial, ya que seguramente sus obras, que no he tenido oportunidad de leer, ofrecen respuestas a numerosas preguntas que me inquietan. Este año he recibido con muchas expectativas sus catorce cartas4, la mayoría destinadas a su hermana y a su madre. Escritos que plantean nuevas preguntas y responden a las anteriores solamente en parte. A lo mejor porque faltan las cartas que permanecen sin abrir. Son cartas de su hermana, a las que Branislava Susnik en un momento dejó de responder. Esto se desprende de la carta que la hermana escribió a la directora del Museo etnográfico Andrés Barbero, Adelina Pusineri, ya después del fallecimiento de Branislava Susnik, en la que le pregunta si a lo mejor ella sabe por qué su hermana dejó de escribirle. A pesar de que las cartas establecen una relación íntima con el lector (¿está justificado leer cartas cuyos destinatarios no hemos sido nosotros?), y hablan del sufrimiento y de rasgos personales de Branislava Susnik (y asimismo de su hermana, por ejemplo), tengo la sensación de que leyéndolas se erigen delante de mis ojos barreras detrás de las cuales, puedo presentirlo, hay algo más. Las cartas nos cuentan mucho (o solamente somos audaces y nos tomamos la licencia de interpretarlas) de su visión – expresada en fragmentos – sobre las mujeres, el exilio, los habitantes autóctonos, Paraguay, la fe…, sobre lo que Branislava Susnik era y sobre lo que siempre será un secreto para nosotros. Sinceramente, ella despierta en mí sensaciones contradictorias, admiración y al mismo tiempo inquietud, impaciencia por las preguntas a las que no tengo respuesta, o no hay respuestas, o no son necesarias, o se han planteado de una manera completamente errónea. Los textos y los artículos que he leído sobre ella a menudo dejan abiertas las para mí más interesantes y ardientes preguntas, las resuelven con frases afirmativas sin argumentación, sin una visión crítica, solamente describen. Y no solamente en lo que concierne a su vida y a su relación con el régimen yugoslavo, a la dictadura en Paraguay, a su vida personal. Los artículos y las entrevistas, en lo que respecta a estas cuestiones, se repiten, se enredan en un “mito” de una investigadora y científica perfecta, entregada solamente a su trabajo, que creaba en pobreza, negando su femineidad (imagen del sacrificio femenino cristiano) en un Paraguay en el que (cuando ella empezaba su carrera en los años cincuenta del siglo pasado) no se tenía ninguna consideración por la ciencia y menos por la mujer, una mujer científica en su caso. Al mismo tiempo resaltan su espíritu independiente, raro, su honestidad, rigurosidad científica, su gran capacidad de trabajo, incansable; su humanismo y modestia. Para que no haya dudas, admiro el trabajo de Branislava Susnik, especialmente el hecho de que haya podido hacer realidad sus sueños. Sin embargo, tanto su vida personal como profesional siguen siendo una incógnita. El afán de ir destapando velos no implica juicios de valor, o desvalorizar su trabajo, sino que es un intento de mejor comprender y percibir su obra. O no. ¿Es en realidad indispensable saber más sobre su vida, sobre la relación con su madre y hermana, con su padre, su patria, Paraguay, la dictadura stronista…? Según ella, no. ¿Son importantes únicamente la investigación y la ciencia? ¿Por qué hay tantas declaraciones contradictorias sobre su vida? ¿Cómo vivían su hermana y su madre en Yugoslavia? En la carta a su madre y hermana del año 1975 (después de vivir ya 20 años en Paraguay) lamenta que en ese país solamente «trabajo y trabajo duro»; no tiene amigos, y su labor no es bien renumerada. Una gran soledad y un sentido de ser incomprendida se desprende de esta carta. En otras describe también su trabajo y de estas se respira la pasión hacia lo que hace, a lo que ha dedicado la vida, la investigación científica. ¿Se sentía culpable por eso? ¿Culpable porque no pudo ayudar a su hermana y a su madre? ¿Por el hecho de que su hermana cuidaba a su madre? ¿Por qué Branislava Susnik nunca ha vuelto a casa? ¿Por qué su hermana nunca la visitó en Paraguay, a pesar de la impresión de que a las tres mujeres las unía un lazo especial? ¿Por qué Branislava Susnik huyó de Yugoslavia? ¿Por miedo del régimen? Muchos autores afirman que sí. ¿Fue una exiliada política? Asimismo, echo de menos un estudio completo de su opus. A lo mejor más aquí, en su patria, donde sus obras científicas no tienen tanto alcance. Aunque también se debe decir que cada vez hay más libros que presentan, analizan e intentan establecer una distancia crítica hacia su obra. Pues es indudable que su contribución a la comprensión de los aborígenes paraguayos, a la historia de Paraguay, a la etnohistoria y a las lenguas indígenas, es singular. Los expertos destacan que derrumbó algunos mitos establecidos por la historia oficial de que la conquista fue pacífica, que los conquistadores y la población autóctona coexistían y se mezclaban en una convivencia bonita. Comprobó, por ejemplo, que el territorio de Paraguay ya había sido, antes de la llegada de los españoles, un territorio mestizo. Su concepción del término mestizaje es importante para poder entender la identidad de Paraguay cuando afirma que no se trataba de una mezcla libre, generosa y digna entre los españoles y los aborígenes, como tampoco lo fue más tarde entre los mestizos y los aborígenes. A continuación resalta el sentimiento de inferioridad del mestizo, que no elige como suyo a la madre aborigen, sino al padre español (la misma idea, de un manera diferente, la expresa en el año 1981 José Martí en su ensayo Nuestra América). En su investigación entrelazaba diferentes ciencias y métodos: historia, lingüística, etnología, antropología, arqueología y trabajo de campo. Desde el año 1951 hasta el 1992 realizó 17 expediciones a las regiones naturales “hostiles”, impenetrables y sin descubrir, sobre todo a la parte norte de Paraguay (como es la región del Chaco, por ejemplo). Las expediciones podrían durar meses, el camino era arriesgado y lleno de peligros. Antes de partir al terreno había aprendido la lengua del pueblo al que iba, convencida que la lengua significaba para los pueblos tribales la manera de vivir y pensar, y de que existía una relación estrecha entre la lengua, la cultura y la sociedad. (Peris, 2014: 33). Siempre me interesó también la relación que tuvo con uno de los más horrorosos regímenes dictatoriales de América del Sur, la dictadura de Alfredo Stroessner, que gobernó el Paraguay desde el año 1954 hasta 1989, es decir, durante todo el tiempo de la actividad científica de la dra. Susnik. En la carta a su madre dice que añora la patria, especialmente ahora cuando en Paraguay hay una dictadura militar, «dura y cruel». Dice que, por suerte, solamente se ocupa de ciencia y que por el momento la dejan en paz. Como mujer, científica, exiliada, ¿tuvo que sufrir y renunciar a tanto para poder trabajar en lo que, ya de desde pequeña, sabía que era su vocación? Los artículos mencionan que de sus expediciones trajo al museo etnográfico más de mil objetos y numerosas fotografías. ¿Cómo era su relación con los aborígenes? ¿Tenía algún amigo entre ellos? No hay final para estas preguntas… Precisamente la conmemoración de los cien años de su nacimiento este año, tanto en Paraguay, pero principalmente en Eslovenia, es una oportunidad para que se la conozca mejor como científica y se sepa más de sus aportes a la ciencia y al conocimiento de la etno- y sociohistoria del Paraguay y de las etnias autóctonas. En el mes de noviembre se llevarán a cabo dos eventos centrales: la exposición titulada La Doctora, investigadora eslovena en Paraguay en el Museo Etnográfico de Eslovenia, cuya comisaria es la dra. Mojca Terčelj, y un simposio internacional. Será una oportunidad para hundirme en su mundo cautivador, destapar numerosos velos y hallar respuesta a al menos algunas de las preguntas antes mencionadas. Bibliografía Romina Aquino González: Memorias de una intrépida científica. Revista Pausa, Última Hora, 21.11.2019. Asequible en la web. Bivališča Branislave Sušnik / Moradas de Branislava Sušnik [https:/branislavasusnik.wordpress.com] Marilyn Rehnfeldt: «Bicho raro». Branka Susnik y los cimientos de la antropología paraguaya. En: Rosana Guber (ed.): Trabajo de campo en América Latina. Tomo I, Bogotá, Campus, 2019. Asequible en la web. Copias de algunas cartas de Branislava Susnik, Museo Etnográfico “Andrés Barbero”, Asunción. Miguel López H.: Susnik, científica en los años 50. Correo Semanal, Última Hora, 7.12.2019. Asequible en la web. Charles Quevedo Cabrera (ed.): Antología del pensamiento crítico paraguayo contemporáneo. Buenos Aires: CLACSO, 2015. Asequible en la web. Carlos Peris: Branislava Susnik. Antropóloga del Paraguay. Asunción: El Lector, 2014. Asequible en la web. Guido Rodríguez Alcalá: Branislava Susnik, exploradora del Paraguay. ABC Color, 18.8.2019. Asequible en la web. Blaž Telban: »Bicho raro« paragvajskih ravnic ali srečanje z dr. Branislavo Sušnik. Etnolog. Nova vrsta (Liubliana), año 3=54, número 1, 3 (1993), págs. 205–214. Asequible en la web. Tam, kjer ona goji rože, je padlo tudi nekaj moje krvi (pogovor z dr. Ireno Mislej), Družina, 14.2.2010. Asequible en la web. Sala del Museo Barbero en Asunción. Foto: Urša Šebat. Mesa de trabajo de Branislava Susnik en el Museo Barbero de Asunción. Foto: Urša Šebat. Diploma de licenciatura de Branislava Susnik, Liubliana, 1942. Fuente: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. DIPLOMA DE LICENCIATURA DE BRANISLAVA SUSNIK, LIUBLIANA, 1942 Nº 91/1942 / DIPLOMA DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA / El señor: S u š n i k Branislava, nacida el 28 de marzo de 1920 M e d v o d e / ha pasado el examen de licenciatura del 21º grupo científico con las siguientes calificaciones: / en historia nacional en el examen escrito nueve /9/ en el examen oral diez /10/ / en historia universal en el examen escrito diez /10/ en el examen oral nueve /9/ / en literatura comparada, historia del arte y arqueología en el examen escrito / en el examen oral nueve /9/ / con ellos ha cumplido con todas sus obligaciones prescriptas por el Reglamento de la Universidad y el Orden de la Facultad de Filosofía / La Real Universidad de Liubliana le otorga este diploma y le reconoce su título universitario, con todos los derechos que esto conlleva y que otorga la ley / Emitido en Liubliana el día 20 de junio de 1942 / Decano de la Facultad de Filosofía: / FIRMA / Rector de la Universidad: / FIRMA/dr. Milko Kos/ NOTAS: Tal como lo anuncia el escudo situado en la parte superior central del documento, la Universidad de Liubliana se encuentra bajo la administración del Reino de Italia desde abril de 1941, cuando el Reino de Yugoslavia capituló ante las fuerzas conjuntas de Italia, Alemania, Hungría y Bulgaria. El documento es bilingüe (italiano-esloveno). Los timbres por valor de 228 liras (moneda italiana de la época) portan la efigie del Rey Víctor Manuel I , intervenidos con un texto sellado que dice “Provincia de Liubliana”. La calificación mínima es 1, la máxima es 10, el mínimo para aprobar 6 (se especifica en la base del documento). Hay una errata en la versión eslovena del texto, sobre la firma del decano de la facultad. Donde dice “filozoske” debería leerse “filozofske”. Branislava Susnik a su llegada a Buenos Aires, 1947. Fuente: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. LA BIOGRAFÍA ESCINDIDA Y LA BIOGRAFÍA DIALÉCTICA. LAS PARADOJAS DE BRANISLAVA SUSNIK Francisco Tomsich No es necesario viajar para ser (y desempeñarse como) antropólogo, pero la mayor parte de los antropólogos viajan y aman viajar, porque además saben que no hay Uno sin Otro. En esa simple operación suelen perder su condición de indígenas ellos mismos, se convierten en profesionalmente otros, y en algunos casos, como es el de Branislava Susnik, eso es para siempre. Sin duda Susnik era verdaderamente indígena, aborigen, autóctona, en los términos relativos en que estas categorías funcionan, es decir, son legibles, comúnmente aceptadas, en algún lugar, llámese Heimat, terruño, tierra natal o Eslovenia. Pero en Paraguay siempre es una “eslovena”, sin esas florituras verbales tan comunes en los países latinoamericanos como “paraguaya honoraria”, “ciudadana adoptada” y “extranjera ilustre” que empiezan a leerse ahora (en los homenajes) pero no son tan comunes mientras estuvo viva, al menos hasta que no fue ineludible, y vieja, y sabia5. Por eso llama tanto la atención, como si fuera un error, leer en Klein6 que Susnik era «a Paraguayan intelectual». La propia Susnik expresó: «Nací eslovena y me siento eslovena. Eslovenia es mi tierra natal y la de mis sentimientos»7. Estas frases entran en incómodo diálogo con algunos hechos que analizaré más adelante, pero son coherentes con la decisión de Susnik de inscribirse en el registro civil paraguayo (en 1956) como Branka (un nombre que no existe en castellano) y no como Branislava (que si bien era un poquito exótico, se escribe igual en español). Significativamente, «sin embargo firmó más de la mitad de sus libros, a partir de los años setenta y algo, como Branislava»8. Esta conducta es paradojal, porque como señaló Barbara Pregelj, refiriéndose a las dificultades para dilucidar a qué escuela primaria asistió Susnik basándose en documentos y relatos, «la científica que ponía tanto cuidado en procesar y analizar datos sobre los demás, no empleaba el mismo criterio para con los suyos propios »9. Pero las paradojas pueblan la biografía de Susnik, y más importante aún, su recepción y su uso e instrumentación por parte de otros. Quiero abordar en este texto abocetado algunas de esas paradojas, a veces partiendo de analogías, a veces de lugares comunes o aseveraciones que se hacen sobre su vida, que requieren ser cuestionadas o bien exigen contextualización. Salvo en algunos casos, en que presento datos que niegan aseveraciones que he leído y son sin duda erróneas, este texto quiere en realidad presentar problemas que señalan la necesidad urgente de la publicación, estudio, traducción y análisis de toda la obra y el archivo de Susnik. Cuando se habla de la vida de una persona célebre suele olvidarse la contingencia de los destinos humanos. Es evidente, en el caso de Susnik, que su interés en la antropología y la arqueología eran impulsos claros de su personalidad de estudiante, pero que su centro eran las lenguas. Los que la conocieron aseveran que su don de lenguas y su oído eran simplemente extraordinarios. Y en los testimonios tempranos que escribieron sobre ella para presentarla a autoridades de Argentina y Paraguay, se destaca su interés en el estudio de las lenguas indígenas10. En ese sentido, no es nada extraño que haya producido su obra casi con totalidad en español: el contexto lo exigía así, y el español no deja de ser la lengua colonial con la que ella difunde sus hallazgos y estudios en lenguas otras, sumergidas, desempoderadas y marginadas. Si se hubiera quedado en Europa, es probable que hubiese trabajado en alemán, que era la lengua científica por excelencia de la antropología de su época, o francés, que aún era la lengua franca que el inglés es para nosotros ahora. De lo que no estoy tan seguro es que se hubiese convertido en etnóloga o arqueóloga (junto a “intelectual” y profesora en una cátedra de Historia, y autoridad en etnohistoria y sociología histórica y en el estudio de muchas lenguas) en un contexto que hubiese exigido una rigurosa sujeción a convenciones académicas, límites profesionales y compartimentos estancos disciplinares: este no era el caso, evidentemente, de Paraguay en la década de 1950. Es significativo, entonces, que Adelina Pusineri, su amiga, colega, biógrafa y sucesora en el Museo Barbero, diga en su repaso por la producción de Susnik que en su último libro, de 1995 (pero publicado póstumamente)11 vuelve «después de 20 años a su antiguo “amor”, la lingüística» (Pusineri 2015: 139). Y antes dice que Susnik «comenzó sus investigaciones entre los indígenas con temática etnolingüística, para no tener “problemas indigenistas”»12. Esta observación es valiosa, tanto como las que, en ese y en otros textos, profundizan en los aspectos prácticos y logísticos de las expediciones que dirigió Susnik y demuestran que ella seguía las reglas discursivas del poder (términos peyorativos, lugares comunes coloniales, motivos “civilizatorios” en los que ella sin duda no creía) para poder conseguir los permisos y recursos para hacer su trabajo: ella era consciente de carácter subversivo de lo que estaba haciendo, y cómo amenazaba el status quo, y concentrarse, al menos en los primeros años, en cuestiones de lengua, fue un salvoconducto, una manera de pasar más desapercibida. Más adelante, el carácter ya enciclópedico de su obra transparentará su independencia crítica y su potencia desestabilizadora e inquietante13. Su dedicación al Museo Barbero, es pues, a mi entender, subsidiaria de ese su impulso lingüístico: un golpe de suerte paradójico, ya que lega a Paraguay muy poco después de las muertes sucesivas del primer responsable de la institución, entonces llamada Museo de Etnografía e Historia, Max Schmidt, y de su fundador, el Dr. Andrés Barbero, y casi inmediatamente es invitada a ocupar el lugar del primero, que coincide con la inauguración de una nueva sede (1956) y la reorganización de la colección, realizada por Susnik. Ese lugar institucional le ofrece a Susnik seguridad financiera, libertad profesional y capacidad de improvisación (cuando decimos que era arqueóloga, por ejemplo, no debemos olvidar que ella se inventó serlo, con rigor pero seguramente también mediante ensayo y error, sobre el terreno: sus descubrimientos son fundacionales, no necesariamente infalibles; había pocos competidores) y un espacio intelectual de acción a medio camino entre lo público y lo privado (el museo es privado, su rol es de interés público, en un país donde las misiones jesuíticas cumplieron roles ambiguos similares, que también cuestionaría Susnik). Y, también, un refugio. Un refugio, por otra parte, no solo de lo que haya dejado atrás en Europa, sino de lo que se venía venir en Paraguay mismo. Paradójicamente, su extranjería también le resultó beneficiosa. En una época en que, como menciona al pasar Pusineri, todos los antropólogos eran “bolches”, Susnik, que evidentemente no lo era (pero alguno de sus amigos y colegas sí) atraviesa la dictadura de Stroessner sin ser molestada. No puede no decirse que sus credenciales no la protegían: católica o al menos fuertemente vinculada a instituciones católicas, abiertamente anti-comunista (al menos en ciertos discursos y contextos), personalmente víctima por parte de algún tipo de “izquierda” (sea lo que sea que se entendiera como tal en ese lugar y tiempo). Pero, al mismo tiempo, era una antropóloga, y como afirmó en una conversación la antropóloga paraguaya Gloria Scappini Meza, «la antropología y el psicoanálisis son las primeras víctimas de un sistema totalitario»14. Cuando Susnik llega a Paraguay, en 1951, el país atraviesa una etapa oscurísima de su historia, marcada por la anarquía, la guerra civil y la devastación provocada por las consecuencias de guerras genocidas, imperialismos varios, gobiernos de facto y guerras civiles. No es difícil hacerse de resúmenes de lo que pasó antes, pero aquí vale la pena recordar que hablamos de un país en profunda crisis política, económica y social, que en un período muy breve (precisamente en los primeros años de Susnik en Asunción) se convierte en el feudo de un reducido número de actores políticos dados a la paranoia, liderados por el general Alfredo Stroessner, que toma el poder mediante un golpe de estado en 1954, cancela toda actividad política ajena a su partido (el Partido Colorado) y gobierna el Paraguay durante los siguientes 35 años (hasta 1989), como en estado de sitio, por fuera de la Constitución y con un cada vez mayor grado de represión, violaciones a los derechos humanos y protagonismo del ejército. Teniendo en cuenta la enorme desigualdad social imperante en el Paraguay (como mencionan muchos autores, en la década de los 50, 1500 propietarios eran dueños del 85% de las tierras cultivables), el aislacionismo del stronismo significó para las clases bajas del Paraguay una calamidad en aumento, por no hablar de la situación de las mujeres y, especialmente, de las diversas tribus indígenas. No es difícil imaginarse lo que esto significa para una investigadora como Susnik, que organiza numerosas expediciones de campo de diversa índole y espíritu y es testigo de transformaciones radicales del modo de vida de las comunidades en las que se interesa. Tampoco debe olvidarse lo que la debacle económica del Paraguay en los años 50 y el aislacionismo posterior significan para un investigador: sobre eso hay suficientes testimonios, y varios autores (Peris, Rehnfeldt, Pusineri, entre otros) recuerdan las dificultades que tuvo Susnik para comprar equipos adecuados a la tarea que se proponía. Por último, el contexto del que hablamos tampoco es inocente en el hecho de que tantos documentos obtenidos o recopilados por Susnik se hayan perdido. Las condiciones de trabajo en las que Susnik actuó casi toda su vida no tienen comparación, en su fragilidad y vulnerabilidad, con las de ningún investigador profesional, amparado por una institución, de Yugoslavia15 en el mismo período. Teniendo en cuenta este contexto, llama la atención que Branislava Susnik se refiera a Paraguay, en plena dictadura, ahora armonizada a nivel continental, como una tierra que no perdió el «humanismo ni la fe»16. Me llama muchísimo la atención esa frase. La fe, ¿es la fe católica? ¿O la fe humanista? ¿U otro tipo de fe? ¿Hasta qué punto, cuán católica era Susnik? Y el humanismo, ¿de quiénes? Hay algo distópico en esa frase, algo que no encaja con el contexto, mas allá de las buenas intenciones, la corrección o las esperanzas. Es una frase que da miedo, porque puede ser usada por cualquiera, para apoyar cualquier discurso y justificar cualquier acto, y no creo que Susnik lo haya querido así. Sin embargo, hay otras apariciones de la palabra “humanismo” en Susnik que ofrecen claves para comprenderla. Hablando de la expedición al Alto Paraguay (una región estudiada por Susnik ya en su primer viaje de 1956), pergeñada en 1968, Pusineri afirma que Al legar a Bahía Negra, tanto había cambiado todo después de más de una década, que el chamán Aita, informante principal de sus estudios de 1956, se había convertido al cristianismo, y en Puerto Diana estaba la Misión norteamericana “New Tribes Mission”. Aita era ahora diácono evangélico; se había vuelto peligroso y esquivo a las preguntas de la Dra. Susnik. (Pusineri 2015: 138) En una carta al pastor de la misión, Susnik escribe: Los himnos religiosos que los Chamacocos cantan en el templo impresionan, indudablemente y -Dios quiera- esto les llene el mismo vacío dejado por el abandono de su antigua sonaja shamánica. A la par de tales gratas impresiones, tuve también una sensación menos agradable: en su vida diaria predomina entre los Chamacocos un materialismo exacerbado que me llamó poderosamente la atención, tuve la sensación –lo digo como antropóloga– que hay algo falso en la simple apariencia y manifestación de estos indios, confío que vuestra misión sabrá llevarlos al camino del humanismo también en este sentido. (Pusineri 2015: 138, el subrayado es mío) Este texto es interesante, porque también nos ofrece un testimonio de primera mano sobre cómo el paisaje social y religioso de América Latina fue transformado por las misiones evangélicas y pentecostales norteamericanas que comenzaron a hacerse fuertes precisamente en esa época y cuyos vínculos con el imperialismo norteamericano no es secreto para nadie y alcanzan su máxima transparencia durante las dictaduras militares de extrema derecha en Brasil, Argentina, Uruguay y (especialmente) Chile en la década de 1970, concertadas, coordinadas y asesoradas por el gobierno de los Estados Unidos. El desarrollo de este proceso histórico es visible hoy día, por ejemplo, en la conformación política actual de Brasil y las alianzas entre las iglesias pentecostales locales y el giro hacia el militarismo y la extrema derecha. Es interesante, en este contexto, que Susnik oponga aquí al «humanismo» el «materialismo exacerbado». Y también que su carta sea tan amable, teniendo en cuenta su estilo directo y su tendencia al exabrupto, que le acarreó numerosas enemistades. Es evidente que su interés por la comunidad indígena a la que se refiere excede el celo científico y alcanza un territorio ético y crítico que todo antropólogo sabe difícil de equilibrar con el ejercicio de la profesión entendida desde el paradigma en el que Susnik se formó. Cuando Susnik habla de Eslovenia y Yugoslavia (y a veces se refiere a toda “Europa del Este”), por otra parte, sus declaraciones públicas suelen ser claramente anti-comunistas, si bien no he encontrado aún ejemplos del modo en que haya articulado esa posición política en un discurso de índole no autobiográfico. Uno de los aspectos del “anticomunismo” de Susnik está, entonces, relacionado con su historia familiar, y el otro con su evidente odio al autoritarismo y al partidismo en general: como dice Pusineri, En la Argentina tuvo contacto con los círculos científicos de la Universidad de La Plata y fue invitada por el gran investigador ítalo-argentino José Imbelloni, para trabajar en el Museo de La Plata. Pero, como la doctora Susnik iba a expresarlo más tarde, “ya había sufrido y huido de los ismos”: en la Argentina, en ese momento, estaba en el gobierno Juan Domingo Perón, y ella prefirió rechazar la oferta. (Pusineri 2015: 129) Es desasosegante y triste, luego de leer esto, comprobar que Susnik terminó desarrollando su trabajo y pasando casi toda su vida bajo el “ismo” sangriento, reaccionario y aislacionista de Stroesnner. En cartas a su familia, Susnik habla de las dificultades que ello conllevaba, y Pusineri es aún más explícita: En cuanto a su vida política, por supuesto, que la tenía bien definida; no era de izquierda, el padre era pro Italia, pero claro que ella no abrazaba ese “ismo” del padre, pero sí no estaba, ni le gustaba, ni le apreciaba a Stroessner, pero le tenía terror, tenía que mantenerse siempre con cuidado para no caer en sus trabajos. (Pusineri 2015: 157)17 Aquí es cuando debemos profundizar un poco en el todavía bastante oscuro período europeo de Susnik y tratar de echar algo de luz sobre las circunstancias personales que determinaron su exilio. Las fechas son importantes porque desmontan algunas narrativas y lugares comunes que empiezan a expandirse por redes sociales y las opiniones, y que son falsas. Aquí el lector debe recordar o saber que el pueblo en el que nació Susnik en 1920, Medvode, se encuentra en la zona central de Eslovenia, muy cerca de Liubliana, la capital administrativa de un territorio caracterizado por una considerable homogeneidad étnica (pero con un alto grado de germanización) pero históricamente subordinada a conformaciones políticas foráneas (el reino de los Francos, el Imperio austro-húngaro, el Imperio napoleónico). Para decirlo en términos caros a los latinoamericanos, la historia de Eslovenia puede presentarse como en clara oposición a la de Paraguay: primero viene la etnicidad asociada a un territorio históricamente estable, luego la nación, y por último el país. De hecho, Eslovenia nunca fue un país independiente hasta 1991, si bien es una nación reconocible como tal desde que el concepto de nación que damos por lugar común se estabiliza y formaliza en casi toda Europa, y es una etnia, o pueblo, desde mucho antes. El lector esloveno debe recordar que en América Latina, los países suelen preceder a las naciones, y no siempre las naciones que se asocian al país tienen algo que ver con la etnicidad o la autoconfiguración de los pueblos que habitan el territorio adosado a estos conceptos. Branislava Susnik nació en el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, una entidad política balcánica formada tras la primera guerra mundial y a la que sucedió mediante un auto golpe de estado (1929) el Reino de Yugoslavia, gobernado directamente por la casa real serbia y que persistió hasta el final de la segunda guerra mundial. Es por eso que el pasaporte de Susnik, expedido en Berna, Suiza, en 1943, la acredita aún como ciudadana del Reino de Yugoslavia. En esa época, la existencia de este era meramente formal, dada su ya larga pérdida de autoridad e injerencia en un territorio que había sido invadido por los ejércitos de Italia y Alemania en abril de 1941. La región en torno a Liubliana, donde vivía Susnik, fue anexionada por Italia, mientras que el norte de Eslovenia sufrió una más brutal germanización por parte de las autoridades nazis alemanas y austríacas. La resistencia comenzó inmediatamente y solo más tarde se organizó en bandos y facciones de muy diversa extracción y conformación política coordinados a nivel nacional o regional, si bien debe decirse que el partido comunista ya contaba (en parte gracias a una larga experiencia de clandestinidad y proscripción) con una organización que les permitió iniciar bastante pronto (a pesar del inicial “problema”, extremadamente espinoso, que planteaba oficialmente el resistido pacto de no agresión germano-soviético) dicha coordinación. En todas las naciones de Yugoslavia, por otra parte, se formaron gobiernos títeres y grupos colaboracionistas y paramilitares de diversa extracción y predicamento. El padre de Branislava Susnik era gendarme (al parecer, comandante) en Devica Marija pri Polju, en el entorno de Liubliana, y de ideología fascista o pro-fascista (lo que sugiere Pusineri cuando dice «pro-Italia»). Los comunistas eslovenos lo conocían bien, y el pasquín Slovenski poročevalec (El informante esloveno, órgano del ilegal Partido Comunista de Eslovenia, en circulación desde 1938) lo menciona en la segunda página del número 4, publicado el 22 de junio de 1941: «En Zalog y sus alrededores los carabinieri están arrestando gente debido a las denuncias del gendarme Sušnik.»18 En todo caso, Jože Sušnik (nacido en 1888) fue asesinado el 18 de agosto de 1941, en Vevče (de acuerdo al documento correspondiente del Archivo General Esloveno)19, al sur de Liubliana, en las cercanías de su destacamento. «Vevče Nº 38» es también la dirección registrada en un certificado de residencia expedido a nombre de Branislava Susnik el 28 de agosto de 1942, y esto podría confirmar el relato de que la ejecución sucedió cuando regresaba a su casa y el testimonio que asegura que Branislava fue testigo de la misma. Slovenski poročevalec se hace eco del suceso en su edición del 23 de agosto de 1941, en el apartado «LA LUCHA DE LA NACIÓN ESLOVENA. Matar a los denunciantes»: «En Vevče fue fusilado un ex gendarne yugoslavo, el de hecho soplón de los italianos Sušnik»20 Las circunstancias de su muerte están siendo estudiadas por diversos investigadores en el contexto, bastante confuso y minado de ideología a posteriori, del primer año de la ocupación. Es evidente que fue ejecutado por colaboracionista (al parecer no hay duda de que lo era) y espía (se lo acusa de ello) y no meramente por fascista; por quién exactamente y a qué o quién respondía, si respondía, no lo sabemos aún con exactitud, si bien la Liga de las Juventudes Comunistas de Eslovenia, activa en la zona desde mucho antes, es un buen candidato: un poco antes, en junio de 1941, un grupo de comunistas del Comité Regional correspondiente a la zona fue arrestado al ser descubierto en preparativos para una insurrección. Pero dada la índole de las actividades del padre de Branislava, tampoco puede descartarse una venganza personal. En todo caso, la zona sur de Liubliana en la que ocurrió el hecho fue importante más tarde, cuando la resistencia de los partisanos llevó a cabo allí operaciones más ambiciosas de sabotaje. En 1941, esta acción no puede considerarse una “purga”; puede relacionarse con la resistencia, pero difícilmente con la represalia política coordinada (a nivel “yugoslavo”) con objetivos políticos claros (la “revolución”). Slovenski poročevalec | El informante esloveno. Año II, Número 14, 23 de agosto de 1941, pág. 2. Fuente: Dlib. Si bien el relato no cuenta con más que una fuente, Adelina Pusineri (Pusineri 2015: 157), se dice que Branislava tenía por esa época un «novio», también eliminado por lo que ella lama las «brigadas». Sería interesante poder investigar si esto es verdad, quién era él y cuándo ocurrió esto. A partir de ahora, sin embargo, fechas, documentos y testimonios no encajan fácilmente. Se dice en varias biografías que Branislava Susnik estudia en Liubliana entre 1937 y 1941 en la Facultad de Teología y se doctora en una impresionante cantidad de materias en la Facultad de Filosofía. El documento del que disponemos de la Facultad de Filosofía de Liubliana (“diploma”, correspondiente a una licenciatura, que acredita su notable desempeño en historia nacional, historia universal, literatura comparada, historia del arte y arqueología) fue expedido en junio de 1942; pero se nos dice que ese mismo año de 1942 se doctora en Viena, y otro doctorado o posdoctorado, según el autor, se agrega en 1943, esta vez en Roma. Pero el documento expedido por la R. Università degli studi di Roma en marzo de 1943 a nombre de Branka Susnik, afirma solamente que la misma se inscribió en el año lectivo 1942-1943 en el primer año de un curso (Perfeccionamiento en Estudios Orientales)21. Sabemos que estaba en Berna en 1943, porque su pasaporte (a nombre de Branislava Sušnik) fue expedido allí. En Austria, Italia y Suiza entabló contacto con comunidades religiosas, investigadores católicos y misioneros. Sus conexiones con la institución eclesiástica no necesariamente hablan de una práctica religiosa: Branislava tenía interés en los estudios bíblicos y la arqueología y las lenguas del fértil creciente, y «su intención verdadera consistía en estudiar el Oriente; gran parte de su preparación lo hizo para la realización de este fin»22. La segunda historia que presenta a Branislava como víctima, esta vez más directa, de “los comunistas” es un poco menos ambigua. En todo caso, parece ser que Branislava Susnik está de regreso en Eslovenia en 1944. Suponemos que viene desde Italia, cuya capitulación en septiembre de 1943 impulsó importantes levantamientos en diversas regiones de Yugoslavia (incluyendo el sur de Eslovenia y la zona en torno a Liubliana). No sabemos por qué regresa ni por qué no se va antes del final de la guerra (si es que corría peligro: la suerte ya estaba echada, aunque Liubliana seguía en poder de los alemanes). En 1944, los partisanos eslovenos se integraron oficialmente a las fuerzas coordinadas por Josip Broz, “Tito”, que en junio de ese año fueron reconocidas por el Gobierno Real en el exilio, presionado por Winston Churchil, como el Ejército Yugoslavo. Una de las últimas batallas europeas de la Segunda Guerra Mundial, la Batalla de Poljana, ocurrió en Eslovenia, el 14 y 15 de mayo de 1945 (Alemania capituló el 8 de mayo): allí los partisanos, con apoyo británico, derrotaron a los restos del ejército alemán ocupante y a sus aliados, diversos grupos colaboracionistas, filo-nazis y anti-comunistas (estas denominaciones no son sinónimas). La indigna y criminal conducta de los partisanos tras esta victoria, y de otras, como la incluso posterior batalla de Odžak (en Bosnia) es uno de los capítulos más oscuros de la historia de los hombres (y mujeres) de Tito, y no ayuda ahora que su estudio e incluso mención se evitasen en la Yugoslavia socialista. Una vez terminada la guerra, los Frentes Populares [Narodna Fronta] de cada nación, dominados por comunistas, oficialmente ilegales, que los utilizaron como plataforma política23 tomaron el poder sobre todo el territorio de Yugoslavia, y se organizaron elecciones (11 de noviembre de 1945), boicoteadas por la oposición, de modo que fue el único partido en pugna, bajo el lema “Confirme nuestra victoria” (con una participación del 88,6 % de la población, el FP obtuvo el 90,5% de los votos, según las cifras oficiales); el rey en exilio fue depuesto el 29 de noviembre de ese año. Se conserva un documento de identidad de la Yugoslavia Federativa Democrática, Eslovenia Federada, expedido a Branka Susnik por el Comando de la Milicia Nacional en Liubliana el 16.8.194524. Su dirección es entonces “calle Staničeva 6, Liubliana», y su profesión, «profesora». Está firmado «Dr Sušnik Branka». Entre 1945 y 1948 Yugoslavia, y a pesar de las suspicacias de Stalin (que la expulsa de la Kominform en ese último año) fue brevemente algo así como un aspirante al bloque soviético, y las políticas de represión, los actos de venganza (institucionales e individuales) y el control de las fronteras, movimientos y personas alcanzó picos nunca después emulados. Es en estos años que un número considerable de eslovenos huyen a diversos destinos lejanos (Argentina, Canadá y Australia entre los tres más importantes) y por diferentes paquetes de razones vinculadas a lo que Susnik llama “anti-comunismo” (miedo a represalias, desilusión, peligro de vida, desacuerdo, falta de horizontes laborales y profesionales25). Susnik es una de ellas, aunque sus razones exactas no las conocemos, ya que es importante aquí, para evitar equívocos, recordar que no escapó porque fuese encarcelada, sino que fue encarcelada por querer escapar de un país que apenas surgía de una guerra con sus vecinos con fronteras todavía no fijadas y fuertemente custodiadas. Esto ocurrió en algún lugar de la frontera entre las zonas A y B, al oeste y este, respectivamente, de la Línea Morgan (1945-1947), que demarcaba los límites entra la administración yugoslava y la aliada en la región de Venecia Julia, previamente parte del Reino de Italia, y su encarcelamiento se dio en Ajdovščina26, a donde eran llevados e interrogados gran parte de los que intentaban atravesar las fronteras sin salvoconducto. No es secreto que hubo ejecuciones sumarias de soldados, paramilitares y civiles en este campo y sus alrededores, pero no se trataba de un campo de trabajo forzado, como lo eran otros27. Tras este intento, Susnik fue devuelta al territorio esloveno, de donde volvió a huir, esta vez definitivamente, a través de Austria28 (donde al parecer estuvo un tiempo en un campo de refugiados, al parecer en Linz) y de allí a Italia: se conserva su carné de refugiada, Nº A01582725 expedido por la Allied Expeditionary Force a nombre de Branka Susnik. En diciembre de 1946, el Ministerio de Asuntos Externos de Italia expide un certificado de identidad «válido para Francia, España, toda Sudamérica y China» a Branka Susnik (1,62m de estatura, edad 25 años, frente regular, ojos oscuros, nariz regular, boca «giusta», cabello castaño, sin barba; soltera). En el envés, este mismo documento agrega un sello del consulado argentino de Roma, que lo acredita «BUENO PARA dirigirse a la República Argentina. Roma, Enero 8 DE 1947». Intento leer en orden documentos que ya poseemos, y a muchísimos no tengo acceso: es esperable que la publicación de nuevas investigaciones pongan la casa más en orden y nos ofrezcan mejores herramientas para interpretar estos datos. ¿Por qué Pusineri (2015: 157) dice que Branislava, antes de nacionalizarse paraguaya en 1956, tenía miedo de viajar a Europa con su documentación? ¿Qué significa la acumulación de informaciones contradictorias sobre el año 1942? Si bien la muerte de su padre no presenta, a mi entender, grandes enigmas, su afán y urgencia por huir sí me llaman la atención: ¿corría concreto peligro su vida, quedándose en Eslovenia-Yugoslavia? Si es así, ¿por qué fue simplemente devuelta cuando fue apresada intentando atravesar ilegalmente la frontera con Italia? ¿Por qué se arriesgó una vez más, aún sabiendo, probablemente, que la situación era aún más peligrosa en la frontera con Austria? ¿Dónde exactamente radicaba la urgencia y cuál es el rol de su familia en su decisión?29 Y por fin: ¿qué significa, para nosotros, que Branislava Susnik nunca volviese a Yugoslavia, ni a Eslovenia, que se independizó de la federación y dejó de ser un país socialista cinco años antes de su muerte? Sabemos que en la cúspide de su carrera, casi diez años antes, había viajado a Japón, que sus últimos diarios están poblados de angustiosas frases escritas en esloveno, que las pocas visitas que recibió de coterráneos en sus últimos tiempos en Asunción la llenaron de alegría y nostalgia. Ahora regresa a Eslovenia en efigie, pero el contexto de esa repatriación no puede ser más diferente del que ella conocía, especialmente en lo que respecta a la comprensión y valoración de su rol de mujer y científica30. Al mismo tiempo, su ausencia textual, su subalternidad simbólica, que nos hemos propuesto analizar y comprobar en todas las etapas de esta investigación colectiva31, de la cual este ensayo es consecuencia y parte, señalan hacia el peligro de la corrección diplomática, de la manipulación y simplificación de sus posiciones políticas, del silenciamiento de parte de su historia. Y eso, por encima de todo, es lo que debemos evitar en Eslovenia, donde nunca, a pesar de los buenos vientos, va a ocupar el lugar indispensable, activo, transformador si cabe, que le relectura y asimilación de su pensamiento ocupa y ocupará en Paraguay. Esa es otra paradoja, la última. Desde que investigo la vida y obra de Branislava Susnik no he podido evitar relacionar su caso con el de algunos escritores latinoamericanos que emigraron a Europa en un momento clave de sus carreras y vidas, desarrollaron su obra en el “viejo continente” y murieron allí/aquí, especialmente César Vallejo (1892-1938) y Julio Cortázar (1914-1984). Sucedió con ellos, especialmente con el primero, un fenómeno particular: la escisión entre el mundo de partida y el de llegada («el lado de acá» y «el lado de allá», los llama Cortázar en su novela Rayuela, de 1963). Esa escisión toma diversas formas, pero implica la construcción de una nueva imagen (Cortázar habla de sus nuevos amigos de París, que no saben nada sobre su “ridícula” vida anterior) y el progresivo o abrupto corte con las redes de amigos, colegas y (en sus casos) lectores anteriores, y el lento (generalmente) desvanecimiento del rol de artista como intelectual en su tierra (Cortázar trabajó duro para recuperar ese lugar, en sus últimos años; no siempre fue bienvenido). Como hablo de escritores, la lengua no es uno de los elementos en los que se performa la escisión. El caso de César Vallejo es particularmente ilustrativo, porque su vida en Perú antes del exilio y su vida en París luego de él casi no se tocan, no cuentan con testigos comunes, son mundos aparte, y esta situación fue exacerbada porque su viuda, Georgette, su albacea y heredera, no logró o no quiso o no pudo, aún viviendo en Lima tras la muerte de César, establecer lazos con la familia y los amigos de Vallejo, más bien todo lo contrario; hasta su muerte, se comportó como una carcelera de la obra y la biografía de Vallejo y no como su liberadora: aquí tenemos una biografía histérica. En el caso de Cortázar, hablaría de una biografía escindida, pero consciente y artísticamente elaborada. Cuando pienso en la de Branislava, sin embargo, vienen a mi mente las palabras de Adelina Pusineri, una vez más: «Por tanto, me atrevo a decir que la vida y la obra de la doctora Susnik tienen dos vidas, dos muertes, dos mundos, dos etapas bien diferenciadas: la europea y la americana» (2015; 128). Ahora que Susnik ya no está viva, tenemos la posibilidad de rezurcir el tajo entre ambas, de otro modo: convirtiendo la biografía partida en una dialéctica: esa potencia es frágil, dadas las enormes diferencias y distancias entre el lado de acá y el lado de allá: son los archivos personales y las obras de Branislava Susnik las que, de nuevo habitadas, activadas y repensadas, nos ofrecerán las claves para hacer de la paradoja síntoma, y de la contradicción nuevo conocimiento. Pasaporte bilingüe (serbio - francés) de Branislava Susnik, 1943. Fuente: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. Certificado de inscripción en el primer año de un curso en perfeccionamiento en estudios orientales emitido a Branislava Susnik por la Università degli Studi di Roma, 25 de marzo de 1943. Fuente: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. Documento de identidad de Branislava Susnik, emitido en Ljubljana el 16 de agosto de 1945. Fuente: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. Certificado de identidad y pasaporte expedido a Branislava Susnik por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia, 1947. Fuente: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. Medvode, 1947. Fuente: Biblioteca de Medvode. * * * 1 Triglav [tres cabezas] es el nombre de la montaña más alta (2864 m) de Eslovenia y de los Alpes Julianos, símbolo nacional y escenario de la primera película de ficción hecha en Eslovenia, Triglavske strmine (Los riscos del Triglav, de Ferko Delak), de 1932. 2 Encontré los datos utilizados en las fuentes referidas al final de este texto. No obstante, en el texto mismo no hago referencias (excepto una vez y cuando me refiero a las cartas), ya que se creó únicamente como croquis, anotaciones, sin pretensión de escribir un artículo. Quería solamente apuntar pensamientos sobre la dra. Branislava Susnik. 3 Alma M. Karlin tiene su portal en la página de Osrednja knjižnica Celje (Biblioteca Central de Celje, su lugar de nacimiento), su hogar virtual, como lo denominaron sus creadores. Inevitablemente se me ofrece un paralelismo con el portal Moradas de Branislava Susnik, creación de la editorial de Medvode Malinc, del artista uruguayo-esloveno Francisco Tomsich y de la antropóloga y artista visual Henrike von Dewitz. El portal presenta, en estos tiempos de autoaislamiento e inevitablemente de una sola morada, un lugar abierto para viajar por la obra y vida de Branislava Susnik, para cuestionar e intentar captar algunos matices de su trabajo y vida. Pero, sobre todo, es un hogar vivo donde se entretejen ideas y pensamientos. 4 Debo mi gratitud al Museo Etnográfico Andrés Barbero de Asunción, Paraguay, especialmente a la directora del museo, Adelina Pusineri, que en ese cargo sucedió a la dra. Susnik. Además, fue su compañera y amiga durante muchos años. Asimismo, debo mi agradecimiento a la etnóloga y profesora dra. Mojca Terčelj, que obtuvo y cedió las cartas, además de ofrecerme incontables informaciones y consejos. 5 Susnik fue condecorada por el gobierno de Paraguay con el grado de “Gran Oficial” el 14 de mayo de 1996, dos semanas después de su muerte. Pero en 1991 había recibido el Premio Nacional de Ciencias, en su primera edición (después de la muerte de Stroessner). 6 Harriet E. Manelis Klein, A Susnik Mélange: Culture, History, Linguistics and Ethnography of Speaking, en: International Journal of American Linguistics, Vol. 44, No. 4 (Oct., 1978), pp. 345-350. 7 Branislava Susnik en el Anuario 1973 del periódico argentino bilingüe Eslovenia Libre/Svobodna Slovenija. 8 Adelina Pusineri en el “Debate” posterior a su ponencia Dra. Branislava Susnik. Vida y Obra, en: Guillermo Ortega (coord.): Pensamiento crítico en el Paraguay. Memoria del ciclo de conversatorios 2015, Asunción: BASE/Fundación Rosa Luxemburgo, 2015. 9 Liubliana, 1938, en Bivališča Branislave Sušnik | Moradas de Branislava Susnik, N.º 3, 30.3.2020. Asequible en la web. 10 Ver, por ejemplo, el documento transcrito por Marilyn Rehnfeldt en “‘Bicho raro’” Branka Susnik y los cimientos de la antropología paraguaya”, incluido en: Rosana Guber (coord.): Trabajo de campo en América Latina. Experiencias antropológicas regionales en etnografía, Tomo 1. Buenos Aires: SB, 2018, pág 62. 11 Supongo que se refiere a Branislava Susnik, Tendencias psicosociales y verbomentales: Guaycuru, Maskoy, Zamuco: ensayo analítico. Asunción: Museo etnográfico “Andrés Barbero”, 1998. 12 Entiendo aquí “problemas indigenistas” como polémicas relativas a la interpretación de la condición indígena (o de “lo indígena”) en la sociedad contemporánea, comunes a casi todos los países latinoamericanos en la época, y muchas veces inherentemente vinculadas a la obra de jóvenes intelectuales marxistas. 13 Sobre ejemplos del carácter subversivo, aún efectivo y válido, de las obras de Susnik para el Paraguay, cf. por ejemplo el texto (traducido al esloveno por Barbara Pregelj) de María Esther Zaracho Robertti La insurrección de los confinados: un texto conmemorativo en torno al centenario de Branislava Susnik, incluido en este volumen. 14 Conversación con el autor, 13.3.2020. 15 No es posible extenderse sobre esto aquí, pero el lector no debe olvidar que la República Federativa Socialista de Yugoslavia era una federación de seis repúblicas (más dos territorios con un alto grado de autonomía) y que no fue, a partir de 1948, parte del “bloque” soviético y que su sistema era muy diferente, en casi todos los aspectos importantes, del imperante en la URSS, Hungría o Polonia. El grado de apertura a otras naciones de Yugoslavia (tanto en términos económicos como políticos – Yugoslavia fue uno de los países fundadores del Movimiento de Países No Alineados-, y en relación a la porosidad de sus fronteras) era desde 1948 mucho mayor que el de Paraguay a partir de 1954, y lo mismo cabe decir, especialmente en la década de los 50 y 60, del grado de control sobre la producción intelectual y artística. En ese sentido, el grado de represión, violaciones a los derechos humanos y protagonismo del ejército sigue en la historia de la Yugoslavia socialista una tendencia opuesta a la observable en el Paraguay de Stroesnner. 16 Cf. nota al pie 3. 17 Algunos historiadores de todo color suelen olvidar este contexto (“caer” implica la censura, la cárcel, el exilio, el insilio o, en algunos casos, la muerte), especialmente aquellos que enfatizan la represión institucionalizada en el análisis y dejan de lado las diferencias que existen, tanto en términos formales como históricos, entre gobiernos autoritarios, regímenes militares y dictaduras de extrema derecha y de extrema izquierda. Aspectos como los derechos de las mujeres, la alfabetización y la educación, la reglamentación del trabajo, la salud y la estructura de la propiedad, el rol de la religión y del ejército, el aislacionismo, el nacionalismo, son menos espectaculares que el número de víctimas opositoras abanderadas por el autor de turno y los aspectos que armonizan con la teleología democrático-liberal imperante hoy. 18 Slovenski poročevalec, 22.06.1941. Asequible en la web. 19 Consulté en relación a este tema repositorios y archivos eslovenos y europeos vinculados a los documentos relativos al XIV. battaglione carabinieri reali di Milano, que el 16.4.1941 ocupó todas las estaciones de policía de Liubliana y pasó a lamarse Comando del Gruppo Carabinieri Reali di Lubiana, activo hasta el final de la ocupación italiana. 20 Slovenski poročevalec, 23.08.1941. Asequible en la web. Debo a Barbara Pregelj la recopilación y traducción de varias de las fuentes que se citan aquí, y agradecemos a Martin Premk, autor del libro Poljanska vstaja in boj proti okupatorju v Sloveniji leta 1941 (Liubliana: Modrijan, 2012) por su amable contribución. 21 Peris (Carlos C. Peris: Branislava Susnik: antropóloga del Paraguay. Asunción: El lector, 2014) incluye en su bibliografía el volumen Documentos Personales y Diplomas – Títulos de la Dra. Susnik (Asunción: Museo Etnográfico Andrés Barbero, 2014). No tenemos acceso a él. Los documentos que cito en este trabajo pertenecen a la colección de la Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. 22 Peris: 22 23 No todos los integrantes del Frente Popular eran comunistas: la organización incluía partidos políticos (por ejemplo, el Partido Socialista de Yugoslavia, el Partido Socialdemócrata y el viejo Partido Croata Campesino) y organizaciones como el Frente Antifascista de Mujeres de Yugoslavia (AFŽ) y asociaciones de sindicatos. 24 Es probable que este documento haya sido expedido antes de su primer intento de huida, pero hasta el momento no tengo datos que lo confirmen. 25 La historiografía eslovena distingue esta migración “política” pos-1945 de las olas migratorias previas, especialmente inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial (“económica”). El espectro político de la primera, sin embargo, incluye también socialistas moderados y miembros de la intelectualidad de izquierdas opuestos a la hegemonía del Partido Comunista. 26 A pocos kilómetros de la Línea Morgan, que no coincide salvo en pocos tramos con los límites posteriores entre Yugoslavia (y luego Eslovenia) e Italia. Se pronuncia: “áidóushchina”, y se escribe Aidussina en italiano. 27 Jernej Vidmar, Nadzor in represija v prvem desetletju jugoslovanske oblasti na Severnem Primorskem (1945-1955: primer okrajev Gorica in Tolmin). Tesis doctoral. Koper: Universidad de Primorska, Facultad de Estudios Humanísticos, 2016. 28 «Se escaparon más o menos seis personas juntas, en la corrida y escapada por la montaña murieron tres, alcanzados por perros, y los otros tres que se salvaron vinieron; uno, que era un misionero jesuita, se fue a Japón, y ella y otro vinieron a Buenos Aires, todo contado de primera mano por ella, no hay nada escrito todavía, a no ser lo que escribieron ya los eslovenos en Buenos Aires, ellos sí escribieron como lo matan al padre, todo.» (Pusineri 2015: 153-154). Es probable que esta escena, en el caso de que sea verídica, corresponda al cruce de la frontera entre Yugoslavia y Austria. 29 Su hermana y su madre se quedaron en Eslovenia. 30 He oído el argumento de que su ausencia en la cultura eslovena es consecuencia de su anti-comunismo y del boicot de las autoridades de la Eslovenia yugoslava. Sin negarlo, creo que su invisibilización debe más a su condición de mujer, y al hecho de que trabajase toda su vida en otra lengua, sobre otras culturas muy lejanas. No debemos olvidar, por otra parte, que el alza de su valor cultural de cambio no puede separarse de las coordenadas político-culturales signadas por el contexto político regional actual. 31 Me refiero a la plataforma de investigación Bivališča Branislave Sušnik | Moradas de Branislava Susnik. Cf. https:/branislavasusnik.wordpress.com TEXTOS LISTA BILINGÜE NO EXHAUSTIVA DE OBRAS DE BRANISLAVA SUSNIK, publicadas mayoritariamente en libro (sin reimpresiones) [Branislava Susnik] se negaba a hablar de su persona, pues lo que importaba realmente eran sus aportes en el campo de la ciencia, la disciplina que desempeñaba devotamente. (Peris 2014: 14) • Branislava Sušnik. Chulupi. Esbozo gramatical analítico. [Čulupi. Analitični osnutek slovnice.] Estudios Pampeanos I. Asunción. 1954. 69 pp./str. • Branislava Sušnik. 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Frazemi.] Boletín de la Sociedad Científica del Paraguay y del Museo Etnográfico. Vol. IV. El. 5. Asunción. 158 pp./str. • Branislava Sušnik. Catálogo Explicativo de las Colecciones del Museo Etnográfico Andrés Barbero. Parte 1ª. [Pojasnjevalni katalog zbirk Etnografskega muzeja Andrés Barbero. Prvi del.] Asunción. 1960. 82 pp./str. • Branislava Sušnik. Estudios Guayaki. Parte 1ª. Gramática y Vocabulario “A-J” . [Študije Gvajakijev. Prvi del. Slovnica in besedišče »A-J«.] Boletín de la Sociedad Científica del Paraguay y del Museo Etnográfico. Vol. V. El. 6. Asunción. 1961. 217 pp./str. • Branislava Sušnik. Apuntes de Etnografía Paraguaya. [Zapiski o paragvajski etnografiji.] Manuales del Museo Andrés Barbero. Vol. I. Asunción. 1961. 283 pp./str. • Branislava Sušnik. Algunas Palabras Culturales del Área Chaqueña. Comparaciones. [Nekaj besed, povezanih s kulturo čakenskega okrožja.] Boletín de la Sociedad Científica del Paraguay y del Museo Etnográfico. Vol. VI. Misc. 3. 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[Nemški doprinos k paragvajski etnografiji.] Suplemento Antropológico. Vol. XIX. Nº 1. 1984. • Branislava Sušnik. La Cultura Indígena y su Organización Social dentro de las Misiones Jesuíticas. [Indijanska kultura in njena družbena organiziranost v jezuitskih misijonih.] Suplemento Antropológico. Vol. XIX. Nº 2. 1984. • Branislava Sušnik. Una Visión Antropológica del Paraguay Colonial. [Antropološki pogled na kolonialni Paragvaj.] Historia Paraguaya. Vol. XXI. 1984. • Branislava Sušnik. Aproximación a las Creencias de los Indígenas. “Los Aborígenes del Paraguay”. [Pregled indijanskih verovanj. Staroselci Paragvaja.] T. VI. 1984/85. • Branislava Sušnik. Artesanía Indígena. Ensayo Analítico. [Indijanska obrt. Analitični esej.]. Ed. Asociación Indigenista del Paraguay, 1986, 134 pp./str. • Branislava Sušnik. Los aborígenes del Paraguay. 7, Lenguas Chaqueñas. [Staroselci Paragvaja. 7. Čakenski jeziki.] Asunción: Museo Etnográfico Andrés Barbero, 1987. • Branislava Sušnik. Una visión socio-antropológica del Paraguay del siglo XVII. [Socio-antropološki pogled na Paragvaj 18. stoletja.] Asunción: Museo Etnográfico Andrés Barbero, 1987, 221 pp./str. • Branislava Sušnik. Los Instrumentos Musicales entre los Aborígenes del Paraguay. [Glasbeni inštrumenti paragvajskih staroselcev.] Arlequín. Año I. Nº 1. 1987. • Branislava Sušnik. Etnohistoria del Paraguay. Etnohistoria de los Chaqueños y de los Guaraníes. Bosquejo Sintético. [Etnozgodovina Paragvaja. Etnozgodovina Čakencev in Gvarancev. Sintetični pregled.] Suplemento Antropológico. Vol. XXII. Nº 2. 1988. • Branislava Sušnik. Introducción a la Antropología Social (Ámbito Americano). [Uvod v socialno antropologijo (območje Amerike).] Manuales del Museo Etnográfico Andrés Barbero. Vol. II. 1988. • Branislava Sušnik. Cultura religiosa: (ámbito americano). [Religiozna kultura (področje Amerike).] Asunción, Paraguay : [Museo Etnográfico Andrés Barbero], 1989. • Branislava Sušnik. Guerra. Tránsito. Subsistencia. (Ámbito Americano). [Vojna. Prehod. Ohranjanje. (Področje Amerike).] Manuales del Museo Etnográfico Andrés Barbero. Vol. V, 1990. • Branislava Sušnik. Prof. Dr. Max Schmidt. 1991. • Branislava Sušnik. Introducción a las fuentes documentales referentes al indio colonial del Paraguay. [Uvod v dokumentarne vire o kolonialnem Indijancu Paragvaja.] Asunción: Museo Etnográfico Andrés Barbero, 1992. 46 pp./str. • Branislava Sušnik. Una visión socio-antropológica del Paraguay del siglo XIX. [Socio-antropološki pogled na Paragvaj 19. stoletja.] Asunción: Museo Etnográfico Andrés Barbero, 1992. • Branislava Sušnik. Una visión socio-antropológica del Paraguay : XVI – 1/2 XVI . [Socio-antropološki pogled na Paragvaj: 16. stol.–prva polovica 17. stoletja.] Asunción: Museo Estenográfico Andrés Barbero, 1993. • Branislava Sušnik. Interpretación etnocultural de la complejidad Sudamericana Antigua. (Parte I.). Formación y Dispersión Étnica [Etnokulturna interpretacija kompleksnosti južnoameriške stare družbe.1. del. Izobraževanje in etnična razdrobitev.] Asunción: Museo Etnográfico Andrés Barbero, 1994. • Branislava Sušnik. Interpretacion etnocultural de la complejidad Sudamericana Antigua. (Parte I .). Hombre, Persona y Agente Ergológico [Etnokulturna interpretacija kompleksnosti južnoameriške stare družbe. 2. del. Človek, oseba, ergološki dejavnik.] Asunción: Museo Etnográfico Andrés Barbero, 1995. • Branislava Sušnik, Miguel Chase Sardi. Los Indios del Paraguay. [Paragvajski Indijanci.] Ed. MAPFRE S.A. Madrid. 1995, 452 pp./str. • Branislava Sušnik. Poblados – viviendas ; Manufactura utilitaria : (ámbito sudamericano). [Naselja – bivališča; utilitarna manufaktura (južnomaeriško področje).] Asunción: Editora Litocolor, 1996. 196 pp./str. • Branislava Sušnik. Tendencias psicosociales y verbomentales : Guaycuru, Maskoy, Zamuco : ensayo analítico. [Psihosocialne in glagolskomentalne težnje: Guajkuru, Maskoj, Zamuko: analitične esej.] Asunción (Paraguay): Museo etnográfico Andrés Barbero, 1998. • Branislava Sušnik. Artesanía indígena: ensayo analítico. Asunción: El Lector, 1998, 145 pp./str. Branislava Sušnik, 1945. Fuente: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. LEYENDO A BRANISLAVA SUSNIK Barbara Pregelj Nos gustan las historias, las necesitamos. Nos ayudan a dar sentido al mundo y a reflejar nuestro papel en él. Cada vida es una historia aparte y, tarde o temprano, sostiene Igor Grdina, ha de pasar a la historia. Si no antes, en el momento en que eso ocurre se establece, también en esloveno, la analogía entre una historia y la historia, obvia en español, ya que la palabra se usa tanto en el sentido de “narración” como de Historia, es decir en ambos sentidos. En mi papel de traductora, permítanme decir de inmediato que a veces es difícil discernir en cuál de los sentidos se está usando. Las historias, orales y escritas, siempre están articuladas de tal manera que no lo expresan todo. Mientras leemos, probablemente también cuando escuchamos, estamos rellenando esos espacios en blanco, como argumentó Wolfgang Iser, y lo hacemos con nuestra propia estructura psíquica y experiencia individual, como nos han enseñado recientemente los constructivistas radicales. Últimamente, la historiografía también ha enfatizado la importancia de los procesos narrativos para su propio discurso, lo que significa, como escribe Marko Juvan, que «la visión del investigador sobre el pasado es necesariamente parcial, transmitida a través de formas de pensamiento […] y a través de la óptica de valores conceptuales o construcciones ideológicas de la cultura, en la cual el investigador trabaja y para la que escribe» (2006: 87). Por lo tanto, las grandes historias, que en su mayoría representan la realidad (pasada) en una sola línea discursiva, han perdido su significado, y están siendo, cada vez más, reemplazadas por historias más pequeñas, narraciones fragmentarias que esperan que el lector, a su vez, participe activamente en ellas y las interprete de acuerdo consigo mismo (cosa que de todos modos ya está haciendo). De ahí que las historias sobre Branislava Susnik que hemos publicado en el portal https:/branislavasusnik.wordpress.com sean solo una de las posibles narraciones sobre ella, esta vez transmitidas en forma de un hipertexto, que Juvan señala como una de las formas más adecuadas de contar la historia, ya que crea un entorno de organización de un discurso polifacético. Historias fragmentarias, historias de tamaño reducido que siempre se pueden recomponer en una imagen más amplia, parecen especialmente apropiadas al estudiar la trayectoria personal y profesional objeto de nuestra investigación, Branislava Susnik. Parece que en su historia, en el conjunto de su imagen, siempre falta algo, algún detalle; por tanto, cada uno de sus narradores revela algo diferente, una nueva tesela para todo el mosaico. Aunque a ella le pareció innecesario lidiar con su vida e historia personal, muchas personas han pensado lo contrario y esto ha producido bastante ruido informativo, lo cual abordamos en el capítulo titulado Documentos. Sušnik insistió en que sus obras hablaran en lugar de ella, por lo que tomaré prestadas las palabras de Andrés Sánchez Robayne, que las escribió sobre sus versos, pero que (como la poesía en general) pueden resumirse y usarse en un contexto más amplio: «son siempre los poemas mismos, en definitiva, los que hablan por sí solos, los que diluyen o revelan con pureza todo lo que el poeta ensaya, decide hacer o ‘deja que se haga’ […] en el momento de la escritura. Y lo hacen de una manera aún más transparente de lo que el autor desearía» (2019: 8). ¿Es cierto, entonces, que en sus obras podemos encontrarnos con una Branislava Susnik auténtica y verdadera, tal y como era realmente? Bibliografía: Wolfgang Iser: Bralno dejanje. Teorija estetskega učinka. Liubliana: Studia humanitatis, 2001. Marko Juvan: Literarna veda v rekonstrukciji: uvod v sodobni študij literature. Liubliana: LUD Literatura, 2006. Andrés Sánchez-Robayna: La palabra de la poesía. En: Poética y poesía. Madrid: Fundación Juan March, 2019. SOBRE LOS TEXTOS DE BRANISLAVA SUSNIK EN ESLOVENO Barbara Pregelj Las obras de Susnik en esloveno apenas justifican el uso del plural1, ya que estamos hablando de apenas cinco textos que los lectores y oyentes eslovenos encontrarán con dificultad. Estos textos tampoco figuran en la lista de sus trabajos científicos, en su mayoría escritos en español, publicada al inicio de este capítulo, y son de difícil acceso, ya que fueron publicados en Argentina. Solo dos de ellos se pueden encontrar en dLib, la Biblioteca Digital de Eslovenia. Así, la bibliografía de las obras de Branislava Susnik en esloveno se reduce a: 1. Med Indijanci Lengua [Entre los indígenas Lengua]. Misijonski zbornik 1953. Ed. L. Lenček. Buenos Aires, 1952, pp. 143-152. 2. Pogoji za misijone v Paragvaju [Condiciones para las misiones en Paraguay]. Katoliški misijoni. Buenos Aires, 1954, números. de marzo, abril, mayo y junio. 3. Verovanje Indijancev Lengua [Creencias de los indígenas Lengua]. Vrednote. Buenos Aires, Libro 2, 1954, pp. 169-177. 4. Totemizem in šamanizem pri Čamakokih [Totemismo y chamanismo entre los Chamacoco]. Zgodovinski zbornik. Ed. M. Marolt. SKA, Buenos Aires, 1959, pp. 198-209. 5. Primitivec kot človek [El primitivo como hombre]. Meddobja = Entresiglos, 2018. Insisto: estos textos son prácticamente inaccesibles, ya que solo el tercero y el quinto de la lista están disponibles en forma electrónica. Si tratamos de encontrar a Branislava Susnik en ellos, pueden ayudarnos algunos postulados de la crítica textual, una disciplina cada vez más apreciada dentro de la crítica literaria, que demuestra cuán indefinidos son los textos, ya que el proceso de edición de la última versión publicada del mismo suele ser larga y en él participan una serie de actores (editores, correctores de estilo, correctores, etc). El primer texto, Med Indijanci Lengua [Entre los indios Lengua] fue publicado en Misijonski zbornik [Actas misioneras] en 1953 (pp. 143-152). Consiste en una descripción de la expedición al Chaco Central (1953-54) entre los indios Enthlit-Lengua-Maskoy. Fue redactado en esloveno y transcrito por Irene Mislej, quien también analiza el contexto de su creación en su contribución a este volumen (Año 1992). El editor Ladislav Lenček acompañó el texto de Susnik con las siguientes palabras: «Publicamos una composición muy interesante de la pluma de la famosa investigadora de culturas antiguas, nuestra connatural dra. Branka Susnik, que ha dedicado años al estudio de las costumbres, hábitos y creencias de los indígenas paraguayos, visitándolos en sus asentamientos. Su trabajo es de alto valor científico y cada vez más valorado entre los círculos especializados. En este ensayo escrito para la revista "Misiones católicas", la autora nos revela, de la forma mas llana, solo algunas de sus abundantes experiencias, impresiones y percepciones, por lo cual le estamos sinceramente agradecidos. (ed.)» Fue Irene Mislej la que proporcionó las notas al texto y también quien lo tradujo al español. Lo publicamos en edición bilingüe a continuación. El texto Pogoji za misijone v Paragvaju [Condiciones para las misiones en Paraguay] también fue, según Irene Mislej, redactado en esloveno. Fue publicado en Katoliški misijoni [Misiones Católicas] en Buenos Aires. El editor acompañó la publicación con las siguientes palabras: «El ensayo de la científica eslovena dra. Branka Sušnik “Med Indijanci Lengua (Entre los indígenas Lengua)” despertó gran interés y aprecio entre nuestros lectores. Es por eso que estamos tan agradecidos a esta exploradora incansable del indígena americano en el corazón de América del Sur haber escrito una composición sobre las condiciones para la obra misionera en el Chaco de Paraguay. Su ensayo es una escritura única, como nunca ha sido escrita por los misioneros de allí. Gracias a él, podemos ver con qué obstáculos se enfrenta el trabajo misionero entre los remanentes indígenas, mientras que su conversión generalmente la imaginamos más fácil. El ensayo está dividido en cuatro secciones que se siguen una a la otra. Editorial». También este artículo fue transcrito por Irene Mislej, quien proporcionó asimismo las notas. Verovanje Indijancev Lengua [Las creencias de los indígenas Lengua] fue publicado en la revista Vrednote [Valores] de Buenos Aires y editada por Ruda Jurcec. El artículo salió sin ninguna explicación del contexto ni palabras de la editorial. El ensayo Primitivec kot človek [El primitivo como hombre], según sostiene Irene Mislej, quedó en manuscrito y fue escrito para una ponencia en la Acción Cultural Eslovena en Buenos Aires el 10 de noviembre de 1959. Fue Irene Mislej la que lo maquinografió y tradujo al castellano. El ensayo se transmitió dos veces en la Radio Eslovenia: en 2010, en el programa Memorias, cartas y viajes, y el 24 de agosto de 2015 en Ensayo en la radio. El podcast no es accesible. El artículo con el mismo título también fue publicado en la revista Meddobja = Entresiglos. En ocasión de su publicación, en Svobodna Slovenija = Eslovenia libre escribieron: «Branislava (Branka) Susnik es una etnóloga eslovena de primera categoría. Algunos ven paralelismos entre ella y Knoblehar. Esta vez le dedicamos dos rúbricas: Caras y horizontes y Ensayos y debates. En la primera, Tone Mizerit publica la biografía de esta extraordinaria mujer eslovena. Al mismo tiempo se reimprime una entrevista con ella, preparada y publicada en Meddobja en agosto de 1959 por el dr. Tine Debeljak. La razón por la que esta vez le prestamos tanta atención es que se ha halado en los archivos de la editorial un ensayo inédito de la difunta Branislava: Primitivec kot človek [El primitivo como hombre]. El ensayo tiene un valor extraordinario, ya que pocas de sus obras son asequibles en esloveno. Esta obra de Meddobja es verdaderamente una joya única». Branislava Susnik, «India Lengua». Fuente: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. ENTRE LOS INDÍGENAS LENGUA Branislava Sušnik “Entre los indígenas Lengua" fue publicado en Misijonski zbornik 1953 [Actas misioneras 1953] en 1953, pp. 143-152, como una descripción de la expedición al Chaco Central (1953-54) entre los indios Enthlit-Lengua-Maskoy. Editado por Ladislav Lenček. Este artículo fue transcrito y anotado por Irene Mislej, que no interfirió con el estilo de su autora. Lo publicamos aquí con el consentimiento de I. Mislej. A un par de días de cabalgata desde el puerto Colón, llegué felizmente a la estancia Lota. El camino era malo y cansador ya que estábamos en plena estación lluviosa y tuvimos que atravesar los pantanos del río Verde. El caballo me hizo sentir todos mis huesos, así que "científicamente" pude comprobar que es verdad que tenemos 280 huesos tal como lo determina la anatomía. Esperaba que mis compañeros paraguayos tuvieran algo de piedad por mí, pero la expresaron tan sólo por el caballo. Es la lógica del Chaco. Así que espero que los lectores no se enojen conmigo si les parecen mis palabras aburridas. Problemas entre los Lengua y los Sanapaná En cada una de las estancias del Chaco se encuentra hoy en día alguna toldería. La tribu de los Lengua es la que se acerca más a los blancos; los Sanapaná y los Angaité, parientes de sangre y lingüísticos de los indígenas Lengua, son mucho más hoscos y viven más alejados. El odio entre estas tribus proviene de los tiempos de la colonización española, cuando comenzó la migración de los indígenas desde las zonas fértiles del sur hacia los refugios chaqueños. El indígena Lengua que escoge una Sanapaná como esposa es considerado un traidor y, durante tres noches, se oyen los ecos de las melodías tristes y los ritmos monótonos del tambor. Si es la mujer Lengua la que escoge un marido Sanapaná, éste vive tranquilamente con los Lengua, pero sin ningún prestigio social, carece hasta de autoridad sobre sus hijos; el hermano de la esposa o su tío deciden hasta en las cuestiones menos importantes. Los niños de tales matrimonios, en tiempo del gwainkja, o sea la fiesta de la adolescencia masculina, deben someterse a un limpieza especial, que hoy se va abandonando en favor de un don de tabaco y aguardiente que se entrega al pariente materno, a quien consideran su protector tribal. En la toldería En la estancia Lota encontré a lenguas y a sanapanás, me acerqué antes a los primeros, ya que tenían menos perros en torno a la toldería, a pesar que cada persona tiene unos tres perros. Matar un perro es señal de desgracia para la tribu, si un extranjero golpea a un perro, ofende a toda la toldería. Yo no quería ofender ni a los perros ni a los indígenas, así que me acerqué primero a los Lengua. Claro está que los Sanapaná se enojaron conmigo y cuando me dirigí hacia ellos, se escaparon hacia el palmar, dejando intacto el asado de avestruz que estaba apenas cocido. Me puse a pensar en cómo podría ganarme su confianza, no pudiendo fumar de la pipa de la paz, que constituye entre ellos una costumbre viva. San Francisco Solano iba con su violín entre los indígenas, o por lo menos así lo dice la tradición; pero este método es anticuado y hoy en día tendría que andar con una cantimplora llena de caña. Empecé a caminar por la toldería, sin encontrar nada de especial, algunos arcos y flechas, de madera, los que son usados para la caza del tigre y el jabalí. En cada rancho había una cacerola de uso familiar, algunas hamacas de tiras de cuero, unas simples pipas de madera, plumas de pájaros tejidas, algunos cueros de vaca que sirven de cama y de tabiques en días de fuerte viento. No faltaban trapos sucios y bolsas, adquiridas por los indígenas con su trabajo diario. No resulta extraño que no haya ladrones entre los indígenas, no conocen ni la palabra "robar" y cuando la traducen, dicen "tomar regalos". Quizás le vendría bien a alguien esta expresión al hablar de los ladrones modernos. Claro que esto no significa que los indígenas tengan un alto valor ético, es más bien consecuencia del hecho de que todos los objetos necesarios para la vida de los indígenas son poseídos cómodamente por todos. La cosa resulta más seria entre los Lengua, ya que éstos desean civilizarse y necesitan algo más, y sin embargo, también ellos roban solamente al cacique y a los blancos. Un indígena Lengua particularmente inteligente, Mozo-í, me dijo que no roban al cacique, simplemente le quitan lo que él no necesita. No resulta extraño, entonces, que son los caciques los más pobres entre los Lengua. Tuve suerte Los Sanapaná, cuando me acerqué, se mudaron inmediatamente a un kilómetro de distancia, llevándose consigo sus chozas de palma, afirmando que había profanado su lugar. Todo esto me resultaba muy antipático, ya que se enojó el capataz de la estancia. El nuevo lugar que habían elegido eran unos pastos para las vacas lecheras. El capataz no se atrevió a echarlos ya que tenía dos hijos con una indígena Sanapaná y los demás lo consideraban un »jaguar«, que simboliza el protector de la toldería. Me vino en ayuda una circunstancia afortunada. Se acercó una manada de vacas enfuriadas que habían olido la sangre de una vaca sacrificada un día antes, y empezaron a dar vuelta la tierra. Los pastores tuvieron mucho trabajo para calmarlas y alejarlas del lugar. La furia de los animales significaba una señal de mal augurio para los indígenas y se volvieron a mudar. Las pobres mujeres indígenas tuvieron que volver a transportar los troncos de palma para levantar sus chozas en otra parte, mientras los varones fumaban tranquilamente sus pipas y se ocupaban de los niños… La filosofía indígena sobre el trabajo Estos indígenas tienen una filosofía especial sobre el trabajo. En las estancias, les dan los trabajos más simples, ya que los consideran testarudos e indignos de confianza. Siempre que preguntaba a un Sanapaná si tenía »mucho trabajo«, me contestaba protestando que tenían »mucho para mirar alrededor«, es así cómo traducen el verbo trabajar. Y, agregaba, »no soy una persona ya que no tengo ni yerba ni tabaco«. Los paraguayos son muy generosos, quieren hacer de los sanapanás personas, y esta dignidad humana se la conceden junto con el tereré, sólo después de dos días de cavar un pozo. Muchas veces un Sanapaná se pone de acuerdo con los paraguayos en cuanto a la paga: unos pantalones militares, algo de adorno para las mujeres y tabaco y yerba para todo el tiempo que dure el trabajo. De acuerdo con esto, el Sanapaná trabaja; si tiene prisa por recibir lo prometido, trabaja diligentemente, de lo contrario, se sienta con la pala en la mano, o junto al caballo, y se pone a observar de dónde podrá arribar un pájaro para abatirlo con sus flechas. Mitacambá me explicaba con mucha inteligencia, que no tiene sentido «mirar alrededor», cuando no se caza nada y está lleno, «harto» de comida. Los hospitalarios sanapanás Cerca del Toldo Guasú, junto al río San Carlos, los sanapanás me recibieron de modo más agradable, solo las mujeres me dieron la espalda y escondieron a los niños, para que no los embrujara con mis »ruedas negras«, es decir mis anteojos. Los caciques me ofrecieron una piel de oveja como trono, un viejo brujo caminó unos minutos a mi alrededor repitiendo la palabra «pakmit», hasta ahora desconocida para mí; la vieja indígena que conducía la ceremonia, vestida tan sólo con una piel de ñandú y con la cara pintada de azul, ahuyentaba mi "espíritu maligno"«. Después empezó la "conversación", la cual consistió desgraciadamente solo de un par de sustantivos, los únicos que conocía de su lengua, pero la enriquecíamos con mímica y gestos. Cuando vi diversos trozos de carne los indiqué con el dedo pidiéndoles que me dijeran de qué animales provenían. Toda la gesticulación fue en vano, no los entendía, y entonces me llevaron hasta el río y me mostraron – un yacaré. Gracias a Dios que sabían cómo se decía tigre en castellano, si no, me hubieron llevado hasta dónde estaban estas fieras feroces, y yo tenía tan sólo un cuchillito que no servía ni para picar cebollas… Historias interesantes Los Lengua que viven en las estancias se diferencian muy poco de los Sanapaná. Son más agradables con los forasteros y me ofrecieron inmediatamente el lugar de honor junto al fuego, los caciques y el resto de los indígenas masticaban tabaco, los niños me miraban como si fuera un espantapájaros, las mujeres me tocaban como si no fuera de carne y sangre. Un Lengua muy locuaz, de unos 50 años, contaba fábulas, por supuesto que se las inventaba, ya que esperaba que la iba a premiar con tabaco. Aquella vez oí por primera vez que la lechuza robó el fuego a un espíritu »kiljikhamá« y lo regaló a los Lengua, que el sol se esconde frente a la luna porque ésta es traidora y engañosa, que la Vía Láctea es el paraíso, donde nunca escasean los frutos silvestres, que el hombre fue creado de la tierra y de las raíces del quebracho. Todo me interesaba mucho, pero a poco no pude prestarle más atención porque las pequeñas "amigas del hombre", es decir pulgas de todo tipo, se habían echado sobre mí. El cacique Santiago Entre los viejos Lengua me quedó en la memoria el cacique Santiago Mayor, él mismo se proclamaba mi amigo (mowok) por todo el Chaco, lo cual me abría los corazones de los indígenas. Este viejo había llegado con su toldería del centro del Chaco en tiempos de la colonización cerca del Puerto Cooper. Santiago debía haber sido un buen cazador en su juventud, ya que hasta hoy en día los Lengua llaman un lugar «allí, donde Mopšaia abatió el tigre». Más tarde se empleó y así entró en contacto con el blanco, durante algún tiempo fue un intermediario entre los Lengua y el comerciante Noli de Concepción, que compraba pieles de yacaré y de serpientes. La influencia de este cacique creció de tal modo que se comportaba de modo arrogante con los demás miembros de su toldería. Cuando prohibió que sus subordinados vendieran o cambiaran pieles de animales, se rebelaron y, con la ayuda de ciertos blancos que los apoyaban, lo abandonaron, no sin antes robarle todo lo que tenía. Así el cacique Santiago empezó a vagar en torno de los parientes de su mujer. Finalmente, perdió un ojo en un tiroteo y esto lo humilló ante los demás indígenas. Los lenguas jóvenes ven en él todo lo malo de las costumbres antiguas. Estos casos de enfrentamientos entre indígenas, por lo menos entre los que entran en contacto con la civilización, son muy numerosos, pero el del cacique Santiago es el más típico de todos los que yo conocí. Muchas veces, Santiago se volvía hacia la Vía Láctea y comenzaban a cantar una melodía triste, repetía una sola palabra «jehengkaja» (tribu, familia), una especie de oración sagrada de los indígenas en ocasión de una gran desgracia en la toldería. Los enemigos paraguayos Todos los viejos Lengua ven en los paraguayos a sus enemigos, en cambio, los «de Cooper», o sea todos los extranjeros, son sus amigos, con la palabra «eles» (inglés) nombran a todos los que «hablan de los espíritus» (los misioneros). Por supuesto que es verdad que todos los colonos explotaron a los indígenas, pero los paraguayos fueron los peores, ya que se trata de mestizos, que tratan de renegar de su sangre indígena. Los Lengua jóvenes tienen opiniones diferentes. Ellos se acercaron a los paraguayos y comprobaron que las chozas, la suciedad, la pobreza, la superstición y la bebida de los mestizos paraguayos no se diferencian mucho del actual modo de vivir de los indígenas. En lugar del odio hay una especie de competición y hasta denigración de los paraguayos. El odio está presente solo en los puertos o en las tolderías de las orillas, pero se trata de una consecuencia de la propaganda de los blancos que empezó hace unos 6 años, cuando el líder comunista paraguayo Barthe envió a su gente entre los indígenas. Los indígenas no entienden esta propaganda y en Puerto Pinasco, el cacique principal decidió sabiamente que los indígenas sólo podrían ser miembros del club internacional de fútbol. El bautismo Los jóvenes Lengua, criados en las estancias, son más reservados en la conversación, el tabaco o algún cuchillo no ayudan a que se decidan a hablar, hay que darles alguna camisa o poncho. Se han olvidado de las viejas costumbres y muchos hablan en guaraní. Todos quieren ser iguales a los paraguayos ya que hablan en guaraní, como ellos, viven en las casas de los peones y están «bautizados». Por lo general los Lengua piden a alguna vieja «paí» que los bautice, claro está que sin el rito sagrado. Esta circunstancia tiene su explicación. Cuando el indígena lengua vive entre los blancos o trabaja para ellos, necesita de un espíritu protector. La experiencia le ha enseñado que sus espíritus no pueden contra los blancos, así que concluyen que el bautismo les puede ayudar y que de tal modo los convierte en blancos, no en cristianos. Cuando el Padre B. se fue de Concepción a Puerto Colón, algunos indígenas recorrieron 30 leguas a pie para que los bautizara y les diera unas estampitas. El padre los bautizó, aunque los indígenas no entendieron el sentido del rito, de todos modos renunciaron al demonio, pero ellos pensaban en el «pompero», el viejo demonio guaraní, a quien temen muchísimo. Si la curandera guaraní bautiza a un niño, la cosa es comercial, para cada bautismo el indígena entrega cuatro pieles, además compra una estampita, el precio es de 1 kg de plumas de pájaro. Las estampitas son muy buscadas por los indígenas, hasta los estancieros se las venden a cuenta del salario de una semana de trabajo. El indígena busca en todo esto una protección ante los espíritus malignos, una identidad paraguaya, la protección del patrón, pero en ningún caso tiene un sentido religioso. Sus peleas La identidad paraguaya es conveniente para los indígenas ya que, en ocasión de dos fiestas nacionales paraguayas, los estancieros regalan a los indígenas una vaca y caña, en la toldería hay fiesta por algunos días. Las mujeres tienen miedo por sus hombres y un día antes esconden todos los cuchillos y objetos de metal de la toldería, los indígenas borrachos pelean con mucho ardor. Trifilo, estando borracho, atacó con el cuchillo a su amigo Emiliano, y cuando se le pasó la embriaguez, con lágrimas en los ojos pedía a quien le escuchara que salvaran a Emiliano. El curandero tuvo que cantar noche y día sus oraciones, y cuando, cansado, se paraba, ya estaba Trifilo, dispuesto hasta a matarlo, que lo obligaba a continuar. Esta lógica indígena es incomprensible para nosotros. Nombres cristianos Tuve una sorpresa en San Andrés. Me habían dicho que vivía allí una indígena que tenía más de cien años. Nunca se sabe cuántos años tienen los indígenas, si les preguntamos nos contestan hoy 30, mañana 15. Se cambian también los nombres, todo indígena recibe su nombre definitivo cuando llega a la pubertad. Ante los blancos, los indígenas se vanaglorian de sus nombres guaraníes o cristianos, hasta hace poco tiempo compraban los nombres. Una piel de animal silvestre por nombre, esta era la medida paraguaya. Claro está que a veces hay peleas. Un indígena Lengua recibió el nombre de Ramón, pero al día siguiente exigió que le devolvieran la piel ya que no pueden pronunciar la «r». Los soldados que atraviesan el Chaco toman a los indígenas por guías y les confieren grados, de cabos a capitanes. No conozco a ningún general entre los indígenas, pero sí todos los demás grados. Pero si el indígena se enoja con el blanco que le ha dado el nombre, hay problemas. Llama al espíritu maligno y transforma el nombre en señal de odio, la traición es la cualidad más seria de los indígenas. Los más inteligentes vinieron a mí, pidiéndome que les dijera algunos nombres cristianos, gracias a Dios no nacen los niños todos los días. Supersticiones A San Andrés me acompañó un »teniente« indígena, quien lo único que sabía de su profesión era mandarme a mí adelante, porque a él le daba miedo el lugar, ya que decía que era la sede de espíritus malignos. A mí no me molestaron los espíritus, pero sí los mosquitos y, de vez en cuando, alguna víbora. En la esperanza de aprender algo, me acerqué a la toldería y en seguida estalló una pelea furiosa entre las mujeres, una indígena acababa de matar a su bebé recién nacido. La superstición dice que si se acerca un extranjero en tales momentos, trae desgracia ya que los hombres no volverán a acercarse a esa mujer. Me corrieron con hojas de palmas. Mi acompañante me abandonó, el miedo que sentí hizo que viera un tigre en lugar de un ternero que corría tras mi caballo. El matar a los recién nacidos es bastante común entre los indígenas chaqueños. Los que obedecen la tradición lo matan si no reconocen al padre, si la mujer da a luz en medio de terribles dolores (resultado de algún espíritu maligno), si la madre muere (sucede muy pocas veces) y si la mujer pasa su primera noche de casados con un chamán, como es costumbre en algunos grupos aislados. Entre los indígenas algo más civilizados, el infanticidio es la consecuencia de nacimientos bastardos o si bien el niño nace en ausencia del padre. Los métodos preventivos no son muy comunes, como entre los mestizos paraguayos. Supervivencia En la zona de los ríos San Carlos y Carpincho y más en el centro del Chaco me encontré con una toldería sumamente primitiva. Hay algunas estancias por la zona, muy alejadas entre sí y los indígenas a veces trabajan en ellas, pero todo depende de la voluntad de los blancos. A orillas del río Paraguay a los indígenas se les paga con maíz, typeraty, fariña, muy rara vez con carne. Y algo de dinero; el salario debería estar al nivel del que se da a los menores de edad pero, prácticamente, les dan sólo aguardiente, tabaco, adornos para las mujeres o bien alguna camisa en lugar de todo un mes de pago. En este país aún no existe ninguna ley de protección de los indígenas, ya que hasta entre los blancos vale el dicho: cuánto más roba, más inteligente es. En el interior del Chaco la situación es aún peor, pero allí los indígenas, los Lengua y los Sanapaná se ayudan mutuamente de modo primitivo: la caza, la pesca, los frutos silvestres, algún pedazo de tierra sembrado con batata o mandioca, el cambio de alguna piel de animal silvestre por tabaco, sal, otros productos, aguardiente, todo esto de parte de los »macateros«, comerciantes ambulantes paraguayos. Iniciaciones En las tolderías se vive de acuerdo a las viejas costumbres. Habitualmente cada familia tiene una choza, pero se la puede construir solamente después del nacimiento de un niño, ya que éste es el verdadero lazo entre la familia y la comunidad tribal. Fuera de la choza, un hogar. La vida matrimonial es más estable entre los indígenas que entre los de las orillas, pero también acá existe la costumbre de gozar de libertad por un año de la que disfruta la joven en tiempo del «janmaaná» (la fiesta de la pubertad femenina) La tradición de esta fiesta está arraigada entre los indígenas y simboliza el éxito y la fecundidad de toda la tribu. Cada toldería tiene una «maestra» de ceremonias que conduce esta ceremonia de tres días, en medio del ruido de patas de cabras colgadas de una rama de quebracho, en recuerdo de la tradición mitológica de que la vida matrimonial comenzó con la unión de una joven con el árbol del quebracho de cuyas raíces proviene el género de los indígenas. Las reglas por las que se debe guiar la joven durante estos tres días son muy duras: el primer día no debe beber agua, come sólo algunas raíces de determinadas plantas, no puede poner pie en la tierra, por la noche debe volver su rostro hacia la luna, no debe tocar ningún objeto metálico. Al tercer día la agasajan e invitan a los muchachos, con ello comienza la fiesta que dura una semana, regada por la chicha. Así introducen a la joven en la sociedad tribal. Al terminar la fiesta, la muchacha se puede pintar el rostro como una mujer madura (tres líneas horizontales y dos verticales de color azul en cada mejilla), pero esta costumbre se va abandonando. Al mismo tiempo, el hermano o el tío por parte materna, nunca el padre, le regala una piel de ñandú, símbolo de fecundidad, que la mujer lleva siempre, aún si se viste con otras ropas. La fiesta «gwainkja» (la pubertad de los varones) se va perdiendo, tiene lugar en el bosque de palmas y no en la toldería, las mujeres no pueden participar. Sólo una vez vi a un joven herido gravemente como consecuencia de tal ceremonia, las heridas hacían pensar que hubiera torturas como prueba de tolerancia. Entre los indígenas de las orillas no existe más esta vieja costumbre. Brujos Muy raramente se encuentra uno con algún «piozma», brujo. Tuve la oportunidad de conocer a uno de ellos, «Jithwase», un buen conocedor de las antiguas tradiciones religiosas. A muchos observadores les sorprende la ausencia del principio ético que diferencia el bien del mal. Cuando se trata de la educación de los niños, o bien cuando estamos frente a una mala conducta por parte de adultos, siempre el único castigo es la burla de parte de toda la toldería. La risa como castigo no es una cosa tan tonta como parece. Durante mis conversaciones con Jithwase, pude conocer la verdadera causa de esta conducta tan extraña de los indígenas: las circunstancias de la vida, el conocimiento de la naturaleza, todo esto conforma una serie de leyes no escritas, las que resultan comprensibles a todo indígena. La falta a estas reglas es simplemente debida a una tontería, según el concepto del indígena, lo cual provoca la risa, puede tratarse también del poder de un espíritu maligno, por lo cual el individuo no es responsable y tiene que intervenir el brujo. Toda la ética consiste entonces en lo siguiente: «ir hacia adelante, derecho» (esto es bueno), o bien «hacer una tontería», y, finalmente «estar bajo el poder» de una fuerza maligna. En los tres casos no se trata de responsabilidad individual. Claro que los casos particulares pueden resultar muy extraños a nuestros conceptos. Cuando un joven Lengua abandonó a su mujer después de dos años de convivencia, los indígenas hablaron de una »tontería«. Otro indígena Lengua no quiso tomar parte de la pesca en conjunto, porque no quería que las pirañas lo mordieran, y los demás lo tuvieron como poseso por fuerzas superiores. El brujo cantó algunas oraciones, los hombres repetían las frases de vez en cuando y las mujeres hacían ruido con todo lo que tenían a mano. A mí me produjo risa, porque me parecía que el Lengua rebelde estaba descansando tranquilamente acostado en el suelo y se reía de todo aquello. El miedo ante los espíritus malignos Los indígenas sienten un miedo real ante la fuerza demoníaca «Kiljikhamá». Un joven lengua me acompañaba a lo largo de un sendero, cuando habíamos cabalgado por cuatro leguas, de pronto se asustó y gritando «Kijlikhamá», se dio vuelta y huyó. Por suerte había una toldería cerca, y cuando llegué hasta ahí oí un gran ruido, la melodía del brujo y golpes de tambor. Esos indígenas ya me conocían y nadie se ocupó mucho de mi persona, las mujeres me dieron una calabaza para que hiciera ruido yo también y así ayudé a exorcizar al demonio de acuerdo a la tradición indígena. Si lo logramos, no lo sé, pero cuando el brujo se cansó de gritar y cantar, cayó como si estuviera sin sentido, señal de que había vencido. Al día siguiente el brujo me dijo que Kiljikhamá es una gran figura agachada, cuyo rostro no se ve, pero que siempre causa algún mal en la toldería si no lo echamos hacia el occidente. ¡Nosotros diríamos hacia el este! Ser brujo es peligroso El papel de los brujos, los exorcistas de fuerzas malignas, no es tan simple entre los grupos indígenas de las orillas y mucho menos entre los sanapanás. En la estancia Deolinda, el cacique me contaba que los Lengua mataron a su brujo porque no supo echar al Kiljikhamá, lo quemaron vivo. Este castigo significa venganza de las fuerzas malignas. Por todas partes donde cunde una epidemia o bien donde una expedición de hombres blancos destruyó toda una toldería, conservan en la memoria los castigos de brujos. No es extraño entonces si hoy los Lengua no quieren ser brujos ni caciques. Su papel se ha transformado en »médicos« o curanderos (panakte angjaapim). Esta profesión es algo más segura si se trata de costumbres y no de enfermedades. En un toldo encontré una vez a un indígena de unos 40 años, tuberculoso. El curandero le cantaba por la noche, durante el día le chupaba la piel. El canto servía para ahuyentar al espíritu maligno, de cualquier modo el canto servía para adormecer al paciente, el chupar fue explicado como «ventosas» por el Jetwase. Cuando no hubo más ayuda posible, el curandero dijo que el paciente tenía dentro un gusano, el diagnóstico indígena para la tuberculosis. Si el paciente es joven, los cantos continúan todas las noches, también con la participación de las mujeres. Si se trata de un viejo, nadie le presta atención, antes lo dejaban morir de hambre o peor aún, lo enterraban vivo, ya que la sombra de la vida ya lo había abandonado. De todos modos, la vejez no es una edad agradable entre los indígenas. La danza como agradecimiento La profesión de brujo-curandero está en pleno declive, pero aún hoy, entre los indígenas Lengua, preparan para los candidatos una prueba animística que dura solo una semana y comienza con un ayuno y continúa comiendo sapos medio podridos, ratas chaqueñas, serpientes, etc. Hasta que el candidato a curandero no demuestra que es completamente inmune a todo mal material e influencia de espíritus malignos. Muchas veces los indígenas Lengua se dirigen a los blancos, para que los curen, si es que les tienen confianza. A mí me molestaron muchas veces y fue muy difícil declinar, por suerte pude curarlos con la ayuda de purgantes y aspirinas. En señal de agradecimiento me invitaron a la fiesta de la chicha y a bailar. La melodía es monótona, se baila en rueda con pequeños saltos siempre en la misma dirección, lo cual produce vértigo. En cada baile, sobre todo si es luna llena, eligen a uno de los danzantes como «campeón» si logra bailar sin solución de continuidad tantos bailes como los dedos de las manos y los pies. Esta monotonía rítmica es típica de todos los indígenas, pero su baile me parece mucho más cansador que cualquier ritmo de los negros. El mismo cacique de esta toldería me invitó a bailar, lo intenté, pero hasta hoy no se cómo terminé… Si lo mismo sucede con los bailes europeos, no lo sé, ningún esloveno me invitó nunca a bailar. Los indígenas se adornan para el baile con plumas de diversos pájaros y se pintan la cara y parte del cuerpo si se trata de alguna ceremonia especial, de otra manera ya están abandonando estos viejos adornos. El deseo de la propiedad ajena y la muerte En la zona junto a las lagunas, cerca de Pozo Colorado y la estancia Yesamatathla encontré a unos indígenas aún en estado primitivo. Lamentablemente, las distancias entre tolderías son muy grandes y pasar la noche entre ellos no es muy agradable, sobre todo si el acompañante paraguayo no es muy valiente. Los indígenas siempre me recibieron de buen modo, enseguida me ayudaban a desembarazarme de mi mochila, claro está que también la abrían, alabando los objetos que les gustaban, y se los apropiaron. Lo más buscado eran los peines. Las mujeres eran de lo más atentas, me sacaron mi campera y, para que no se ensuciara en el suelo, se la pusieron ellas. Por supuesto que, al partir, se olvidaron de devolverla. En uno de los toldos un indígena había muerto la noche que estuve entre ellos, me dejaron mirar mientras le ataban los pies y las manos con una cuerda, lo enterraron enseguida, a unos 500 metros de distancia. Solamente los hombres acompañan al muerto, mientras las mujeres se sientan frente a la choza y lloran, luego uno de los parientes del muerto quema la choza en presencia del brujo. Por la noche los demás indígenas empezaron a trasladar sus chozas. Más tarde, junto al guía paraguayo buscamos el lugar del entierro, para ver la cabeza, que no está cubierta para que el muerto pueda «mirar hacia arriba» y para que «beba agua». Sus creencias Los indígenas tienen miedo de los espíritus de los muertos, ya que creen que el alma material puede regresar al lugar de su existencia terrena, por ello queman la choza y, cuando muere un cacique o un brujo, lo hacen con toda la toldería. Pero, el «aliento vital», como ellos lo llaman, el «inghangak» (una especia de alma), va a la Vía Láctea, al cielo de todos los Lengua. El principio ético del mal y del bien no existe, así es que todos los indígenas van al cielo. Es verdad que no conocen un Dios personal ni como fuerza natural o en el sentido platónico de la palabra, y, por eso, la adoración a un dios les es ajena, pero reconocen, que existe una gran «fuerza fecundadora», «Sigtijepma» el motor del mundo y de la vida. El «onghangak» humano o sea el aliento de la vida es una especia de concentración de la Gran Fuerza. Todas las cosas y todos los seres están relacionados con esta Gran Fuerza, que proviene del «Sigtijepma» y tiene sus características propias. La finalidad de la vida para el indígena consiste en no perturbar el orden entre las fuerzas, y si lo hace, pero no adrede, lo atribuye a los espíritus malignos. En esto consiste su superstición y el nivel cultural primitivo de estos grupos. Indeseada y en peligro Regresando hacia el río Siete Puntas me sucedió algo muy especial. Casualmente encontré una especie de piedra paleolítica que es muy rara en el Chaco. Empecé a cavar y encontré otras piedras similares, cuando se acercaron mis acompañantes, les di una bolsa con las piedras para que las llevaran. De todo esto, ellos se inventaron una historia, diciendo que yo había excavado un tesoro del tiempo del tirano López. Cuando una curandera afirmó que en ese lugar se aparecía un espíritu, no hizo más que enfatizar la historia. Inútiles fueron mis explicaciones y esa misma noche tuve que seguir mi camino. Al alejarme, los indígenas se mostraban siempre menos amables conmigo, a veces los niños huían al bosque al verme y hasta los mestizos paraguayos de las estancias me obligaban a continuar rápidamente mi camino. Mucho más tarde pude comprender el por qué de estas actitudes. En Concepción, las autoridades habían quitado algunos niños a sus padres porque eran leprosos, para mandarlos a un colegio. En el pueblo, asustado e ignorante, azuzado por algunos políticos, empezó a correr la voz de que los «gringos» cazaban a los niños por todo el Paraguay para matarlos y mandaban la carne conservada a Corea, que según creían, estaba cerca de Buenos Aires. En el Chaco, este rumor era más primitivo todavía. Yo era esa «gringa mata chicos» que registraba el número de los niños indígenas primero, y de los paraguayos después, para que los americanos supieran cuánta carne había en el Chaco. Todo esto es de una enorme idiotez para nosotros, pero mi posición en esos momentos era bien seria y sin la intervención de las autoridades no se, cómo hubiera podido salir viva de allí. La misión protestante Visité la misión inglesa Maktlawaje. No existen misiones católicas entre los indígenas Lengua, Sanapaná y Agajtá. Hace unos años había una pequeña en Napégue, pero los Hnos. Salesianos se mudaron a un puerto fluvial, dónde ahora viven muchos indígenas. La labor de la misión católica es humilde, los indígenas no se acercan y, por el contrario, se van adaptando a la superstición de los mestizos paraguayos. Los anglicanos fundaron su misión en 1888, pero hoy en día la misión está muy abandonada ya que los pocos medios financieros con los que cuenta, no les permiten mantener a los 500, hasta 800 indígenas. En todos los 65 años de existencia no hubo mucho éxito. Cuando los indígenas se alejan de la misión, abandonan las costumbres que les impusieron y se abandonan a su vida anterior. Hay muchos indígenas que no quieren reconocer que fueron criados en Maktlawaje, porque tienen miedo de los problemas que les puedan presentar los paraguayos. Tres cosas me sorprendieron en esta misión: Los intentos de aculturación El contenido, el orden y la organización de la vida cotidiana de estos indígenas son lo opuesto de los de otras tolderías y la vida es mejor que la de los mismos paraguayos. Los ingleses adaptaron la vieja tradición indígena de la vida y el trabajo en común a nuevos contenidos culturales. En el taller de carpintería, en la herrería, en la escuela, o en la lavandería, por todas partes reina un optimismo entre los indígenas, siempre sonrientes. En otras partes del Chaco se oye muy rara vez la risa espontánea de los indígenas. Personalmente, dudo que este sistema sea exitoso, porque el espíritu comunitario de los indígenas se conserva solo hasta que la comunidad existe, cuando se separan y van a vivir por diferentes estancias y se alejan de la misión, no saben vivir de acuerdo a estos nuevos conceptos. Pero sí es verdad que la alegría de los indígenas de la misión Maktlawaje sorprende a todos los viajeros y nos presenta una imagen muy distinta de los lenguas sombríos, melancólicos y apáticos de las estancias. Los predicadores protestantes indígenas Hay por los alrededores unos 5 indígenas predicadores, tres Lengua y dos Sanapaná. Tuve la oportunidad de escuchar a dos de ellos, quizás los mejores, ya que el pastor quiso mostrar lo mejor que había logrado. El sanapaná predicó en su propia lengua, sobre cómo Satanás tentó a Jesús. Un día antes, el indígena se retiró a una choza para no tener contacto con los demás. Con permiso del pastor lo pude visitar, estaba leyendo de los Evangelios y la Biblia. Para demostrarme que los conocía, me citó del Evangelio según Mateo de memoria, pero no era capaz de explicar los significados, cuando intentaba hacerlo hacía uso de viejos principios animistas. Durante la prédica, presentó a Jesús como una especie de pastor, al diablo lo pintó de negro, pero sin cuernos. Sobre la tentación misma daba ejemplos de la vida cotidiana en la toldería, y éstos fueron realmente bien elegidos. El otro era un Lengua y le habló a los niños sobre el pastor David, lamentablemente no lo pude entender bien, porque hablaba en dialecto. El mismo día se celebró la bendición de los recién casados, todos acompañaron a los mismos hasta sus hogares y cuando comenzó la fiesta unos cien indígenas cantaron el salmo 128 (Beati Omnes) en su propio idioma. La última cena Todos los meses celebran la Última Cena. Los ingleses asociaron la memoria de este acontecimiento con la higiene. El sábado empiezan a limpiar la toldería, uno de los ingleses va a ver personalmente cada choza, claro que a veces encuentra algún objeto que el indígena había «tomado prestado» de algún taller pensando en cambiarlo por aguardiente al ir de visita a la estancia vecina. Muchas veces, los indígenas hacen estas cosas, ya que el tabaco, el aguardiente y el tambor son sus tres «pecados mortales». El pobre médico escocés de la misión tenía que beber su whisky a escondidas y podía fumar sólo mientras paseaba fuera de la misión, ya que de otro modo, podía tentar a los indígenas para que pecaran. Al anochecer se oyen cantos solemnes. El día de la primera comunión suena la campana muy temprano para que cada uno en su choza lea con su familia unos fragmentos de los Evangelios determinados por el pastor anteriormente. Después se reúnen ante el templo y, entrando, cantan «Thliyip annokoa Dios» (una especie de Te Deum en Lengua). En medio de la ceremonia ocurrió una pequeña confusión. El predicador sanapaná ya mencionado se me acercó, ofreciéndose a ser mi acompañante de honor hasta el altar, pensaba que yo era de la misma religión que los misioneros ingleses. Cuando me negué, el sanapaná comenzó a hablar en voz alta y todos dirigieron su atención sobre mí, el pastor se enojó mucho. Me divertí mucho cuando, una hora más tarde, el mismo sanapaná vino a tratar de «convertirme», por suerte empezó a llover y pienso que fue la lluvia la que apagó el ardor del indígena. La bebida Todos estos signos exteriores de los indígenas cristianos son en parte positivos, pero no son estables. La culpa la tiene el entorno, las estancias cercanas, donde los lenguas paganos se abandonan a la bebida. Muchas veces los indígenas de las misión se escapan para reunirse con ellos. Fue así cómo encontré allí al mismo predicador totalmente borracho. Cuando le pregunté por que bebía si era un pecado, me contestó inocentemente: «Yo no bebí, otro lengua me vertió aguardiente en la boca y la caña corrió por sí sola». Al principio no comprendí, pero después pude presenciar cómo los indígenas de la misión se vierten caña directamente en la boca, entre sí. Así pueden beber aguardiente y al mismo tiempo «obedecen al pastor». De la misma manera nadie roba gallinas, solo de vez en cuando alguna vaca «pasa del otro lado». En el idioma de los indígenas estas expresiones son realmente graciosas. Así voy terminando estos fragmentos de mis experiencias entre los indígenas. Los Lengua y los Sanapaná no conocen la palabra «terminar», y dicen simplemente «kjahao», lo cual significa «hasta aquí». Por eso, queridos lectores, continúen uds. Branislava Susnik, «Indio Lengua». Fuente: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. LA INSURRECCIÓN DE LOS CONFINADOS: UN TEXTO CONMEMORATIVO EN TORNO AL CENTENARIO DE BRANISLAVA SUSNIK María Esther Zaracho Robertti Confinamiento y confinados en Paraguay Mientras lamento no poder visitar el Museo Etnográfico Andrés Barbero y nutrirme de diferentes fuentes textuales o fotográficas, rodearme de objetos de gran valor antropológico o los humildes enseres cotidianos de la gran antropóloga del Paraguay, Branislava Susnik, descubro que quizá desde esta situación de precariedad e incompletud académica, puedo explorar algunos elementos del contexto histórico y social en el que ella realizó su investigación antropológica en Paraguay durante las primeras décadas de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989) y vislumbrar aspectos de su vida y obra que trascendieron el tiempo para conmemorar su centenario. Esencialmente antropóloga, nació el 28 de marzo de 1920 y falleció en 1996 en la ciudad de Asunción. Llegó al país en 1951 proveniente de la lejana Eslovenia (Yugoslavia), para investigar sobre etnología local y luego desempeñarse en el campo académico. En su profusa y fructífera obra, compuesta por 77 escritos, pueden citarse las series de El indio colonial, Los aborígenes del Paraguay y Una visión socio- antropológica del Paraguay. Así mismo tuvo bajo su responsabilidad la Dirección del Museo etnográfico Dr. Andrés Barbero y durante más de veinte años, ejerció la cátedra de Etnología y Arqueología Americana en la car era de Historia de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción. (Peris 2014: 11). Aunque por diferentes razones y en distintos momentos históricos, el confinamiento puede ser efecto de una crítica explícita al poder, una tragedia colectiva o consecuencia de marginaciones geográficas e intelectuales, encontrarme hoy en este escenario compartido con toda la humanidad a causa de la pandemia del Covid- 19 de cierta forma determina la orientación y el clima de este texto. Confinados hubo desde tiempos remotos en Paraguay y confinadas también, aunque se haya escrito menos sobre ellas y más sobre ellos. Un escueto recuento incluiría las variables geográficas del Paraguay como colonia en relación a la metrópoli, el aislamiento autoimpuesto durante el gobierno de José Gaspar Rodríguez de Francia (1816-1840) pasando por la conmoción post Guerra de la Triple Alianza (1864- 1870)2. En ese último periodo, resolvimos el duelo de ese capítulo traumático de nuestra historia a partir de una narración épico-romántica que nos recordó nuestra valía después de ser casi totalmente aniquilados. Ya aparecía desde un aspecto más marginal, la crítica a la realidad social y la deshumanización producto de la explotación, su vocero principal fue Rafael Barret (1876-1910)3, así como también surgía un importante contingente de exiliados. La guerra del Chaco (1932-1935)4 fue otro punto de inflexión para la elaboración de discursos o narraciones oficiales centradas principalmente en el “ser nacional” como elemento de unificación y donde solo recientemente se han señalado las voces olvidadas y silenciadas en el retraimiento de la historia oficial: las indígenas (Capdevila, 2011; Kalisch y Unruh, 2017).5 Desde la revolución de 1947, durante el gobierno autoritario de Higinio Morínigo (1940-1948) el exilio dio a luz a una comunidad cultural paraguaya en diáspora, principalmente en Argentina, país limítrofe donde la comunidad se acrecentó y se consolidó con la llegada de Stroessner al poder en el año 1954. Allí desarrollaron sus obras, célebres escritores y músicos paraguayos como Gabriel Casaccia, Elvio Romero, Augusto Roa Bastos o José Asunción Flores, solo por citar algunos. De las mujeres en el exilio hay pocas menciones, pero sin duda alguna el nombre de Carmen Soler acude a la mente convocando la cruda belleza de una poesía nacida en el destierro militante. El autoritarismo y «una larga historia independiente de exilios políticos, sumado a las peculiaridades que adopta la configuración de la élite paraguaya imposibilitó, también, la conformación de un campo intelectual propio» (Soler 2010:3). Al decir confinamiento, no a pocos les vendrá a la mente la ampliamente divulgada frase de nuestro premio Cervantes en plena dictadura: «Paraguay es una isla rodeada de tierra»6 que durante mucho tiempo ha servido desde las artes y la academia para pensar e imaginar el Paraguay (en diferentes momentos históricos) y que solo recientemente ha sido revisada en sus sentidos. Como referencias se pueden encontrar las reflexiones compiladas por Guillermo Wilde y Ana Couchonal (2010) en el dossier Reflexiones mediterráneas7 y dentro de este el trabajo de Lorena Soler, que aborda el aislamiento y la excepcionalidad aparente del Paraguay desde el “mito de la isla”. La autora reflexiona sobre ciertas ideas -fuerza plasmadas en relatos sobre el Paraguay que contribuyen al supuesto del desconocimiento o la excepcionalidad del caso y analiza los sentidos políticos así como las matrices teóricas utilizadas a la hora de abordar la historia política reciente del Paraguay legando, entre otras conclusiones, a expresar que, más allá de los posicionamientos interpretativos e ideológicos, ambas formas de explicar el pasado político, pero también el orden social, recayeron en un posicionamiento frente a los presidentes previos a la guerra, por déspotas o por salvadores de la nación, desplazando a otros actores políticos, por ejemplo al pueblo, a un lugar de subalternidad en esta historia” (Soler 2010: 15, el subrayado es mío.). Expuesto esto, lo que me interesa en este texto es, más que la idea de la isla rodeada de tierra, asumir que en la forma de explicar el Paraguay durante la dictadura no siempre estuvieron o están presentes los actores sociales y sus producciones, a la vez retomar las ideas de Augusto Roa Bastos, pero desde otro lugar, aquel que seguramente desde su condición de desterrado caracterizó como exilio interior, una «tipificación del destierro en la propia tierra (…) el peor y el más duro de los relegamientos» (Roa Bastos, 1986; en Rivarola). Es entonces que la dimensión de confinamiento, tal como lo represento en este texto puede referirse tanto a la represión de cuerpos e ideas y en su forma trágica y final, como desaparición, como a un relegamiento. Si bien creo imprescindible remarcar que Susnik no sufrió la represión con las aterradoras características de aquellos actores opositores al régimen, tales como campesinos nucleados en las llamadas Ligas Agrarias Cristianas, militantes comunistas y guerrilleros, el confinamiento de sus ideas y la no divulgación de su obra en el propio país donde la desarrolló, tanto en dictadura como en democracia, adquiere las características de un exilio intelectual en su propia tierra. Del confinamiento a la insurrección como morada y libertad Como expresé anteriormente, el confinamiento no solo se da en contextos de crítica abierta al poder o tragedias colectivas, también hay un duro insilio en la marginación intelectual que arranca con una noción de saberse incomprendido. Susnik ya era de hecho una exiliada cuando llegó al Paraguay, sin embargo, hizo de este país su morada en libertad. En una entrevista periodística comentó que llegó «al terminar los horrores de la Segunda Guerra Mundial y al comenzar el dominio del comunismo en los países del Este de Europa. En el Paraguay encontré la quietud de la vida sencilla y también la oportunidad de trabajar científicamente, lo que para mí significaba “revivir” intelectualmente» (Peña Gil, citado en Pusineri 2015: 218). Como ejemplo, la anécdota en torno a la conferencia «Orígenes del hombre paraguayo», en el Ateneo Paraguayo durante el año 1953, donde ella misma expresa que la calificaron como un “bicho raro” (Rehnfeldt 2018: 55). Carlos Peris añade que la idea de su complejidad fue una excusa en ciertos intelectuales para obviar sus escritos. (Peris 2014: 12). Como lo expone brillantemente la antropóloga Marilyn Rehnfeld en un capítulo sobre trabajo de campo latinoamericano, el trabajo de Susnik en el Paraguay estuvo condicionado fuertemente por las representaciones sociales sobre el papel de género, especialmente de la mujer, que entonces existían en la sociedad donde le tocó actuar. Su condición de mujer extranjera en un país de cultura conservadora como era el Paraguay de mediados del siglo XX fue causa de sinsabores, exclusiones y marginaciones (Rehnfeldt 2018: 59). Ana Barreto (2011) describe muy bien este país de hombres donde las mujeres, desde una posición marginal, se dedicaban a la beneficiencia o la pedagogía, la narrativa o la pintura (Rehnfeldt 2018: 66). Creo que es sumamente importante hacer un paréntesis aquí para mencionar un aspecto no menor en cuanto a las representaciones de la mujer derivadas de un evento capital ya referido, la Guerra de la Triple Alianza, que fueron actualizadas durante el stronismo. Al respecto, David Velázquez expresa que: En el Paraguay, por ejemplo, el sujeto femenino se representa históricamente bajo dos conceptos derivados también de la Guerra: la residenta y la reconstructora. Ambos conceptos coinciden en asignar al género femenino una serie de valores que le son comunes: abnegación, sentido de compañerismo al esposo y de incondicionalidad con los hijos, disciplina, y, no pocas veces, sometimiento y capacidad de sobreponerse a la adversidad. Sin embargo, ambos conceptos se enfrentaron, cuando traspasando el umbral de lo social, se convirtieron en conceptos “políticos”, lo que ocurrió a mediados y fines de la década del 60 y 70 del siglo pasado. La residenta se convirtió en el arquetipo de la mujer paraguaya; mientras que la reconstructora gozó de una ambigua valoración por que entre las reconstructoras había mujeres que retornaron como familiares de exiliados políticos de los López, y, por lo tanto, familiares de los “legionarios”. En las antípodas de la residenta está la destinada-traidora. Durante el stronismo estas representaciones se consolidaron también como funcionales al régimen: mujeres obedientes, niños obedientes, en fin; un país completa y “voluntariamente” sometido a la disciplina que exige la “unidad de la patria ante peligros externos.” (Velázquez Seiferheld 2016: 96-97). El no sometimiento a las representaciones esperadas podría ser leído fácilmente en clave de rebelión, la misma Susnik se burla del papel que le tocaba representar y se describe frecuentemente en comentarios sobre sus trabajos como la «kuña kuimbae», expresión guaraní que significa la mujer-hombre. Alguien que vive en un mundo masculino y casi como en un juego, representa el papel que se espera de ella. (Rehnfeldt 2018: 59). Si bien los vínculos entre la política y la práctica antropológica de Susnik no han sido investigados (es un tema que merece un desarrollo), su postura resulta cuando menos transgresora, considerando los castigos a las mujeres por tener “cabeza propia” durante la dictadura. Según refiere Lilian Soto, Cuando se consideraba que la rebeldía era por decisión propia y no para acompañar a un hombre, la represión fue más dura; este aspecto de género sustentado en la ideología de la dictadura con relación a las mujeres, incluso fue usado estratégicamente por algunas organizaciones. (Soto 2017:13). Quizá el peligro del pensamiento de Susnik no fuese totalmente advertido por la élite intelectual del gobierno de entonces, sin embargo, su crítica a los “mitos del origen de la nacionalidad” bastante instrumentalizados durante el stronismo, resultan una manifestación de oposición, inclusive leyéndolas en presente. Su visión socioantropológica de los orígenes del Paraguay es totalmente contrapuesta a la perspectiva de la armónica alianza hispano-guaraní resaltada por la historiografía oficial que ha permeado la interpretación del ser paraguayo incluso hasta la actualidad. Telesca señala la poca rigurosidad científica con que se abordaban los temas de la historia y remarca la importancia de la obra de Susnik y otros investigadores en este proceso de desmitificación, pues, por ejemplo: Los trabajos de Manuel Domínguez no se basaban en los documentos del Archivo Nacional sino en citas de autoridad: Azara, Du Graty, Demersay y Thompson, entre otros. A pesar de esto, sus formulaciones fueron y siguen siendo aceptadas por parte de los historiadores que aún siguen haciendo hincapié en que la relación primera entre conquistadores e indígenas fue de colaboración y complementariedad. Autores como Juan Carlos Caravaglia, Branislava Susnik y Florencia Roulet, entre otros, ya han demostrado claramente que la conquista se cimentó sobre la explotación de los pueblos indígenas, no solo explotación económica, sino (a través, fundamentalmente de la encomienda) sino también de la explotación sexual (Telesca 2016: 86-87). Rehnfeldt señala que el nacimiento de la antropología paraguaya, desde sus orígenes, centró sus intereses en dos vertientes principales: el fortalecimiento de lo que se consideraba una identidad nacional mestiza y el estudio de las culturas indígenas (Rehnfeldt 2018: 57). La noción de Susnik de antropología como «esencialmente un humanismo»8, sus muchas contribuciones teóricas entre las que enfatizamos el énfasis en el elemento de rebelión indígena presente desde los orígenes de la identidad nacional y por ende la desmitificación de la historiografía oficial en torno al armónico mestizaje hispano-guaraní, son tópicos sumamente necesarios en estos obscuros tiempos de deshumanización. Así también los aportes que ha realizado a lo largo de toda su obra, la cual merece una minuciosa edición completa acompañada de análisis críticos. En el Paraguay actual todavía persiste el prejuicio, la discriminación, y la violencia hacia las comunidades indígenas, y aún se incorpora ligera y peligrosamente el elemento indígena sin el indígena a la identidad paraguaya, desprovisto de sustancia, sentido y complejidad, principalmente a partir de la lengua guaraní. Como expresaba Bartomeu Meliá, «el guaraní, lengua indígena, es ahora también lengua de todos los paraguayos. Pero muchas veces (…) están las palabras de la lengua, sin la lengua. Ese es fundamentalmente el problema del guaraní en muchos paraguayos en la actualidad» (Meliá 2011). Ya en 1983, Mauricio Schvartzman refería que 6 de cada 10 personas encuestadas perciben sus creencias, sentimientos y reacciones hacia los indígenas como algo completamente natural, como no estereotipadas, ni ofensivas, ni discriminativas, fieles al consenso de legitimación de su superioridad étnica frente a los indios. (Schvartzman 1983: 242). A lo largo de la historia paraguaya se fueron configurando diversas propuestas disruptivas que confrontaron el discurso oficial sobre la colonia, las guerras o la dictadura. En este trabajo no me explayo al respecto, como en muchos otros tópicos, pero esta asumida limitación espero sea tomada como punto de partida, inspiración y aliciente para la necesaria profundización de lo expuesto hasta ahora. La insurrección de los confinados se refiere, en un paralelismo con la rebelión indígena visibilizada por Susnik en torno al mestizaje, al necesario levantamiento de tópicos y de actores que no han sido suficientemente posicionados en un lugar central del pensamiento paraguayo, a excepción de algunas expresiones de las ciencias sociales y en ocasiones el arte, que han hecho un esfuerzo por imaginar este país desde lugares periféricos a la tradición. Considero que la producción intelectual y cultural en dictadura (que existe) es prueba de una agencia e incluso una resistencia, hecho significativo en un país signado por el autoritarismo. Socializar la obra de Branislava Susnik hoy, a un pueblo que casi no la conoce, podría abrirnos camino a seguir profundizando en otras producciones periféricas y la necesaria insurrección de las ideas confinadas. Bibliografía Bartomeu Melià: Mundo Guaraní. Asunción: Servilibro, 2011. Carlos Peris: Branislava Susnik. La antropóloga del Paraguay. Asunción: El lector, 2014. Adelina Pusineri: "Dra. Branislava Sušnik Vida y obra". V: Guillermo Ortega (ed.): Pensamiento crítico en el Paraguay. Memoria del ciclo de conversatorios del 2015. Asunción: Base-IS, 2015. Milda Rivarola (ed.) Augusto Roa Bastos. Escritos políticos. Asunción: Servilibro, 2017. Mauricio Schvartzman: El ‘indio’ y la sociedad: los prejuicios étnicos en el Paraguay. En: Suplemento Antropológico. Asunción, Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica, 1983. Lorena Soler: El mito de la isla. Acerca de la construcción del desconocimiento y la excepcionalidad de la historia política del Paraguay. En: Papeles de trabajo, Dossier: Paraguay: reflexiones mediterráneas. Revista electrónica del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de General San Martín, Año 3, Nº 6, Buenos Aires, agosto de 2010. Lilian Soto: Mujeres, dictadura, resistencia y represión en Paraguay. En: Ksenija Bilbija, Ana Forcinito y Bernardita Llanos (eds.): Poner el cuerpo: rescatar y visibilizar las marcas sexuales y de género de los archivos dictatoriales del Cono Sur. Santiago de Chile: Cuarto Propio, 2017. Marilyn Rehnfeldt: ‘Bicho raro’. Branka Susnik y los cimientos de la antropología paraguaya. En: Rosana Guber (ed.): Trabajo de campo en América Latina. Experiencias antropológicas regionales en América Latina. Buenos Aires: SB ediciones, 2008. Ignacio Telesca: La construcción étnica de la nación más allá de la guerra. V: Secretaría Nacional de Cultura: Más allá de la Guerra. Aportes para el debate contemporáneo. Asunción: AGR Servicios Gráficos S.A, 2016. David Velázquez Seiferheld: Triple Alianza, guerra y representación del otro. En: Secretaría Nacional de Cultura : Más allá de la Guerra. Aportes para el debate contemporáneo. Asunción: AGR Servicios Gráficos S.A., 2016. María Zaracho: El dolor de la vida en marcha: extranjería, insilio y destierro en la mirada crítica de Barret y Roa Bastos. Mención especial Concurso de Ensayos Rafael Barret. Secretaria Nacional de Cultura. Asunción, 2017. Postales de Asunción (Calle Estrella, Banco del Paraguay, Calle Palma, Estación Central de Ferrocarril) del archivo Branislava Susnik de la Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. “Ubicación Guaraní” por Branislava Susnik. Incluido en El rol de los indígenas en la formación y en la vivencia del Paraguay, T.I, 1982. Foto: Gloria Scappini SUSNIK O LA INNOVACIÓN EN LA PERSPECTIVA HISTÓRICA PARAGUAYA Gloria Scappini El Paraguay le debe gran reconocimiento a la labor de Branislava Susnik por su aporte en términos de ordenamiento y análisis historiográfico, sabiendo reconstruir los procesos etnohistóricos que articulan la sociedad indígena con el proyecto de sociedad paraguaya en el tiempo de los primeros contactos con el colonizador y consolidación posterior de la sociedad colonial. ¿Por qué es importante destacar el enfoque que le da Susnik a la ciencia histórica? Primeramente, notamos que la obra de Susnik en cuanto a investigaciones prehistóricas y arqueológicas se inserta como un primer y único intento de sistematización de componentes del conocimiento científico –a saber las disciplinas citadas– hasta ella invisibles en el país. En efecto, la visibilidad de un pasado tangible, los remanentes de una cultura material, y los vestigios palpables de una grandeza civilizatoria prehispánica per se no es propiamente una tendencia políticamente correcta en una nación cuyo mito de construcción nacional viene fortaleciendo desde los umbrales de la independencia la idea de supremacía de un mestizaje hispano-guaraní y de una sociedad excéntrica basada en una amalgama de culturas, negando en su narrativa todo conflicto histórico de fuerzas, y, aún peor, la lógica dominadora colonial sobre los vencidos. La sociedad indígena descrita por Susnik sitúa a los pueblos indígenas como sujetos activos de cambios, dinámicas y procesos y no como simples referencias de un pasado primitivo que la emergencia de la sociedad criolla pretende superar mediante dispositivos psicosociales de establecimiento de una superioridad mental, moral y cultural. Esta lucha contra la representación pasiva de los sujetos indígenas se hace aún más necesaria en contextos de pasado histórico que no reenvían a grandes imperios con sus ciudades, templos y dispositivos rituales colectivos de gran envergadura. El escenario que Susnik se propone reconstruir a partir de su búsqueda historiográfica, ayudada por crónicas de conquistadores, misioneros, viajantes, exploradores, además de archivos eclesiásticos y administrativos; es el de grupos locales seminómadas de la selva tropical y de los montes chaqueños subandinos que no levan las características de lo que hasta ese momento en gran medida se asociaba con “civilización”. Más bien, se trata de sociedades igualitarias, basadas en el intercambio recíproco, profundamente mesiánicas y cuyo tejido social se veía atravesado por una voluntad de expansión hacia tierras ideales, forzando siempre el horizonte de un tiempo-espacio mítico en permanente construcción. Cabe destacar que este paradigma científico, heredado claramente de la perspectiva evolucionista, concentra su fuerza ideológica justamente en la antropología americanista y en la jerarquía clasificatoria de las sociedades amerindias, poniendo a las áreas culturales mesoamericana y andina como ejemplos de desarrollo en oposición a las sociedades itinerantes como lo son las de la Cuenca del Río de la Plata, muy representadas en los pueblos Guaraníes por su gran extensión en las bajas tierras de América del Sur. Volviendo a Susnik, y al desafío que conlleva desarrollar una obra científica con prácticamente muy pocos antecedentes en los cuales apoyarse, su interés por difundir y hacer permear en la representación de la historia local problemáticas etnohistóricas, confirma que sin ello todo tipo de obra etnográfica, antropológica, lingüística y etnolingüistica terminaría quedando desvinculada de un propósito supremo: el de provocar, desde el registro, visiones disidentes sobre el pasado y presente identitarios. Su obra intitulada El rol de los indígenas en la formación y en la vivencia del Paraguay elaborada en dos tomos puede considerarse como el compendio etnohistórico más estructurado en las ciencias históricas paraguayas, volviéndose incluso base para la historia social. Desglosando las modalidades del contacto entre las poblaciones indígenas presentes en la territorio previo a la formación del actual territorio paraguayo, los hechos presentados por Susnik denotan un gran interés en las relaciones psicosociales de los grupos en interacción y en la percepción y reacción indígena ante el inminente cambio de realidad que encierra la violencia colonial. La identificación de etapas en los procesos, desde los primeros contactos, pasando por la evangelización y el fortalecimiento de las instituciones de sometimiento y control, así como la descripción del complejo proceso de mestizaje presentan al lector y estudioso una problematización única y ausente en las demás producciones contemporáneas a Susnik. En el siguiente extracto del Tomo I de la obra citada, podemos apreciar quizás una de las originalidades de Susnik que podrían pasar desapercibidas: el lugar y espacio que le brinda a las mujeres indígenas en su narrativa, dejando muy en claro hasta que punto todo el sistema colonial tanto administrativo como simbólico, y los procesos de mezcla de poblaciones que le son inherentes se han basado en la alienación de los roles que éstas ocupan previamente en sus sociedades de origen, resignificando de manera maquiavélica los códigos de intercambio y solidaridad socioculturales. Así, tenemos en la primera etapa de contactos entre guaraníes y españoles relaciones de amistad vinculadas a un pacto de intereses que luego, en la segunda fase, fue dando lugar a relaciones de parentela política basadas en el matrimonio cristiano, para luego convertirse en su fase más violenta, la de la extracción forzada de mujeres de sus aldeas y su puesta al servicio de las casonas de los españoles como esclavas sexuales, simples piezas de mercancía y garantías de la formación de los nuevos núcleos familiares: los hogares mestizos. De esta manera hemos intentado acercar ciertas líneas de reflexión en historia de la antropología paraguaya, así como destacar en cierto tipo de producción de B. Susnik la preocupación por incidir en la representación más amplia que el país que la acogía se hace de su historia. Frente a un nacionalismo-indigenismo abocado a erigir a los conciudadanos indígenas de ayer y hoy en “ancestros” que inspiran en ciertos momentos la bravura y en otros la inferioridad cultural, imponiendo una visión de pasado que se niegan a adoptar como suya, su obra trasciende el propio dato antropológico e histórico. Esto acentúa considerablemente el carácter indispensable de la des-construcción histórica, del revisionismo, del cuestionamiento sobre el valor de los sujetos en la narrativa científica, y hasta de la urgencia de una ciencia con perspectiva de género para aprehender con real objetividad los procesos que explican y que nos explican. Asunción, abril 2020 FRAGMENTO DE BRANISLAVA SUSNIK: EL ROL DE LOS INDÍGENAS EN LA FORMACIÓN Y EN LA VIVENCIA DEL PARAGUAY. ASUNCIÓN: INSTITUTO PARAGUAYO DE ESTUDIOS NACIONALES I.P.E.N., 1982. TOMO I, PÁGINAS 82-84. Seguimos al pie de la letra la grafía del original, sin hacer correcciones. Las notas fueron provistas por Gloria Scappini y Barbara Pregelj. 6. Tercera fase del contacto: las “rancheadas” Con el segundo gobierno de Irala, en los primeros años de este gobierno, se da inicio a un nuevo período en el sistema de relaciones hispano-guaraníes: comienza el período de las tremendas y violentas rancheadas; según los documentos, el término rancheada significaba que cada conquistador tenía el derecho, según sus necesidades de brazos para el trabajo o de mujeres, de ir en cualquier aldeamiento9 guaraní, sea hacia el Manduvirá, sea hacia Acahay, Guarambaré o al Monday, podía ir con pleno derecho y por las buenas, con sistema de trueque, o directamente por la violencia, traer a los indios en los nuevos asientos que aquéllos hubieran dispuesto. Lógicamente las rancheadas significaban fundamentalmente una extracción violenta, una desmesurada violencia durante casi 5 años, en la que cada uno de los conquistadores, en nombre de la libertad al común10 que tanto habían defendido en la deposición de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, realmente afianzaban su libertad a disponer del indio libremente; era la libertad a violencia y a rancheadas. Irala nada pudo hacer por prevenir o por frenar estos abusos; era la situación política imperante y de la que él mismo dependía, la que había impuesto esta nueva modalidad, no quedando otra alternativa que permitir a estos conquistadores, a estos comuneros, la práctica de esta violencia, de los rancheados y de los excesos. La reacción guaraní surgió en la forma de una gran revuelta, una revuelta generalizada a mayor número de parcialidades11 y más organizada que las anteriores, una revuelta que podríamos denominar realmente pan-guaraní. Se produjo en 1546 y a través de diversos documentos podemos analizarla desde sus mismas causas. Ocurría que ya para este año la mayor parte de los hijos nacidos eran mestizos; se producían pocos nacimientos de hijos propiamente guaraníes; a través de la relación español-mujer guaraní, la mayor parte de la prole era ya mestiza y este fenómeno provocaba un debilitamiento cada vez mayor de los teko’á12, donde menudeaban los nacimientos propiamente indios. Los mismos documentos confirman que las mujeres guaraníes preferían ser simples cuñá13 o simples piezas de un karaí14, antes que quedar en su propia toldería como mujer del avá15. Así, mientras por un lado comenzó la plasmación socio-biológica del español con el guaraní, dando nacimiento y crecimiento a la población de hijos mestizos, formando los primeros niños “mancebos de la tierra”16, por otra parte, socio-biológicamente, se estaba prácticamente exterminando a la comunidad guaraní porque ahí ya no crecían hijos. Al faltar hijos en las aldeas y en los antiguos teko’á propiamente guaraníes, ya no se podía pensar en la cooperación del trabajo, el sistema social se debilitaba y los propios fundamentos del sistema de relaciones; económicamente también la comunidad se vio enormemente disminuida. Otra queja de los guaraníes era también la falta total de relaciones con los sobrinos mestizos; un hecho para ellos, con la mentalidad fuertemente arraigada del parentesco, completamente inconcebible: el hecho de que los sobrinos mestizos no vinieran a vivir en la comunidad guaraní a la que pertenecía la madre. Así se inició este básico proceso de fundamental importancia para comprender después el posterior desarrollo de los mestizos paraguayos. Estos hijos mestizos preferían siempre quedar alrededor de la “casona”, como la llamaban en el siglo XVI a la casa del español conquistador, siendo esta la casona paterna y la sede del nuevo núcleo familiar. Esta resistencia del mestizo a volver a su comunidad de origen materno, es un fenómeno que posteriormente surge como una constante en todas las demás rebeliones guaraníes; el mestizo ambiciona ser español y este no es un fenómeno que se dé sólo entre estos mestizos hispano-guaraníes; es un fenómeno que se ha dado también en otras razas llegándose incluso al odio hacia el origen materno. Es lo que ocurre con el mulato, siempre interesado en acercarse al padre porque considera que esto constituye también su incorporación a un status social superior, comienza entonces un verdadero odio hacia el estrato más bajo, que es lo que ocurría en los mestizos de guaraníes que, desde niños, preferían siempre acercarse y mantenerse alrededor del padre español y rechazar toda relación con la comunidad originaria de su propia madre. * * * 1 En esloveno, el plural empieza con el número tres. 2 La Guerra de la Triple Alianza o Guerra del Paraguay, llamada por los paraguayos Guerra Grande, Guerra contra la Triple Alianza o Guerra Guasú, y por los brasileños Guerra do Paraguai, fue el conflicto militar en el cual la Triple Alianza ―una coalición formada por el Imperio del Brasil, Uruguay, y la Argentina ― luchó militarmente contra el Paraguay entre 1864 y 1870. 3 Rafael Ángel Jorge Julián Barret y Álvarez de Toledo (Torrelavega, Cantabria, España, 7 de enero de 1876 – Arcachón, Francia, 17 de diciembre de 1910) fue un escritor, narrador, ensayista y periodista que desarrolló la mayor parte de su producción literaria en Paraguay. Fue llamado por Augusto Roa Bastos «descubridor de la realidad social del Paraguay». 4 Conflicto bélico entre Paraguay y Bolivia. 5 Me refiero a las obras de Luc Capdevila (2011) La guerra del Chaco en la encrucijada de las memorias indígenas y la historia militar y de Hannes Kalisch y Ernesto Unruh (2017) ¡No llores! La historia enlhet de la Guerra del Chaco. 6 «Paraguay, una isla rodeada de tierra», fue el titulo de un artículo escrito para El correo de la UNESCO por el novelista Augusto Roa Bastos en el mes de agosto de 1977. 7 Me refiero al dossier Paraguay: reflexiones mediterráneas, coordinado por Ana Couchonnal y Guillermo Wilde. Papeles de trabajo. Revista electrónica del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de General San Martín. Año 3, nº 6, Buenos Aires: 2010. 8 Diario Abc Color, suplemento “Mujer” del 2 de mayo de 1984 (Pusineri 2015) 9 Aldeamiento: organización en aldeas. 10 Libertad al común: serie de disposiciones administrativas durante la primera etapa de la conquista española que otorgaba muchos privilegios y prerrogativas de acción a los colonos, que fueron reorganizadas por Cabeza de Vaca al asumir la gobernación de las provincias del Río de la Plata en 1542. 11 Parcialidades: expresión usada para designar a los grupos locales indígenas, sinónimo de “grupos étnicos” identificados a un mismo territorio e identidad cultural. 12 Teko’a: etimológicamente de > Branislava Susnik en 1952 y en fecha no determinada de sus últimos años en Asunción. Fuente: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. UN MURAL EN ASUNCIÓN El día 4 de marzo de 2020, la cuenta de Facebook de la Unión Europea en Paraguay publicaba el siguiente informe: Hoy presentamos el mural “Unidas en la Diversidad” que constituye un llamado a un desarrollo sostenible, que no pierda de vista la protección de la diversidad biológica y cultural. Fue diseñado y realizado por el reconocido artista Oz Montanía, junto con su equipo Ivan Vázquez y Pablo O’Connor, en Diciembre 2019, y es hasta la fecha el de mayor superficie en Asunción. El mural es una composición de cuatro mujeres que representan el entretejido del pasado y presente cultural del suelo guaraní: – Bernarda Pessoa, activista y lideresa de la comunidad Qom del Chaco paraguayo – Branislava Sušnik, investigadora eslovena que documentó en profundidad la forma de vida, lengua y cultura de las comunidades indígenas paraguayas – Una mujer indígena retratada en los años 50 con Branislava Sušnik – Josefina Plá, poeta y dramaturga paraguaya de origen español quien tuvo una gran influencia sobre las futuras generaciones de intelectuales de Paraguay. Estas mujeres están rodeadas y contenidas por una rica biodiversidad que caracteriza esta zona del continente Americano, sin la cual la diversidad cultural no podría existir. A la presentación asistieron el Canciller Nacional, Ministro Antonio Rivas, otras autoridades nacionales, miembros del cuerpo diplomático y referentes culturales, en conmemoración al Día de la Mujer Paraguaya y el Día Internacional de la Mujer. No tengo derecho a reproducir la imagen utilizada por Oz Montanía para diseñar el mural, pero conversamos al respecto en una conversación mantenida el 31 de marzo a través de Instagram: El lector, habituado ya al aspecto físico de Branislava, percibirá inmediatamente que la mujer representada en el mural reproducido en la página anterior es una bien interesante Branislava-otra, una relectura que deja de lado tanto la androginia como la austeridad cromática en el vestir que caracterizaba a Susnik, y si bien mantiene ciertas referencias a rasgos “caucásicos” (especialmente si la comparamos con la mujer indígena representada a su lado derecho, que proviene de la fotografía utilizada para componer la obra), estos no son tan evidentes como en la representación de Josefina Plá, si bien esta última, como todas las mujeres representadas en el mural, se caracteriza por la adquisición de marcas fenotípicas y rasgos característicos de algunas tribus indígenas del Sur de América, o de su mezcla con europeos. Los labios y las mejillas de Susnik se han redondeado y ensanchado, y el color de su tez no es el característico suyo. Las manos de Branislava, por otra parte, son pura invención, no están basadas en la foto original. Esta interpretación puede ser en parte inconsciente y/o determinada por convenciones del lenguaje y materiales utilizados, así como por los tics profesionales y hábitos de los artistas participantes. Así y todo, es un ejemplo notable de hibridación y, para el caso de la representación de Branislava, de un mestizaje simbólico en efigie que ella habría entendido bien y que quizá también la hubiese hecho sentir bien. Oz Montanía junto a Ivan Vázquez y Pablo O’Connor, Unidas en la diversidad. Asunción del Paraguay, marzo de 2020. Fuente: Unión Europea en Paraguay. Por otra parte, señala hacia lugares más espinosos del trabajo del antropólogo, de la metodología de Susnik y del modo en que sus archivos se hacen públicos, que la «mujer indígena» representada aquí (mas bien como arquetipo que como retrato) a partir de una fotografía en la que una mujer indígena aparecía junto a Branislava y dos niños, no tenga nombre. ¿No lo sabría Susnik? ¿No lo habría anotado en sus cuadernos? ¿Hasta cuándo no tendrá nombre la “mujer indígena”? Inauguración de la muestra Moradas de Branislava Susnik, Medvode, julio de 2020. * * * 1 Las otras son: Alma Karlin (escritora y viajera, 1889-1950), Ljuba Prenner (abogada y escritora, 1906-1977), Elvira Dolinar (activista, 1870-1961), Ivana Kobilca (pintora, 1861-1926), Pia Mlakar (bailarina, 1908-2000), Ita Rina (actriz, 1907-1979) y Angela Vode (activista, 1892-1985). 2 Francisco Tomsich. Círculos sobre lo institucional (Revista MUSEO, Vol.3, N.º 1, Montevideo, 2016). 3 Uno de las aproximaciones a este tema desde la teoría y la práctica artística es el proyecto de Suzana Milevska The renaming machine, para el cual la obra de Tadej Pogačar, exhibida por primera vez en el marco de la muestra Museo a la calle (Moderna Galerija, Liubliana, 2008), fue reeditada. “La máquina de renombrar” es un concepto bélico: consultar el proyecto El diccionario de la guerra ( The dictionary of war), que también integró a Suzana Milevska. 4 Mis intentos por conseguir los derechos de reproducción de esta imagen, o más detalles sobre las condiciones en que fue hecha, han sido infructuosos. 5 Cf. mi tesis El “poema” “Instantes” y la imagen de Jorge Luis Borges para más detalles sobre el trasfondo teórico y bibliográfico de estas consideraciones. Asequible en la web. 6 Relativo a la imagen del escritor Horacio Quiroga (1878-1937). 7 Rosana Guber (coord.) Trabajo de campo en América Latina. Experiencias antropológicas regionales en etnografía, Tomo 1. Buenos Aires: SB, 2018. 8 Carlos C. Peris. Branislava Susnik: antropóloga del Paraguay. Asunción: El lector, 2014, pág. 14. TESTIMONIOS Exterior del Museo Etnográfico "Andrés Barbero", Asunción del Paraguay. Sin fecha. Fuente: Archivo Branislava Susnik de la Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. MI ÚNICO ENCUENTRO CON SUSNIK Cristino Bogado Es 1983, quizá 1984, he ingresado al museo Andrés Barbero, sito sobre la calle España (entonces se llamaba aún Generalísimo Franco o General Genes), estoy solo, no me cruzo con nadie, según mi corta memoria debía de ser de mañana, tipo 10 am, voy deslizándome por los recovecos, entonces se ingresaba por la puerta principal y creo que todo estaba montado en la planta baja y sin mayores preámbulos para el acceso, hoy una verja impide el paso y previo toque de timbre se llega por una rampa al primer piso, donde están acondicionados la biblioteca y el museo propiamente dicho. De repente, de la nada surge un ser huidizo y al mismo tiempo decidido, se me planta con su ropa talar de típica viejita diabética parawayensis y me compele a salir del lugar, como si hubiera transgredido alguna norma interna, no atino a dar justificativos, estoy sorprendidísimo, no sé quién es la madame furibunda, me huelo que me ha confundido con algún pyragüé, soplón gubernamental, sí, yo, un colegiante del Nacional de la Capital de 13 años, le parezco un soplón-adolescente, no me queda otra que obedecer y a la calle. Es todo mi recuerdo, mi único encontronazo con la extravagante y célebre antropóloga eslovena Branislava Susnik. Claro, recién mucho después, cuando empecé a leerla en fotocopias borrosas, supe que aquella aparición era la mismísima directora e investigadora principal de la fundación Barbero, la señora Susnik. Para pintarla, repito acá dos muestras de lo que la doxografía asuncena ha difundido sobre ella, y que dan una idea de su carácter fastidioso para la comunidad intelectual local: dicen que Cadogan, editor de los cantos ava-guaraní conocidos como Ayvu Raputa, una vez la amenazó. Y la última, de mi propia cosecha y aventura personal. Tropezando con el antropólogo jesuita Bartomeu Melià en un vernissage realizado en algún museo hegemónico en el país, le propuse, en plan editor sobrado, que sería muy guay una re-edición critica con aparato profuso de notas a pie de página y un estudio introductorio sesudo y entusiasmado de la obra completa de Susnik y que lo veía a él capacitado para tan hercúlea tarea; Melià me cortó en seco diciéndome que veía tal empresa difícil y superflua, y el motivo que me endilgó fue que “escribía muy mal” (casi sic). ¿Cuáles son las personas, o artistas Paraguayos que más influenciaron tu obra? Entre los poetas Pou, Jorge Canese, Lito Pessolani, y un “poeta en prosa”, Ernesto Giménez Caballero. Los tres primeros, poetas del jopará en diversos grados de una posible taxonomía fantástica y el último un español que vivió en nuestra tierra quedando prendado de ella, visible sobre todo en su libro Revelación del Paraguay. Pero creo mi influencia principal es todo el environment parawayensis, su ritmo, su murmullo variopinto y jopará, su humor cínico, de alguna manera un ser -de moléculas bellas- aún sobrevivió bajo el agujero negro stronista. Dentro del ámbito ensayístico, es indudable que la escritura -llena de neologismos poéticos y extraños- y las investigaciones – toda esa enciclopedia de un mundo perdido de las costumbres de los indígenas del Paraguay- de la antropóloga Branislava Susnik debe ser mencionado aquí. Cristino Bogado, Poesía Experimental paraguaya, 2017. * Augusto Roa Bastos menciona a Susnik acá en 1971 en una rendición de su versión del Poema del génesis y destrucción del mundo de los Apapokuva–Guaraní de [Curt] Nimuendajú!” El texto reza: «Con admiración y respeto los dedico a la obra precursora de Nimuendajú, así como a la de sus meritorios pares del pasado y del presente en nuestro país: en especial, al querido amigo León Cadogan, a la doctora Branka Susnik…» Correo electrónico de Cristino Bogado, 9.4.2020. DIARIO DE UNA AFICIONADA. MARTES, 24 DE MARZO Romina Aquino González Recién ahora pude sentarme a seleccionar las piezas que representan lo que Branislava genera en mí. Estuve hurgando mucho entre mis cosas, y lastimosamente la agenda que utilizaba por esos días de la investigación se quedó en la oficina, a la que no vuelvo hace exactamente una semana. Esta cuarentena no solo fue física, sino también mental para algunos, como en mi caso. Pero después de meditarlo, revolver papeles y escribir palabras al azar, me di cuenta de que no hacía falta buscar tanto: ella estaba ahí, impregnada en todas mis cosas. Estas son cuatro piezas que contienen a Branislava Susnik, a mí, y a miles de mujeres que no siempre cabemos en los relatos hegemónicos que cuenta la historia. La primera es una foto (página siguiente) que tomé por esos días en los que estaba escribiendo la nota sobre la vida y obra de Branislava. Es como una mimetización de mi ser con otro objeto y con las sombras. Para mí, Branka logró un poco eso: poder ser una más en las comunidades indígenas. Logró volver al origen y al principio, desde la horizontalidad. La segunda es un poema de María Teresa Andruetto, del poemario Cleofé. Este poema me transporta a esa tradición originaria de los conocimientos en ronda, de las sanaciones colectivas y la solidaridad comunitaria. Dada muy en especial entre mujeres. Y además, siento que todas las personas estamos habitadas por quienes nos inspiran. Desde que conocí más sobre ella, Branka también me habita. SOLO ESCUCHO A LA NIÑA Aprendí mucho de ellas, dice mi hija por teléfono y comienza a nombrar a abuelas, madres, tías… en la casa que queda al pie del cerro, me enseñaron a bordar, pirograbar, a hacer flores de papel para los muertos. Me contaron historias de mujeres, amores de ellas mismas: alguien le decía mi tusquita, otro entró a la historia del boxeo, un cantor cantaba soy del treinta, un gringo que pasaba por los campos, una de ellas sedujo a un hombre joven, otra se olvidó un día del marido, y otra… las nombro como un mantra, dice, Francisca, Cleofé, Petrona, Arcadia. Laureana, Gregoria, Gioconda, Juana, brotan sus nombres en el teléfono, mientras la niña tapa con balbuceos su voz de madre. Y entonces ya no escucho sino a esa niña que habla con la fuerza de lo que nace, como debe ser. María Teresa Andruetto La tercera es un fragmento de 1984 de George Orwel, (bastante actual para los tiempos que estamos viviendo) y habla de un objeto antiguo que para esa época ya no tenía uso. Me evoca un poco a los instrumentos y herramientas de las comunidades indígenas que rescató Branka, y que quizás hoy no signifiquen absolutamente más nada para quienes los vean: No creo que sea nada particular… es decir no creo que haya servido nunca para nada concreto. Eso es lo que me gusta precisamente de este objeto. Es un pedacito de historia que se han olvidado de cambiar; un mensaje que nos llega de hace un siglo y que nos diría muchas cosas si pudiéramos leerlo. (George Orwel, 1984) Y por último, un poema mío. Porque como las plantas, creo que Branka florece y crece cada vez que la recordamos. Y a pesar de haber sido bastante incomprendida por la sociedad en general acá en Paraguay, prefirió siempre que su trabajo hablara por sí mismo. DROSERA Había nacido carnívora, pero se alimentaba del fuego de la vida. Sus filosos dientes solo podían atravesar el aire que se aspira de la pasión. Cerraba la boca como un acto de rebeldía a su raza El silencio era el perfume de sus hojas. Iglesia Franciscana de Liubliana. Fuente: Wikipedia | TadejM | CC | Image cropped and edited. AÑO 1992 Irene Mislej Año 1992. Muy temprano por la mañana en Asunción, apenas pasadas las 7 horas, me encuentro en el Museo Etnográfico [Andrés Barbero]. Dos diligentes señoras de la limpieza ya han terminado su trabajo. Es pleno invierno allí, pero hace calor. Desde el momento en el que me encontré directamente con Branislava Susnik, caí presa de su encanto, de la atracción hacia una mujer fuerte, un carácter formado… Durante las horas de nuestra conversación hablaba más sobre su trabajo que sobre sí misma, en realidad era bastante reservada, pero podía leerse en sus ojos el deleite de poder hablar en esloveno también sobre sus investigaciones, aunque de vez en cuando acudiera a alguna que otra palabra en español. Me guió por la colección del museo, reviviendo con cada objeto las aventuras vividas durante el trabajo de campo. Posteriormente, continuamos nuestro diálogo a distancia, sobre todo cuando yo misma empecé a estudiar su obra científica, una lectura ardua… Me interesaba cuándo en su profesión el castellano sustituyó su lengua materna, ya que este es el destino de todo aquel que abandona su lugar de origen e intenta realizarse en su trabajo en un medio extranjero. Por eso, en los últimos años he estudiado detalladamente sus pocas obras publicadas en esloveno, porque además se trata de sus primeros pasos en el ámbito real latinoamericano. La primera carta a su madre y hermana de la que disponemos revela justamente su primer encuentro en la misión argentina de Laisha, y dos textos más largos, publicados en Misijonski zbornik [Actas de misiones], sus primeros trabajos de campo en el Chaco paraguayo. Es muy significativo lo que dijo sobre la pintora Bara Remec (1910-1991), de quien era amiga desde los tiempos que pasaron juntas en Roma: «las dos, cada una a su manera (Susnik de una manera antropológica, Bara desde el punto de vista artístico, nota de la autora) nos acercamos al alma indígena». Como historiadora de arte y estudiosa de la pintura de Bara, también a ella podía entenderla con más facilidad. Aquel encuentro me ha enriquecido, sigue haciéndolo… Cuando, después de unos días, me despedí, le pregunté si deseaba algo de su país natal. Al principio se negó rotundamente, pero luego cambió de opinión: «Bueno, ¡mándeme una bella imagen de la fachada de la iglesia franciscana de Liubliana!» Su diario camino a la facultad pasaba por allí y a veces entraba en ella para aliviar su angustia en plena época de guerra. Una mañana preciosa, casi de verano (pero para nada más calurosa que aquella mañana en Asunción) saqué una foto de la fachada ardiente. Supe más tarde que la imagen la alegró. Barrio indio. Detalle de una acuarela de Bara Remec: Barrio indio. Asunción, 1978. Foto: Irene Mislej. BRANISLAVA SUSNIK Y LA COMUNIDAD RELIGIOSA DE LAS HERMANAS EDUCACIONISTAS FRANCISCANAS DE CRISTO REY s. Urša Šebat La hermana Urša Šebat, de la Comunidad Religiosa de las Hermanas Educacionistas Franciscanas de Cristo Rey, recogió entre sus hermanas y para nuestra investigación, recuerdos sobre Branislava Susnik. A continuación reproducimos lo que contó a la escritora eslovena Jerneja Jezernik en su correo electrónico. . El mes pasado pregunté por recuerdos sobre Branka Susnik, inquirí sobre cuánto la conocen las hermanas y su presencia entre ellas. Todas las hermanas la conocen. Las más jóvenes de narraciones y estudios, algunas de entre las mayores la conocieron en las comunidades o a través de relatos de otras hermanas. Las hermanas más jóvenes (de hasta 50 años) me dijeron que oyeron hablar de ella y hasta sabían que este año se celebra su aniversario (estas son las hermanas que colaboraron más con la difunta sor Tadeja Mozetič). Para mí ha sido una sorpresa muy grata saber que en la facultad la consideran una figura importante de la investigación y del fortalecimiento de los grupos étnicos indígenas y de todo lo que tiene que ver con ellos. También gracias a sus obras escritas, que conforman un legado para los pueblos de América Latina. Pregunté también algunas hermanas mayores que asimismo la habían conocido. Me han dicho que ha sido amiga de las hermanas y que en algunas comunidades trabó una relación familiar con ellas. Cuando visité Paraguay, la hermana Tadeja me llevó a visitar el Museo Etnográfico, donde guardan el rico legado de la dra. Branislava Susnik. Todavía pienso en ella con respeto. Me sorprende lo que logró hacer para todos estos pueblos y lo abierta y humilde que era. Me asombra cómo es posible que en aquel país sigue cultivándose el espíritu esloveno con un gran respeto, a pesar de haber perecido desde hace bastante tiempo todas sus generaciones. Sigo viendo su mesa de escribir y la habitación de la señora Branislava Susnik, sigo oyendo a una señora mayor, indígena, que en el acto de bienvenida cantó una canción para niños en esloveno que le habían enseñado las hermanas. Cosas así simplemente no pueden olvidarse. Adjunto el testimonio de una de las hermanas mayores que la conoció en la escuela como maestra ocasional, dado que se encontraba con frecuencia en su comunidad y se levaba muy bien con las hermanas. Según el testimonio de la hermana Romy Escobar, la Dra. Susnik era amiga de las hermanas que trabajaban en la Cruz Roja Paraguaya y tenían relaciones muy familiares. Era amante de los indígenas, promocionaba y apreciaba mucho las artesanías de ellos y era muy querida por sus colegas antropólogos. Urša Šebat y Tadeja Mozetič de visita en el Museo Barbero, Asunción. Foto: Archivo personal de la hermana Urša Šebat. BREVE SEMBLANZA DE LA DOCTORA BRANISLAVA SUSNIK Soy la hermana Carmelita Villalba. En aquel entonces, yo era una joven estudiante de Magisterio y aspirante a la vida religiosa en la Cruz Roja Paraguaya. Era en la década de los 50. En ese entonces la Superiora de la Comunidad Religiosa de las Hermanas Educacionistas Franciscanas de Cristo Rey era una hermana croata, la hermana Noema Jevac. Tengo entendido que Branislava Susnik era una compatriota de algunas hermanas, ahora no sé, si era croata o eslovena, la llamaban la doctora y cariñosamente Branka, era muy allegada a las hermanas. Recuerdo que era una mujer de mediana estatura, de cutis blanco, de pelo castaño y corto, una mujer muy ágil y activa, despabilada. Usaba o vestía de dos piezas: pollera y blusa de un color beige o marrón clarito y calzaba mocasines. Aparentaba ser una mujer inteligente de vasta cultura. Tengo entendido que era una antropóloga con muchas investigaciones científicas. Era autora de varios libros concernientes a la antropología, tratados sobre la antropología de los pueblos originarios de América, específicamente del Paraguay. Fundó el museo Antropológico Andrés Barbero, sobre la calle España casi Tacuarí. En una oportunidad la hermana Noema le solicitó que nos brindará una clase de refuerzo de álgebra. De ahí fue también mi profesora ocasional. Recuerdo también que fumaba mucho cigarrillo. Nunca me ocupé de saber su estado civil, tampoco su religión. Pero sí la admiraba por su sencillez, su cultura, su abnegación en el campo de la investigación. Ha dejado en el Paraguay un riquísimo legado en el campo de la antropología. Esto puedo aportar, algo; la recuerdo como un sueño, ya pasaron los años. ENTREVISTA A BRANISLAVA SUSNIK Julio Eduardo Peña Gill Entrevista realizada por Julio Eduardo Peña Gill, a la Dra. Branka Susnik. Las respuestas escritas de Susnik fueron redactadas en dos partes, y fechadas respectivamente en: 06/04/1990, y 30/04/1990. La entrevista fue publicada el domingo 20/05/1990, en la Revista del Domingo del diario Noticias, como parte de la serie "Paraguayos Honorarios" (en aquella publicación no se publicó, por falta de espacio, la última pregunta que sí incluyo en esta presente transcripción). Iniciamos esta serie denominada "Paraguayos Honorarios", buscando ser puente de diálogo entre nuestros lectores y personas de nacionalidad extranjera, hoy vivas, quienes han brindado y brindan un aporte constitutivo al Paraguay. Muy de verdad, es un sentimiento de alegría especial tener para el frontispicio de estas entregas a Branislava Susnik. Busco esas luces claves que busca el piloto del avión para aterrizar. Y no creo que sea porque no tengo nada que hacer, sino porque hay tantas señales que puedo ver e interpretar que el mundo actual me plantea. Intuyo que si me acerco al hilo de su vida podemos intentar disipar algo de esta niebla inicial que así aparece, acerca de la realidad de mundo actual, y específicamente sobre nuestra vida en Paraguay. Para ser humano, esto es urgente todos los días, ¿puede comenzar diciéndome qué fue y qué es para usted ser joven, y qué actitud a su criterio es importante que tome el joven ahora en Paraguay? Cuando yo era joven, la juventud se educaba según el criterio de deberes individuales y sociales, para integrarse a la "Sociedad de mayores". Empero la rebeldía contra una sociedad rígida, inmóvil, dominada por los preconceptos económicos, sociales y culturales, llevó a muchos jóvenes o a una "bohemia" evasiva o a un radicalismo extremo. Finalizada la segunda guerra mundial, la juventud cayó en una crisis de apatía y desilusión. En el período de la post-guerra, la juventud manifestó dos reacciones diferentes: una conciente des-individualización y una pasiva adaptación al nuevo sistema "tecnológico" o ya una "bohemia" rebelde, formulando nuevas ideas radicales en su lucha contra la sociedad des-humanizada; brotaron en Europa nuevos movimientos juveniles, incluyendo el hippismo, cuyas influencias se hicieron sentir también en los países sudamericanos. La juventud de hoy pasa en todos los países por una nueva experiencia: "la sociedad de mayores", consumista o masificada, ya no impone "deberes" individuales, volviéndose tolerante y liberal en este sentido; empero, la misma sociedad trata de imponerse por medio de una atracción socio-económica o por medio de la fuerza de una persuasión masiva. Ambas tácticas dirigentes orientan a la juventud hacia un "mañana utópico" sea cual fuere su imagen hacia un porvenir cuantitativo anónimo con robots-máquinas y con robots-humanos, hacia un futuro de derechos igualitarios y con la limitada responsabilidad colectiva. Los jóvenes comienzan a rebelarse "al mundo de ayer", viéndolo como una negación vivencial, quieren vivir radicalmente la "música experimental" de hoy y creer en el mundo utópico del mañana. En la rebelión conceptual de la "vivencia pasada", la juventud puede constituirse en un eslabón positivo en el proceso sociocultural de la humanidad, siempre que queden concientes de los valores cualitativos de la existencia y de las obligaciones contributivas de los hombres-individuos. Una simple rebelión masiva de la juventud, con una ilimitada sobrevaloración cuantitativa de la vivencia, llevaría a uno de los tantos resultados infructuosos en la historia de la humanidad. La juventud de cada país tendrá que enfrentarse con dicho dilema; la juventud necesitará la cultura de "ayer", la reclamación vivencial de "hoy", y una auténtica valoración conceptual del mundo para ser partícipe activo y no simple expectador de la vida de "mañana". ¿Y este mundo del que usted me habla afecta a los indígenas de nuestro país? ¿Qué valores humanos ha encontrado en estas culturas? Quién mejor que usted para enfocar un faro hacia este corazón de nuestra realidad, que ha dedicado su vida a convivir con ellos y comprenderlos. Cada grupo étnico como unidad sociocultural tiene su propia escala de valores, coligada estrechamente con su dimensión existencial. Y, éste es el problema esencial de la sobrevivencia etno-cultural de los indígenas actuales del Paraguay. Viven en un estado conflictivo entre "lo tradicional difuso" y lo adaptativo "impreciso"; viven en una crisis de valores, siendo desplazado el mismo criterio de la valoración surgiendo la nueva generación que busca su readaptación cultural y reafirma su etnicidad, pero aún carece de una autenticidad psicomental frente al nuevo cambio. Los postulados existenciales se basaban antes en la "ideología de sus creencias", íntimamente asociada con un determinado tipo de la vivencia cultural. Hoy, existe entre ellos un desequilibrio entre lo vivencial y existencial; los indígenas pueden seguir apegados a algunos ceremoniales expresivos por cuanto éstos reafirman la conciencia de su sobrevivencia étnica; empero, cambiadas las pautas socioculturales, los antiguos "ideales" existenciales ya no son funcionales y quedan peligrosamente latentes. La ayuda indigenista a su vivencia socioeconómica es considerable; no obstante, el criterio psicomental de una revaloración cultural puede y debe surgir de los mismos indígenas para afianzar su conciencia existencial, especialmente, cuando en muchos grupos étnicos manifiéstase un creciente mestizamiento biológico, un factor siempre disgregador. El tema indígena es fundamental. Y ahora, el centro de mis preguntas: ¿cómo siente y cómo define al Paraguay? Yo vine al Paraguay al terminar los horrores de la segunda guerra mundial y al comenzar el dominio del comunismo en los países del Este de Europa. En el Paraguay encontré la quietud de la vida sencilla y también la oportunidad de trabajar científicamente, lo que para mí significaba "revivir" intelectualmente. Esto constituye mi gran deuda con el Paraguay y ojalá que mi contribución científica exprese en algo mi profundo agradecimiento. Desde el punto de vista antropológico, cada grupo étnico y cada unidad nacional manifiestan su propia identidad, basada en el complejo interdependiente de "lengua-pensamiento-cultura". Al Paraguay caracteriza una tácita lucha entre los valores vivenciales tradicionales, positivos o negativos, expresión de su complejo psico-social, y entre el acondicionamiento de las pautas reales socioeconómicas y sociopolíticas, aceptadas pacíficamente o impuestas obligatoriamente. Sería difícil hablar de una evolución lineal o de una revolución vertical; su razonamiento psicomental lo leva a adaptarse a las circunstancias externas y no intervenir en ellas, el hecho que se refleja en sus actitudes-posturas recelosas, imprevisibles y frecuentemente indefinibles frente a los cambios socioculturales. Siente el orgullo individual de "don" o de "caraí" dentro de su micro-mundo vivencial y se siente "realizado" dentro de su comunidad nacional, pero se encierra recelosamente dentro de su "unicidad" cultural frente al mundo extraño. Tales particularidades se manifiestan abiertamente cuando el Paraguay vivía históricamente en un cerrazón sociocultural y en contactos culturales limitados a la vecindad periférica. Al ampliarse este horizonte de comunicaciones y al ir cambiando el ambiente del acondicionamiento socioeconómico y sociocultural por la moderna pervasión de la cultura tecnológica-consumista ecuménica, las actitudes-respuestas del Paraguay son más diversificadas en su expresión formal, pero conceptualmente aún quedan latentes las pautas tradicionales, psicomentales y psicosociales. Este factor influirá a que el Paraguay no perderá su identidad sociocultural en el "futuro internacionalizado". ¿Puede contarme usted misma su aporte al Paraguay? Ya son 39 años de mi estadía y actividad en el Paraguay; desde el comienzo pude desarrollar mi labor antropológica gracias a que el Dr. Barbero fundó las bases de un Museo Etnográfico y financió los primeros viajes de estudio del etnógrafo Dr. Max Schmidt entre los indígenas chaqueños. La Fundación La Piedad, la administradora de la "obra Barbero" siguió y sigue sosteniendo con generosa comprensión el Museo, tanto en su aspecto coleccionista como en las investigaciones correlacionadas. Entre las diferentes facetas de mi labor puedo mencionar las siguientes: a) Organización técnica y complementación continua del documental etnográfico-arqueológico de los aborígenes del Paraguay: colecciones, fototeca, fonoteca, colección de diapositivas y biblioteca bastante completa con referencia a las culturas sudamericanas, siempre con respectivo fichaje clasificatorio y comparativo. Como resultado de este trabajo, el Museo editó y publicó 7 tomos de Los Aborígenes del Paraguay, un manual de conocimientos sobre la cultura material, manufactural, vivencial, social y religiosa de los indígenas, cuando éstos aún vivían dentro de sus tradicionales pautas culturales. b) Se realizaron varios viajes de estudio de campo entre diferentes grupos étnicos, especialmente chaqueños y algunas exploraciones arqueológicas; la colección de los objetos siempre se integraba al Museo. c) Las investigaciones antropológicas se publican como ediciones anuales del Museo y se difunden mediante el canje establecido en las instituciones de carácter etnográfico americanas y europeas. Las investigaciones abarcan una temática diferente, pero siempre en el campo de la Etnografía paraguaya; así por ejemplo: estudios socio culturales analíticos, estudios etno-históricos a base de la documentación de los Archivos, estudios etnolinguísticos como expresión de la "lengua-pensamiento-cultura", compendios sintéticos de la etnografía comparativa sudamericana, y los ensayos de una antropología histórica del Paraguay. d) Por 20 años ejercí la docencia en la Cátedra de Arqueología y Etnología Americana en la Facultad de Filosofía, Universidad Nacional, pretendiendo despertar el interés por el estudio de la Etnografía Paraguaya. Para usted, educada en la cultura Occidental, ¿qué ha significado para su vida personal el encuentro vivido con culturas indígenas aquí en el Paraguay? Cada antropólogo tiene sus inquietudes humanistas personales que lo estimulan para el encuentro y el conocimiento de las culturas diferentes de la suya propia; el antropólogo no es sólo un investigador analítico, sino también un buscador de nuevas experiencias humanísticas que pueden dar alguna respuesta a sus propias inquietudes. Mi interés siempre está centrado en dos preguntas: ¿Qué factores dominantes acondicionan la evolución cultural, la adaptación cultural o ya la desintegración cultural dentro de la complejidad histórico-cultural de la humanidad? Y: ¿qué proyección existencial manifiestan los pueblos de vivencia cultural primitiva? Las culturas indígenas del Paraguay tienen sus propias características como determinantes histórico-culturales. Antes de la conquista hispana, estas culturas eran esencialmente estacionarias y subsistenciales, sin recibir estímulos culturales importantes para un cambio evolutivo; los contactos interétnicos se limitaban a simples adopciones parciales de algunos elementos de culturas diferentes. Esta tendencia "estacionaria" no es tanto concientemente conservadora sino vivencialmente identificadora que acondiciona su cerrazón cultural y su posterior marginación hasta donde lo permite el potencial de los tradicionales recursos naturales. Los grupos étnicos que fueron impositivamente absorbidos por la sociedad dominante y desposeidos de la libertad de recursos naturales, rápidamente perdieron su identidad, no pudiendo resistir al paulatino proceso de la deculturación. Una faceta excepcional se trasluce en la vivencia de las tribus que adoptaron el caballo y desarrollaron su propia "cultura ecuestre" con un etnocentrismo agresivo; desposeídos del "complejo del caballo", manifestóse un ocaso vertical por la desintegración cultural y etnobiológica. Y finalmente, los grupos marginados, viéndose presionados por la insuficiencia de los recursos naturales y por la dominación económica de "los blancos", son impelidos a una readaptación cultural en la lucha por su sobrevivencia para no caer en la simple "cultura del pobrerío". Resumiendo: el conocimiento de este proceso cultural en sus facetas diferenciales es para mí una experiencia más interesante. Por algún motivo, alguna vez temí firmar con mi nombre un artículo donde yo me afirmara en llamarla a usted Paraguaya Honoraria. Pero no me acuerdo qué pasó con esa idea. Branislava Susnik, «De visita en la casa de una familia brasileña que tiene una propiedad cerca de una comunidad indígena que yo estaba estudiando. (1957)» Fuente: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. UNA ENTREVISTA SOBRE BRANISLAVA SUSNIK CON TICIO ESCOBAR Francisco Tomsich ¿Cuándo, dónde y cómo conoció a Branislava Susnik? ¿Podría intentar un retrato (físico o etopéyico) de ella? O BIEN: ¿Cómo la recuerda ahora, pasados ya tantos años? Comienzo aclarando que, dado el tenor de este cuestionario, mis respuestas, especialmente las dos primeras, tienen un carácter personal y un sentido básicamente testimonial. Conocí a la Dra. Susnik en 1979. En ocasión de comenzar a escribir un libro titulado Una interpretación de las artes visuales en el Paraguay, había decidido incluir el arte indígena, hecho extraño para esa época. El antropólogo Miguel Chase Sardi me puso en contacto con la doctora, pues no existía casi material sobre el tema. Ella me recibió adustamente; después entendí que esa actitud correspondía a un rasgo de su carácter, que no significaba precisamente hostilidad, sino un mecanismo de autoprotección mediante el cuidado de la distancia. En aquella ocasión, casi sin mirarme ni hablarme, me señaló un grupo de libros que había dispuesto sobre una mesa cercana ubicada en su despacho del Museo Etnográfico Andrés Barbero. Eran obras escritas por Félix de Azara, Florian Paucke, Guido Boggiani, José Cardiel, Pierre Clastres, Miguel Chase Sardi, Guillermo Furlong, Georg Grünberg y Alfred Metraux, entre otros autores. Atribuí a cierto pudor el hecho de no haberme ofrecido libros suyos, libros que trabajé por mi parte, surtido de la biblioteca del mismo museo. La Dra. Susnik constataba que yo diariamente acudía a mi mesa de trabajo y me dedicaba a leer y tomar notas del material que me proveyera ella. Al cabo de cuatro semanas o más, dado que accedió a entrevistarse conmigo, consideré que había yo pasado la prueba. Tenía anotadas las preguntas que le haría. Me interesaba mucho encontrar una conexión entre la práctica de los indígenas sometidos a misiones religiosas y la cultura popular desarrollada después. Tanto insistía con la pregunta correspondiente que la doctora se impacientó: «¡Yo no voy a cambiar la historia para darle gusto!», expresó, impaciente, y dio por terminado el primer encuentro. Pero cuando estaba yo saliendo ya, instruyó desde su asiento y siempre sin levantar la vista: «Investigue los táva». Los táva eran los llamados “pueblos de indios”, sometidos tanto a cuidado franciscano, como a control de la Provincia del Paraguay, por lo que devenían puntos intensos de mestizaje cultural durante la Colonia. Esa palabra clave me ofreció la pista buscada: toda mi teoría de la transculturación del arte popular se basa en ella. ¿Qué anécdota ilustraría mejor, según su criterio, el carácter de Branislava Susnik? No puedo menos que involucrarme de nuevo en la anécdota que paso a relatar. Cuando yo había terminado el capítulo referente al arte indígena, se lo pasé a la Dra. Susnik para su revisión. Su respuesta fue demoledora: mi manuscrito me fue devuelto lleno de tachaduras, signos de admiración (de reprobación, en verdad) y despiadados comentarios. Tan duras eran las críticas que por un momento pensé abandonar mi empresa: tenía entonces poco más de 30 años y me sentía inseguro e intimidado por la enorme dimensión de la figura de la Dra. Susnik. Pero corregí el texto; ella lo aprobó sin ningún comentario. Solo muchos años después me confirmó su satisfacción por mi escrito cuando en su libro Artesanía indígena lo incluyó en una lacónica bibliografía en la cual aparecían únicamente un libro suyo y el mío en el cual figuraba ese texto. Pude constatar en muchas ocasiones la generosidad y la nobleza que guardaba con celo tras su carácter demasiado riguroso y hasta francamente hosco. Cuando en cierta oportunidad, le pedí permiso para tomar fotografías de piezas indígenas del museo, ella me autorizó solo 5 tomas. Terminé haciendo más de veinte, de las cuales se publicó por lo menos la mitad, pero ella siempre fingió no haberlo advertido. Ante mi solicitud de una entrevista a ser publicada en el libro mío Misión: etnocidio, ella aceptó bajo una doble condición: que me respondería por escrito y que el texto no sería corregido. Cumplí fielmente el primer requisito (fue la única entrevista que asumió esa modalidad), pero el segundo no. Tenía tantas faltas de ortografía y asumía de tal modo el característico estilo de su escritura (larguísimo párrafos plagados de gerundios) que no resistí el impulso de corregirlo profusamente. La doctora leyó el texto antes de su impresión pero no me hizo comentario alguno. Es obvio que había reconocido mi abusiva intervención pero la ignoró magnánimamente. Tenía esos gestos con muchas personas: expresaba distancia y sequedad pero en los hechos demostraba su grandeza. Narro una última anécdota, entre las muchas que ocasionó el trato con ella (no me atrevo a decir “su amistad con ella”). Me encontraba en una entrevista radial a la hora de la siesta, momento en que el Paraguay se paraliza (se paralizaba al menos); el periodista me dijo que su programa tenía gran audiencia. «No lo creo», le dije bromeando, «salvo la Dra. Susnik, a esa hora todo el país descansa». Bueno, resultó que ella se encontraba escuchando el programa y se sintió ofendida por mis palabras. «Usted no tiene derecho a referirse públicamente a mi rutina personal», me dijo con inquietante enojo. Para que me perdonara, tuvieron que pasar varios días y hubieron de mediar mis explicaciones: sólo había querido nombrar con respeto su labor incansable. No sé si hoy ella me habría disculpado estas declaraciones mías, que no me habría atrevido a dar en vida suya. Quizá sí; la doctora era consciente de mi admiración y mi afecto y lo suficientemente sabia como para asumir autocríticamente su carácter difícil. Ha citado a Branislava Susnik en abundancia en sus obras. A su entender, ¿cuál es el principal legado de sus obras para el Paraguay de hoy, y de qué modo ha influenciado su manera de ver y estudiar la historia del arte de Paraguay? La Dra. Susnik es una de las figuras más importantes de la teoría de la cultura, juntamente con Josefina Plá y Bartomeu Meliá, a quienes ella consideraba demasiado comprometidos con posiciones hermenéuticas extrañas al rigor científico de la investigación etnológica, etnohistórica y antropológica. Dos observaciones en este primer punto. En primer lugar, Susnik era excesivamente severa en la consideración de interpretaciones poco “científicas” a su parecer, pero, de hecho, su análisis se encontraba impulsado por una erudición apabullante, un agudo sentido crítico y una potente, aunque no explícita, imaginación. Tales factores la llevaban a trascender los buenos modales académicos, cruzar métodos y disciplinas y emplear una soterrada libertad creativa. Estos factores impiden encasillar su obra en categorías disciplinales estrictas. Por eso, sus investigaciones llevaban a desbocar el análisis y la escritura ante hechos que rebalsaban todo encasillamiento teórico. Percibo en este desborde un impulso fecundo de su riquísimo pensamiento. Es más, esta misma situación obliga a revisar los tradicionales juicios acerca de la “mala escritura” de la Dra. Susnik (yo mismo he nombrado ese supuesto defecto (lo nombrado no es “supuesto”) respondiendo una pregunta anterior). Nicolás Richard me hizo pensar diferente al respecto. El antropólogo chileno- francés piensa que la no reconocida retórica escritural de Susnik obedecía a la necesidad de expresar su pensamiento. Lo hacía de manera casi torrencial, cercana a sus modos de expresarse ella misma, al margen de las preocupaciones por la sintaxis castellana, que nunca terminó de dominar (aunque era una eximia lingüista y hablaba varios idiomas, entre ellos, algunos indígenas). A partir de las observaciones de Richard, leo la escritura de la doctora casi en clave de propuesta literaria. No creo que a ella, muy poco amiga de la metáfora, le hubiera gustado este juicio, pero yo lo emito como un encomio. Creo que su particular modo de escritura corresponde a un sistema de pensamiento y expresión. Uso el término “literario” en ese sentido: como una retórica propia; como régimen de letras que va más allá de la pura descripción y el solo análisis. Por otra parte, quizá ciertos momentos, demasiado intensos y por demás diferentes, de las culturas indígenas resultan remisos a ser tratados por el lenguaje disciplinado de la gramática y las ciencias. Según Richard, de nuevo, todos quienes se asoman al intrincado mundo indígena se ven obligados a emplear lenguajes complicados, extrañísimos por momentos. En ese sentido también hablo de “literario”, para no hablar de “estético”, que resultaría insultante para la doctora. Edgardo Cordeu, destacado antropólogo argentino que estudió la cultura ishir del Paraguay, también desembocó por momentos en ese descarrío que sufre el lenguaje al nombrar lo que lo trasciende. Quizá se trate del “lenguaje ebrio”, nombrado con admiración por Nietzsche, o de la necesidad de mortificar el lenguaje para que pueda decir más allá de lo que alcanzan las palabras, según figura de Walter Benjamin. En segundo lugar, a pesar de la extrema severidad de la doctora, que la llevaba a cuestionar con aspereza el pensamiento “poco riguroso” de otros pensadores, Susnik no adoptaba posturas arrogantes que la llevaran a considerarse por encima de otros pensadores. Y no lo hacía tanto por humildad o modestia (valores ajenos a su desinterés por la dimensión subjetiva), sino por el hecho de pensar que la soberbia constituía más que un defecto ético, un problema epistemológico: impide considerar opiniones o posturas opuestas que podrían enriquecer la complejidad del estudio. Pasando a otro punto del cuestionario, la presencia de la doctora fue (es) determinante para dominios extensos de la teoría cultural en el Paraguay. Al haber analizado exhaustivamente casi la totalidad de las etnias que viven en este país, su mirada minuciosa no dejó escapar un solo aspecto de cada cultura: organización social, lenguaje, religión y rito, pensamiento, historia, guerra y producción artesanal. No empleaba el concepto “arte”, quizá porque le resultaba inaccesible en términos puramente analíticos o porque no coincidía ese término con el régimen de su teoría y el ámbito de su interés personal, pero sugería indirectamente contenidos estéticos y poéticos desde los conceptos de “cultura material” y “artesanía”. El ya citado desborde de los escritos de la Dra. Susnik facilitó cruces transdisciplinarios que, unidos a su latente retórica, promovieron la transversalidad de su pensamiento, capaz de cruzar ámbitos epistemológicos dispares sin arriesgar su rigor ni comprometer la cuidadosa objetividad de sus referencias. La estadía de la Dra. Susnik en el Paraguay (adonde llegó en 1951 y donde falleció en 1996) coincidió en gran parte con el tiempo de la interminable dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989). Por cierto, esa convergencia de tiempos privó del merecido tratamiento que merecía: Stroessner era particularmente adverso a todo ámbito cultural; los merecidos honores oficiales que recibió la doctora fueron posteriores a la caída de la dictadura. Pero, como queda dicho, Susnik desestimaba cualquier forma de elogio y alabanza. Por otra parte, a pesar de la larga coincidencia de su tiempo con el del dictador, Susnik nunca se doblegó ante ninguna presión gubernamental. Su neutralidad no impidió que su obra dejara entrever un moderado desacuerdo con la opresión, tanto colonial como la contemporánea a sus días. En la última entrevista suya, concedida a Miguel Chase Sardi, la Dra. Susnik dijo que ella había elegido vivir y morir en el Paraguay porque era el lugar donde había encontrado “paz y quietud”. Una calma que le permitió escribir alrededor de 70 libros que sostienen cualquier acercamiento a la historia y la realidad actual de los indígenas en el Paraguay. AL LLEGAR A LA TUMBA DE BRANISLAVA... Al legar a la tumba de Branislava sentí una fuerza poderosa que me hizo cantar desde adentro, con todo mi ser, es como si ella me hubiera hablado, y mi voz se convirtió en la suya… Lucy Yegros “ARETÉ” La artista paraguaya Lucy Yegros "ARETÉ" viste una máscara del ritual chiriguano de encuentro con los muertos junto a la tumba de Branislava Susnik en el cementerio de la Recoleta de Asunción del Paraguay. Fotografía realizada por José Luis de Tone durante la filmación del cortometraje En el silencio y la soledad también hay alegría, de Mónica Ismael y Dea Pompa (2018). Y Moradas de Branislava Susnik es una investigación sobre la doble identidad, la doble pertenencia y la doble importancia de la obra de Branislava Susnik en los ámbitos culturales de Eslovenia y Paraguay. Es por eso que ahora, tras concentrarnos en los diálogos interculturales y binacionales, queremos regresar a nuestro punto de partida: Medvode, el lugar donde Branislava Susnik nació en 1920. Nuestro logo (página anterior), es una de las maneras de hacerlo. El mapa de fondo está tomado de una guía turística de la que cualquier visitante de Medvode puede hacerse en el mostrador de la estación de tren, a solo tres paradas y 15 minutos de la estación central de Liubliana. Medvode es una zona de enorme riqueza hídrica, conocida desde tiempos antiguos por la belleza de sus lagos y bosques. El centro y origen de la comunidad es ese lugar donde el río Sora, de 52 kilómetros de longitud (considerando sus ramales fuente) se reúne con el grandioso río Sava, que surge en los Alpes y atraviesa Eslovenia, Croacia, Bosnia y parte de Serbia antes de desaguar en Belgrado, tras unos mil kilómetros de travesía, en el Danubio. En el marco de nuestro proyecto Monumento a Branislava Susnik, en 2019, entendimos el lugar de la confluencia como el vértice de una V dibujada sobre el mapa. En 2020, la V se convirtió en Y, que en guaraní, que es lengua oficial en Paraguay y que Susnik hablaba, significa “agua” y forma parte de los nombres de dos países (Uruguay y Paraguay) que comparten (pero no limitan), como bien testifica el mapa dibujado por Susnik que ilustra el ensayo de Gloria Scappini, la extensión histórica de los territorios de diversas tribus guaraníes. Sobre esto, nos escribe Romina Aquino: «Etimológicamente, Paraguay significa “Río que origina el mar”. Y tu pregunta me hizo acordar a algo que se conecta directamente: en el mapa hídrico del Paraguay los tres principales ríos que se cruzan conforman la Y. A pesar de no haber una salida al mar, estamos rodeados de ríos y vertientes»1. María Esther Zaracho Robertti se refiere también a la famosa frase de Augusto Roa Bastos, para quien Paraguay es «una isla rodeada de tierra». El agua, otra vez, como lugar, esta vez simbólico y expresado como dibujo, de un modo de leer a Branislava Susnik entre aguas, entre lenguas, tratando de hacer modos de conectar su vida y su obra con nuestros presentes tanto en Paraguay como en Eslovenia. (F. T.) Medvode, 1910. Fuente: Biblioteca de Medvode. Medvode, 1939. Fuente: Biblioteca de Medvode. CASA ENTRE AGUAS Henrike von Dewitz Un antropólogo es su propio objeto de estudio por un lado y, por otro lado, puede ser un obstáculo para su investigación. Al tener en cuenta las críticas y preguntas que han surgido hasta ahora en las publicaciones de Moradas de Branislava Susnik, uno ciertamente debe considerar la época en la cual Branislava Susnik investigaba. En esa época, desafortunadamente, el tenor general del discurso era también entre los antropólogos diferente de lo que es hoy. La terminología era totalmente otra, todavía se hablaba de investigar la vida de los “salvajes” o de una “humanidad primitiva”2. Hasta hoy recuerdo el entusiasmo con que mis profesores hablaban de Bronislav Malinowski3 y al mismo tiempo con qué horror hablaban de sus diarios mientras yo estudiaba antropología (2002-2007). Quien fue un pionero de la “observación participante”4 y trató de despojar la antropología de su herencia colonialista y revertir el etnocentrismo evidenciaba, tras la publicación póstuma de sus diarios5, con qué conflictos personales tuvo que enfrentarse durante su investigación de campo. También podemos intentar comprenderlo: probablemente se sintió solo y miserable entre las personas que estaba investigando, y ciertamente no quería o no podía admitirlo. Pensé en todos estos aspectos leyendo Bosquejo de unos pensamientos, de Urša Geršak, donde comenta las cartas de Branislava a su familia en Eslovenia, que sería interesante analizar desde esta perspectiva histórica y desde nuestro presente. Es aquí que uno comprende también cuánto puede estar obstaculizado el trabajo del antropólogo, en pensamiento y actuación, debido a dos tipos de distancias: la física y la social que debe mantener en su lugar de trabajo para llevar a cabo este, y aquellas que lo separan de su propio origen y procedencia social. Puedo entender a Branislava bastante bien. Para hacer su trabajo, uno tiene a veces que “venderse” para alcanzar los objetivos de la investigación y obtener apoyo y atención. Sin embargo, uno debe ser honesto con su objeto de investigación, es decir, con el pueblo, el grupo, la persona con la que trabaja, dado que esta es la única manera de obtener datos útiles. Porque aquí no estamos trabajando con medidas que se toman en un laboratorio, ni con la reproducción de datos que otros científicos ya han analizado antes, sino con personas que revelan sus propias vidas. Y este conocimiento siempre es sensible y debe desarrollarse y tratarse con precaución. Y, sin embargo, el antropólogo, al menos, sentirá repetidamente que va a tientas toda su vida, porque su vida misma puede verse como un gran escenario en el que los individuos que estudia tienen la oportunidad de representar un papel a su elección. Y es aquí que me siento cercana a ese personaje de Branislava que Francisco Tomsich interpreta en su ensayo La biografía partida y la biografía dialéctica. Las paradojas de Branislava Susnik, el de una investigadora que encontró en Paraguay la libertad para levar a cabo una obra liberada de las ataduras disciplinares que la habrían sometido en Europa, y admito que también me siento más apta para el trabajo de campo que para la academia. Porque desde que comencé a estudiar antropología, le devuelvo la sonrisa a ese papel ridículo asignado por el término “armchair anthropologist” (“antropólogo de sillón”) y prefiero, en lugar de consultar la literatura y desarrollar constantemente nuevas teorías basadas en la investigación de otros, dedicarme a investigar las tradiciones narrativas orales de los humanos. Y es así como surgió el proyecto Casa entre aguas, en el que intento componer, junto a Barbara Pregelj y los habitantes y vecinos, una historia de la casa natal de Susnik, una historia de 100 años, desde hoy hasta 1920, su año de nacimiento. Un proyecto extremadamente fascinante, que nos ha llevado hasta ahora a entrevistar a más de la mitad de los residentes y a algunas personas más, y que, a lo largo del año 2020, fue tomando la forma de una película basada solamente en testimonios de testigos contemporáneos. Una película que también ensambla piezas de 100 años de historia de la ciudad de origen de Branislava Susnik, Medvode. Casa natal de Branislava Susnik en un mapa del siglo XIX (dirección: Medvode 9) y ubicación de la misma en un mapa actual (dirección: Cesta komandanta Staneta 26 - 32). Fuente: Google maps. UNA PELÍCULA DOCUMENTAL: HIŠA MED VODAMI / CASA ENTRE AGUAS Henrike von Dewitz La idea de hacer un documental sobre la casa natal de Branislava Sušnik surgió cuando Barbara Pregelj (editora, traductora, escritora y vecina de Medvode) empezó a interesarse por el lugar, al que conoció a través de una familia que allí vive. A ella le interesó mucho el aspecto arquitectónico: la “casa” era, en sus orígenes, una residencia lujosa que fue luego dividida en muchas viviendas privadas con diferentes propietarios. En mi primera reunión con Barbara propuse vincular conceptualmente el documental con el nacimiento de Branislava Susnik, pensando en tratar de reconstruir la historia de 100 años de la casa que son también 100 años desde el nacimiento de Branislava. Comenzamos con los habitantes de la casa, intentando averiguar si estos eran conscientes de que allí había vivido esa antropóloga que terminó radicándose en Paraguay, donde investigó durante años la cultura y la lengua de muchos pueblos indígenas. Casi nadie había escuchado su nombre antes. Me gustó mucho la manera sincera en la que confesaron frente a la cámara no saber nada sobre Susnik. Esto es, en realidad, un espejo de la sociedad eslovena: desde que empezamos a trabajar en torno a la vida de Branislava Susnik, la mayoría de la gente ha admitido la misma ignorancia. Por eso usé precisamente esas confesiones en el trailer del film6. Cada uno de los entrevistados, por otra parte, contó su historia: como llegaron a la casa, en qué estado la encontraron cuando la ocuparon y también cómo esta cambió a lo largo del tiempo que han vivido en Medvode. Con todo ello se empezó también a construir una cartografía histórica, hecha con relatos sobre la vida en Medvode. Las entrevistas se convirtieron progresivamente en piezas de un puzzle, que juntas conformaron una imagen cada vez más clara de Medvode y de sus cambios en 100 años. Después de haber entrevistado a varios habitantes de la casa, conversamos con personas que sabían más detalles sobre ella, como, por ejemplo, una señora mayor y su hija (Martina y Silvestra Ovijač), nacidas en Medvode, que aportaron muchos cuentos que relataron con un cariño impresionante. También nos encontramos con Vladimir Bertoncelj, un historiador que nos acompañó por Medvode mostrándonos lugares históricos importantes, y con Tevž Tavčar, un familiar de los anteriores dueños, no solo de la casa misma sino también de la conocida Villa Jarc (situada enfrente a aquella) y de muchos terrenos en Medvode. Otro aspecto interesante que surgió de nuestra investigación es la cuestión de la propiedad y de las diferentes leyes relacionadas con ella desde la época del emperador Franz Ferdinand (Francisco Fernando de Austria, nombrado en varias entrevistas), pasando por la segunda guerra mundial, la nacionalización en la época del socialismo y la desnacionalización y venta ulterior de los pisos después. Aún hoy no se sabe muy bien qué va a pasar con la casa, circulan diversos rumores sobre nuevos inversores, y el futuro de los habitantes parece incierto. El modo en que trabajamos en el documental se orienta en métodos antropológicos, lo cual implica la realización de entrevistas cualitativas y el mantener cierta libertad en la manera de procesar los resultados. Esto requiere acercarse también a lo que fue la vida y el trabajo de Branislava Susnik y reunir diversas informaciones y narrativas orales, no de especialistas sino de contemporáneos, que traen a luz recuerdos alojados en sus memorias. Un aspecto muy interesante, y especialmente enfatizado en el resultado del proceso, por otra parte, es el de las contradicciones que aparecen cuando se comparan informaciones provenientes de diferentes fuentes y que demuestran los juegos de equilibrio con los que se construye la historia. Presentación del proyecto Moradas de Branislava Susnik y proyección de la película Casa entre aguas. Izola, Eslovenia, 11.9.2020. SUBTÍTULOS DE LA VERSIÓN DE SETIEMBRE DE 2020 DE LA PELÍCULA DOCUMENTAL CASA ENTRE AGUAS, DE HENRIKE VON DEWITZ Barbara Pregelj: La casa donde vivió Branislava Susnik, donde nació. Silva Ovijač: No sé nada sobre eso, no sé. Barbara Pregelj: ¿Branislava Susnik? Frano Filipovič: Susnik. Me suena. que vivió hace cien años. Barbara Pregelj: No conoce a Branislava Susnik, ¿verdad? Nikola Obrenović: No, es la primera vez que oigo de ella. Silva Ovijač: A Branislava yo no la conozco. Martina Ovijač: Yo tampoco. Vladimir Bertoncelj: Ahora es todo distinto. Aquí estaba la entrada principal. La entrada misma nos hace ver que este edificio fue imponente, todo esto estaba cerrado, no es como lo vemos ahora. Frano Filipović: Quizás Nikola. Mirjana Filipović: Sí, Nikola. Frano Filipović: Quizás él sepa algo. Aunque creo que tampoco él la conoce. Nadie la conoce. Nadie dijo que hubiera oído algo sobre ella. Nikola Obrenović: Ivanka vivió allí, al final. Y se murió. Aquí está su hijo Miro. Estuvo aquí ayer. Él no vive aquí, viene de vez en cuando. Frano Filipović: Él nació en esta casa. Barbara Pregelj: ¿De dónde lo conoces? Frano Filipović: Su madre tenía un piso abajo. Justo a la entrada, donde están los buzones. Pueden preguntar si él sabe algo. Si se acuerda de algo, si ha escuchado hablar de esta mujer. Miro Arhar: Es una gran historia por descubrir. Deben saber que estos apartamentos antes fueron establos. Y arriba en esta casa, en el piso de arriba, en la primera planta, tenía la sede la policía local, la gendarmería. Vladimir Bertoncelj: Ellos tenían la gendarmería y también un apartamento. Dentro de aquel edificio. Él tenía el derecho de residir en el edificio, por eso la niña nació aquí. Barbara Pregelj: ¿Dónde cree que debió de estar la parte de la policía? Vladimir Bertoncelj: Debió de estar abajo, la gendarmería debió de estar abajo, arriba debió de estar el apartamento. Si uno quiere subir tiene que entrar desde el otro lado, y luego subir las escaleras. Barbara Pregelj: Es que estuvimos arriba, por eso mismo nos estábamos preguntando cómo era. Arriba estaban los apartamentos, abajo las oficinas. Tevž Tavčar: En la casa de gendarmes debían de vivir los gendarmes y los inquilinos, los mozos. Barbara Pregelj: Esta señora, Silva Ovijač, ¿quién es? Nikola Obrenović: Es una vecina que conoce esa parte. Frano Filipović: La mamá de Martina lo sabría mejor. Nikola Obrenović: Mamá Silva. Barbara Pregelj: ¿Dónde podemos encontrarla? Frano Filipović: Te mostraré. Barbara Pregelj: Nos lo mostrarás, Frano, genial. Silva Ovijač: ¿Cómo se apellidaban? Barbara Pregelj: Susnik. Su padre era gendarme, un guardia civil. Silva Ovijač: Lo recuerdo porque tenía un uniforme muy bonito. Cada vez que venía llevaba en el bolsillo una bolsita de caramelos de tamaño de peces. Siempre les daba esos caramelos a los niños cuando venía. Lo recuerdo, sí. Vladimir Bertoncelj: Supongo … Supongo que esto fue la prisión, la prisión provisional. Silva Ovijač: Esto era en la época de Francisco José. Porque Francisco José, cuando viajaba a Liubliana o a Italia, siempre pasaba la noche en la villa. Tevž Tavčar: Encontramos un libro de visitas de 1891. El primero en inscribirse fue Francisco Fernando [de Austria] El que más tarde se convirtió en heredero del trono. Vladimir Bertoncelj: Los que llegaban a este lugar en carros, con unos carruajes grandes llamados despilfarradores, tenían cada uno su espacio. Y también los caballos tenían su espacio, aquí dentro, especialmente para los caballos. Silva Ovijač: La casita del pago del pontazgo. Buscaré alguna foto. Un puente de madera, al inicio se encontraba una casita, muy pequeña, dentro estaba un empleado al que había que pagar. Cada cochero al cruzar el puente, los peatones no, pero el cochero sí que tenía que pagar. No sé cuánto era, 8 o 10 coronas, en aquel entonces la moneda era la corona. El único que no pagaba era el emperador. Vladimir Bertoncelj: Ese edificio que se encuentra delante se utilizaba para cobrar el pontazgo. Todos aquellos que llegaban desde este lado y querían cruzar el río Sora tenían que pagar obligatoriamente. Silva Ovijač: Este es el balcón. Todo recto, por aquí un pasillo conduce a las escaleras. Martina Ovijač: Aquí están las escaleras. Conducen abajo y al ático. Silva Ovijač: Mira: uno, dos, tres, cuatro. Y del otro lado igual. Martina Ovijač: Estas eran habitaciones, no apartamentos. Silva Ovijač: Había habitaciones a ambos lados. Martina Ovijač: Cuando Pepca comenzó a alquilarlo, de un lado se hicieron cocinas, y al otro lado estaban las habitaciones. Silva Ovijač: Debajo los apartamentos atraviesan la casa longitudinalmente. Nikola Obrenović: Antes esto fue así, ¿sabe? Barbara Pregelj: ¿Esta era la puerta? Vladimir Bertoncelj: Pero ahora todo es diferente, aquella parte adicional, aquella parte, fue añadida posteriormente. Antes no existía. Martina Ovijač: Creo que fue en 1939, ¿verdad, mamá? Silva Ovijač: Sí. Martina Ovijač: Luego los establos y la casa de la que estáis hablando fueron convertidos en apartamentos. Barbara Pregelj: Ha dicho que la casa ha cambiado mucho. ¿Cómo ha cambiado? Nikola Obrenović: Por dentro, eso es lo que quería decir. No de afuera, porque ves cómo es: vieja, pobre. Afuera es igual o peor. Eso no existía. Este es el terreno del Sr. Rotar. Allí hay una fábrica. Aquí había establos. Aquí, sin embargo, vivían los señores. Vivían allí, en la villa. Esta es la villa, ya ves cómo ha cambiado, ahora cada uno tiene su propio color, sus propias ventanas, la casa no está protegida como monumento histórico. Se habló que iban a declararla un bien cultural protegido, pero no ha habido nada de eso. Frano Filipović: Esta casa nuestra… no sabía que fue construida en 1849. Nikola Obrenović: Sí, dice eso en algún lugar del catastro. Frano Filipović: En 1849. Nikola Obrenović: Este chico va a salir a la calle. Barbara Pregelj: ¿Tiene fotos antiguas? Nikola Obrenović: No, no tengo nada. Nada sobre esta vieja casa. Ya ves cómo es. Martina Ovijač: Justo al entrar, en frente de la entrada principal, esto se ha construido posteriormente. Silva Ovijač: Había un gran pasillo allí. Martina Ovijač: Había un gran vestíbulo. que se cerró con una construcción. Arhar construyó un baño completo allí, e hizo su propia lavandería. Justo ahí delante, antes había un pasillo. Silva Ovijač: Antes, un hombre mayor tenía cabras allí. Nikola Obrenović: Eso se llamaba el patio de Martan. El patio de Martan. Miro Arhar: A este patio la gente solía referirse como "el patio de Martan". Barbara Pregelj: Jarc y Martan, pero estos son... Tevž Tavčar: Martan es como solían llamarles. Hoy busqué en Internet. Y dice allí, erróneamente, que se apellidaban Martan. Martina Ovijač: Pepca era la hija de Martan. Silva Ovijač: Sí, Pepca era la hija de Martan, sí. Nikola Obrenović: La propietaria de todas estas instalaciones se llamaba Jelka Malgaj. Martina Ovijač: ¿Dijo que Susnik nació allí? Ella nació en la villa. Silva Ovijač: No, ella nació en la villa. Martina Ovijač: La villa era de Susnik. Bueno, de Malgaj. Ya se lo digo. Barbara Pregelj: Pero son… Málgaj y Susnik… ¿Qué relación hay entre ellos, son familia? Martina Ovijač: Por supuesto. Barbara Pregelj: Ajá, no lo sabía. Martina Ovijač: Malgaj es apellido de casada. Pepca... era Susnik. Silva Ovijač: Sí. Martina Ovijač: Pepca fue Susnik y ella vivía en la villa. No en esa casa. Tevž Tavčar: La tía Pepi vivía en la villa. Se dijo que confirmaba la regla de que el veneno más fuerte se guarda en los frascos más pequeños. Ella estaba en desacuerdo con todos, su única aliada era mi suegra Jelka. Se llevaba bien con ella pero estaba reñida con los demás. Casualmente, Jelka también se convirtió en la única heredera de la tía Pepi, de esta villa y todas estas casas de veraneo. Pero su nombre oficial no era Pepca. Barbara Pregelj: Josefina o algo así. Tevž Tavčar: Creo que es Jozefina Jamnik. Martina Ovijač: Conocí a Pepca, porque me daba galletas cuando era pequeña. Y para mí, ella tenía las mejores galletas del mundo. Barbara Pregelj: ¿Cómo supo su madre de esta casa? Cómo se enteró de que vendían este departamento, cómo llegó a él? Miro Arhar: Ella lo compró directamente de la dueña. En 1954 o antes. Porque la familia de Martan tuvo que exiliarse. De lo contrario, los comunistas los liquidaban. Tevž Tavčar: Se aprobó la Ley de nacionalización. Simplemente la aplicaron: si eras dueño de más inmuebles confiscaban tu propiedad, si eras dueño de tierras agrícolas y tú mismo no los trabajabas, te las quitaban. Levantaban un acta en el que ponía que ya no eras el propietario. Sin más. Un documento jurídico: de acuerdo con la Ley de nacionalización, si no te dedicas a la agricultura, te quitamos la tierra. Tienes más apartamentos, te los quitamos. Tienes varias casas, te las quitamos. Miro Arhar: Esta casa fue dividida de acuerdo con la ley de Jazbinšek. Los apartamentos pertenecían antes al municipio, los alquilaba el municipio. El municipio representaba el estado a nivel local. Eso lo llevaba el estado. Más tarde fue el municipio el que vendió los pisos. Tevž Tavčar: Con la desnacionalización, en los años 90, con Eslovenia independiente, se han intentado reparar ciertas cosas. Pero en caso de que hayas sido el propietario de cierto terreno que en ese momento era considerado tierra agrícola pero cuyo estado cambió posteriormente para poder construir en ella, solo recibías una compensación simbólica para tierras agrícolas a un precio de 4 marcos por m2, y esto en bonos del estado. Sí, Jelka y yo fuimos a vender. Ella recuperó la propiedad, no la posesión de la casa. Dentro vivía gente que tenía derecho a vivienda y había que llegar a un compromiso. Vendimos por un precio simbólico porque queríamos quitárnosla de encima. Si vas a la casa, incluso hoy en día no existe un mínimo de higiene. Barbara Pregelj: ¿Cuando fue eso? Tevž Tavčar: En los 90. Nikola Obrenović: Sí, estuvo dividida en apartamentos. Vladimir Bertoncelj: Los individuos la repartieron, la compraron, y cada uno hace lo que quiere, porque este edificio no tiene protección como monumento. No está declarada bien de interés cultural. Barbara Pregelj: ¿Cuántos residentes hay en total? Nikola Obrenović: 11 residentes. Barbara Pregelj: 11 apartamentos. Nikola Obrenović: Los números son: 26, 28, 30 y 32. Calle komandanta Staneta. Barbara Pregelj: ¿Cómo se llamaba esta calle antes? Ahora es Cesta komandanta Staneta. Miro Arhar: Esto era Medvode 51. Medvode comenzó a desarrollarse solo más tarde, y entonces se hicieron las calles. Antes había una sola. Martina Ovijač: No era el número 51. Silva Ovijač: No, no era el 51. Martina Ovijač: ¿Sabéis cuál era el número? Silva Ovijač: Esta casa era el número 8, aquella el 9… Martina Ovijač: Lo de Marješič era 10, la villa era 11. 11 o 12. Había un total de 14 casas en Medvode. Nikola Obrenović: Había un plan para derribarlo todo. Se pensaba construir todo nuevo: 111 apartamentos. Todo esto estaba por derribarse: nuestra casa, esta casa, Donit [una industria local]. Barbara Pregelj: Nos dijeron que esta casa estuvo varias veces destinada a ser demolida, que tenían la intención de hacer pisos. Tevž Tavčar: Sí, el inversor se lo compró todo a Donit. Querían construir allí un barrio residencial más pequeño. Este inversor quebró en 2008. Y ahora el asunto está parado. Yo no sé a qué empresa vino a parar esta propiedad, pero se están preparando para derribarla. Pero hay al menos diez apartamentos en esta casa de gendarmes. Barbara Pregelj: Once. Tevž Tavčar: Cómo liquidarlo, cómo cerrar este negocio. es simplemente una tarea difícil. Barbara Pregelj: Sí, es un desafío. Tevž Tavčar: Bueno, esta es una política social seria. Y la manera de resolverlo... Barbara Pregelj: Creo que será muy bonito. Vladimir Bertoncelj: Es difícil predecir lo que depara el futuro. >> Fotogramas de la película documental Casa entre aguas, realizada en el marco de Moradas de Branislava Susnik. Henrike von Dewitz, Eslovenia, 2020. Branislava Susnik, «En las ciénagas, de camino, entre los indios Chamacoco (1957)». Fuente: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana. * * * 1 Correo electrónico de Romina Aquino, 31.3.2020. 2 Hans-Jürgen Heinrichs. Die Magie ist altäglich. Zeit online, 28.1.1982. Asequible en la web. 3 Bronislaw Malinowski (1915-1918). Sus trabajos se recogen en la obra Los Argonautas del Pacífico Occidental (1922), que se considera como una de las obras fundamentales de la antropología. Asequible en la web. 4 «La observación participante, o el trabajo de campo etnográfico, es el fundamento de la antropología cultural. Consiste en acercarse a las personas y hacerlas sentir lo suficientemente a gusto en presencia del investigador de modo de poder observar y registrar información sobre sus vidas. (…) La observación participante implica establecer un buen entendimiento mutuo en una nueva comunidad; aprender a actuar de modo que la gente siga haciendo sus cosas como siempre cuando Ud. aparece; y retirarse cada día de la inmersión cultural para poder intelectualizar lo que ha aprendido, ponerlo en perspectiva y escribir sobre ello de modo convincente.» Métodos de investigación en Antropología. Abordajes cualitativos y cuantitativos, Segunda edición H. Bernard Russell, 1995. Asequible en la web. 5 A Diary in the Strict Sense of the Term (Un diario en el estricto sentido del término) fue publicado por primera vez en 1967: cubre los períodos de su trabajo de campo entre 1914 y 1915 y 1917 y 1918 en Nueva Guinea y las islas Trobriand. Su publicación póstuma desató una gran controversia. Asequible en la web. 6 Asequible en: https:/vimeo.com/412021922 SOBRE LOS AUTORES Romina Aquino González es periodista, poeta y comunicadora institucional. Actualmente forma parte de la revista Pausa del diario Última Hora, de Paraguay. Desde esa trinchera que conforman las palabras le gusta explorar la vida. A Branislava Susnik ya la conocía, pero como una figura mítica. Como un ser mitológico del que es mejor no hablar porque podría aparecer en tus sueños. Pero cuando tuvo la oportunidad de investigar sobre su vida entendió por qué desde los relatos hegemónicos prefieren dejarla en las sombras. Sin embargo, ella brilla en la inmensidad de sus obras. Como periodista le gustaría ser ese puente para que las historias como las de Branka lleguen a algún puerto que las reciba. Tenía planeado escribir otro artículo sobre Susnik, pero entre tanta presión capitalista los tiempos no cerraron. Después de meditarlo, revolver papeles y escribir palabras al azar, se dio cuenta de que no hacía falta buscar tanto: ella estaba ahí, impregnada en todas sus cosas. romiaquino18@gmail.com Cristino Bogado es escritor, columnista y traductor paraguayo nacido en Asunción, 1967. Vive en Lambaré. Tiene un hijo. Ha editado, en poesía: Puente Kaí (Asunción, 2015), Plagio inconsciente de Leopoldo (cartonerita niña bonita, España, 2014), Contra el fútbol y otros nihilpoemas (Asunción, 2013), Ysypó-paraguay-Rembó (2012, edición online en La calle Passy, Chile); en narrativa: Punk Desperezamiento, (2007, Lima-Perú), Amor Karaíva (una selección de poesía, narrativa y ensayos; Milena Caserola, Buenos Aires, 2010). El editor Timo Berger le incluye en su antológica sudaka de narrativa argentina, uruguaya y paraguaya Neus vom Flus (Berlín, 2010). Participó con el cuento epónimo en Los chongos de Roa Bastos (VVAA, Santiago Arcos, Buenos Aires, 2011). También: En Región. Antología de cuento político latinoamericano (VVAA, Interzona, Buenos Aires, 2011) Pindó Kuñakaraí (no-vela, Editora de los Bugres, 2018) e Iporãkaka, una novela corta y 9 relatos absurdos (2019). Como traductor hizo la versión jopará (guaraní-español) de los poemas coreanos de Yi Sang. kurubeta@gmail.com Henrike von Dewitz (Alemania, 1981) es antropóloga, documentalista y artista visual. Ha exhibido sus fotografías, videos y películas documentales en festivales, museos, galerías y espacios públicos en diversas ciudades de Alemania, Francia, Uruguay y Eslovenia. Dirige ciclos de cine documental y trabaja como traductora, profesora de alemán y selectora y jurado en festivales de cine. rike.vondewitz@gmail.com Ticio Escobar nació en Asunción, Paraguay, 1947. Curador, profesor, crítico y promotor cultural. Fue Presidente de la Asociación de Apoyo a las Comunidades Indígenas del Paraguay, Director de Cultura de Asunción y Ministro de Cultura de Paraguay. Autor de la Ley Nacional de Cultura de Paraguay y coautor de la Ley Nacional de Patrimonio. Publicó una docena de libros individuales sobre teoría del arte y la cultura. Es fundador del Museo de Arte Indígena de Paraguay (CAV/Museo del Barro) formado con sus colecciones. Ha recibido premios internacionales, así como condecoraciones otorgadas por Argentina, Brasil, Holanda y Francia, además de doctorados Honoris Causa concedidos por las universidades de Buenos Aires, Misiones y Rosario, Rep. Argentina. Ha recibido en España el Premio Bartolomé de las Casas por su apoyo a las causas indígenas de América. Es director del Centro de Artes Visuales/Museo del Barro. ticio@ticioescobar.com Urša Geršak es profesora de español y también Licenciada en Literatura comparada. Le interesa sobre todo América Latina. Se desempeña también como traductora e intérprete. Ursa.Gersak@ff.uni-lj.si Irene Mislej nació en Buenos Aires de padres eslovenos que emigraron de la región de Primorska (Eslovenia) a finales de la década de los 20. Asistió a la escuela primaria en español e inglés y se graduó en 1963 en Colegio Nacional de Vicente López. Estudió periodismo y radiofonía e historia del arte en Buenos Aires. Como periodista, ha trabajado con varios periódicos. Vive en Eslovenia desde 1978, donde defendió su doctorado en historia del arte en 1987. En su trabajo de investigación, se dedicó a estudiar a los eslovenos en la emigración, especialmente en América del Sur. Ha preparado varias exposiciones sobre artistas (Francie Ahčin, Viktor Sulčič, Bara Remec) y científicos (Ivan Benigar, Vinko Brumen, Branislava Susnik); también investiga la historia de la emigración y traduce al español. irenemislej@gmail.com Julio Peña Gill nació en Asunción del Paraguay en 1960. Formado en filosofía, antropología cultural e historia, es periodista, docente, fotógrafo y escritor. Como estudiante de antropología, tuvo la guía de la Dra. Susnik en lecturas de la Biblioteca del Museo Barbero. Escribió la monografía Las exploraciones arqueológicas de Branislava Susnik y su aporte a los estudios arqueológicos en el Paraguay (Asunción, 1999, inédito). Publicó el libro de cuentos El Árbol de los Juguetes (Arandurá, 2014). Ha realizado exposiciones fotográficas, y videos, sobre cultura indígena y popular latinoamericana. juliopena412@hotmail.com Barbara Pregelj es doctora en Literatura y Profesora Adjunta de la Universidad de Nova Gorica, traductora y editora de la editorial Malinc. Licenciada en letras hispánicas y literatura comparada, hizo su máster sobre literatura española y el doctorado sobre literatura eslovena. Su ámbito de investigación comprende sobre todo la interpretación y distintos aspectos de la recepción de la literatura y cultura española en Eslovenia y de la eslovena entre los hispanohablantes, la traductología y la literatura infantil. Organizó varios simposios y visitas de escritores españoles a Eslovenia. Es autora de varios libros, artículos y capítulos en libros en los ámbitos nacional e internacional. Además, ha participado en función de ponente en diversos congresos, mesas redondas, talleres, etc. Es también traductora e intérprete jurada. barbara.pregelj@malinc.si Gloria Scappini es graduada en Etnología con énfasis en Historia y Master en Antropología Social y Sociología Comparativa por la Universidad de Paris X – Nanterre, Francia, con especialización en Etnología Americanista de las Bajas Tierras de América del Sur. Inicia sus experiencias de campo en el ´98 con el pueblo Aché y, a partir del 2003 desarrolla sus investigaciones con el pueblo Mbya Guarani, combinando el estudio de las relaciones entre el Estado-Nación paraguayo y sus minorías étnicas con el registro y valorización de la cultura Guaraní. Directora del documental etnográfico Palabras-Almas de protagonismo Mbya Guaraní, galardonado como Mejor Filme Etnográfico en el Festival de Cine Etnográfico de Recife, Brasil, 2013. Se suman líneas de trabajo en historia de la antropología paraguaya y antropología feminista. Es consultora y asesora en DD.HH. y Pueblos Indígenas, interculturalidad y desarrollo, rescate lingüístico y cultural; docente universitaria, coordinadora de espacios de formación y difusión del pensamiento antropológico y autora de varias publicaciones en los ámbitos trabajados y representaciones en congresos regionales e internacionales. gloria.scappinimeza@gmail.com Francisco Tomsich (Uruguay, 1981) es artista y autor. Trabaja desde el año 2000 en la creación de muestras, publicaciones, obras escénicas, plataformas colectivas, modelos no-disciplinarios de investigación y dispositivos pedagógicos, operando con diversos medios, lenguajes e idiomas. Sus obras han sido exhibidas y publicadas internacionalmente, incluyendo la 7a Bienal del Mercosur (Brasil, 2009), y premiadas en numerosas ocasiones, incluyendo el Premio Nacional de Literatura (2012) y la beca FEFCA para jóvenes artistas (2013) del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, además de diversas becas y programas para las artes públicos y privados en Europa y América. Sus trabajos se caracterizan por la atención prestada a las condiciones materiales de producción en el tiempo y lugar en que ocurren y la urgencia por producir diálogos críticos entre imágenes del pasado, nociones de presente y modelos activos de futuro. franciscotomsich@gmail.com Javier Viveros nació en Asunción en 1977. Se recibió de Máster en Literatura en la Universidad Nacional de Asunción. Ha escrito más de treinta obras en diferentes géneros: cuento, poesía, novela, literatura infantil, historieta, teatro y cine. Recibió galardones en concursos locales y del extranjero. Textos suyos integran antologías de países de América y Europa; parte de su obra ha sido traducida al guaraní, alemán, inglés, portugués y japonés. Dirige la editorial Rosalba, especializada en literatura infantil. En el 2016 fue elegido por Luvina, la revista de la Universidad de Guadalajara, como una de las voces latinoamericanas más originales de entre los escritores de «treinta y tantos» años. Ha participado como invitado en ferias del libro de Argentina, Bolivia, México, Paraguay, Santo Domingo y Uruguay. Fue vicepresidente de la Sociedad de Escritores del Paraguay por el período 2016-2018 y es miembro correspondiente de la Academia Paraguaya de la Lengua Española. jviveros@gmail.com María Esther Zaracho Robertti (Paraguay, 1982) Psicóloga por la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción. Poeta, ensayista, investigadora social y colaboradora frecuente en medios periodísticos sobre temas en torno a cultura y dictadura stronista (Gobierno de Alfredo Stroessner, 1954-1989) en especial sobre el cine, la literatura y la fotografía durante o en relación a dicho periodo. Maestranda en Antropología Social por la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción. mariaesther.zarachor@gmail.com Estampilla postal conmemorativa. Correos del Paraguay, 2005. MORADAS DE BRANISLAVA SUSNIK: DOCUMENTOS, TEXTOS, IMÁGENES, TESTIMONIOS Concepto, coordinación, edición: Barbara Pregelj y Francisco Tomsich Autores de los textos: Barbara Pregelj, Francisco Tomsich, Romina Aquino González, Cristino Bogado, Ticio Escobar, Urša Geršak, Irene Mislej, Julio Peña Gill, Urša Šebat, Gloria Scappini, Branislava Sušnik, Javier Viveros, Henrike von Dewitz, María Esther Zaracho Robertti. ©Texto: los autores de los textos. Fotografías: Biblioteca nacional y universitaria de Liubliana, Henrike von Dewitz, Biblioteca de Medvode, Barbara Pregelj, Francisco Tomsich, Tadej Pogačar, Wikipedia, Irene Mislej, Urša Šebat, Romina Aquino González, Representación de la Unión Europea en Paraguay, Gloria Scappini, José Luis De Tone. © Fotografías: los autores de las fotos. Reseñas: dr. Maja Šabec y Jaka Repič, profesores asociados. Traducción al castellano: Barbara Pregelj, Irene Mislej (Entre los indígenas Lengua), Urša Geršak (Bosquejo de unos pensamientos). Redacción de estilo: Francisco Tomsich Imagen gráfica, diseño gráfico, dibujos originales, diseño de la página web, maquetación: Francisco Tomsich Edición de Založba Malinc, Medvode, 2021. Para la editorial: Aleš Cigale Catalogización de la publicación (CIP) preparado por la Biblioteca Nacional y Universitaria de Liubliana Kataložni zapis o publikaciji (CIP) pripravili v Narodni in univerzitetni knjižnici v Ljubljani COBISS.SI-ID 57300995 ISBN 978-961-7122-11-4 (ePUB) RESEÑAS DE BIVALIŠČA BRANISLAVE SUŠNIK | MORADAS DE BRANISLAVA SUSNIK El monográfico Bivališča Branislave Sušnik | Moradas de Branislava Susnik nos presenta el periplo vital de la científica y exiliada Branislava Susnik, que abandonó Eslovenia a finales de la segunda guerra mundial y logró ser celebrada en Paraguay como etnolingüista, antropóloga, historiadora de la cultura, arqueóloga y directora del Museo etnográfico Andrés Barbero de Asunción. A pesar de ser una mujer en el predominantemente masculino mundo de la ciencia, Susnik logró sentar, con su infatigable trabajo de investigación entre los indígenas del Paraguay, un modelo válido tanto para su generación como para las generaciones futuras. No obstante, su camino no fue nada fácil, ya que su experiencia de la guerra y del exilio estaba inextricablemente unida a su labor de investigadora y la perseguiría a lo largo de toda su vida. Este libro presenta reflejos y fragmentos de la vida de Branislava Susnik y trata sobre su doble identidad de exiliada y su tenaz quehacer de investigadora en el Paraguay. Ilumina su vida a través de documentos, textos científicos, imágenes y testimonios de aquellos con los que compartió su camino vital, constatando, a su vez, que Branislava Susnik fue siempre una persona envuelta en el misterio. Como escribe Barbara Pregelj: «Historias fragmentarias, historias de tamaño reducido que siempre se pueden recomponer en una imagen más amplia, parecen especialmente apropiadas al estudiar la trayectoria personal y profesional objeto de nuestra investigación, Branislava Susnik. Parece que en su historia, en el conjunto de su imagen, siempre falta algo, algún detalle; por tanto, cada uno de sus narradores revela algo diferente, una nueva tesela para todo el mosaico.» El libro es bilingüe y reúne contribuciones muy diferentes de autores eslovenos y extranjeros que ponderan la educación formal, el camino del exilio, el talento para el aprendizaje de lenguas, el trabajo de investigadora y las paradojas e imágenes de Branislava Susnik, así como el conocimiento que se tiene sobre ella tanto en Paraguay como en Eslovenia, mientras ofrecen testimonios sobre su papel de científica y mujer. Las acompañan una extensa lista bibliográfica y algunos extractos de la obra de la propia Susnik. Su artículo Entre los indígenas Lengua es uno de los pocos publicados en esloveno y permite echar un vistazo hacia el interior de sus métodos de investigación, reflexión y escritura, y postura ética hacia los indígenas del Paraguay. El presente volumen monográfico ha sido publicado en el marco del centenario del nacimiento de Branislava Susnik. Se detiene primero en su ruta de exiliada y se ocupa luego de su vida en Paraguay y de su trabajo entre los indígenas de la región para al final regresarla, de una manera simbólica, a su casa natal. Dr. Jaka Repič, Profesor asociado El monográfico Moradas de Branislava Susnik se centra en un aspecto de la historia cultural eslovena espectacular y muy poco conocido para el público general. Autores de campos muy diferentes –antropólogos, investigadores de la literatura, escritores, artistas de varias disciplinas o personas que simplemente tuvieron contacto directo o indirecto con Branislava Susnik– han procurado acercarse a esta eslovena tan particular, cada uno desde su punto de vista. Se ha compuesto así una historia original y heterogénea que de ninguna manera aspira a ser una presentación integral de todo lo que sabemos sobre esta eslovena extraordinaria, sino que se despliega ante nuestros ojos como una dinámica y extremadamente abierta obra en proceso, desafiando y al mismo tiempo invitando al lector a participar en ella activamente. Pero no en el sentido de buscar las respuestas, sino en el de arriesgarse a formularse nuevas preguntas que vayan más allá de lo sabido y de las “verdades” generalmente aceptadas. Lo mismo, precisamente, a lo que se abocó a lo largo de su vida Branislava Susnik. Dr. Maja Šabec, Profesora asociada