PAMIES BERTRÁN, Antonio y RODRÍGUEZ SIMÓN, Francisca (2005). El lenguaje de los enfermos: Metáfora y fraseología en el habla espontánea de los pacientes. Frankfurt am Main: PETER LANG Europaischer Verlag der Wissenschaften; 165 pp. Regresaba a casa angustiada y descontenta conmigo misma. Después de sufrir un grave accidente de tráfico acudía con frecuencia a las consultas médicas y siempre pasaba lo mismo. La dificultad de expresar todo el abanico de sensaciones dolorosas -tan personales, tan mías- multiplicado por la proverbial paciencia y aguante (atribuidos al carácter ruso, que considera un valor indiscutible no manifestar explícitamente el sufrimiento) resultó ser un increíble -pero cierto- obstáculo en mi comunicación con los facultativos. Me consolaba evocando la observación de un escritor ruso de principios de siglo XX que declaraba que es imposible la comprensión humana en general, argumentando esta triste sentencia con un ejemplo: «si te duele la barriga, por mucho que lo expliques a tu prójimo, no le dolerá igual que a ti». En fin, nunca comprenderá tu sufrimiento; entonces, guárdatelo «y vívelo en solitario». Y así hemos estado mucho tiempo sin que nadie preste atención a nuestra capacidad o discapacidad expresiva, agravada a menudo por los factores socioculturales, psicocultura-les y etnoculturales, que salen a relucir en el momento del contacto -siempre tan personal, siempre tan íntimo- entre paciente y médico. Existen miles y miles de publicaciones, trabajos científicos, diccionarios, manuales, tesis doctorales, etc. dedicados a la terminología médica en diferentes lenguas. Indudablemente, el lenguaje especializado de los que juraron el hipocrático es uno de los campos lingüísticos más ricos y dinámicos, en el que coinciden las denominaciones antiguas con los más modernos neologismos, estos últimos explicables por los avances diarios de las ciencias de salud. Pero ya va siendo hora de que nos escuchen a nosotros, a los que padecemos, sufrimos y acudimos a un hospital o a una consulta para contar nuestras penurias. Este enfoque médico-lingüístico -aparentemente incompatible, pero en la vida cotidiana tan real e importante- resulta ser muy interesante y enriquecedor. La investigación llevada a cabo por el reconocido lingüista D. Antonio Pàmies Bertrán y una magnífica doctora (según sus numerosos pacientes, a muchos de los cuales les salvó la vida) Da Francisca Rodríguez Simón, demuestra de una manera contundente que la descripción de una dolencia puede ser emocional, expresiva y semánticamente rica. Sin darse cuenta, todos los pacientes se convierten en el momento de enfermar en maravillosos y experimentados lingüistas, llenando su explicación con las metáforas y fraseologismos más opacos -y a veces hasta poéticos: «Mire usted, que tengo la tensión disparatá, un día, baja, y otro día, por las nubes, y ayer me entró por el pecho y en la cabeza, como si me hubiera llegao ya la última hora, un aletear y un apretaero, sudando como un río: si me dura más, me muero ...» . El libro El lenguaje de los enfermos: metáfora y fraseología en el habla espontánea de los pacientes consigue aglutinar de una manera lógica y coherente las dos visiones hacia la enfermedad -puramente médica y lingüística- ofreciendo una completa clasificación de expresiones creadas como resultado de diferentes procesos semánticos y que se utilizan por los pacientes en su comunicación con los facultativos sanitarios. Es bien conocido el hecho de que la elaboración del corpus léxico es uno de los aspectos más difíciles en cualquier trabajo de investigación lexicológica. En el caso de la dicha monografía este enorme corpus resulta ser en sí uno de los puntos más atractivos del estudio, demostrándonos una vez más la riqueza, vivacidad e increíble capacidad de observación y comparación existentes en el lenguaje popular en general. El criterio de clasificación y estudio no se ha basado en el diagnóstico objetivo de la enfermedad, sino en las sensaciones subjetivas del paciente, analizando las expresiones según el modelo metalingüístico de las archimetáforas -aplicado anteriormente a otros campos semánticos (Pamies 2002, Iñesta & Pamies 2002) - que relaciona las sensaciones subjetivas del paciente con el dominio fuente y el dominio meta de las metáforas con que se mencionan. A partir de un pequeño número de campos semánticos generadores (como la agresión, el movimiento, los animales, etc.), se establece una suerte de tipología popular del dolor, desde el punto de vista lingüístico-comunicativo. No vamos a delimitar el círculo de los futuros lectores de este libro. Indudablemente será de gran ayuda y apoyo para el personal médico de los diferentes niveles y tipos de atención a los pacientes; también será una obra de gran valor científico para los filólogos; asimismo causará curiosidad entre un segmento más amplio y agradecido de lectores: aquellos que se interesan por el estado actual de la lengua española, en general, y el lenguaje popular andaluz, en particular. Reza un famoso refrán ruso: «U kogó chto bolit, tot o tom i govorit» («Uno habla de lo que le duele») y tiene razón. ¿De qué vamos hablar sino de nuestras penas, nosotros, los que sufrimos y padecemos? Y como demuestra el magnífico trabajo El lenguaje de los enfermos: Metáfora y fraseología en el habla espontánea de los pacientes, sabemos hacerlo con mucha gracia y gran precisión. Elena Mironesko Bielova