André Thibault, Perfecto simple y perfecto compuesto en español preclásico. Estudio de los perfectos de indicativo en "La Celestina", el "Teatro" de Encina y el "Diálogo de la lengua". Beihefte zur ZRPh, Band 301, Max Niemeyer Verlag, Tübingen 2000; págs. XIV + 240. La suerte del perfectum latino en lenguas románicas no deja de atraer a los investi- gadores de los problemas sintácticos. Suenan como profecía las palabras con las cuales el Autor concluyó su trabajo diciendo que en este campo queda todavía mucho por hacer; la profecía parece válida no sólo para el español, sino para todo el mundo romance. Prof. André Thibault ha restringido su investigación sobre el pretérito simple y com- puesto (permítaseme la terminología a la cual estoy acostumbrado) a los tres grandes acon- tecimientos en la literatura española, indicados en el título, pero antepuso a su trabajo un amplio panorama histórico, incluyendo en ello anotaciones sobre las tendencias en algunos idiomas indoeuropeos que demuestran los usos de las formas simples y las compuestas y no sólo en el campo del pretérito. Es indudable que la situación desde el latín hacia idiomas romances es paradigmática en el sentido de que si estos conocen formas analíticas descono- cidas en la lengua madre es un hecho lingüístico de poseer las lenguas romances en varia medida o por lo menos de haber poseído por un largo tiempo también formas simples, herencia del latín. En cuanto la tenacidad del perfectum latino, el Autor ofrece para nues- tra época una triple repartición, representando el primer grupo las lenguas o hablas donde el pretérito simple desapareció (el francés oral espontáneo, el retorromano, los dialectos de Italia septentrional, hablas rumanas); existe, pues, un grupo central donde ·está colocado también el español peninsular y estándar, junto con las variantes literarias, escritas (francés, rumano) y además el occitano y también el italiano toscano y literario. Por fin, el tercer grupo, meridional, periférico, incluye lenguas y hablas con un marcado predominio en el empleo de la forma simple, el español de Asturias, el gallego, el portugués, y, también el castellano de las Américas. El Autor, consciente de la verdadera confusión que reina en la nomenclatura de los dos paradigmas verbales para el pasado, optó por las denominaciones dadas en el título, pero muy elegantemente recurre a las abreviaturas, respectivamente de PS y PC, es decir, busca eli- minar en el nombramiento de la forma sus implicaciones sintácticas, funcionales. Por la misma loable sensibilidad se sirve de vez en cuando de los términos forma simple, forma compuesta. El Autor pasó en panorama los trabajos sobre la cuestión de los tiempos del pasado en las lenguas romances: de muchos ha sacado provecho; en otros casos concluye con que el análi- sis no llega a esclarecer la situación, así por ejemplo en la partición entre tiempos narrativos y tiempos comentativos ("Un texto narrativo es un texto que contiene tiempos narrativos, y un texto comentativo es un texto que contiene tiempos comentativos" - una argumentación circular, comenta en la pág. 21 ). Es el mérito del Autor el atenerse a los hechos constatados. Otro mérito suyo es el haber desenvuelto muy generosamente su visión sobre la metodología. Así constata para el PC contemporáneo: - un acontecimiento pasado en oposición con el presente; - visto tal acontecimiento como completo, en oposición indirecta con el imperfecto; 241 - ocurrido, el acontecimiento, no siempre pero muy a menudo, en un período de tiempo bas- tante reciente y ligado de alguna manera al presente en la oposición con el perfectum sim- ple. Sólo en tales pasos, opina muy justamente el Autor, véase la nota en la p. 221, sería aceptable la terminología italiana, passato remoto - passato prossimo. Las estadísticas a lo largo del trabajo esclarecen mucho; no todas presentan hechos sor- prendentes: es debido a un criterio sociolingüístico que el PS es más usado por los ancianos, y más por las clases altas de la sociedad. Más problemática es la constatación que en Améri- ca el PC es una forma marcada y por eso menos frecuente que en España peninsular; no es problemática la constatación en sí, sino el problema de si hay que ver en esto un arcaísmo. Aquí el Autor entra en discusión con la obra de Helmut Berschin sobre el empleo en español hoy en día de los paradigmas preteritales, publicada en la misma serie de los Bei- hefte ZrP, 1976, donde el autor alemán cree ver en el español boliviano un arcaísmo. Con esto el Autor ya está en la diacronía, aunque su análisis es sincrónico porque inves- tiga la situación en una época muy delimitada, "preclásica". Claro está que no es posible o por lo menos es muy dificil y siempre dudosa una inves- tigación del habla para las épocas pasadas. Es sabido, y el Autor lo subraya, que las obras literarias pueden engañar. La lengua del Cid no refleja necesariamente el uso espontáneo de su época. Se decidió el Autor para el español preclásico y, en curso de la investigación, restringió su trabajo a tres núcleos, con motivación de encontrar de esta manera el reflejo del habla en las partes (no todas, cierto) teatrales, más cercana al habla popular, más espon- tánea, y una lengua metódica, más regular, más intelectual en Valdés. Y, como hay ya obras que se ocupan del mismo período (Criado de Val, por ej., del empleo de las formas verbales del pretérito en La Celestina), el Autor se sirvió también de las investigaciones efectuadas hasta ahora. La formación del corpus para investigar es importante. Thibault examinó estadística- mente algunas otras obras literarias de la época escogida: así, en Lazarillo constata 887 PS contra sólos 41 PC. Pues, decidióse analizar tres complejos literarios, creados entre 1492 y 1535. Cree en la importancia de la estadística. Pero, se da cuenta de que largas secuencias na- rrativas en Valdés pueden influir al cómputo y de hecho influyen. Con todo, las cifras que ofrecen las estadísticas son importantes; aprendemos que solamente en el Diálogo de Valdés el PC supera el PS aunque de pocos puntos, mientras el número del PS en La Celesti- na es triple respecto al uso del PC. La estadística está presentada en la p. 26. Lo que, pues, resulta más precioso aún, son los análisis del Autor: constata que el PC aparece en la esfera de antepresente, de presente ampliado y de pasado indefinido. El PC se gramaticalizó: en La Celestina Th. constata muy pocos ejemplos de concor- dancia del participio con el objeto, lo que atestiguaría aún una cierta resistencia a la gra- maticalización, insólita para el español no sólo de nuestros días, sino también para el de la época siguiente, del siglo XVI. El Autor examina de modo particular indicatores temporales puntuales que exigen el PS y aquí podemos citar un pasaje del Diálogo, p. 75: Después que vine en Italia, he olvidado mucha parte della. 242 Muy sabiamente, el Autor no insiste sobre la distinción de los valores aspectuales -en la oposición se incluirla, inmancabilmente, el imperfecto- y los valores de modo de acción ("Aktionsart" en la terminología alemana). Encontramos en la obra de Thibault un sinfín de anotaciones útiles para nuestro cono- cimiento del español de aquel entonces: el auxiliar ser aparece con los verbos llegar, tornar, venir. Con este último hay en La Celestina 32 presencias con el auxiliar ser sobre la totali- dad de 370 PC. André Thibault nos ha planteado muchos problemas y ha resuelto muchos otros. Es de todo original su visión. Su trabajo presenta un análisis sobresaliente del uso de las formas de los dos pretéritos en la época escogida del Autor. Le agradecemos el presentarnos un cuadro tan exhaustivo, también estadísticamente. Muy bellas son sus observaciones que atañen a las tendencias en los tres complejos lite- rarios escogidos. Pues, si rechaza la idea del arcaísmo tout court, advierte que cada investi- gador tiene que valorar la resistencia de una u otra forma verbal. El A. concluye que en la época estudiada no se había todavía fijado la norma. Claro está que en las partes narrativas, fuera de diálogos, fuera de las partes comentadas en Valdés, el PS es el paradigma predominante, más exactamente el único que aparece. La presentación es limpia y la terminología muy clara y consecuente. Utiles son las lis- tas de las abreviaciones y, sobre todo, la amplia bibliografía. Tendría, yo, una objección, pequeña, de ningun peso: el término de 6ª persona seria preferible abandonarlo; cierto, estoy hablando pro domo mea y como en mi lengua, el esloveno, existe todavía el dual, lo mismo que en otra lengua eslava, el sorabo, nombrar las personas del verbo al plural (ocurre muy pocas veces, y sólo para la 3.ª pl.) con los numerales ordinales de cuatro a seis - podría crear confusión: mejor, creo, atenerse a la manera antigua. Mitja Skubic 243